Capítulo 5
Kailer ( Narrando )
Ya había pasado un largo rato y no salía de la habitación ni el señor Robert ni la señora Carol, eso me preocupaba mucho, no sabía que estaba sucediendo con mi madre.
Eli y Benjamín se pusieron a jugar con unos legos, ellos son de la misma edad y por lo visto se llevan muy bien. Estaba tratando de hacer un robot con los legos cuando veo la puerta de la habitación abrirse.
De ella salen los padres de Gabriel, al ver sus rostros triste ya sabía lo que me iban a decir, me levanto del suelo y voy hacia ellos
— Señor Robert ¿Cómo está mi madre? — pregunto con desespero.
— Lo siento Kailer, no pudimos hacer nada por ella, tenía una herida muy grave, lo siento mucho.
Dejo caer de mi mano el robot de legos que estaba haciendo, al caer se despedazó contra el suelo, así mismo sentí que mi corazón se había despedazado, la señora Carol me abraza para consolarme mientras que Eli se acerca a mí jalando mi camisa.
— Kailer, ¿Por qué lloras? ¿Le pasó algo a mamá?.
La señora Carol me suelta mientras me mira con tristeza.
— Tienes que ser fuerte para poder ahora ayudar a tu hermanita — dice la madre de mi amigo sujetando la mano de Benjamín para irse los tres dejándonos a Eli y a mí en el pasillo.
No sabía cómo decirle a Eli que mamá había muerto, tenía miedo de su reacción, pero no me quedaba de otra tenía que decirle así no quisiera. Me agachó quedando a su altura para hablarle y explicarle la situación.
— Eli, escucha princesa, nuestra madre no pudo aguantar ese disparo, ella está... — hago una pausa tratando de evitar salir las lagrimas que me ahogan — Nuestra madre murió, ella se fue al cielo.
— ¿Ella está en el cielo con papá? — asiento y la abrazo, esos ojitos de inocencia me hacían sentir un poco mejor, a pesar de tener seis años lo había tomado de una manera más tranquila.
Entramos a la habitación donde estaba el cuerpo de mi madre, Eli se sube en la cama y le da un beso en la frente, yo me siento y le sostengo su mano fría.
— Te vamos a extrañar mucho mamá — susurro entre lágrimas.
Salimos de la habitación hacia la sala donde estaba la familia de Gabriel, la señora Carol estaba cocinando mientras que benjamín jugaba con su perrito max.
— Kailer, mañana temprano le daremos sepultura a tu madre, ya está oscureciendo y es muy peligroso salir — asiento a la propuesta del señor Robert y voy hacia la ventana para asomarme hacia la calle.
Las calles se veían desoladas y todas hechas un desastre, este era un pueblo muy limpio ahora parece un basurero, por todos lados habían escombros de las casas que habían sido dañadas por esas criaturas.
Después de cenar, nos sentamos todos en la sala, Eli dormía en mis piernas y Benjamín en las piernas de la señora Carol. Escuchar tanto silencio era perturbador, no se escuchar absolutamente nada, así que hablo haciendo una pregunta que quería hacer desde que llegué y con lo de mi madre no la había podido hacer.
— ¿Dónde está Gabriel? — pregunto con curiosidad haciendo que la mirada de sus padres caigan en mí.
— Ayer en la noche vino una chica buscando a Gabriel, ella le contó que tú habías tenido un accidente, pero que estabas bien, él le pregunto que si había sido por culpa del maldito y ella le dijo que sí, Gabriel salió corriendo y ella lo persiguió, por cierto ¿Quién es ese tal maldito de quien hablaban? — indaga el señor Robert con unas de sus cejas levantadas.
Me quedo pensativo, no lo podía creer, ellos habían ido a buscar al imbécil de Dalton, eso no era buena idea, en que carajo estaba pensando Gabriel.
— Kailer, estoy preocupado por mi hijo ¿Tú sabes dónde está? Desde ayer no ha regresado y tengo mucho miedo.
— No se preocupe señora Carol, ya tengo una idea de dónde puede estar, en cuanto amanezca salgo a buscarlo.
— Yo iré contigo — dice el señor Robert decidido a encontrar a su hijo.
La noche paso rápida sin ningún inconveniente, parecía que esas criaturas se habían desaparecidos, no se escuchaban gritos ni llanto de las personas ni mucho menos los horribles rugidos de esas extrañas criaturas.
A penas el sol estaba saliendo salgo afuera junto con Eli y la familia de Gabriel para ir a enterrar a mi madre, su cuerpo lo pusimos cerca de un enorme árbol junto al bosque, tratamos por más doloroso que fuera hacerlo lo más rápido posible ya que no sabíamos si esas cosas podían aparecer otra vez.
Después de enterrar a mi madre ya estábamos listos el señor Robert y yo para salir a buscar a Gabriel, el padre de mi amigo mete en su cintura un revólver Smit calibre treinta y ocho ya lista y cargada. Me sorprendo cuando extiende su mano dándome un revólver a mí también.
— Disculpe, pero yo nunca he usado armas, no sé cómo hacerlo.
— Chico, si quieres vivir allá fuera entonces vas a tener que aprender a usarla.
Él tenía razón tenía que aprender a utilizarla si quería vivir, lo malo es que nunca me han gustado las armas y ahora tener una en mis manos se siente extraño.
Salimos los dos hacia la calle, detrás la señora Carol cierra la puerta para resguardarse con los niños. La casa de Dalton solo estaba a unas cuantas cuadras de la casa de Gabriel, íbamos caminado con mucha cautela tratando de no hacer tanto ruido.
Habían personas todavía en algunas casas que nos veían extrañadas entre las cortinas de las ventanas, ya estábamos cerca y en mi mente comienza a debatirse una guerra, lo único que pensaba en ese momento era que si Dalton le había hecho algo a mi amigo yo mismo lo mataría con el arma que tenía en mis manos.
Al llegar a la casa de Dalton tocamos y nadie abrió, le hago señas al señor Robert para que atravesáramos una pequeña cerca que daba hacia el patio. La puerta de atrás de la casa estaba abierta, nos pusimos en alerta al ver un camino de sangre desde la puerta hasta una habitación cerca de la cocina, parecía que habían arrastrado a alguien hasta esa habitación que se encontraba cerrada.
El señor Robert me hace seña que me prepare, el apunta con su arma hacia la habitación mientras yo con cuidado giro la manilla para abrirla, sentía que el corazón se me salía del pecho, no sabia que nos íbamos a encontrar detrás de esa puerta.
Giro la manilla y lo que había dentro nos sorprendió, Gabriel estaba en esa pequeña habitación desmayado y con todo su cuerpo ensangrentado. Entramos corriendo y enseguida notamos que tenía un torniquetes hecho con su correa en lo que había quedado de su brazo izquierdo.
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