Capítulo 8: Loba.
¿Qué está pasando?
Tranquila, yo me encargo.
Me revolví en los brazos de Nate, aunque eso me causara dolor. Lo escuché sisear cuando le di un cabezazo justo en la mandíbula. No me soltó, lo que me hizo gruñir por lo bajo. No quería pelear con él, pero lo haría si eso garantizaba mi libertad.
Si no me soltaba, iba a enviarlo al suelo.
—Para —ordenó de nuevo el alfa, haciéndome detener al instante.
No por respeto, sino porque me sorprendió que hablara repentinamente. Por lo general, el alfa ignoraba todo lo que hiciera. Aunque después de todo, estábamos hablando de su hijo. ¿Creería que le haría daño? No lo haría... Era de Nathan de quien estábamos hablando.
—No queremos lastimarte —Dijo a modo de disculpa, aún sin soltarme.
—¿Entonces por qué no me sueltan y hablamos como personas normales? —pregunté con ironía.
—De acuerdo, suéltala Nathan.
Sentí como me liberó, había extrañado mi libertad en los pocos segundos en que me fue quitada. Mis brazos dolieron por unos segundos, por lo que roté los hombros. Si quedaba algún morado por su culpa, me encargaría de hacérselo pagar.
Sí, era mi mejor amigo, pero eso no implicaba que no podía darle un puñetazo de vez en cuando.
Me senté despreocupadamente en el sofá, mirándolos sin temor alguno a los ojos. Ambos me veían preocupados, como si intentaran entenderme.
Aunque ni yo misma me entendía. Mi cuerpo se movía por su cuenta, mi voz salía sin que me diera cuenta. Incluso mis pensamientos dejaron de pertenecerme.
—¿Quién eres? —preguntó Nathan, haciendo un gesto de preocupación.
—Soy Eleanna —respondí.
—¡No! —rugió— La Eleanna que yo conozco jamás atacaría a nadie, mucho menos a mí.
—Ay, no seas nena —exclamé con exasperación—. La perra esa se curará en un par de horas y a ti no te hice nada.
Me miró como si mis palabras le dolieran, como si no pudiera reconocerme.
Quizás se había acabado la hora de jugar, pensé soltando un suspiro.
—Voy a contarles todo, así que dejen de verme así y siéntense. Esto será para rato.
Para mí sorpresa, ambos obedecieron sin replicar. Me gustó tener el poder, ser yo quien mandara aquí.
Aunque no me gustó recordar toda la historia respecto a cómo llegué aquí.
—Vivíamos en Waylenn, una manada a miles de kilómetros de aquí —comencé, sin ser capaz de mirarlos a la cara—. Mi padre era un hombre lobo, el alfa de la manada. Serio, pero carismático, amable y estricto. La manada lo amaba y todo el mundo peleaba por ser su mate. Hasta que mi madre apareció, una bruja poderosa que se ganó su corazón y el de toda la manada.
Sonreí un poco al recordar a mis padres, juntos. No podían ser más opuestos, pero de alguna manera, lo hacían funcionar. La belleza de mi madre, sus ojos azules, tan claros. La autoridad de mi padre, sus ojos oscuros, iguales a los míos. Opuestos, iguales. Nadie sabía decirlo. Aunque algo estaba claro, ambos se complementaban de la manera más perfecta y única que podía existir.
—Eso es imposible —murmuró Nate, incrédulo.
Sí, en esta manada nunca había ocurrido una conexión entre dos especies, pero en la que yo nací, era mucho más común de lo que parecía.
—Créeme, lobo. Es muy posible. Quizás por aquí no se vea mucho, pero existen casos en el que la conexión de mates se da entre especies, creando nuevas especies cuando se mezclan —expliqué—. Existen algunos lobos que pueden manejar un poco de magia. Además, también se da el caso de que los hijos de estas conexiones tienen poderes únicos.
—Continúa —pidió el alfa, ignorando a su hijo.
—Bien. Fruto de ese amor nacieron unos mellizos. La niña era una loba en todas sus letras, aunque tenía algunas cualidades inexplicables, mientras que el niño era un brujo, poderoso y fuerte como nadie más. Toda la manada vivía en armonía, hasta que fue atacada por vampiros.
Sentí mis ojos inundarse de lágrimas, mientras mis manos temblaban de la impotencia. Nate me veía con lastima, mientras que su padre me veía con algo parecido al orgullo.
—Todos fueron asesinados —continué con un nudo en la garganta—. La única sobreviviente fue la niña. No está claro como ocurrió, pero llegó a los bosques, siendo una completa humana. La magia debe ser la responsable de haber escondido su esencia de híbrida. Corrió y corrió durante años, olvidando ese suceso y la razón por la cual corría.
Respiré profundamente, intentando calmarme. Mi corazón latía desbocado, mientras sentía a Eleanna llorar. Sí, yo podía decir que era Eleanna, pero sabía bien que no era así.
Los hombres lobos son como dos seres conviviendo en un solo cuerpo. Durante la infancia y hasta que lleguen a una edad lo suficientemente adulta, los lobos deben permanecer ocultos, en silencio. Incluso si intentaran hablar, no serían escuchados.
Los lobos, un ser enteramente espiritual, por lo general ya tenían una vida. Sin embargo, yo nací el mismo día que Eleanna nació.
—Yo soy la loba de Eleanna, la responsable de que llegara a esta manada —me presenté.
—¿Tienes nombre? —preguntó con duda Nate, ahora que sabía quién era, parecía actuar con cautela.
—No tengo un nombre propio, soy parte de Eleanna, no un ser externo. Soy su guía y su loba, pero jamás he sido nombrada. Eso tendrá que decidirlo ella luego, si es lo que desea.
—¿Por qué esta manada? —preguntó el alfa, mirándome con sospecha—. Dices que fueron miles de kilómetros. ¿Por qué esta y no alguna más cercana?
—Como dije, tengo algunos atributos de bruja, por lo que siento la presencia de mi mate incluso antes de cumplir los dieciocho años —sonreí triunfalmente.
No conocía a nadie que tuviera esa habilidad, así que me sentía bastante orgullosa de ser yo quien la tuviera.
—¿Tu mate? —repitió Nathan con espanto, como si la simple idea de que yo tuviera un mate lo enloqueciera.
—Pues sí. Soy una mujer lobo, tengo mate como cualquiera —respondí con obviedad.
—Entiendo —murmuró el alfa, aunque el comentario fue más para sí mismo—. Tengo solo dos preguntas más, loba.
—Dispara —sonreí, retándolo con la mirada.
No se supone que deba desafiar a un alfa, no. Ellos imponen respeto solo con su presencia, pero yo era la hija de un alfa, por lo tanto, teníamos el mismo rango. Y me encantaba utilizar eso a mi favor.
—¿Por qué te has escondido tantos años? ¿Por qué aparecer ahora? —ignoró mi puya.
—Eso es fácil de explicar. Mi misión es proteger a Eleanna, pero a diferencia de otros lobos, esta es mi primera vida. Supe como ocultarme porque la magia así me obligó, pero no tengo la menor idea de cómo podría deshacerlo. Así que desde entonces he estado guiando a Eleanna, como sólo una pequeña voz en su cabeza —expliqué con honestidad, poniéndome seria—. De hecho, aún no puedo convertirme en lobo y no sé si algún día pueda hacerlo. Hoy pude tomar el control de este cuerpo solo porque Eleanna estaba muriendo. Tuve que dormirla para salvar su vida y en el proceso terminé ganando un poco de control. ¿Eso responde su pregunta, alfa?
—¿Elle sabía todo esto? —interrumpió Nate.
Suspiré. ¿Por qué la Luna me había dado un mate tan tonto? Se veía delicioso, quería pasar mi lengua por todo su cuerpo a ver si era tan comestible como se veía, pero el chico era demasiado lento.
Supongo que tendría que esperar.
Después de todo, tenía una vida entera para cumplir todas mis fantasías con él.
—No —respondí de todas formas a su pregunta—. Acaba de enterarse.
—Devuélvemela —exigió.
—¿Perdón? —exclamé con sorpresa.
—Si acaba de enterarse de todo esto, entonces está llorando. Quiero a mi mejor amiga de vuelta.
—Creo que lo mejor será que yo me vaya —murmuró el alfa antes de retirarse, meneando la cabeza como si la situación fuera absurda para él.
También lo era para mí. ¿Quién se creía este que era? Sí, era mi mate y el mejor amigo de Eleanna, pero no me mandaba, no señor.
—Si me voy, entonces no sé cuándo pueda volver a tomar el control de Eleanna.
—¡No la controles! —gritó—. Deja a Eleanna tranquila.
—¿Dejarla tranquila? ¡Yo le salvé la vida! —grité de vuelta—. Tú la pusiste en peligro al aceptar a la perra esa en la mansión.
—¡Es mi mate! Tenía que aceptarla. Atacaste a la futura luna de la manada. ¿Sabes todos los problemas que eso acarrea? Además, es la hija de Bradley. En estos momentos la manada entera está de cabeza.
—¿Mate? ¿Futura luna? —pregunté con ironía—. ¿Acaso tú la reconoces como eso?
—Aún no siento la conexión mate —confesó, bajando la guardia—. Faltan dos meses para poder sentirla.
—Entonces aún no es la futura luna de la manada —resumí—. Problema resuelto. No puedes solo confiar en lo que ella diga, es tu palabra la que vale.
—Devuélveme a mi Elle —repitió, aunque esta vez sonó más a una súplica.
Me acerqué hacia él y puse mi mano en su rostro, dejando una pequeña caricia en él. Se acurrucó contra mi mano, ronroneando como un gatito.
Lobo idiota. ¿Cómo no me reconocía? Quizás era porque creía que yo era sólo su amiga, por eso era comprensible que se sintiera confundido respecto a mí, pero esa reacción ante mi tacto... Eso sólo confirmaba lo que siempre supe. Él es mi mate, mío.
Me pertenece y no soy fanática de compartir. Mucho menos si eso le hacía tanto daño a Eleanna en el proceso.
—No vuelvas a dejar que Rosie se le acerqué —pedí—. Eleanna volverá a ser humana una vez deje el control, será vulnerable de nuevo, así que es tu trabajo cuidarla. Tienes que cuidarla.
—¿Por qué no puedes quedarte? —preguntó cómo un niño chiquito.
—Estoy usando años de magia acumulada para poder estar aquí, ya no tengo más fuerza. Aquí mi consejo, lobito. No dejes que nadie la haga sentir inferior.
Sí, además de ser su loba, también era la responsable de controlar su magia. Tanto su magia como su loba nos vimos obligadas a escondernos durante años. Quizás la magia fuera un poco más sencillo de aparecer que yo. Tendríamos que aprender juntas.
—¿A qué te refieres? —ladeó la cabeza con confusión.
—La tienes durmiendo en el ático, como si fuera una chica del servicio. Rosie solo decidió que viviría aquí y le diste la mejor habitación disponible. Que ella no se queje, no implica que no le duela.
Él asintió, entendiendo mis palabras. Pareció meterse en sus pensamientos, analizando todo lo que sucedió.
Debería decirle que yo era su verdadera mate, debería confesarle todo ya que estaba. Abrí la boca, pero la voz apenas me salió.
—Nathan —llamé a duras penas, consiguiendo su atención—. Yo soy...
—¡No! —grité, consiguiendo de nuevo el control de mi cuerpo.
Escuché la carcajada de mi loba en mi cabeza, al tiempo que me desvanecía.
Había sido demasiado para mí, para mi cuerpo. Nate estuvo de inmediato sobre mí, preguntando si me encontraba bien.
No. Claro que no estaba bien, acababa de enterarme que mi familia había muerto en manos de vampiros, que era una mujer lobo y que todo lo que alguna vez creí real era sólo una mentira más.
Una mentira creada por mí misma.
Lloré y lloré. Mientras Nathan me abrazaba por la espalda, dándome su calor, apoyándome. No supe en qué momento me había llevado hasta mi cama, mucho menos cuando se colocó detrás de mí y me envolvió en sus brazos.
Ahora entendía lo que decían, estar con tu mate era algo que iba más allá de las palabras. Él parecía saber lo que necesitaba, incluso más que yo. Quizás a su lado pudiera recuperarme de lo que acababa de vivir.
Sólo Nathan podía ayudarme.
Sólo él.
¡Y aquí está el capítulo! ¿Intenso? ¿Se lo esperaban? ¿Qué les ha parecido?
¡Gracias por votar y comentar! Son los mejores.
Los amo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro