Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 34: Aliados.


Nathan no me soltó. Me llevaba en su espalda, caminando a través del bosque con tanta facilidad que me resultó envidiable. Yo siempre que caminaba por aquí tenía que cuidar mis pasos o terminaría besando el boscoso suelo. Le había asegurado que ya me encontraba mejor y que era capaz de caminar por mi cuenta, pero él parecía feliz de tenerme sobre él. Escuchar su respiración me calmaba un poco, sentirlo cerca era todo lo que necesitaba para volver a mis cabales.

El asombro inicial había pasado y fue entonces cuando comprendí lo fácil que era caer en la oscuridad. Luxu había caído por avaricia y yo estuve a punto de caer por venganza. El odio que habitaba en mi corazón le tendió una invitación a la oscuridad y esta aceptó con gusto. Tuve la suerte de tener a mate cerca, de solo pensar en el terrible destino que estuvo a punto de volverse el mío, me ponía la piel de gallina.

Era cuestión de minutos. Un corazón de luz podía mancharse con tanta facilidad, casi pasando desapercibido.

Nathan sólo lo notó por ser mi mate. Él no podía ver la magia a mi alrededor, pero sí podía percibirla. Podía notar los cambios que ocurrían en mí. Si él no hubiese estado a mi lado, en estos momentos podría estar de lado de Luxu. Quizás incluso peor.

Temblé de solo pensarlo. Tendría que tener un especial cuidado a mis sentimientos de ahora en adelante, no dejarme llevar por el enojo y la rabia.

Nuestra conexión de mates era especial. Podía sentir lo que él sentía y viceversa. Por eso sabía que él estaba preocupado por mí. Mortificado por lo que estaba siendo testigo.

Iba a matar a Rosie y mi mano no titubeó.

Iba a matarla y no me arrepentiría en lo más mínimo. Él lo sintió, percibió el momento exacto en el que estuve a punto de arrebatarle la vida, motivada por la rabia y el odio. Incluso cuando Rosie era una integrante más de la manada, yo no pude detenerme, no pude pensar en un juicio justo.

Por esa razón, Nathan, como mi alfa, intervino. Yo podía ser la luna, tomar el control de la manada cuando quisiera, pero el líder seguía siendo Nate. Y solo Nate podría detenerme.

—Ya estoy bien, Nate —susurré, avergonzada.

—No voy a soltarte.

—¿Por qué no?

—Porque si lo hago, me volveré loco.

Podía entenderlo, sólo un poco.

Para él tampoco debió ser sencillo notar que algo cambiaba dentro de mí. Por supuesto que estaría preocupado, además de que había visto las consecuencias de lo que mis recuerdos le habían hecho a Rosie.

No me importaba si sufría por las consecuencias de sus actos. Las imágenes ya no estaban obligadas a mantenerse con magia dentro de su mente, pero algo me decía igual no saldrían de ahí.

La habíamos dejado en la casucha donde debía vivir. Su castigo por hacerme daño fue convertirse en una guardiana de la frontera, por lo que jamás debía abandonar su puesto. No iba a morir, no si ella no atentaba contra su propia vida. Ya sería su asunto.

Era una regla entre los hombres lobos. Si alguien atentaba contra su propia vida, era su decisión. No creíamos en la muerte como algo malo, sólo un cambio de vida. Y si alguien deseaba cambiar de vida. ¿Quiénes éramos nosotros para detenerlo?

Esa era la mentalidad de la mayoría y la regla no escrita.

Cada quien debía vivir como quisiera.

—Debemos apresurarnos...

—Tyler se está encargando. Los niños y los ancianos ya salieron de la manada.

—¿Hacia dónde van?

—Solo una persona podría ayudarnos —murmuró de mala gana—. Aún no he recibido su respuesta.

—Eso es porque estaba más interesado viéndolos a ustedes —escuché desde arriba de un árbol—. ¿Qué están haciendo, tortolos?

—¡Donovan! —me bajé de la espalda de Nate de un salto, recibiéndolo con una sonrisa.

—¿Qué estás haciendo, criaturita? ¿No deberías estar en la comunidad? —preguntó.

Usualmente su tono era de burla, pero parecía preocupado. Su ceño estaba ligeramente fruncido, mientras sus ojos rojos me escaneaban de manera disimulada. Estaba intentando buscar heridas en mí, noté con una pequeña sonrisa de satisfacción.

Tenía motivos para estar angustiado, hablábamos del destino de todas las especies del submundo, incluyendo por supuesto a los vampiros.

—Está bien, lo lograré —sonreí enigmáticamente, sin poder comentarle nada aún—. Necesito un pequeño favor.

—Ya sé, uno de tus perros ya me lo dijo.

—¿Y...?

Me encontraba ansiosa por oír su respuesta. No sabía cómo reaccionar. ¿Y si me decía que no? Estaba en su derecho, a pesar de todo.

Donovan sonrió de lado, luciendo divertido ante mi ansiedad.

—Los perros pueden quedarse un par de días, pero me deberás un favor.

—Puedo vivir con ello —lo abracé.

No parecía saber cómo reaccionar ante mi muestra de afecto, sin embargo, pasados unos segundos, me lo devolvió. Esperaba encontrar frialdad, pero su cuerpo era cálido. No era un abrazo incómodo, pero él no parecía saber cómo corresponderlo.

Reí un poco, sabiendo que Nathan se estaba enfadando.

—Suficiente —gruñó Nate, tomándome del brazo y llevándome con él.

Lobo celoso.

—Muy bien, es hora de ponerse en marcha.

Todos los integrantes de la manada se habían retirado hacia el territorio de Donovan. Los vampiros no estaban del todo felices, pero no atacarían. Sabía que le debía una a Donovan, una muy grande. Un refugio para la manada... Eso era mucho más de lo que había esperado recibir de su parte.

El sol estaba empezando a ocultarse, así fue como supe que faltaba poco para el ataque. En el lugar, sólo Lilith y Liam estaban por ahí, sin querer abandonar mi lado.

Incluso Nathan estaba lejos.

Por supuesto que se quejó. Claro que luchó.

Pero luego de mucha insistencia de mi parte, comprendió que así fue como ocurría todo. Se fue con la promesa de volver apenas sintiera que yo estaba en peligro. No estaba muy lejos, aunque sí lo suficiente para estar a salvo en caso de emergencia.

¿Y sí fracasaba? Mi magia estaba alterada, preparándose para el ataque, pero yo todavía no sabía utilizarla correctamente. Incluso mi loba estaba escondida.

Así que aquí me encontraba, en medio de una manada abandonada, a la espera de un ataque.

—Ten cuidado —advirtió Lily, confirmando mis palabras—. Ya falta poco para el ataque.

—Habías dicho que no sería pronto —recriminé, recordando sus anteriores palabras.

—Y no lo será —sonrió, incómoda—. Lo que no sabía es que yo terminaría involucrándome.

No pude saber a qué se refería. Justo entonces vi una sombra moverse a través de los árboles y supe que nuestros atacantes estaban aquí.

No eran demasiados. Un grupo de quizás veinte brujos. Todos encapuchados, todos oscuros y un poco tenebrosos.

—Elliot —susurré apenas lo vi.

También llevaba una capucha, pero no se veía tan aterrador. Su mirada era avergonzada, como si me huyera. Estaba incómodo, intentando pasar desapercibido.

¿Acaso era idiota? Era imposible que no lo notara.

—¡Liliana! Que placer verte por aquí —exclamó Luxu, justo en el centro—. ¿Dónde se fueron todos los descendientes de Lucy?

Miraba con atención el lugar. Sí, dejar nuestra manada era doloroso, pero volveríamos cuando el peligro dejara de ser inminente. Si todos estaban a salvo, el lugar donde estuviéramos no era importante.

—Estoy aquí, justo frente a ti.

—Oh, pero yo hablaba de los hombres lobos —se quejó por lo bajo—. ¿Sabías que vendríamos?

—No, no lo sabía —negué—. ¿Por qué no mejor vuelves cuando estén todos? No te servirá de nada estar aquí.

—¿Crees que voy a retirarme, así como así?

—Creo que de nada sirve que ataques a una manada, si esta no se encuentra. Es simple lógica —contesté.

Lily se había escondido y Liam la siguió de mala gana. Era mejor que los demás no supieran de la existencia de ambos. Algo me decía que sus destinos eran incluso más importantes que el mío. No podíamos permitir que Luxu supiera de ambos. No había manera de saber qué podía hacer de saber que era posible viajar en el tiempo.

Luxu se paseó por el lugar, mientras sus acompañantes se mantenían en fila, sin terminar de cruzar por completo por nuestro territorio. Elliot siguió a Luxu, preparado para... ¿Qué? ¿Un ataque?

—No lo sé... Tú me debes una. Dejaste cicatrices —se señaló el rostro.

Su cabello blanco resplandecía con la tenue luz del sol. El atardecer caía sobre nosotros. Pude ver la nube de magia oscura alrededor de Luxu, luchando para liberarse y atacar todo a su paso.

Las cicatrices en su rostro no eran tan serias como creí. La magia se encargó de curar sus heridas, por lo que solo quedó el ligero rastro del fuego.

—Tú me atacaste primero —me encogí de hombros—. Tú deberías saber lo que sucede si atacas a alguien.

—Yo gano —respondió con una sonrisa macabra—. Si yo ataco a alguien, yo gano. Te daré puntos por sobrevivir aquel día, Liliana.

—Soy Eleanna.

—Como sea.

Debía ser inteligente. ¿Quería matarlo? Con todas mis ganas, pero así no lograría nada.

Si lo mataba en este momento, sólo renacería en otro lugar y alguien más tendría que encargarse de él. Y no, eso no podía permitirlo. Necesitábamos más tiempo. Los brujos debían encontrar la manera de acabar con las reencarnaciones de Luxu.

Ese fue el encargo que les hice.

Debían encontrar alguna forma de evitar que Luxu siguiera reencarnando. Los brujos estaban evaluando las posibilidades de hacer una especie de prisión eterna para él, pero no teníamos muchas esperanzas en ella.

Cuando le pregunté a mi abuelo lo que sentía respecto al brujo, solo mencionó que para él su hijo había muerto hacía un par de años. Que la persona que estaba usurpando su cuerpo, no era el hijo que adoraba y amaba.

—Te has hecho más fuerte —alabó—. ¿Qué tal si tenemos una revancha?

—No —se negó Elliot, dando un paso al frente—. Te dije que iría contigo si no atacabas directamente a Eleanna.

—Pero ella es Liliana —se quejó, haciendo un berrinche.

Ya lo sabía.

Incluso lo sabía antes de que Elliot lo supiera. Luxu tenía grandes habilidades, pero no había notado la conversación que mi loba y Toderick habían mantenido aquel día que estuve bajo su control. Ni siquiera Elliot estaba del todo consciente de que su lobo lo manipulaba, por su seguridad.

Resulta que Luxu puede meterse en la mente de las personas, pero no con los lobos. Así fue como mi loba y Toderick habían planeado todo, manteniendo a Elliot en la oscuridad. Por su propio bien.

Ambos habían acordado que lo mejor sería que Elliot se infiltrara con Luxu. Así podríamos saber cuándo sus tropas estuvieran completas y listas para el ataque. Además, Elliot debía cuidar que nadie más fuera sacrificado.

Era una misión riesgosa, pero Toderick aseguró que estarían bien.

Y yo confiaba en él. Y en mi hermano.

Que estuvieran aquí, sólo significaba que Luxu se volvía cada más errático, más sediento de poder. Al punto de incluso arriesgarse a perder por venir con pocas personas.

—Ya te dije, no estamos preparados, tío. En este momento, la misma Eleanna nos podría dar una paliza. ¿La idea no es acabar con todos?

—Sí, pero...

—No hay nadie aquí. Vayamos a casa y planeemos un buen ataque. ¿No es mejor vencer de un solo movimiento?

—¿Cómo cuál? ¿Cómo este? —En segundos, una llamarada de fuego salió de su mano, en mi dirección.

A mi loba no le agradaba demasiado la magia y ahora podía saber por qué. La magia estaba en un punto medio, justo entre la luz y la oscuridad. Era muy fácil terminar en el otro lado.

Pero yo agradecía contar con la magia. Era muy inexperta, nunca tuve un entrenamiento previo y ese era mi mayor error.

Cuando el fuego estuvo a tan solo instantes de tocarme, la magia actuó por si sola. No era muy controlable, pero procuré mantener la llama sobre mí y no al alcance de las plantas.

Tomé el fuego entre mis manos, sin que llegaran a rozar mi piel. Elliot discutía con Luxu por haberme atacado, mientras yo luchaba por mantener el fuego bajo mi control.

Fue entonces cuando se me ocurrió una idea.

Respiré profundo, pensando en un hermoso río. El choque del agua contra las rocas, el armonioso sonido del agua fluyendo.

Convertí el caluroso fuego en una refrescante gota de agua que regó el suelo a mi alrededor. Sabía que era complicado convertir los elementos, pero el resultado fue satisfactorio.

Elliot me miró con asombro, incluso con algo parecido al orgullo. Estuve tentada a sonreírle, por lo que miré en otra dirección. Percibí que bajó la cabeza, triste. Mi pobre mellizo, se sentía culpable. Él de verdad creía que estaba de lado de Luxu en esta lucha.

Y así debía mantenerse.

—Luxu —interrumpí su discusión—. Te propongo un acuerdo.

—¿Qué? ¿Qué te hace pensar que accederé a un acuerdo contigo? —preguntó con sorna.

—Este es el trato —lo ignoré, acercándome—. No atacaras a la manada ni a nadie por los próximos dos meses.

—¿Qué ganaría yo con eso?

—Afianzar tus alianzas —señalé hacia sus acompañantes, que se veían aterrorizados—. Tus tropas no parecen muy felices y preparados para una guerra.

—Basta conmigo para acabar con todos ustedes —intentó mostrarse seguro, sin embargo, no lo logró.

—Ya te he ganado una vez.

Eso bastó para enfurecerlo, pero Elliot lo tomó del hombro y susurró algo en su oído. Fue tan bajo, que ni siquiera mis instintos desarrollados lograron captar sus palabras.

Fuera lo que fuera, Luxu asintió de mala gana hacia mí. Estaríamos a salvo por el tiempo suficiente como para que los brujos estuvieran preparados para ayudarnos. Incluso los vampiros serían parte del plan.

Era cuestión de inteligencia y calma. Luxu era un ser poderoso y tenía aliados. Sus aliados no me preocupaban lo suficiente, pero necesitaba a personas capaces de enfrentarlos. Yo estaría ocupada enfrentándome al ser más peligroso de nuestra historia.

Se retiraron en silencio.

Mi hermano, mi otra mitad, me dio una última mirada antes de irse. Mi corazón se rompió ante la despedida silenciosa, pero necesitábamos ser fuertes. Elliot debía estar ahí y cuidar de que Luxu no sacrificara a nadie más mientras se preparaba.

Y yo debía prepararme para no perder ninguna vida en esta guerra.

Cuando estuve segura de que se habían retirado, me dejé caer en la hierba. Estaba agotada. No me había preparado para enfrentarme a ellos tan pronto.

Liam y Lily se acercaron luego, un poco temerosos. Les sonreí con incomodidad, pero ellos supieron entenderme.

—Eleanna, hay algo aún que debemos solucionar —dijo Lily.

—¿Qué sucede?

—En dos minutos apareceremos aquí —explicó con calma—. Debes crear una ilusión para nosotros.

—¿Qué?

—Si no veíamos todo en llamas, Lily no hubiera usado sus poderes. Crearíamos una paradoja —Liam me tomó de la mano con suavidad, dándome apoyo—. Lo que vimos... Nada era cierto.

La realidad me golpeó con fuerza. No había visto a Nate morir, yo misma iba a provocar aquellas imágenes tan horribles. No sabía cómo hacerlo, pero Liam me miró como si para mí fuera un simple juego de niños. Debía al menos intentarlo. ¿Cierto?

—¿Debo ser tan cruel? —pregunté en un susurro bajo.

—Mis poderes no son tan sencillos de activar —intentó explicarme Lily, pero mi mente estaba en otro lugar—. Apenas estoy aprendiendo. Tiene que ser así de feo, lo siento.

Lo entendía...

Suspiré por lo bajo. ¿Cómo se creaba una ilusión? Era la primera vez que lo hacía. Recordaba con claridad el olor y el calor del fuego, por lo que comencé creando una pequeña llama, controlando que no se esparciera.

Comencé a revivir aquellas escenas en mi mente. Los gritos, las llamas, los cuerpos calcinados. Recordé el dolor y el sufrimiento. Cerré los ojos con fuerza, dejando que la magia cumpliera con su labor, dejé que me ayudara una vez más.

Cuando abrí los ojos nuevamente, justo ahí se encontraba una versión de mí, luciendo aterrada. La ilusión no era perfecta, eso solo lo pude notar porque sabía que no era real. Los cuerpos se veían extraños, el fuego no se comía todo a su paso, sino que apenas y se movía. Supe que el pánico hizo que toda la imagen se viera mucho peor de lo que realmente era.

Ahora que sabía que aquellas imágenes eran causadas por mí, quizás fuera un poco más sencillo deshacerme de ellas. Mi corazón volvió a doler, pero estaría bien. Nathan estaba a salvo.

La Eleanna que cayó al suelo por el dolor y el impacto, no era la misma Eleanna en la que me había convertido. Una diferencia de unas horas, pero fueron más que suficiente para cambiarme la vida.

Nada volvería a ser lo que era, pero estaría bien. Solo necesitaba la fuerza y la valentía para afrontar lo que venía. No había manera de perder.

—Buen trabajo —Liam me revolvió el cabello, empezando a caminar en dirección al territorio de los vampiros.

Al menos había ganado tiempo.

Y tenía nuevos aliados. 


¡Hola! ¿Ya lo notaron? ¡Los sacrificios de la luna llegó a 200k! 

Esto es increíble, de verdad no esperaba que tuviera tanto recibimiento, gracias por hacer de mi vida algo mucho mejor. Son los mejores lectores que podría haber soñado alguna vez. Muchas gracias por todo. 

Definitivamente los amo. Muchísimo. 

Ahora, si me permiten, iré a llorar a otro lado. 

(Dejaré esta nota de autor tal cual está, porque recordar y celebrar cada logro es muy importante. Aun no me puedo creer que ya tengamos 700k) 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro