Capítulo 31: Eleonor.
Estaba avergonzada de mí misma.
Dioses...
¿Qué había hecho? Posiblemente arruiné todas mis oportunidades de conseguir una alianza real. Nate se enfadaría conmigo, Donovan se enfadaría conmigo.
Yo estaba molesta conmigo.
Me dejé llevar por mi mal genio y metí la pata, lo supe desde el momento en el que abandoné la sala. Mordí mi uña, intentando pensar. Si entraba de nuevo, quizás podría pedir disculpas y hablar con más calma. No podía ser tan impulsiva, no cuando de mí dependía mi manada.
Respiré hondo. No podía ser tan malo... ¿O sí?
Recibí un mensaje de mi abuelo, escrito con una pulcra letra. Supe que la escribió con magia, mientras intentaba calmar al montón de brujos que probablemente estuvieran pidiendo mi cabeza.
"Eleanna, ve a descansar a algún lugar. Te haré saber cuando todo esté listo. Mientras tanto, intentaré arreglar esto. Trata de no meterte en más problemas, por favor".
Leí sus palabras varias veces, procesando. De acuerdo, si el abuelo se encargaba, entonces yo no iba a entorpecer aun más su trabajo. Me iría por el lugar, a buscar quién sabe qué.
No sabía a dónde ir. Estaba en la comunidad, pero no la conocía. No tenía idea de qué podía hacer mientras esperaba. Caminé fuera del edificio y paseé por un rato por el lugar, sin tener ni la menor idea de qué haría cuando me negaran la ayuda.
Caminé por todo el lugar. Muchos brujos me miraron con recelo, mientras que otros se veían entusiasmados conmigo. No se acercaban, ni intentaban atacarme, pero si me veían, como si estuvieran vigilando que no hiciera nada malo.
¿Y qué se supone que podrías hacerlo? ¿Quemarlo todo? Porque no me parece una mala idea.
Reprendí a mi loba, llegando hasta una especie de plaza. Tenía un gran monumento a Lucy, leí. Una brujita que bailaba por toda la plaza gracias a la magia.
Me senté en un banquillo, admirando al monumento bailar por doquier. Se veía más como una proyección, iluminando todo incluso con el sol sobre nuestras cabezas.
—¿Estás perdida? —Se acercó una hermosa chica castaña hasta donde me encontraba, sonriente.
Era increíblemente preciosa. Sus pestañas eran largas y rizadas, aunque parecía no tener maquillaje. Sus ojos eran azules, tan claros como el mismo cielo. Su nariz era un poco respingona y sus labios lucían una sonrisa que se me antojó dulce.
La magia rebosaba de ella como nunca antes había visto. Su rostro se me hizo ligeramente familiar, como si lo hubiera visto alguna vez en un sueño.
—Un poco —admití. De nada me serviría actuar como una chica ruda.
—Está bien, aún no es tiempo de que todo suceda —algo en sus ojos no estaba bien, como si me viera, pero no me viera directamente.
—¿Disculpa?
—La guerra se acerca, pero aún hay tiempo. No vivas estos días partiéndote la cabeza pensando en qué hacer. Lo sabrás.
—¿Quién eres? —pregunté.
No se veía como una mala chica. De hecho, incluso parecía menor que yo, aunque ya me había olvidado de las primeras apariencias al conocer al consejo de ancianos.
—Soy Lily —tendió una mano, tranquila—. Es un placer conocerte de nuevo, Eleanna.
—¿De nuevo? —fruncí el ceño.
¿Pero qué rayos hablaba esta mujer? No entendía nada.
—Soy la única viajera en el tiempo que existe en esta comunidad —explicó con calma—. Ya te he visto en el futuro, a eso me refiero. Sé que es confuso, pero descuida. Ya estoy acostumbrada a que nadie entienda lo que digo.
—Alto ahí —rogué, sintiéndome abrumada—. ¿Una viajera en el tiempo? ¿Eso existe?
—Basta con solo una —guiño.
Vaya.
Me encontraba entre sorprendida y admirada. Esa pequeña chica parecía haber visto cosas más allá de lo imaginables, pero sonreía. Incluso era posible que conociera el día de mi muerte y aun así me se atrevía a conocerme.
—No puedo interferir —levantó una mano, interrumpiéndome—. No puedo decir quién gana o quién muere. Tampoco la fecha de la guerra.
—Pero me dijiste que aún falta tiempo —hice un puchero.
—Así es —se veía divertida—. Tiempo pueden ser dos días, una semana, un mes, un año. No te estoy adelantando nada, sólo intento quitarte algo de presión. No es bueno para ti.
—¿Me conoces bien? —pregunté, sintiendo un extraño afecto hacia ella.
No respondió. Se resignó con sonreír misteriosamente y luego señalarme hacia una de las casas.
—Ahí vivía Luxu, también Elliot —me miró de reojo—. Al igual que tu madre, en su infancia.
Vaya... era impactante que pudiera saber todas esas cosas, pero me alegraba tener a alguien con quien conversar. Toda la presión y el estrés quedaron a un lado. Como si nunca hubieran existido.
Estaba feliz de conocer a Lily. Además, parecía saber mucho.
—¿Mi madre?
—Sí. Las casas de los brujos contienen memorias. Si tu madre dejó algo para ti, podrías incluso hablar con ella.
¿De verdad era eso posible? La magia era extraordinaria, sin duda alguna.
Hablar con mi madre... Nunca supe cuántas ganas tenía de hablar con ella hasta que la oportunidad se presentó ante mí.
Lily sonrió, como si supiera exactamente lo que pasaba por mi mente. Me tomó de la mano hasta llevarme hasta el pórtico de la casa. Tuve miedo de entrar, después de todo, las casas no era lo que parecían por fuera. Podría encontrar cosas horribles y oscuras.
—Si no quieres, es tu elección, pero será la única oportunidad que tendrás.
—Lilith —llamó un chico justo cuando estaba por abrir la puerta—. ¿Qué demonios haces? No debemos interferir en este tiempo.
Ni siquiera me miraba. parecía no querer hacerlo, por más que no lo entendía.
Era muy alto y musculoso, incluso tanto como Nate. Su cabello era oscuro y sus ojos azules, tenía la apariencia perfecta de un jugador de fútbol americano. Musculoso, fuerte, atractivo. Se notaba la similitud de ambos chicos. De seguro eran familiares.
—No estoy interfiriendo —rodó los ojos—. Estoy haciendo lo que debo hacer. Le debo una a Eleanna, después de todo.
—¿Eleanna? —El chico me miró con sorpresa.
Se acercó hacia mí con velocidad. Temí, por un segundo, que fuera a atacarme. No sería algo nuevo, la mayoría en la comunidad tenían la mala costumbre de atacar sin preguntar primero.
Pero él se dedicó sólo a abrazarme, con fuerza. Me sentí tranquila junto a él, como si le tuviera un gran aprecio que no me pertenecía.
—Tenía tanto tiempo sin verte —murmuró.
—Y esta es la primera vez que yo te veo —sonreí, aceptando su abrazo.
—Suéltala, Liam —ordenó Lily, burlona—. No querrás que tenga una pésima primera impresión.
Me soltó como si quemara. Eran un par de chicos curiosos, diferentes. Lily era tan pequeña y menuda. Mientras Liam podría ser comparado con una enorme montaña.
—No es lo más raro que me ha ocurrido —me encogí de hombros.
—Ven, tú madre debe ansiar hablar contigo.
Tomé una profunda y larga respiración antes de entrar, siguiendo al par de desconocidos.
La casa no era como lo esperaba. El sitio estaba repleto de flores que crecían alrededor de las paredes. Era más una casa estilo al aire libre que un verdadero hogar. De hecho, en el centro, no existía techo alguno, sino una especie de jardín interno.
Impresionante era poco para lo que veía.
Mis ojos barrieron por todo el lugar. No se veía abandonado, pero sí se notaba que la naturaleza había seguido su curso. Alrededor del jardín estaba lo que parecían ser las habitaciones.
—Bienvenida a casa, Ellie.
La voz era tierna y suave. Delicada y firme. Sabía a quién le pertenecía, incluso cuando no lograba verla. La había escuchado en mis sueños, en mis recuerdos. La escuchaba cuando me sentía perdida, como si sus susurros se hubieran quedad impregnados en mi mente.
Lilith me sonrió, justo antes de realizar algo con sus manos, permitiéndome ver a mi madre.
Llevaba un vestido largo, del más puro blanco. Sus ojos eran azules, tan diferentes a los míos, sin embargo, su cabello castaño, sus labios y su nariz me fueron heredadas.
No pude evitar correr directo hacia sus brazos, llorando.
Estaba frente a mi madre. Algo que siempre quise y que nunca creí que fuera posible. Su cuerpo se sintió cálido, lleno de vida. Disfruté de su calor y de su olor, de sus brazos rodeando mi cuerpo como si quisieran mantenerme a salvo.
Las personas tenían razón. No existían mejores abrazos que los de mamá.
—Mi dulce niña —me recibió con una gran sonrisa.
Era cálida, contrario a lo que esperaba. Incluso podía escuchar el suave latido de su corazón en su pecho. Se veía tan... Viva. No era un fantasma, ni un recuerdo encerrado. Era como tener a mi madre en carne y hueso.
—¿Cómo? —murmuré.
—Eleonor es una excelente bruja —explicó Liam—. Escondió gran parte de su magia aquí, en esta casa. Nosotros la hicimos volver a la vida por unos minutos, pero no será mucho tiempo, lo siento.
—Esto es mucho más que suficiente —murmuré contra su pecho.
—Has pasado por tantas cosas, lamento haberte dejado siendo tan pequeña —acariciaba mi cabello, sin intenciones de soltarme.
—No fue tu culpa.
—No —suspiró, tomando mi rostro entre sus manos—. Hay mucho de qué hablar, mi pequeña brujita.
Liam y Lilith desaparecieron, prometiendo regresar apenas acabáramos con nuestra conversación. Al parecer, no debían saber demasiado sobre nuestra situación actual. Podría escapárseles algún dato y no tenían permitido interferir.
Así que nos sentamos en un pequeño banquillo del jardín, apenas estuvimos solas.
—Lo primero que quiero decirte es que estoy muy orgullosa de ti, mi Ellie —sonrió, sus ojos brillaron como zafiros bajo la luz del sol—. Te has enfrentado a todos con la frente en alto. Eres una maravillosa luna.
—Los puse en peligro —confesé—. Ellos no tendrían una alerta de ataque de no haber sido por mí.
—Tu mate estaba allí —refutó, frunciendo ligeramente el ceño—. No te ofendas, pero no es el chico más listo.
Reí con fuerza al escucharla. No, quizás Nate no fuera el más listo en cuanto a situaciones sentimentales se refería, pero era un excelente líder y un chico maravilloso.
—¿Qué puedo decirte? Culpo a la madre luna.
Mi madre tomó mi mano, poniéndose seria. Estábamos a punto de hablar de cosas demasiado importantes, el futuro dependía de nosotras, incluso cuando mi madre ya no pertenecía a este mundo.
—Como sabrás, yo soy Lucy —Se señaló a sí misma—. Una hija predilecta de la luna. Conoces la leyenda, pero no sabes su verdadero final. Mi destino es morir a manos de mi hermano en cada vida, debido a una mala interpretación de la madre luna.
—¿Mala interpretación?
—Verás, en mi primera vida, amaba a mi hermano. Luxu podía lucir aterrador, pero no era un ser malvado. La envidia lo llevó a cometer actos desagradables. Y yo seguía amándolo. A pesar de todos los inconvenientes, él era mi hermano. En mi primera vida, morí por su causa, más no por su culpa.
—No lo entiendo —interrumpí—. ¿A qué te refieres?
—Éramos unos adultos. Toderick, mi primer hijo, estaba a punto de poder encontrar a su mate. A punto de cumplir dieciocho años. Fue entonces cuando la magia se descontroló. Luxu no sabía que yo había sacrificado mi magia, que era solo una humana, ciego de poder, siguió buscando obtener más, quería ser tan poderoso como yo, y así, consiguió a la magia oscura, quedando atrapado en ella.
Vino a mí en busca de ayuda, contrario a lo que puedes pensar. Quería que lo salvara, que lo alejara de esa oscuridad que se había adherido a su piel y a su corazón. Estaba desesperado, rogó por mi ayuda. No soportaba el dolor de tener tanta oscuridad dentro de sí. Lloró amargamente entre mis brazos, pidiéndome disculpas, arrepentido por todo lo que hizo.
Pero yo era una humana en esencia, así como tú. Lo único que pude hacer, fue rogarle a la madre luna, pero no me escuchó.
Para la diosa, era inaceptable la magia oscura. El peor pecado. No aceptó mi petición, por más que le rogué.
Fue entonces cuando decidí que intentaría hacer las cosas por mi cuenta. Tomé a Luxu y lo llevé a lo más profundo del bosque. No tenía magia, pero podía sentirla.
Y la utilicé. Tomé su oscuridad y lo arrebaté de él. Hice todo lo posible por alejarlo aún más, aceptándola en mi propio cuerpo.
Pero yo la rechazaba. No podía aceptar a la magia oscura, mi corazón era puro y estaba bendecida por la luna.
Fue así como enfermé. Luxu ya no tenía tanta magia oscura. Me llevó de vuelta a mi hogar, mientras yo agonizaba. Rogaba por mi perdón y por más que lo intenté, yo nunca pude decirle que lo perdonaba.
En mi lecho de muerte, le pedí a la diosa luna misericordia con él. Ya que en esa vida no pude expresarle mi perdón, entonces pedí que nuestras vidas estuvieran siempre entrelazadas, que el naciera como mi hermano una vez más.
Pero la oscuridad seguía tanto en su corazón como en el mío.
La madre luna no entendió del todo mis palabras, no entendió que yo solo quería seguir teniendo a mi hermano conmigo, no como una especie de castigo, sino porque lo amaba. Lo adoraba. Luxu crecía en cada vida hasta cierta edad y luego la magia oscura se apoderaba de él una vez más. Sus recuerdos de su primera vida mezclados.
Cree que yo fui la causante de su muerte y prometió vengarse. No recuerda mi sacrificio, no recuerda todo lo que hice por él y me odia, a tal punto de asesinarme cada vez que me recuerda.
—Él no sabe todo lo que hice por él. Odia mi existencia, pero más que todo, está cegado por el dolor, mi querida Eleanna. Es un chico perdido que hará lo posible por arrancarse ese dolor de su pecho.
—Mamá —murmuré, presa del llanto.
Mi madre hablaba con tanto amor, con tanto sufrimiento. Podía creerlo, entender su posición.
Elliot me había traicionado. Y, sin embargo, si mi hermano llegara a necesitar algo de mí, yo estaría ahí.
Yo también sacrificaría todo por él.
—No llores, Ellie. Está bien, no tengo problema con eso, lo único que lamento es que a ustedes los dejé solos tan jóvenes... Y ahora Elliot anda junto a Luxu.
—Yo voy a salvarlos —declaré con firmeza—. Acabaré con este ciclo sin fin. Sacaré a Luxu de la oscuridad, mamá.
Y daría todo de mí para cumplir esa promesa.
Incluyendo mi propia vida.
Aclaración importante: En la última frase, Eleanna se refiere a lo que está dispuesta a dar. No es que se nos va a morir y es un spoilert jaja.
¿Qué tal? ¿Les gustó el capítulo? ¡Esta es la primera aparición oficial de Lily y Liam! ¿Opiniones?
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