Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25: Posibilidades.

¡Hola, hola! Por favor lean la nota al final del capítulo ;)

¡Los amo mucho, mucho, mucho! 

—¿Cómo? —exclamé, incrédula.

Elliot negó con la cabeza, desesperado. Había vuelto a ser el mismo, luego de que Toderick nos explicara la versión completa de la leyenda. Yo no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Elliot había mencionado que nuestro tío lo había cuidado. ¿Acaso mi hermano estuvo siempre en manos de alguien peligroso? ¿Y cómo era posible que no sospechara nada?

¿Cómo es que habíamos ignorado esta información durante tanto tiempo?

Nathan actuó muy rápido. No pude procesar correctamente lo que ocurría. En un segundo estaba sosteniendo mi mano y al siguiente estaba tomando a Elliot de la camisa. Incluso llegó a elevarlo unos centímetros del suelo. Su expresión era aterradora, la furia transformando su rostro en una advertencia notoria para todos. Solté un pequeño grito por la sorpresa.

Sus garras estaban creciendo con gran velocidad. Incluso sus colmillos relucieron cuando gruñó hacia él. Elliot estaba asustado y podía entenderlo. Los alfas eran aterradores, incluso para un brujo.

Quise intervenir, pero supe que no era una buena idea. Con el estado de Nathan, ni siquiera yo podría calmarlo. Sabía lo que él estaba pensando. Creía que Elliot de alguna manera nos había traicionado.

Recordé la conversación que tuvimos hacía tan solo un par de días. Él dijo que mi tío podría ayudar. Y ahora ese tío por el que Nathan y yo tuvimos una discusión, terminó siendo un completo desquiciado. Mi pie aún dolía por lo que la magia no logró curar, las heridas que alguien que llevaba la misma sangre que yo aun estaban presentes en mi cuerpo. Y en mi mente.

—Si haces uno solo de tus truquitos, te corto la garganta —amenazó.

—Nate —intenté hablar, sin embargo, me silenció con un gruñido.

—¿Sabías que aquel tío, al que por tanto tiempo insistí en que viniera, era un ser maldito? ¿Sabías que estabas poniéndonos a todos en peligro, Elliot? ¿Acaso fue intencional? —preguntó, mostrando sus colmillos.

—¡No! —titubeó, intentando zafarse.

No lo logró. Nathan lo tenía bien sujeto y aunque Elliot era un brujo poderoso, sabía que Nate hablaba en serio. No dudaría en cortarle la garganta si notaba algún rastro de magia.

Por eso mi hermano ni siquiera lo intentó. La magia a veces tardaba un poco, sobre todo cuando los nervios y el pánico invadían al usuario.

Nate tenía razones para estar enfadado. Podía sentir lo que él sentía...

Traición, pura y cruda traición.

—Déjalo, Nate —pedí en voz suave.

—Ni en sueños —lo zarandeó en el aire—. Este brujo tiene muchas respuestas que darme.

—Él no sabe nada —intervino la melodiosa voz de Carol.

Me sorprendí al escucharla, puesto que se había mantenido inconsciente por un buen rato.

No se veía mal para estar recién escapada de las garras de la muerte. Su cabello estaba despeinado y muy enredado, las puntas de sus cabellos iban en todas las direcciones. Sus ojos estaban un poco hinchados y tenía un pequeño corte en su labio que Elliot no logró sanar. Aparte de algunos rasguños y moretones, se podría decir que estaba bien.

Y estaba viva.

Eso era lo más importante.

—Carol...

—No, Eleanna —negó con seriedad—. La que tiene las respuestas soy yo, así que sólo bájalo, Nathan.

Nate dudó por unos segundos, antes de suspirar y soltar a Elliot. Estaba un poco enfadada con él, por lo que no intenté acercarme. Sí, era mi hermano y me preocupaba, sin embargo, no podía ignorar la pequeña llama de enojo que comenzaba a crecer en mi interior.

—Nicholas o Luxu, como ustedes llaman, no era un ser maldito hasta hace exactamente once años —explicó. Algo brillaba en su mirada, algo extraño—. Está destinado a morir siendo malvado y renacer siendo bueno. Al menos así será hasta que rompa el círculo en el que él mismo se metió. En cada una de sus vidas ha sido lo mismo. Nace como cualquier otro, luego sus recuerdos de vidas pasadas aparecen, incluyendo su magia oscura.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Elliot, aún afectado.

—Nicholas le dijo a Eleanna que puedo ver el futuro, pero eso no es cierto. Soy capaz de ver posibilidades —No parecía feliz de tener ese don—. Para ver las posibilidades de una persona, necesito saber su pasado. Para saber a dónde podría dirigirse, necesito ver por dónde estuvo. No esperaba encontrarme con algo tan oscuro —negó con lágrimas en sus ojos—. Las posibilidades están siempre, pero puedo leerlas con mayor claridad si tengo mucho tiempo con una persona.

Fruncí el ceño, confundida. No sabía que había humanos que tenían esa clase de habilidad.

De hecho, eso no sonaba para nada como algo que un ser humano haría.

—¿Te has preguntado por qué les tenía miedo a los inalcanzables? —preguntó hacia mí con una sonrisa triste—. Es porque veía altas posibilidades de que se convirtieran en asesinos.

Claro, eso lo explicaba todo. No podía imaginarme como debía ser para ella, ser capaz de ver hasta qué punto la maldad podía alcanzar un alma. Incluso sino llegaban a hacerlo, debía ser difícil saber hasta dónde somos capaces de llegar.

Todas las especies del submundo debían estar dispuestas a enfrentarse a una guerra. Todos teníamos la posibilidad de convertirnos en asesinos. Incluso yo, que siempre mantuve la creencia de que era humana, ahora me había convertido en una asesina.

Porque había asesinado a Nicholas. ¿Cierto?

¿Cierto?

—Al menos la mayoría —volteó hacia Nate—. Incluido tú.

—¿Yo? —Alzó una ceja, sorprendido—. Soy capaz, pero no sin una buena razón.

—Todos somos capaces de hacer cosas malas —sonrió con tristeza—. Incluso Eleanna, que es un ser de luz, estuvo a punto de convertirse en una asesina por mi culpa.

Fruncí el ceño por su elección de palabras. Primero, había dicho casi lo mismo que yo pensé, pero con una palabra clave.

—De acuerdo, esto es extraño —alcé las manos, abrumada—. ¿No lo maté?

No me preocupaba el hecho de que podía haberme convertido en una asesina, lo que me preocupaba es que, según sus palabras, no lo logré. ¿Luxu seguía bajando por la tierra libremente? ¿Acaso no logré detenerle?

¿Y ahora que se supone que haríamos para enfrentarnos al ser más oscuro de toda la historia?

Cualquier ser del submundo temblaba ante la mención de Luxu, incluso cuando se ha mantenido como una leyenda entre nosotros. Y ahora estaría enfadado, muy enfadado.

—No —negó con suavidad—. Las posibilidades de que murieran hoy eran demasiado bajas. Las tuyas, en cambio...

—No morí.

—Pero estuviste cerca —cerró los ojos, intentando controlar sus emociones.

Nathan me tomó entre sus brazos, como si necesitara asegurarse de que yo estaba bien, que estaba viva. Dejé que su calor me envolviera, incluso cuando mis heridas no terminaban de cerrar. No tenía cabeza para eso en estos momentos.

—Fui con él porque sabía que tenía posibilidades de salvarlo —confesó en voz baja—. El poco contacto que tuve anteriormente con él no me permitió ver hasta qué punto era malvado. No lo sabía y aunque tú tenías razón, no quise hacerte caso. Creí que podía sacarlo de la oscuridad.

Tenía el reproche en la punta de la lengua. Quería reclamarle y zarandearla por lo que hizo, por exponerse de esa manera. Sin embargo, lo que hice fue deshacerme del agarre de Nathan y acercarme a ella.

Cuando la abracé, toda esa calma que aparentaba desapareció, dejando a una chica temblorosa y asustada. Era tan pequeña que podía envolverla y protegerla con mi cuerpo. Seguía siendo una humana que se involucró en cosas demasiado oscuras para ella.

Se aferró con fuerza a mi camisa, llorando amargamente. Me partió el corazón verla de esa manera, tan rota, tan lastimada.

—Tranquila, Carol —murmuré en su oído—. Todo está bien, ya estás a salvo.

—¡Te puse en peligro! —gimió—. Verlo atacarte fue tan desesperante. Quería ayudarte, quería ser yo quien te enviara lejos.

—Ni siquiera entiendo del todo cómo es que estamos aquí.

—Él lo hizo —intentó explicar—. Vio el terremoto que estaba ocasionando y nos envió a un sitio seguro.

—No lo entiendo —intervino Nate.

Elliot se mantuvo callado y con la cabeza gacha durante toda la conversación. Mientras que Nathan se encontraba de brazos cruzados y su ceño fruncido. Debía hablar con mi hermano, pero ahora estaba concentrada en Carol.

—¿Qué quieres decir?

—Es una explicación un poco humana, no sé cómo explicarles esto. Digamos que hay dos personas en su cuerpo, una de ellas es Luxu, el ser malvado que tendió una trampa a su hermana. Y Nicholas, aunque ese no sea su nombre real, aquella persona que nació libre de toda maldad. Ambos luchan por tener el control en ese cuerpo. Y fue Nicholas quién nos envió lejos al ver el derrumbe.

Bueno, eso lo explicaba todo. Al menos me sentía más tranquila al saber que no había logrado teletransportarnos. Mi magia no llegaba tan lejos. ¿O sí?

Sacudí la cabeza, concentrándome en sostener con fuerza a Carol. Por supuesto que iba a derrumbarse, estábamos hablando de una humana. Una que por más que lo intentara, no era inmune.

Estuvimos en peligro. Incluso yo misma temblaba un poco al recordar la pelea contra Luxu. Era aterrador comprender lo cerca que la muerte estuvo de nosotras.

—Estamos a salvo —murmuré, sólo para ella—. No tienes que preocuparte. Yo estoy aquí, voy a cuidarte.

—Él leyó mi mente —cerró sus ojos con fuerza—. Me torturó con imágenes horribles y descubrió algo de ti.

—¿Qué cosa?

—Que eres un ser increíble —tomó con fuerzas mis manos, mirándome con admiración—. Que las posibilidades de que te conviertas en una asesina son muy altas, pero que en tu corazón hay luz. Que comencé a estar contigo porque las posibilidades de que me salvaras eran muy elevadas.

—Sabías que te salvaría —me alejé un poco, sintiéndome abrumada—. ¿Solo has estado conmigo por interés y egoísmo?

Nathan se acercó al ver que estaba empezando a enfadarme. Me sentía traicionada, por más estúpido que eso pudiera sonar. La magia se arremolinó a mi alrededor, atenta, lista para atacar o defenderme de lo que fuera.

Incluso si eso se trataba de la persona que creía mi mejor amiga.

—¡No! —respondió horrorizada—. Por supuesto que no. Cuando te conocí, no contaba con mis habilidades, Eleanna. Apenas podía ver una posibilidad al día y eran cosas tipo que habría de cenar. No soy esa clase de persona.

—Pero sí me utilizaste —concluí, herida—. Te fuiste de frente al peligro sabiendo con certeza que yo estaría ahí para salvarte.

—No funciona así, Anna. Las posibilidades cambian según las decisiones de cada persona. Por ejemplo, en este momento hay posibilidades de que tu hermano se lance por la ventana —señaló—. Sin embargo, decidió que no lo haría, así que la posibilidad ya no está. Es cambiante y muy enredado. No es como si yo pudiera poner una pistola en mi frente y tener certeza de que tú me salvarás.

—Me parece que es mejor terminar esta conversación en otro momento —intervino Nate—. Todos estamos con los sentimientos a flor de piel y aunque es divertido verlas discutir, creo que ya fue suficiente por una noche. Carol, deberías descansar, tu mente está un poco confusa y tus heridas recientes. Elliot, estás conmocionado, no creas que se me ha pasado el enfado, sin embargo, hay cosas más importantes de que hablar.

—No tengo ganas de hablar ahorita —murmuró.

—No seas idiota —le dio un pequeño golpe en la cabeza, lo que hizo que se quejara por lo bajo—. No hoy. Hablaremos luego. Y tú —me señaló—. Tendrás un guardia a partir de mañana.

—¿Qué? —exclamé, incrédula—. ¡No pienso tener un guardaespaldas!

—Pues lo hubieses pensado antes de enfrentarte al peligro —rodó los ojos.

—¿Dónde estamos y cómo me voy de aquí? —preguntó de repente Carol.

—No te irás —negué.

Por más enojada que estuviera, no dejaría a Carol sola. No si Luxu estaba por ahí, acechando. El lugar más seguro para todos era la manada.

Solo tenía que llamar a su familia, decirle que pasaríamos la noche juntas haciendo un proyecto escolar. Algunas veces lo hacíamos, solo que contábamos con un pequeño apartamento en la ciudad para ello. Maggie a veces debía quedarse en la ciudad para estar atenta a la cafetería.

—Te llevaré a una habitación disponible —se ofreció Elliot, intentando huir.

—De acuerdo...

No dije nada mientras ellos dos se retiraban. Mi tobillo había comenzado a doler y quería darme una ducha relajante. Me lo merecía. La magia comenzó a actuar por su cuenta, curándome sin siquiera tener que pensarlo demasiado.

Nate se quedó observándome, sin decir nada. Me abrumaba un poco sentir su mirada sobre mí. Ni siquiera se movía...

¿Qué rayos estaba pensando? ¿No podía ver hacia otro lado?

—Voy a tomar un baño —comuniqué.

—¿Puedo unirme?

Tragué duro cuando lo escuché. No era el mejor momento para avanzar en nuestra relación. No con todo encima de nosotros.

—¿Elle? —insistió, acercándose.

Tenía que levantar mi rostro para poder ver sus ojos. Tan diferentes y tan iguales. El azul y el verde eran tan llamativos, tan hechizantes. Nate tomó mi mentón, acercándose a mis labios.

No era la primera vez que nos besábamos, pero siempre me ponía nerviosa ante su cercanía. Como si existiera algo entre él y yo, algo más que deseo. Su caricia calentó mi piel. Sentir su aliento sobre mis labios casi acaba con mi cordura.

Por suerte, Nate se apiadó de mí y me besó.

No fue un beso lleno de deseo, como esperaba, sino más bien lleno de sentimientos contenidos. Dolor, preocupación, desespero. Parecía que Nate quería beber la calma desde mis labios.

—Necesito sentirte —murmuró contra mis labios—. Necesito asegurarme de que eres real, que estás aquí.

—No me iré a ningún lado —tomé su rostro entre mis manos, estampando nuestros labios.

Le mordí suavemente el labio inferior, logrando que un gruñido se escapara de él. Se veía tan vulnerable, tan delicado.

Mis manos pasearon por todo su cuerpo, con suavidad, con desespero. No hubo lobos en esta ocasión, solo dos almas humanas necesitadas del contacto físico.

Dejé escapar un gemido cuando me elevó en sus brazos, sin separar nuestros labios. Mis muslos alrededor de su cadera, mis brazos alrededor de su cuello.

Nuestros corazones latían al unísono, pidiendo, rogando por lo mismo.

Me sorprendí cuando escuché el agua correr. No le había prestado demasiada atención como para notar que estaba caminando hacia el baño. El agua comenzó a caer sobre nosotros, pero ninguno detuvo sus caricias.

Sus manos sostenían mis muslos, acariciándome. Yo enredaba mis dedos entre su cabello. Nuestras lenguas bailaban al ritmo de una música que solo existía en nuestras cabezas.

Dejó que mi espalda se recostara de la pared. La ropa nos pesó y nos estorbó, por lo que, en un atrevido movimiento, saqué mi camisa. Dejé que mi sujetador cubriera mi pecho, sin embargo, Nate parecía tener otras intenciones.

Con sus dientes, comenzó a jalar el sujetador. Un gemido escapó de mí, por lo que intenté cubrirme la boca con una mano.

Cuando logró romperlo y mis senos quedaron a su vista, ambos jadeamos por lo bajo. Me miró a los ojos con intensidad, como si estuviera asegurándose de que sentía lo mismo que yo.

—¿Demasiado por un día? —Preguntó con preocupación.

¿Era demasiado por un día? Sí, posiblemente.

—Si tú quieres seguir, entonces yo también quiero —respondí de todas maneras.

Negó con la cabeza, dejándome suavemente en el suelo.

—Quiero que nuestra primera vez estando juntos sea especial —comentó, conteniéndose—. Quiero que podamos recordarlo para siempre. Y no solo recordarlo como la calentura que se apoderó de nosotros luego de un día estresante. No.

—¿Estás seguro? —cubrí mis senos por segunda vez en el día con mis manos.

—No —negó con una sonrisa divertida—. Esto es posiblemente lo más difícil que he hecho en la vida. Respira, Nate. Piensa en la biblia —bromeó.

Solté una carcajada al escucharlo. Definitivamente Nate era un lobo tonto, pero era mi lobo tonto.

Mío.

—Iré a terminar la ducha en otro lado —parecía sufrir—. ¿Dormimos juntos?

—Por supuesto —accedí de inmediato.

—Hasta luego, conejita playboy.

Salió del baño antes de que pudiera reclamarle, con el agua dejando evidencia de sus pasos en el pasillo. Cualquiera que lo viera, sabría lo que había ocurrido entre nosotros. Sí, quizás aún no fuera nuestro momento, pero algo me decía que el momento llegaría antes de lo esperado. 


¡Hola, de nuevo! ¿Cómo están? ¿Qué les ha parecido este capítulo sorpresa? 

Quizás no se lo han preguntado, pero la razón es muy, muy muy importante. 

¡Llegamos a los 100k! 

No se imaginan mi felicidad en estos momentos, en serio los amo demasiado, muchísimas gracias por todo el apoyo, por cada voto, comentario y leída. Me han hecho la persona más feliz del mundo mundial y en serio tengo a cada uno de ustedes en mi corazón. Nunca olvidaré que esto comenzó siendo solo algo para matar tiempo, pero terminé enamorandome día tras día y eso es gracias a ti, pequeño lector. 

¡Te amo! 

(Esta nota quise dejarla tal cual, porque recordar los logros es muy importante, incluso si ahorita estamos a mucho más de 100k)



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro