9 En el amor y en la guerra...
Olivia y Lou se han declarado la guerra y no de manera disimulada o sutil, han sido ambas bastante claras al respecto.
—¿Cuáles son tus intenciones con Arte? —le pregunta la rubia entrando a la cocina en cuanto Artemisa sale a hacer unas compras.
—¿Arte? Ni siquiera yo que la conozco hace años le digo, Arte, así la solía llamar su madre y ni siquiera mi mejor amiga —le regala una sonrisa ladina—, le dice Arte delante de cualquiera.
—Mira, Olivia, hace diez días que estás aquí y es más que obvio lo que quieres con ella, yo no pienso renunciar, ni voy a apartarme.
—Bueno, yo tampoco, llevo enamorada de ella desde el primer momento en el que la ví —ambas se miran desafiantes— ¿Qué vamos a hacer? —Olivia saca la tanda de galletas del horno, y sigue con la mezcla para los bizcochuelos. Al no recibir respuesta decide tirar la propuesta—. Te diré que podemos hacer —va colocando la mezcla en los moldes—, cada una hará su movimiento y no nos estorbaremos o boicotearemos entre nosotras, si haces algo para perjudicarme, te aseguro que voy a enterarme y te aplastaré como a una cucaracha ¿Tenemos un trato? —se sacude la harina de las manos y la extiende.
—Sí, es un trato.
Ambas estrechan las manos y se declaran una guerra silenciosa por el amor de una diosa. Artemisa entra y las ve estrechando las manos, ambas le sonríen y le da escalofríos.
—Hay clientes adelante.
—Voy —dice la rubia.
—¿Todo bien entre ustedes? —le pregunta a la de ojos verdes.
—Todo perfecto —le regala una enorme sonrisa— ¿Quieres probar estás galletas? —señala una bandeja de galletas de chocolate negro con chispas de chocolate blanco, y otras con trocitos de frambuesas— las acabo de sacar y las tanda que saqué antes se han vendido todas.
Olivia toma una galleta para dársela pero Artemisa se apoya a su lado, se acomoda un cabello tras la oreja y abre la boca, entonces ella le da a probar la galleta, comparten una mirada antes de que Arte cierre los ojos, a ojos y haga una expresión universal de goce.
—Está buenísima. Dios —en un impulso toma sus manos y las besa— tienes magia aquí. Con razón se venden tan...
Olivia queda sumergida en el acto que acaba de tener, se mira las manos y piensa que jamás va a lavarlas de nuevo, luego despeja ese pensamiento porque trabaja con alimentos y no puede estar sin lavarse las manos, sería antihigiénico y asqueroso, pero por un beso de Artemisa Valentia, ella lo haría.
—La panadería va tan bien, ahora estamos vendiendo mucho más de lo que vendía hace una semana, en serio Olivia eres un regalo del cielo.
Es la primera vez que escucha tantas palabras de parte de ella que por lo general no habla casi nada.
—¿Vendrás el domingo? O quizás quieres tomarte un descanso.
—¿El domingo?
—Para aprender a tocar el piano ¿O ya desististe? No soy tan buena enseñando, pero aprendes rápido —le regala una sonrisa.
—Sí, iré. Claro que iré.
Se ponen a trabajar y agregan la receta a la pizarra de la pared, en el lado de "se queda", siguen sacando las últimas tandas de galletas, y entra Lou a hablar con Artemisa.
—Hay una cafetería cerca, me preguntaba si quieres ir y probamos algo del menú, a ver que podemos incluir dulce aquí.
—Eeeemm ¿Quieres ir Olivia? —ambas contrincantes se miran.
—No, tengo que cruzarme al restaurante, mamá me pidió ayudarla con la preparación de unos postres para un cumpleaños de esta noche. Vayan ustedes y traigan nuevas ideas.
Le sonríe muy a su pesar y Lou respira aliviada, ella mantuvo su palabra. Artemisa apaga todas las luces, se despide de Olivia que se cruza al frente agotada, viendo como la castaña se marcha al lado de Lou, no van conversando porque Artemisa no es buena iniciando y siguiendo conversaciones, pero el solo hecho de verla partir al lado de su rival, le genera malestar y supone que es lo mismo que siente la rubia cuando ellas están en la cocina.
—¿Qué tal tu día? —le pregunta su mamá Pauline besando su cabeza.
—Agotador, ha tenido muy buena aceptación lo dulce y no páramos de trabajar y sacar tandas.
—¿De verdad harás todo ese trabajo gratis? Hasta a mí, tu propia madre, me cobrabas por ayudarme en el restaurante.
—Qué llorona como sino tuvieras con que pagarme.
—Tu tía habló con tu mami —se miran—, tranquila no le dijo nada de Artemisa, pero dice que andas muy rara y no le respondes los mensajes. Sabes como es Julia y...
—¿Cómo soy? —aparece la aludida y Olivia por pararse de la silla de la computadora dónde está, trastabilla y cae de culo al suelo— Eso debió doler, pero no más de lo que me duele a mí, que mi sobrina no me responda los mensajes.
—Tía, hola ¿Y la tía Vicky dónde está?
—Lejos para salvarte —Pauline la mira con una expresión de "te lo dije" y sale de la oficina dejándolas a solas— ¿Piensas acercarte a saludarme? Mal aprendida, porque sé que tus mamás te han educado bien.
Olivia aún sobándose se acerca y la estrecha con un gran abrazo, le encanta cómo huele su tía Julia siempre, a perfume caro. Luego se aleja y Julia nota su ropa llena de harina, y su cabello algo duro por la harina, y eso es porque tiene la manía de acomodarlo sin importarle lo que tenga en la mano, para verse bien para Artemisa.
—Cariño, niñata ingrata, esté es un traje Channel, y me acabas de abrazar —se sacude aunque no tiene nada—, llena de harina. Me hubieras chocado la man... —reflexiona y ve por la ventana la panadería— ¿Qué haces llena de harina? Y tienes olor a —la huele como un sabueso—, que has estado horneando pero aquí no hay olor a cosas horneadas —levanta una ceja—. ¿Qué te traes con la Valentia más grande, Olivia? Y evita mentirme, me doy cuenta cuándo lo haces y te irá peor.
—Deja a nuestra sobrina, Moore, o a ti te irá peor en casa, es más no llegarás tan lejos.
—Tía Vicky, me está diciendo cosas feas —la abraza y le saca la lengua a Julia, que le da una nalgada por irrespetuosa.
—Ay mi bebé ¿Esta mala mujer te molesta? —ella asiente—, tal vez deberías decirle la verdad y contarnos que te traes con la Valentia más grande, de las diosas olímpicas —se acuerda de algo—, tenemos que comprar el regalo de cumpleaños de Atenea, es la semana que viene —Julia blanquea los ojos—, y debes hablar con ella, que te ganara en el uno, no es motivo para que se estén peleando, Moore.
—Me tiró dos +4, me bloqueo tres veces, y luego cambio la ronda cuándo estaba por ganar, todo porque su mocosa que tiene de esposa, le dijo que sino ganaba tendría que lavar la ropa de la semana ella y hacer las compras.
—Bueno al parecer motivarte con ese conjunto de Victoria secret no fue suficiente.
—Bueno ya no es un secret, supongo y no es algo que yo quería saber.
—¡Victoria! La próxima lo gano, te lo prometo.
Mientras el matrimonio está enfrascado en su discusión y Julia defiende su valía ante su esposa, que da argumentos en contra de su amiga, la diosa griega de Atenea, Olivia trata de escabullirse creyendo que pasa inadvertida entre ambas, pero nada más lejos de la realidad. De pronto se hace silencio y ambas tías, miran a su sobrina abriendo despacio la puerta.
—¿A dónde crees que vas? —le dice Julia cerrando la puerta de nuevo.
—Eje.
—Por mucho que te ame sobrina, más amo a mi esposa y nos has estado evitando, nuestro pequeño retoñito, es hora de dar algunas explicaciones —le dice Victoria y toma su mano—. Ahora te evito la mentira y nos dices que te traes con Artemisa Valentia.
Olivia las mira, y sin salidas de emergencias y la desaparición de la judas de su madre que la dejo con las dos lobas, explica más o menos su idea de acercarse a Artemisa, su mentira sobre la pasantía que tiene que hacer en una panadería, y su plan para hacer el último intento de enamorarla o al menos ser su amiga, pero darle un cierre a este enamoramiento que tiene por ella desde hace un tiempo.
—Está mal que le mientas, Olivia. Si algo tiene Artemisa que tus mamás hablan y se le nota, es que es honrada, y no va a aceptar que hagas esto gratis porque tienes un crush con ella y quieres tenerla cerca —Olivia se soba la frente y asiente, ya lo sabe, sus mamás se lo han dicho y su hermanita que considera de Artemisa una amiga, se lo ha dicho—. No entiendo el punto de enamorarla para irte luego un año a Francia —la reprende y cuestiona Victoria.
Ella baja la mirada al suelo, quizás tendría un motivo mejor para volver, y al menos así se aseguraría de que Arte la espere y no se ande fijando en Louisa o alguien más se la quite, después de todo su hermana es una universitaria, y ella una adulta hermosa que debería y podría hacer su vida. No quiere perderla.
—No quieres perderla —dice Julia, con mirarla lo sabe—. No quieres que alguien más la aparte de tu lado, si al menos lograras que se fije en ti —toma su mano y se ven a los ojos—. Escúchame Oli —su tía la mira fijo—, si ella no te corresponde, tampoco podrás vivir siendo su amiga eso te destrozaría, lo sé porque nos parecemos —mira a Victoria y le sonríe—, si ella no te ve o solo puede ofrecerte amistad, debes irte y tomar las oportunidades que te salgan allá. Prométemelo —Olivia la mira dubitativa—, prométeme que este será el último intento e intentarás seguir adelante, ella no es la única en el...
—Para mí, lo es —suspira—, llevo enamorada de ella casi toda una vida —se seca las lágrimas—, desde que cruzo la puerta del restaurante de la mano de su madre, tiene 26, y la amo desde hace años ¿Cómo hago para olvidarla y marcharme?
—Empiezas por intentarlo, y luego el tiempo te dará las respuestas de a poco. No quiero verte sufrir —le seca las lágrimas—, te amo Oli —Julia desde que va a terapia hace años, se da el lugar de abrirse y ser vulnerable con quienes ama—, eres mi sobrina y no quiero ver que sufras por algo que tú misma te provocas. Prométenos eso —mira a sus tías y suspira.
—Está bien, se los prometo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro