8 Ambrose
Finalmente luego de demasiada insistencia por parte de Persi, Artemisa cede y accede a pasar el día en la casa y cona familia de Ambrose. El hombre de 43 años las recibe con el mismo calor paternal de un padre. Pero primero Arte va a abrir la panadería y hornea un par de bandejas antes de tener que pasar por Persi a despertarla.
—¿Quieres probar esta cobertura de chocolate? —le pregunta Olivia— creo que le falta un poco de azúcar —dice pasando el dedo índice por la cuchara y llevándoselo a la boca, lo chupa de una manera demasiado sensual y Arte desvía la mirada tragando.
—Claro —toma una cuchara.
—No, esto se prueba así —pasa el mismo dedo índice por la mezcla y lo coloca frente a ella—, di A.
Artemisa hipnotizada por sus ojos verdes abre la boca, y Olivia se centra en sus labios y en su lengua tocando su dedo, aunque mantiene el control el corazón le late con demasiada fuerza y rapidez.
—¿Qué te parece?
—Rica... —se aclara la garganta—, la cobertura para mí está bien.
—Bueno entonces se queda, eres la jefa —le sonríe con inocencia, se da vuelta y suelta el aire contenido viendo su dedo.
—Tengo que ir a buscar a Persi —apaga la alarma—, cualquier cosa me llaman.
—Ve tranquila todo va a estar bien.
Se saca el delantal lo lava y cuelga en el gancho, se sacude de la ropa la harina, mira la cocina aún dubitativa, Olivia voltea sacando una bandeja del horno.
—¿Sigues aquí? Ah ya sé que pasa —Arte frunce el ceño «¿Qué pasa?» piensa. Olivia le deja un beso en la mejilla—. Querías despedirte, adios que te vaya bien.
La diosa levanta las ambas cejas con sorpresa, y sale. Ve a Lou sentada que le sonríe en cuánto sale, ella pasa rápido.
—Adios Lou, cualquier cosa me llaman.
—Nos vemos, por qué estás —sale— roja —entra a la cocina y ve a Olivia trabajar con una gran sonrisa.
La de ojos verdes y cabello castaño claro solo lleva una semana, trabajando, siempre parece estar cerca de Artemisa que no la aleja y aunque solo hablan de recetas y cosas nuevas, Lou no se le pasa por alto las veces que la pillado a la de ojos verdes admirando a la castaña mientras suspira.
—¿Estás de novia? —le pregunta la rubia ayudándola a la limpiar para poder irse ambas.
—No.
—Eres la mejor amiga de Persephone, debe ser lindo tener a tu mejor amiga y a su hermana de vecinas. Artemisa debió ser como una hermana mayor para ambas —larga el comentario y espera la reacción de ella.
—La verdad es que no te sabría decir, porque yo hermanos ya tengo, no necesité ni necesito una hermana mayor que me cuide, y Persi es mi mejor amiga.
—Es lindo ver como les llama mamás a tus madres.
—Sí, ellas la han maternado. Es que Persi es alguien que te dan gana de cuidar y proteger, bueno las hermanas Valentia son personas que te generan ese instinto protector ¿No crees? Después de todo ¿Tienes como unos 19?
—20.
—Sí, Artemisa podría ser perfectamente como tu hermana mayor. Creo que está todo listo ¿Vamos? —cuelga su delantal, ambas salen y ni siquiera se despiden.
En casa de Ambrose al menos Persi está un poco más relajada, Arte revisa su teléfono y lo guarda al ver la hora que seguramente ya han cerrado y no pasó nada. El hombre de color le extiende una cerveza mientras ve a sus hijos jugar con Persi en los columpios.
—Lo has hecho demasiado bien para haber asumido una responsabilidad tan grande, siendo tan joven —ambos miran a la castaña.
—Ella se merece y merecía lo mejor. El cáncer fulminante de mamá nos tomó por sorpresa a todos, aguantó por mucho tiempo el dolor —suspira y se sienta en la silla plegable.
—Tú también te mereces lo mejor, no solo ella, sino ambas —cierra la tapa del parrillero—. Sigo sintiéndome culpable por irme y dejarlas solas.
—Me enseñaste todo lo que sé y tenías tus propios hijos que te necesitaban. Cataleya siempre fue muy compresiva contigo y nuestra situación, otra en su lugar te hubiera dejado.
—Es una gran mujer —él sonríe y ve su alianza—, ciertamente me hizo sentar cabeza ¿Alguien nuevo en tu vida? —ella niega con la cabeza.
—La chica que trabaja conmigo, Lou, está interesada, pero yo no, solo puedo ofrecerle amistad.
—Cuando dijiste que eras bisexual, pensé que tenías a alguien, que nos presentarias a alguien.
—Tú cuando supiste que eras hetero ¿Presentaste a alguien re afirmando tu heterosexualidad? —él ríe y niega— Bueno es lo mismo, en mi caso, solo caí en la cuenta y se los dije.
Cataleya aparece antes de que puedan seguir conversando, las saluda, besa a su esposo y le pide a Artemisa que la ayude con las ensaladas.
—¿Cómo has estado, Arte? —ella suspira.
—Bien Cat.
—Ambrose ha estado preocupado estos días, mencionó que habló contigo porque la panadería no va bien.
—Las mismas deudas de siempre —sonríe forzadamente—, nada con lo que no haya lidiado antes. Pero las ventas han aumentado, Olivia, la hija del matrimonio de mujeres del restaurante de enfrente, es pastelera, está haciendo una pasantía en la panadería y los productos nuevos que se salen, se venden rapidísimo. Así que tal vez haya una luz al final del túnel.
—Artemis —le toma el brazo—, si necesitas dinero...
—Cat, tienen dos hijos, una casa con hipoteca y ambos trabajan casi todo el día. No te preocupes —toma su mano— lo resolveré, lo estoy resolviendo —acaricia con su pulgar el dorso de su mano—. No le digan nada a Persi, no quiero que se preocupe por el dinero.
Cataleya suspira y asiente volviendo a pelar las zanahorias, para rayarlas para la ensalada. Miran ambas por la ventana y saludan a los tres niños, sí, porque Persi podría pasar por un niño y no solo por su altura sino también porque siempre se ha visto demasiado joven para su edad, por eso usa el piercing en la entrada de sus fosas nasales, y se tatuo atrás de su oreja derecha el nombre de la panadería "diosas griegas" como le puso su madre, y aún así le piden identificación.
—A comer niños y a lavarse las manos —llama Arte y los niños entran corriendo, su hermana corre y se le sube en la espalda.
—Arre caballito.
—Sino quieres que empiece a relinchar y te lance contra una pared, te bajas ahora.
—Ara, caballito del demonio.
Se ríe y se baja para ir corriendo a lavarse las manos.
—Que estresante ser madre de un gnomo de jardín, atrapado en el cuerpo de una chica de 18 años.
—Gnomico tengo esta seña para ti —le saca el dedo medio y Cataleya se ríe—. Mis antepasados estarían decepcionados de ti, gigante descerebrada, antes los sirvientes era más obedientes —le da una nalgada y corre para que su hermana no la agarre.
—Niñas van tirar algo, a sentarse.
Todos se sientan, Persi bendice la mesa, y luego comen. Pasan un día bastante relajado, las chicas se encargan de abrir en la tarde y cerrar en la noche, ya que Arte no llega, pero a pesar que el viaje fue largo deja a su hermana en el departamento y vuelve a amasar para el día siguiente, se pone una alarma y se acuesta en la oficina. Despierta al sentir una manta que la tapa.
—¿Qué hacés aquí? ¿Qué hora es? —le pregunta a la dueña de esos ojos verdes.
—Son las 4 de la mañana.
—Tendría que levantarme a...
—Ya lo hice —responde Olivia—. Sabía que estarías aquí, no pudiste venir al cierre.
—¿Qué hacés aquí?
—Me preocupa que no descanses y vine para ver si necesitabas algo.
—¿Dormiste algo? —la otra asiente—, aún podemos dormir tres horas más. Ve a tu casa y...
—No saben que vine y no quiero despertar a mis mamás, se ponen algo intensas, más mami Juliana si me ve llegar a esta hora y no tengo ganas de una charla en madrugada.
—Toma la cama yo me quedaré en la silla del escritorio.
—Las dos cabemos —le dice— de costado. La silla es incómoda y no vas a dormir bien —la otra está a punto de hablarme—, no seas testaruda y te prometo que me he bañado —Arte ríe se coloca de costado y le hace lugar—. Buena elección.
Coloca la alarma a las siete y se acuesta a su lado, Artemisa trata de respirar suavemente a su espalda, tiene la mano derecha apoyada en su cadera e intenta no tocarla, pero la de cabello castaño claro se le pega y acurruca. Como pueden ambas se quedan dormidas y el cuerpo de Artemisa buscando la comodidad y con su notable cansancio, la abraza, es más, se acomoda casi encima de su espalda en una posición cómoda para amabas, Olivia la siente roncar despacio y acaricia su brazo, ella no puede dormir teniéndola tan cerca, pero lo intenta y navegando en sus fantasías se queda dormida. Al despertar no tiene a nadie a su espalda y su teléfono marca las 8:30 a.m. una hora y media más de lo que debía levantarse, se despereza oliendo la almohada dónde durmió Artemisa luego se levanta para ir a la cocina.
—¿Descansaste?
—¿Por qué me dejaste dormir tanto?
—Lo necesitabas.
—¿Cómo es que estás tan enérgica? Yo me siento lechuga como una fresca —eso la hace reír.
—Mala costumbre de dormir poco —golpean la puerta— ¿Le abres a Lou? —ella coloca el agua a hervir para el café y se va—. Olivia —la mira antes de salir de la cocina—, gracias por venir, fuiste de mucha ayuda.
—Estoy para servirle, diosa griega —hace una reverencia, Arte se muerde el labio inferior y sonríe—, ya vengo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro