19 Pelea con papá
Luego de tanta insistencia por dos semanas, Artemisa accede a ir a ver a su padre con su hermana y quedan para almorzar, ¿Punto de encuentro? La casa de él y pese a salir tarde porque sabe cómo es su hermana ella aún no llega.
—Oh, Hola, Artemis, pasa —él le abre la puerta—, justo iba saliendo a comprar algo que me falta ¿Tomás vino con la comida?
—No consumo alcohol.
—Bueno, puedes entrar si quieres, está Erin adentro, las puedo presentar, voy y vuelvo.
—En realidad iba a esperar que Persi llegara —le manda un mensaje— "Voy a matarte" iré a mi camioneta y la espero ahí.
Él se rasca la barba dubitativo, y aunque quiere insistirle, no lo hace, le da su espacio. Su hija no es la misma que dejó atrás en el pasado, solo tiene idea de lo que es, por lo que su hija más chica le ha hablado de su hija más grande. El último recuerdo que tiene de Artemisa, es ella tomando a su hermanita, unas valijas y bolsos, cargarlas en la vieja camioneta que usaba su madre para hacer repartos y pasó a ser de ellas e irse de casa mientras él trataba de rogarles que no se fueran lleno de su vomito y pis, arrastrándose en cuatro patas por el pasto.
—Erin te quería conocer —ella lo mira y pasa, él la sigue—. Amor, ella es Artemisa.
—Un gusto —extiende su mano antes de que la mujer quiera saludarla con un abrazo, se ve amigable—, mi hermana me ha hablado mucho de ti.
—También he escuchado mucho sobre ti. Toma asiento ¿Quieres tomar algo? —la mujer intercambia miradas con su padre y él se marcha.
—Agua fresca estaría bien.
Artemisa se sienta y lo ve a él marcharse, mira la casa, y extraña la que tenía en su infancia ya que huele parecido. Dónde vivían con su madre la adjudicó el banco cuándo la hipoteca dejó de pagarse, y no podía salvar la panadería y la casa. Observa el lugar y se nota la calidez de una mano femenina.
—¿Hace cuánto que están juntos?
—Un año y medio —coloca el vaso y una jarra con hielo, menta y rodajas de limón frente a ella— ¿Quieres comer algo?
—¿Sabes que es alcohólico?
—Era, hace tres año que está sobrio —se sienta a su lado—. También me contó todo lo que pasó, no hay secretos entre nosotros. No es el mismo de antes, sé que no vas a creerme, pero lo vas a poder corroborar por ti misma. Por cierto felicidades, tiene un cuadro —trae un cuadro con la foto del día del concurso de ella y Olivia sonriendo con el listón del segundo lugar.
—Oh, ya viste lo que hice de, papá orgulloso.
Artemisa mira la foto y lo mira enojada, la sonrisa de él se borra se inmediato, se para de repente y toma las llaves de su camioneta.
—No sé por qué fuiste aquel día, solo me distrajiste. No merecías ser parte de este momento y menos mal que te fuiste antes de que terminara el concurso. No has estado, no has sido parte de la crianza de Persi, te has perdido cosas por andar borracho, perdiste la casa, nos perdiste a nosotras y yo perdí mi adolescencia, por tener que tomar un lugar ¡que no me correspondía!
—Artemisa no es manera de hablarle a tu padre, él también...
—Erin con todo el respeto, cierra el pico. Recién llegas a este baile y no tienes ni puta idea de cómo han sido las cosas.
—Sé que tu padre ha sufrido mucho y...
—¿Mi padre? ¡Mi. Padre! —dice indignada una segunda vez—. Te recuerdo que nosotras fuimos quienes perdieron a su madre ¿Sabes cuántos años teníamos? 8 y 16 años. ¿Sabes quién se hizo cargo de todo? Yo, yo crie a mi hermana, yo dejé la secundaria para poder trabajar en la panadería con Ambrose, yo me sentaba cada noche a prepararle la cena y hacer tarea con ella, yo iba a las reuniones de padres y yo la dejaba en la escuela cada mañana. Tú —la señala— no tienes derecho a hablar sobre el sufrimiento ajeno.
—Artemis, por favor... —pide suplicante su padre—. Solo quiero tener una comida en paz con mis hijas que hace mucho que no veo. Llevo sobrio 3 años, Arte.
—No me llames así —lo mira furiosa—, ella me llamaba de esa manera y no tienes derecho a usarlo tú.
—Artemis por favor —con gesto compungido y mirada arrepentida la mira—. Solo te pido una cena en paz, hija. Tu hermana está por llegar y no quiero que nos escuche discutir.
Ella afloja su postura, toma las llaves de su camioneta y enfila camino a la puerta para marcharse, abre y está su hermana con una gran sonrisa, se lleva la mano al puente de la nariz y suspira.
—Llegas tarde, como siempre.
—Sí, es que me demoré más de lo esperado, perdón pero traje galletas de la panadería, te las manda, Oliv —ella suelta un suspiro y sonríe—, ¿Vas a algún lado?
—Olvidé el cargador en la camioneta, y me queda poca batería, ya vuelvo.
Persi entra y ella sale, se sube a la camioneta, mete la llave en el encendido pero no la arranca, se tira sobre el volante y suspira, llama a la única persona que le hace recuperar el sentido común.
—Hola amor.
—¿Así de mal va el almuerzo? Dime que no estás afuera en tu camioneta pesando en irte —Arte sonríe y ante su silencio Olivia lo toma como un sí—, vuelve adentro, mi amor.
—No quiero.
—Amor —suspira del otro lado de la línea—, puedo sobornarte y darte algo a cambio para que vuelvas adentro, pero sabes que tienes que volver, que tu padre lleva sobrio tres años y eso no arregla el pasado, pero puede ser un nuevo punto de partida para el futuro —Artemisa suspira y saca las llaves del encendido—. Pueden volver a tener una nueva relación, empezar de cero al menos, es el que te queda.
—Gracias, hablamos luego tengo que volver a dentro, te amo.
—Te amo.
—Ay la bebé extraña a su novia —Persi abre la puerta de la camioneta—. Pensé que ibas a irte —«lo pensé»—, vamos que ya está la comida.
Arte baja cerrando con llave, y acompaña a su hermana que feliz la abraza. El almuerzo se lleva primero con una leve tensión entre los comensales y luego poco a poco se va disipando la tensión entre charlas y risas claro que no de parte de Artemisa. Persi saca la caja con las galletas que hizo Olivia, para tomar como postre con el café que sirve, Erin, para hacer la sobremesa.
—Estás las manda e hizo la novia de, Arte.
—Están riquísimas. Podría venir la próxima así la conocemos —dice Erin—, Persi nos ha hablado mucho de su cuñada, la adora.
—Es que es mi mejor amiga, crecimos las tres juntas y ahora sale con mi hermana. Han crecido tanto, mis bebés —todos ríen.
—No seas payasa.
Persi ayuda a levantar la mesa mientras conversa con Erin, Arte pasa al baño y al volver ve fotos de ellas en pequeños cuadros por el pasillo, también ve fotos de su madre, de los cuatro. Su padre se coloca al lado.
—Aún no estoy dispuesta a perdonarte —le dice sin mirarlo—, ambas sufrimos mucho, te necesitamos mucho.
—Lo sé y lamento mucho esa etapa. No sabes cuánto me arrepiento de la persona que me convertí cuando murió tu madre, me olvidé que aún me quedaban ustedes. Si pudieras darme una oportunidad para enmendar las cosas, me gustaría demostrarte que ya no soy el mismo.
—Tengo una novia muy sabia —lo mira— y tienes una nuera que me hace entrar en razón, porque por mí fuera a esta hora estaría en mi departamento.
—Tengo que conocer a esa chica.
—Es maravillosa —ella sonríe—. No va a haber una segunda oportunidad, la cagas y solo me verás por foto y sabrás se mí lo que te cuente Persi.
—Lo sé.
Ambos vuelven a la cocina, su padre se ve un poco más relajado, su novia ve eso y sonríe, al parecer padre e hija lograron llegar a un acuerdo silencioso de paz, en gran parte fue gracias a la intervención de Olivia. Arte le manda un mensaje.
—¿Quieres dormir en el departamento hoy? Fue un almuerzo largo y necesito unos mimos tuyos.
—Claro ¿Me harás la cena?
—¿Siempre tengo que cocinarte? Eres una máquina de tragar.
—Estoy en crecimiento, y me gusta lo que cocinas, aparte no me gusta hacer mucho de comer lo salado.
—Eres demasiado parecida a Juliana —tiene un título de chef de adorno ya que no le gusta cocinar y solo se lo sacó para no morir de hambre— y eso que fue Pauline quién te tuvo.
—Mi mamá me dice lo mismo —la escucha reír—, me gusta más cocinar cosas dulces ¿Me harás de comer o no?
—Sabes que sí.
—Bien ¿Pasas por mí o le digo a alguna de tus suegras que me deje en el departamento?
—Voy por ti —Persi se asoma y ve a quien le manda mensajes, ella le saca la cabeza y bloquea el teléfono—. Shu, niña metida.
—No iré a dormir —le sonríe— necesitan consumag su amog y yo necesito que lo consumen, para que en el futuro me den sobrinos —su hermana levanta una ceja—, quiero sobrinos, ambas me lo deben. Sino seguirían ese tira y afloje eterno.
—¿Si sabes que de acá no hay embarazos? Es el método anticonceptivo al cien.
—¿Y para que está la madre ciencia? Para hacerme tía, de eso no se salvan —se señala los ojos con dos dedos y la señala sacándole una risa.
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