Capítulo trece
Capítulo trece
Advertencia: mientras más me la mamas, más me crece jaj. No hay advertencia, quería poner eso sjdasjdas.
Kaleb bosteza cansado, antes de meterse un trozo de pizza, solo faltan veinte minutos para que el evento termine.
—Blaz, mi mujer —dice Aless una vez que, la amiga en común de los tres, pasa por última vez en cámara.
—Qué guapa está —Es lo único que agrega Giu antes de terminar su porción.
Kaleb lo único que hace es asentir y agarrar más pizza, la francesa repite su acción.
—Malditos cerdos. Mira Giu que el agente no te va a querer si estás gorda.
—A logs gombgres leg gustang lag cagrne —Kaleb argumenta con la boca llena, Giu hace una mueca porque no entiende lo que dijo, pero asiente dándole la razón. El italiano traga la comida—. Gorda se le va a poner la polla cuando la vuelva a ver.
Aless comienza a reírse desquiciadamente, mientras la francesa los mira avergonzada.
—¿Por qué me ponen en evidencia de esa forma? ¿Por qué no nos podemos reír de Aless cuando vino a la cena real después de haber follado con Joaquín?
El menor deja de reírse para mirar de forma seria a su amiga.
—Estás rompiendo códigos, Giuliana.
—¿Hablas por lo roto que tienes el culo o la dignidad?
«Oh, se está poniendo interesante», piensa Kaleb, antes de aprovechar y agarrar las dos últimas porciones de pizza y comenzar a responder algunos mensajes:
Mami <3: Si no te hablo en ingles me dejas de hablar!!!
Kaleb: Perdón, ya sabes que hemos estado ocupados con la cena, apenas tuve ganas de responder o agarrar el móvil.
Mami <3: No hay problema mi bebé te amo mucho!!! Cuando vienen a visitarnos?
El pelinegro hace una mueca y decide no responder, dispuesto a seguir disfrutando la pelea que trascendió a golpes con los cojines que decoraban el sofá de cuero; sin embargo, un nuevo mensaje hace que todo indicio de discusión seria se detenga de forma abrupta.
—Katherine me ha mandando una foto.
—¿Qué? —dicen al unísono y se miran con enojo.
—¿Foto teta? —Aless le saca el celular y agranda la imagen, procede a leer su contenido en voz alta— «Hola», dice alargando la aaaaaa¸ carita feliz. «Disculpa la hora, pero soy consciente de la rivalidad que tienes con Jonas y esto lo considero bastante urgente», maldita stalker. «Simplemente quería hacerte saber que rechazaré su oferta para esperar una de tu parte. Buenas noches», corazoncito.
Giuliana es la primera en hablar.
—¡Le olvidé de pedirle su correo!
—¿Te olvidaste o te dio pena preguntarle luego de verla que iba acompañada de su hermano? —Cuestiona, burlón, antes de seguir leyendo en voz baja el contenido; luego de unos largos segundos, comenta:— Joaquín la quiere contratar.
—¿La follada que le diste no fue suficiente como para deje de joder?— Kaleb le da un gran sorbo a su cerveza. Aless hace una mueca de desagrado antes de que su cara se inunde en un fuerte sonrojo—. ¡No me puto digas! ¿Eres el follado?
—Creí que eso era obvio, Kaleb. Y no, ¡no me dio pena, realmente me olvidé!
Tanto Aless, como Kaleb no se tragan la excusa tan barata de la francesa, pero deciden ignorarlo.
—¿Qué se trae de manos tu novio? —Kaleb bufa y termina su bebida de un trago seco— ¿Qué hacemos?
—Uy, reunión seria —Aless se acomoda en el extremo del sofá en L, mira desentendido en dirección a la mesa ratonera: no hay más pizza—. ¿Y la pizza?
Kaleb se encoje de hombros antes de que un cojín se estrellase en su cara.
—Planteo cortarle el pene a Joaquín.
—¿Para qué te quedes sin vida sexual? —Razona, Giuliana.
—¿Amenazarlo? —Propone Kaleb, su hermano asiente.
—¿Con qué? «Oye, Joaquín, si sigues molestando a nuestros chefs, le vamos a coser el culo a Alessandro» —La francesa utiliza un muy mal tono de voz, intentando recrear la voz del italiano mayor.
—Que dolor, le llevemos un sica-
—Deberíamos tener un poco más de razonamiento —Giuliana interrumpe la nueva propuesta del castaño—; Aless le abre las piernas y Jonas es un perro con correa. En todo caso, tendríamos que agradecer la prioridad que tuvo Kate para tener el valor de avisarnos, tengo entendido que está desempleada y trabajar con Jonas no es algo que puedes conseguir todos los días.
—Ay, ahora le dices Kate, ¿ya es tu amiga? —Alessandro gatea hasta ella y comienza a acariciar su brazo, gesto que hace que se estremezca y haga el amago de alejarse, pero él se acerca más— ¿O ya es tu cuñada? Oh, sí, William, sí, más rápido, ¡fóllame más duro!
Los gemidos del castaño se incrementan en todo el departamento de Kaleb.
—¡Ya basta! —El mayor grita, nervioso, no necesitaba escenas sexuales ahora— Tomemos esto con seriedad, quiero irme a dormir, ¿qué mierda hacemos?
—¿Tenemos presupuesto? —dice, Giuliana, mientras se limpia su cuello y mejillas llenas de las babas de Aless.
—¿Para qué?
—¿Sí o no?
—Creo que sí.
—Pues la contratamos.
—¿Así de fácil le vamos a dar trabajo a esa random? —Aless se cruza de brazos, dispuesto a contradecir la situación— Se me hace injusto, que nos haya ayudado no significa que le debamos algo, ya le pagamos por lo que hizo.
—Venga, Aless, así Giu consigue novio más rápido.
—¡Pero le regalé un consolador!
—¡Decir consolador es machista! ¡Dile por su nombre! —La castaña chilla, colocándose su chaqueta.
—¿Polla de William?
—Muérete —Se termina de colocar sus botas, agarra sus pertenencias y el móvil de Kaleb, teclea algo rápido y lo lanza, depositándose en el pecho del dueño—, iré a recoger a Blaz y mañana te paso el contrato y me dices que tal. Aless, ¿vienes?
El menor afirma y comienza a correr, Kaleb no es capaz de procesar, puesto que la rapidez con la cual habló la francesa lo atontó; sin embargo, dijo en voz baja que estaba de acuerdo con todo.
Una vez la francesa y el menor abandonaron el departamento del mayor quedó frío y sombrío. Así que Kaleb decidió que era momento de acomodar todo el desastre que hicieron tras haber cenado.
No estaba en las mejores condiciones, pero estaba convencido de que no quería lidiar con el desastre una vez ya sobrio. Extendió el trapo en la cocina, en señal que ha terminado de limpiar, observó y olió orgulloso el ambiente limpio.
Miró la hora en su móvil, las tres de la mañana.
«La presentación de Blaz si que duró bastante o tardé mucho en acomodar... No importa. No sé si irme a dormir o bañarme», Kaleb se la pasó los próximos diez minutos analizando cual de las opciones le rendiría mejor.
Al final decidió darse un baño, así que una vez regulada la temperatura de la bañera, se desvistió, gimiendo una vez sus músculos estuvieron al contacto con el agua caliente.
Decidido, agarra su móvil y comenzó a buscar alguna playlist que lo ayudara a relajarse; sin embargo, recordó que la francesa hizo algún tipo de movimiento e investigó por todo el celular, pero se encontró con que había respondido el chat de Katherine, citándola en el restaurante.
Mucho más relajado, pensó en algún tipo de respuesta que podría darle a su madre.
No todo el mundo sabe que pasa por la mente del pelinegro, hasta el punto que ni él sabe, pero de algo estaba seguro: no estaba en su mente, ni en sus planes volver a pisar suelo italiano; sus razones no estaban claras, pero él era feliz afirmando que era por su hermano.
Ay..., Dios, la homosexualidad y Aless, esas palabras estaban pegadas desde el momento de su nacimiento, pero sus padres hicieron ojos ciegos y oídos sordos a los deseos del menor de la familia. Kaleb no pudo darle la estabilidad que merecía en su adolescencia, pero iba a mover cielo y tierra para dársela en la edad adulta.
Los ancianos de la familia han afirmado por meses, incluso años, que han aceptado lo de Alessandro y no tuvo más remedio que aceptar las vagas disculpas de su familia, pero Kaleb era y es consciente de los problemas alimenticios, autoestima y sociales que rodean a su hermano; unas disculpas no iban a hacer desaparecer la mierda.
Kaleb: No tengo ganas de visitarlos.
Tras enviar el mensaje, ha tomado la grande decisión de borrar el número de su madre; él ha sido criado bajo el lema de no aceptar gente basura e iba a seguir el dicho de su padre.
Esperaba que eso lo relajara aún más, pero ver el chat de Katherine hizo que volviera a tensarse sin que se diera cuenta.
Eso era otro tema.
Toda su carrera culinaria ha sido destruida en menos de una hora y todo fue gracias a Joaquín y su estúpida necesidad de hacerse notar sin importar dañar a los que quiere. Kaleb estaba cien por ciento seguro que, si su cuñado no le robaba la receta a último momento, habría ganado el show.
Lo hecho, hecho está y no nació para lamentarse.
Estaba profundamente agradecido por el favor que hizo el casi nulo interés de su amiga, pero en el fondo sabía que no iba a mejorar en nada la participación de Katherine en su cocina.
En la reunión no se notó o tal vez Aless y Giu estaban igual de ebrios que él, que no notaron el pequeño rubor que apareció en Kaleb tras escuchar el mensaje de la muchacha.
De algo estaba seguro y era que apreciaba la lealtad que reveló la castaña. Fue una acción atractiva que logró que no mostrara resistencia al pedido de Giuliana.
Kaleb nunca supo si se durmió dentro de la bañera por sobre pensar las cosas o de lo cansado que estaba, pero cuando se despertó no se dignó a siquiera ponerse sus lentillas, trabajaría con sus lentes, estaba cansado; tan cansado que tomó un taxi hasta su trabajo.
«Por lo menos Giu y Quentin vinieron temprano» pensó al ver a Quentin bajar las sillas de las mesas y limpiarlas.
Saludó amablemente al muchacho y se escondió en la oficina, asustándose al ver a la francesa estacionada en su escritorio.
—Madrugar no está en tu diccionario, ¿verdad? —Kaleb asiente y se tira en el sofá, cerrando sus ojos, dispuesto a descansar aunque sea unos pocos minutos antes de que venga su hermano a hacer el show de la semana— Venga, que son las ocho, ven a leer el contrato de Kate.
—Giuliana..., que me he tomado toda las botellas de cerveza que hemos comprado.
—Es por eso que vine preparada —Ríe de manera sutil, se coloca en frente del italiano para extenderle un vaso con un efervescente a medio disolver—. Toma esto y te aseguro que volverás a la época universitaria. También a quién se le ocurre tomar cuatro botellas sabiendo la edad que tiene.
—Ojalá... y jódete, tú vas por el mismo camino.
Luego de unos minutos tras haber tomado la medicación, la energía de Kaleb ha aumentado por los suelos, notándose de buen humor.
—¡Hola estrellitas! —Aless grita, sorprendiendo a Valentine que estaba de espaldas a la puerta— ¡La tierra les dice holaaaaaa!
—Hey, hey, ¡hey! ¡Alessiiiii!
—El dúo dinámico —Susurra Valentine, pues Quentin y Aless han comenzado a hacer un baile raro.
Giuliana llama la atención de todos, aplaudiendo dos veces de forma consecutiva, logrando que todos se acomoden en una fila.
—Bien, compañeros, quiero notificarles que es probable que tengamos una nueva compañera en nuestra cocina, quiero que pongan de su parte para que el ambiente sea ameno y cómodo —dijo, otorgándoles una mirada asesina al dúo dinámico, estos asienten deliberadas veces.
Kaleb mira su reloj, apenas van a dar las nueve, así que da la orden de preparar a la cocina.
El pelinegro estaba tan concentrado que, cuando Quentin le dirigió la palabra, se exaltó exageradamente y volvió a decirle que repita lo que le había dicho.
—Vaya que estás distraído, ¿eh? ¿Todo bien?
Kaleb asintió, y Quentin lo tomó como una advertencia para que no insistiere, por lo que solo le notifica que «una chica» estaba en la oficina.
Cuando entró de forma sigilosa a la oficina, sin pasar desapercibido por la abogada; visualizó a la inglesa con una cara que expresaba incomodidad, pero cualquiera hubiera tenido esa sensación si el mismísimo Alessandro estaba a nada de tirarse encima con preguntas pasivo-agresivas.
—¿Sabes a lo qué vienes verdad? El listón está alto para ver si eres capaz de soportar el doble de presión que tuviste el día de la cena —Kaleb recordó el casi nulo intercambio de opiniones con respecto a Katherine y su contratación, pero contradecir a Giuliana significaba despertar a una bestia sedienta de poder.
Tras formular la pregunta, la atacada simplemente respondió con un monosílabo afirmativo; Kaleb estaba seguro que eso desencajó a su hermano.
Y no estaba equivocado.
—¿Qué?
—Dije que sí —repitió, Kaleb se tomó menos de cinco segundos para observar cómo se frotaba las manos, estaba nerviosa; ese gesto lo hizo sonreír de lado—. C-creo haber sido, ahmm, bastante clara con esperar, ya sabes..., una oferta de ust-ustedes.
La supuesta agresividad de Alessandro pasó a segundo plano, pues ahora mostraba una sonrisa tan reluciente que seguramente iluminaria toda Londres.
—Entonces, ¡bienvenida!
Se balanceó en dirección a Katherine, rodeando sus brazos por su cuerpo hasta el punto de querer estrangulara.
—Perdón por interrumpir, pero aquí tienes una copia del contrato —La francesa fue al rescate de la persona que ahora mismo tenía el lujo de decirle amiga, separó al menor y lo echó de la oficina.
Le dio un papel que la castaña aceptó, dándole una vista rápida.
—Por favor, toma el tiempo necesario para leerlo y si tienes alguna duda o queja puedes decírmela.
Kaleb hizo un gesto de desagrado, apenas perceptible; no estaba de acuerdo con la sobre amabilidad que su compañera estaba proporcionándole a Katherine. Sin embargo, prefirió quedarse callado..., simplemente para ver la reacción que daba la inglesa.
—Creo que estoy de acuerdo con todo, no tendría por qué quejarme de la oportunidad que me están dando... otra vez —El tono de voz que utilizó apenas fue audible tanto para Kaleb, como para Giuliana, pero ambos sonrieron satisfechos.
A pesar de que el mayor, en lo que llevaba encerrado ahí, no participó en el intercambio de palabras, estaba seguro de algo:
Giuliana nunca se equivoca.
Con el estomago revuelto y sin saber el porqué, salió de la oficina, satisfecho. Eso se sintió como una oleada de aire frío que logró calmarlo.
—Oye, estás rojo, ¿estás bien? —dijo, Quentin, mientras su mano recorría la frente y cuello del italiano— Qué raro, no tienes fiebre.
«¿Estará enfermo?» pensó el rubio mientras llevaba a Kaleb a una silla para que se sentara, no entendía la repentina decaída de su amigo, pero se apresuró a alcanzarle un vaso de agua y una pastilla para el dolor.
Mientras se dirigía a la oficina para asegurarse que todo estaba bien, hizo el amago de querer abrir la puerta, pero otra persona lo hizo desde adentro.
«Por los guerreros del zodiaco» exclamó en su mente tras ver la silueta de quién parecía ser su próxima compañera; tras analizarla un par de segundos, sonrió de manera sutil y se hizo a un lado para dejarla salir.
Dejó que se alejara un poco para poder observarla de espaldas y se ahogó con su propia saliva tras dirigir su vista a las nalgas de la desconocida.
«Mierda, Sorrentino. Con razón estás rojo, me sorprende que no hayas puesto duro», Quentin se removió incomodo en su lugar tras notar una molestia en sus pantalones.
El gerente hizo una mueca tras ver que la mujer se dirigía, tímida y preocupada, hacía Kaleb.
Observó con recelo como su jefe se levantaba de forma sana e inmediata para acompañarla al vestuario.
—¿Qué hago yo con esto? —murmuró mientras enviaba su vista hacia su notable erección.
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