Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo ocho

Capítulo ocho

Advertencia: Mucho texto y escenas explicitas.

Omnisciente

Las copas de Alessandro y Joaquín fueron llenadas por el mesero que recorría el salón privado que Joaquín tuvo el atrevimiento de reservar tras haber recibido la llamada del italiano. El ambiente era muy incomodo, no todos los días te reúnes con la persona que intenta joderte el trabajo.

Sentados frente al otro, Joaquín volvió a vaciar su copa de vino en un trago seco.

—¿A qué debo el honor de tenerte aquí, Alessi? — pregunta juguetón, mientras mira con lujuria las manos que rodean la copa ajena.

Alessandro se remueve incomodo, no quería estar ahí, pero podía sentir el remordimiento pasar por su cabeza, podría haber elegido ir al palacio a ayudar a su hermano. Sin embargo, por su paz mental decidió intercambiar palabras con el pelinegro.

—No sé si llamaría honor... ¿sabes? —Traga saliva tras ver a Joaquín remojar sus labios en más vino—Necesito que pares con todo.

La risa fría de su acompañante hace que los pelos de la piel se ericen.

—Ay, Alessi. No recordaba lo divertido que eras. Veo que el intercambio a París te sentó bien.

El nerviosismo del italiano se nota tras empezar a tronar sus dedos.

—¿Qué necesitas que pare?

—Kaleb ahora mismo está en el palacio, ya se enteró lo que hiciste con los gemelos y ahora está en picada. No necesitas desquitarte con él por un error mío —la mandíbula del menor tiembla y decide tomar un sorbo de vino, a ver si eso lo motivaba a seguir hablar sin miedo—. Dejemos los juegos de niños por hoy.

—Yo no estoy haciendo nada, los gemelos decidieron pasarme toda la información.

—Luego de que le pagaras la hipoteca, ¿verdad? — Joaquín no es capaz de ocultar su asombro y se acomoda inquieto en su asiento— Puedes verme la cara de estúpido a mí, pero no a Giuliana.

Alessandro saca de su mochila una carpeta y una vez abierta, acomoda unos papeles; todos escritos con información confidencial del banco nacional de Inglaterra, destacando la firma de Jonas, confirmando una transferencia de medio millón de libras a nombre de uno de los gemelos.

El pelinegro tose, dejando escapar un poco de vino de sus labios:

—¿Te parece si vamos al piso superior para hablar con más comodidad? —Le preguntó, dejando la copa sobre la mesa tranquilamente mientras veía a su alrededor.

Aless rio ligeramente, dándole el último trago a lo que quedaba de vino para después sacar su cartera y dejar un par de billetes, cosa que el otro se negó a que hiciera.

Joaquín pagó el vino, agradeció la discreción de aquel mesero y el buen servicio con una buena propina. Salieron del local, llegando simplemente al edificio en el cual se encontraba el restaurante.

Debido a que ese día se estaba celebrando el cumpleaños de la reina en la calle principal, había pocas personas rondando por el edificio.

Con una distancia prudente entraron al ascensor para ir hasta el piso cuarenta, que era el último que daba a la terraza. Ya cerradas las puertas, Joaquín abrazó a Alessandro por la espalda y comenzó a rozar su nariz con el cuello del contrario, haciendo lo mismo con sus labios para provocar aquellos escalofríos que recordaba que le gustaban a su ex novio.

Suspiró en el mismo lugar, separando los labios para hacer un pequeño chupetón justo donde se le marcaba la arteria y como si de un vampiro se tratara, mordió poniendo especial fuerza con sus caninos, logrando que el menor soltara un pequeño jadeo.

—¿Qué mierda estás haciendo? —susurró Aless, ladeando el rostro para toparse con el de Joaquín, rozando su labio inferior con la sien.

—Nada —respondió el chef bajando las manos para dejarlas en el vientre del italiano, jugueteando con sus dedos en donde estaba el borde del pantalón.

—Cómo que nada, stronzo —Se relamió los labios al ver aquellos dedos moverse hasta su cinturón—. Que deben de haber cámaras aquí...

—No sabes cómo me pone oírte hablar en italiano, aunque sea para insultarme —rio, antes de dar otro par de chupetones seguidos de lentas lamidas—. No te preocupes por las cámaras, no hay.

Usando sus dedos suavemente, comenzó a desabrochar el cinturón expuesto, luego extendió la mano para subirle la camisa hasta que llegó hacia abajo, tocando lentamente ese vientre plano.

Otro par de suspiros salieron de la boca de Aless, quien sintió que su mente se volvía blanca para poder disfrutar más de las caricias y cómo lo obligaba a separar las piernas con uno de sus pies intermedios.

Se odiaba en ese momento, iba con la idea de hablar seriamente para que dejara en paz a su hermano, pero ahí estaba: suplicando por el toque de su ex pareja. Observaba el movimiento de las manos bajo su camisa, las mismas que iban subiendo a rasgar suavemente su pecho con las uñas hasta dar con los pezones, los que fueron atendidos al acto.


Puso su mano sobre la cadera de Joaquín con la intención de mantenerlo cerca de él. Una de las manos de Joaquín se estiró por debajo de la ropa para agarrar su rostro y lo obligó a besarlo, mientras que la otra permaneció oculta hasta que alcanzó a acariciar sus pantalones, arriba antes de llegar.

Sus miembros empezaron a despertar.

Esta vez jadeó cuando el mayor empezó a jugar con su lengua y a mover sus caderas para rozar su trasero. Con este movimiento, se encontró con la necesidad de poner la mano en la puerta del ascensor, inclinando el rostro cuando sintió que sus mejillas comenzaban a calentarse. No solo las mejillas.

—El tema es que faltaba decirte que iba a hacer con ellos —susurró al oído, haciendo referencia a los gemelos. Le mordió el lóbulo de la oreja, sabía que Aless no estaba en sus cabales como para seguir con el tema principal.

El movimiento de su cadera era un poco más alto y agudo, notando cómo con cada toque el miembro de Joaquín se apretaba contra su trasero y lo obligaba a abrir las piernas.

Joaquín también jadeó por la reacción, así que metió la mano debajo de la ropa interior de Aless, para poder sentir la dureza del miembro, señalando con los dedos el glande para sentir el presemen humedeciendo la tela.

Otro jadeo, la sensación en sus dedos lo hizo sentir fuerte y arrogante, y ni siquiera se dio cuenta cuando agarró el cuello de Aless con su mano libre sin realmente lastimarlo. Eso hizo lo jadear más fuerte, casi emocionado.

—Cómo te gusta que lo haga así, ¿eh, masoquista? —dijo con la voz bastante grave, moviendo su mano lentamente para masturbarlo— ¿Sabes que aún no apretamos el botón para ir a la azotea?

Apegó sus labios en la oreja ya roja de su acompañante, sonriendo juguetón por lo que ocurría

—En cualquier momento las puertas del ascensor se abren y ven cómo estás jadeando para mí, abriendo las piernas y frotándote como una puta en mi polla... y todavía no me he bajado los pantalones.

—Cómo que... mierda... por favor —Aless raspó la puerta del ascensor con las uñas, tapando el espacio en el medio en caso de que se abriera.

Deseaba que se abriese de par en par.

Tuvo que morderse el labio para gemir porque pensó que lo iban a atrapar, y Joaquín lo notó por como su mano se mojaba más por el presemen. Sonrió encantando y dejó el cuello del menor para oprimir cualquier botón en cualquier piso, encontrando el número nueve.

Cuando el ascensor comenzó a moverse, Aless miró a Joaquín con recelo, pero cuando sintió que su cuello se enganchaba de nuevo y los golpes volvían a su trasero, tuvo que cerrar los ojos por el placer que le había causado.

Desabotonó los pantalones de Aless hasta que cayeron al suelo, le sacó el bóxer azul y, gracias a eso, comenzó a masturbarlo silenciosamente. Un vaivén tranquilo para él, porque para el castaño fue algo que lo hizo sentir tan expuesto que hizo un movimiento para cerrar sus puertas.

—Hey, vamos a ver, ¿qué significa esto? —Haciéndose el indignado, Joaquín pegó su pecho a la espalda del contrario y con su rodilla dio golpecitos en los muslos de Aless para abrirle aún más las piernas— ¿Qué es esta falta de respeto?

Cazzo- Joaq- Joaquín, que esto es... esto es demasiado... es un e-espacio público —decía con dificultad, apretando los puños y cerrando los ojos con fuerza ante la vergüenza y excitación en aumento—. Es un... delito...

—Oh, claro, lo siento... ah, mira, se va a abrir la puerta ya, vamos en el siete... el ocho...

—Joaquín —gritó nerviosamente, tratando de alejarse para subirse los pantalones— Suéltame... que se va a abrir.

—Y van a ver cómo te tengo —susurró en el oído, masturbándolo con más velocidad.

La puerta chirriante anunciaba que se abriría cuando llegara a ese piso, por lo que volteó su cara hacia un lado, escondiéndola en el cuello de Joaquín, preparándose para lo peor. Sin embargo, Jonas no era tan estúpido y nunca sabía quién podría estar esperando del otro lado, así que rápidamente presionó unos los botones para cerrar las puertas, estas lograron abrirse un poco, pero suspiró con tranquilidad tras ver que no había nadie.

Se ablandó un poco, porque la situación también le dio adrenalina y ser atrapado en flagrante delito no le interesaba a nadie. Relajó las manos e inclinó la cara para mirar a Alessandro.

Allí encontró su rostro enrojecido y jadeando, cuando abrió los ojos notaron que se estaban cristalizando, luego notó que sus manos estaban más húmedas y hasta goteando. Era una imagen perfecta de él.

—Joder, sí que te pone esto, Alessi —rio, soltándole por completo.

—Qué haces...

—Calma, calma, bebé —dijo mientras lo volteaba para ponerlo contra el espejo y empezaba a desabrocharle la camisa y se la quitaba—. Que mejor nos ponemos de espalda para que no te vean la cara de una vez... pero sí que verán cómo me das mi segundo vino mientras hablamos de tu hermano.

—¿Q-Qué mierda? —Se apoyó ahora en el espejo y miró su reflejo, pero más se concentró cómo el reflejo de Jonas que lentamente se desvanecía por su espalda luego de apretar otro botón para ir a algún piso.

Sintió que su lengua descendía lentamente sobre su espalda hasta llegar a la parte baja de la misma, sus piernas temblaban levemente, y finalmente con una de sus manos separó su trasero para permitir que la lengua de Joaquín pasara libremente por su ano, haciéndole jadear con más fuerza.

Ahora tenía que apoyar su antebrazo en el espejo mientras jadeaba y gemía por la sensación detrás de su espalda. La mano de Joaquín siguió masturbándole, pero no fue éste el motivo de que su lengua se detuviera, sino que atravesó las estrechas paredes pidiendo una humillación inmediata. La lengua de Joaquín estaba tan caliente que empujó hacia su entrada hasta el punto en que sintió que el calor se extendía por todo su cuerpo.

Escupió de improviso sobre su entrada, no quería hacerle daño aunque a Aless le gustase que fuese rudo, prefería que lo disfrutase con tranquilidad, ya tenía suficiente con los nervios de que los descubran.

—Dime, ¿qué quieres que deje de hacerle a tu hermano? Si logras hacer un buen trabajo, tal vez y me lo piense.

Aless iba a responder, pero el ascensor se detuvo y las puertas volvían a abrirse otra vez. Joaquín dirigió su mirada y sonrió lujurioso, no había nadie en el pasillo.

—Q-quiero que te... te olvides de ¡ah! —Aless jadeó tras sentir que un dedo entraba lentamente en él.

—Continua —Comenzó un vaivén lento que conseguían que las piernas del menor temblaran, soltó otro jadeo ahogado—, te escucho motivado.

— Mi-erda... Joaquín, está abierta... la puerta— no aguantó, ya comenzaba a gemir así que llevó su mano izquierda para cubrirse la boca.

—Abierta de par en par. –dijo, mientras se levantaba sin dejar de mover su dedo en el interior. Juntó su cadera al costado de Aless, se frotó el miembro de nuevo en la nalga izquierda mientras miraba su propio reflejo en el espejo — Y ahora si alguien pasa por ese pasillo, verá que yo intento hacer lo mismo contigo.

—Estas... enfermo —gemía bajo su mano, esbozando una sonrisa al estar seguro que no le vería.

Pero Joaquín podía ver que sonreía por cómo se arrugaban sus ojos en esa expresión de felicidad.

—Mira como te gusta. A ver si te gusta esto, venga, toma — Sonrió con desdén e insertó con cuidado su siguiente dedo hasta que estuvieron completamente dentro.

—¿Y...? —desafió y llevó su rostro a mirar fuera de la cabina mientras abría las piernas. — ¿Sólo eso... tienes?

—Uf, Alessi no debiste decir eso.

El siguiente dedo se movió hacia adentro y hacia afuera casualmente y con fuerza, haciendo que Alessandro gimiera un poco más fuerte, pero al mismo tiempo la excitación aumentó dramáticamente.

—Joder, no puedo ser suave contigo —murmuró emocionado mientras tocaba el botón para cerrar las puertas y luego el ultimo botón—. Te encanta todo el trabajo duro y la verdad es que lo que tengo entre mis piernas te hará sentir bien.

Le agarró de los mulos para guiarlo de regreso hacia la puerta mientras seguía moviendo rápidamente sus dedos dentro de ella.

—Venga, ábrete más que aún no logro entrar así.

Aless abrió las piernas ampliamente, gimiendo ante el movimiento del ascensor. Estaba tan concentrado por mirar nerviosamente la pantalla que decía el piso en el que estaban que se sorprendió cuando Joaquín tocó su próstata, haciéndolo gemir, pero aún así siguió manteniendo la mirada en la pantalla.

Joaquín al darse cuenta de esto, le agarró del cabello y lo obligó con su mano libre a arrollarse.

—Ya, chúpala para que entre fácil— Lo miró firmemente retirando sus dedos.

Aless desabotonó el cinturón y pantalón de Joaquín apenas pensando en el sermón que le daría Kaleb. Cerró los ojos cuando, bajando el bóxer ajeno, aquel goteante miembro chocó contra su cara. Sintió la sensación de hundimiento y no esperó para comenzar a succionar el pene humeante en la parte superior.

Trató de salivar tanto como pudo porque vio como los números del ascensor iban en aumento. Aflojó la garganta y trató de apretar aún más el pene de su compañero en su boca, entrecerrando los ojos de emoción al ver que solo había tres pisos... dos... uno...

Y la puerta se abrió de nuevo, pero esta vez Joaquín estaba tan concentrando en el rostro del niño de rodillas y la forma en que le realizaba una felación, que cuando escuchó la puerta abrirse, rápidamente se dio la vuelta para cerrar las puertas. Sin embargo, el castaño tomó su mano y se la llevó al cuello.

Vio al castaño con la mirada pérdida y feliz, mientras esperaba la puerta se abriese y Dios tuviera misericordia de ellos.

Aless puso los ojos en blanco cuando vio el pasillo vacío, sacó el pene de su boca dejando la gran cantidad de saliva sobre este y se apoyó de cada lado en las paredes de la cabina.

—Ya fóllame, fóllame aquí y hazme gritar —dijo jadeante, con aquel rastro lleno de saliva por el mentón.

—¿Tienes un preservativo por ahí? —preguntó, mientras atrapaba los glúteos y los masajeaba como si de una masa se tratase.

—No, joder, hazlo así, no me importa. –Gimió, desesperado— Mantén la puerta abierta, estúpido.

Joaquín obedeció a todo. Se mantuvo entre sus piernas y presionó la entrada de Aless con su pene, desviándose a un lado cada vez que el menor se inclinaba hacia atrás para encontrarse con él.

—Pero... hijo de puta, ya métemela —gruñó, mordiéndose el labio hasta hacerlo sangrar por la ansiedad.

—No, no, no Alessi. Pídemelo más, —sonrió— ruégame. A ver si te mereces mi verga.

Aless volvió a gruñir y giró a verle enojado.

—La puta que tienes como madre va a rogarte, méteme esa verga de una puta vez o te la meto yo, pedazo de imbécil.

Joaquín se echó a reír, y decidió darle una embestida tan fuerte que provocó que Aless dejara escapar un chillido que silenció casi al instante. Amaba tanto el calor que las paredes de Alees le daban que provocaba moverse ya, pero primero se concentró en presionar el botón para que llegara a la azotea de una vez. Se apoyó contra la puerta y esta vez comenzó a mover las caderas.

El mayor tampoco quería ser amable, porque sabía que a su amante le gustaba que fuese igual de bruto que un animal, le agarró con fuerza de las caderas y el golpeteo de su cadera con el trasero del menor hacía un eco espectacular en esa cabina en movimiento, haciéndolo gemir por lo bajo con una gran sonrisa en el rostro.

—Más duro, más duro — ordenó e insistió en esconder el rostro en el antebrazo para no golpearse la cabeza contra el ascensor.

—¿Cómo? No te escucho —respondió moviendo sus caderas en círculos para dejar suficiente atención en cada centímetro de la pared de su amante.

—Fóllame duro, hijo de puta.

Agarró sus muñecas y las acercó para que no se moviera demasiado, manteniéndole tenso para que las embestidas lleguen con más fuerza y el roce sea con más aspereza, haciendo que los ojos de Aless se pongan blancos.

—Sí, sí, así, así —gemía patéticamente, sintiendo que su miembro se balanceaba con el movimiento— Joa- Joa... quín, sí—intentaba deletrear una oración, pero apenas lograba respirar o jadear correctamente.

Volvió a mirar la puerta, deseando que se abriera para que hubiera un torrente de adrenalina que lo hiciera toca el cielo, pero cuando sintió la forma en la que Joaquín se apartó de él y lo empujó contra la pared, rugió molesto.

No alcanzó a reclamar, pues Joaquín le comió rápidamente la boca con un beso apasionado, antes de agarrar su muslo para sostenerlo en su regazo, apoyar la espalda contra la pared y penetrarlo en el aire.

Eso era mucho mejor, porque la gravedad y el empuje hacían parecer que las embestidas eran hechas con más fuerza y profundidad. Ante tanta violencia, Aless se agarró como pudo al cuello de Joaquín, trató de hacer lo mismo con sus pies en las caderas, mas no fue posible ya que Joaquín se aferró a los muslos del menor para mantenerle las piernas abiertas.

Se volvieron a besar cariñosamente. El pene de Aless ahora estaba frotándose contra su estómago y el de Joaquín, haciéndolo gemir más fuerte y desesperado, todo esto al oído del mayor para que notara que todos esos sonidos iban dedicados para él y únicamente a él, sin importar que alguien los escuchase, todos y cada uno de los tonos iban para su chef favorito.

La puerta del ascensor comenzaba a abrirse, por lo que Joaquín atrapó con más fuerza a Alessandro para que no cayera y esta vez lo apoyó contra aquella parte donde abrían las puertas del ascensor, así logrando que estas no pudiesen volver a abrirse.

Se miraron a los ojos de nuevo en busca de otro beso apasionado, pero en un minuto fue necesario separarse, porque Joaquín perdía la capacidad de respirar y Aless aprovechó para morderle los labios inferiores hasta hacerle sangrar. Joaquín se vengó embistiendo con más fuerza.

Las firmes palmaditas en su próstata hizo sonreír a Aless sin parar, hasta que sintió algunas lagrimas caer por la sobre estimulación.

—N -no- pu- ah. —Trató de hablar poniendo los ojos en blanco, extasiado— S-sí- ¡Ah! ¡Joa-- ¡Ah!

—Te voy a llenar hasta que cojees —Joaquín susurró con una sonrisa que mostraba lo emocionado que estaba y lo cerca que estaba de acabar.

—Q-qué mier-es, q-que después de-debo... palaci- ¡Ah! ¡Sí! ¡Ya! ¡Ha-hazlo! ¡En mi ca-- en mi cara!

Joaquín sintió exactamente la forma en que Aless estaba presionando, guiándolo a un orgasmo divino. Por esta razón, tuvo compasión, salió de su interior para dejarlo arrodillado y pronto se masturbó para terminar eyaculando en los labios y parte de la mejilla izquierda de Aless.

Al tragar todo, inmediatamente lo obligó a ponerse boca arriba, Aless decidió concentrarse en el cristal colocado en el techo, teniendo una bonita vista al cielo que parecía verse más brillante que nunca, sobre todo cuando los dedos de su ex novio volvieron entrar a hacer de las suyas,

—Y-ya...bas-bast...¡ah! —gimió lastimosamente, puso la cabeza de Joaquín entre sus manos para que dejara de besarle los muslos, pero se dio por vencido y abrió las piernas cuando comenzó a hacerle una felación.

Joaquín continuó con el movimiento de dedos hasta que le costó quitarlos, siguió chupando ignorando los gemidos patéticos de su amado. Amaba lo sensible que se ponía tras la penetración.

Según Joaquín, Alessandro estaba muy sensual, con gotas de sudor resbalándose por ese cuerpo alto y débil; ese pecho tan quebradizo que le parecía muy llamativo, junto sus nalgas llamativas... rojas por los golpes recibidos. Una verdadera obra de arte.

—Uf, si sigo mirándote me voy a poner duro de vuelta —murmuró nerviosamente, enderezándose los pantalones y la camiseta, levantó a un Alessandro casi inconsciente y lo colocó en uno de los tantos sofás que decoraban la terraza.

Corrió hacia el ascensor a buscar la ropa de Aless que había estado esparcida, impidiendo que la puerta se cerrase. Joaquín miró como el italiano parado mientras estiraba sus brazos y sonrió con picardía, Aless se dio cuenta de eso.

—No, Joaquín, no —dijo retrocediendo, sólo encontrando el cristal contra su espalda.

—Venga, que te va a encantar —sonrió al tomarle de las caderas, darle vuelta contra el ventanal y volver a meter tres dedos en su interior.

—Jo-der... siempre... lo mismo —musitó el atacado, mordiéndose el labio inferior. Tuvo que admitir que todavía seguía ardiendo y esperaba con todas sus fuerzas que Joaquín volviera a follarle para dejarle inconsciente.

...

—Sabes que odio que me digas Alessi.

—En el fondo te encanta, no te quejes. —Joaquín estacionó el auto y le dedicó una sonrisa— ¿Paso por ti cuando termines?

—En tus sueños, Jonas. —negó mientras recogía su mochila y cerraba la puerta con un golpe seco.

—¡Vendré por ti!

Aless ignoró el grito que el conductor le dio y logró entrar al palacio tras mostrar una identificación; se encontraba feliz y satisfecho, había logrado que Joaquín cancelara el evento que tenia organizado en su restaurante para que su hermano acapare toda la atención, además de aceptar hablar con él, solo faltaba convencer a Kaleb.

—¡Hola estrellitas! ¡La tierra les dice holaaaaa! —exclamó una vez llegó a la cocina. Sin embargo lo único que encontró fue la mirada asesina de su hermano.

Sonrió incomodo y analizó el panorama, estaban Valentine y Giu cocinando... espera... ¿¡Giu cocinando!? Definitivamente el día estaba raro. Hizo una mueca cuando vio una chica que no conocía saltear unas papas en el sartén.

Lastimosamente, nadie le prestó atención

—¡Espero tengas una buena razón para explicarme porque mierda llegas a esta hora! —Gritó Kaleb, llamando la atención de la mujer que Aless no ubicaba —¡Mierda Aless! ¡Qué putas es ese chupón!

La piel del menor se sonrojó y mordió su labio inferior. Estaba seguro que Dios le estaba dando paciencia a su hermano, porque si le daba fuerzas, no podría reclamarle a Joaquín más tarde.

—Ups...pues... —Aless estaba maquinando una mentira bien formulada, pero gracias al cielo, alguien más habló.

—Lamento interrumpir, pero necesito ayuda con el lomo, es muy pesado —Kaleb asintió y fue a ayudar a la mujer.

—¡Aless, ayúdame con esto! —chilló Giuliana cuando el sartén comenzó a hacer llamas.

—¡Salen los salmones! —grita Valentine y Kaleb empezó a dar órdenes.

La cocina había vuelto a la vida e iban a acaban con esa cena cueste lo que cueste.

Alessandro se lavó sus manos y fue a ayudar a la francesa.

Nota de autora

Me puse horny, PERDÓN SDAJHSADJSA.

Espero que les haya gustado este capítulo, solo hago esta nota para explicarles que expresiones como "stronzo" y "cazzo" (obviamente) son expresiones italianas que tienen como objetivo insultar, no tienen una traducción como tal, porque tienen muchos significados tales como "estúpido", "mierda", "carajo", "idiota", etc. y perdón por el plot twist de Joaquín y Ales asjdhsajdsa.

Nos vemos en la próxima actualización.

Los quiere, Mili.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro