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#06 - Dos personas se encuentran, y dos almas se reencuentran.

Un mes, ¿lo único interesante que ha pasado?

Es que la emperador se ha visto innumerables veces en le pueblo esos treinta días, se ha visto por los pueblos más pobres o por los más ricos, simplemente por todos lados con excusas de ver más sobre su pueblo.

Para Mina, lo único interesante que ha pasado es que una muchacha de diecinueve años ha estado cortejando a Son. La hija de Hwang, Tzuyu, en cuanto vio a Son en su fiesta se le había acercado como si fueran íntimas cercanas para empezar a charlar con ella.

Mina se preguntaba todavía si Son sabe que la están cortejando, y está más convencida de que no. Teniendo treinta y tres años, Son no ha de saber que una beta trece años menor está halagandola porque le atrajo, probablemente piensa que solo son eso, halagos.

Aunque Mina no se pierde sus interacciones. De hecho, es lo único que entretiene a Mina.

Ha pasado un mes y Hwang la sigue ayudando pero no han dado resultados nada seguros. Ha habido gente parecida, sí, pero Mina al verlas no siente que ellas sean, no siente que dentro de ella actue diciéndole que Nami es alguna de ellas, simplemente no.

Algunas se parecen más que otras, a veces por la distinguible dentadura, por la voz, por la risa, por el cabello parecido, por el rostro, o algo así. Pero Mina sabe que no son ninguna de ellas a la que está buscando.

Lo confirma cuando en realidad la encuentra.

Había salido a una de las zonas pobres de un pueblo relativamente normal y común. Había gente pobre, estable, rica, un poco variada por las calles. Ninguna parecía reconocerla como la emperador, tal vez porque ni siquiera en pintura saben cómo se ve físicamente. Mina no tiene ninguna pintura desde sus catorce años cuando sus padres la obligaron a posar para una, pero de allí en adelante nada. Tampoco ha salido como para que la gente la conozca, así que está camuflada mientras lleve la ropa normal de allí.

Había perdido a Son y entonces solo se encogió de hombros sabiendo que Tzuyu estaría con ella, porque sí, aquella beta las había acompañado con la excusa de ayudar en algo (aunque pensaba que la emperador solo fue a un informe), pero Mina sabía que era para andar detrás de Son.

No le molestaba, mientras no le hagan un estorbo en su búsqueda.

Y no perdía el tiempo realmente, hacía un chequeo por sí misma y escribía un informe para luego dárselo a su hermano quien solucionaba muchos problemas en aquellos pueblos a los que visitaba.

Si no la encontraba, de todos modos no habría perdido el tiempo.

Y si la encontraba, definitivamente tampoco.

Quería estar un momento en paz. Todos esos años estando dentro y la repentina salida de su zona de confort, la hacían abrumar todo su ser. Su cuerpo también se sentía cansado después de caminar tanto, hace tiempo ni siquiera había corrido o ejercitado sus pies. Su cuerpo no era flexible y mucho menos ejercitado.

No podía caminar mucho sin sentir que se deshidrataba y sofocaba muchísimo.

Se había adentrado en un pequeño bosque a las orillas del pueblo, notando que era maravilloso tener de nuevo la vista en paisajes como esos. Tenía una pintura que admirar en una habitación, pero volver a ver el cielo, los árboles, o más bien, el exterior, era fascinante

La mejor vista se la llevó ella cuando caminó un poco más y escuchó el agua cayendo. Curiosa, Mina fue hacia allá, sabiendo que podría haber algo que atente contra su integridad, pero no le importaba mucho.

Un poco más allá, había un árbol diferente, un tronco grueso con vastas ramas hacia los lados, incluso algunas ramas pesadas se inclinaban hacia abajo hasta tocar el suelo. Verdoso y espeso, Mina lo admiró y mucho más a la mujer que debajo del árbol lavaba ropa.

La lado del tronco del verdoso árbol, había otros troncos que sostenían un lavadero de piedra, inclinado para que el agua cayera del otro lado, creando un camino de agua que iba hacia el bosque donde pasto tomaba el agua y crecía alrededor del árbol. Había una gran roca ahuecada donde al parecer estaba llena de agua y de ahí una mujer sacaba para tallar la ropa.

Una escena hermosa por lo natural que se veía junto a lo creativo que fue alguien al hacer eso de una manera bonita. Pero escena más hermosa el que la mujer de allí sea alguien que hizo reaccionar a todo ser de Mina.

Cabellera castaña que estaba tomada en una coleta baja, mirada concentrada en su labor, labios abiertos de donde salía la lengua tentando la comisura de los labios, sus brazos destellaban músculos bien puestos que se tensaban cada vez que tallaba la ropa contra la dura piedra. Había algo en ella, algo especial, y Mina lo supo ver.

Tantas veces había visto gente parecida, pero estaba segura que ella era. Estaba segura que esa mujer debía ser a quien busca. Su cuerpo reaccionaba, su olor le llegaba, su pecho daba como tambor dándole todas las señales de que esa era.

Todo le daba señales claras y Mina las interpretaba perfectamente.

Su cuerpo se paralizó viendo eso por unos minutos más, su rostro probablemente mostraba su expresión de atónita más genuina que alguna vez tendría.

Estaba atontada y abrumada.

Nayeon, al sentir un olor además del suyo y del monstruo de su casa, alzó la vista queriendo ver de quién era el olor más lindo y fresco que había entrado en sus sistema. Paró de mover sus manos cuando se encontró con alguien desconocido, que estaba mirando fijamente a ella. Tragó saliva cuando segundos todavía ninguna apartaba la mirada, pero tuvo unas ganas de sonreír que no contuvo.

— ¡Hey! — llamó con una sonrisa surcando su rostro, viendo como la mujer se exaltaba y parecía sorprendida de algo de Nayeon no entendió — ¿Puedo ayudarle con algo? — preguntó amablemente.

Amabilidad, Nayeon no sabe de dónde sacó ésta si nunca la aplicaba mucho.

La mujer a unos metros sonrió y soltó una risa algo temblorosa, mientras parecía mover sus pies, repetidamente restregándolos contra el suelo. Nayeon solo ladeó una sonrisa sin saber muy bien cómo actuar ante eso.

— ¿Esta perdida o busca algo? — cambió de pregunta cuando la mujer solo parecía abrir la boca y cerrarla con duda, pareciéndole tímida a Nayeon, quien buscó a más personas alrededor.

Nadie más que ella y la desconocida.

Bueno, tenía fuerza física y podía dar buenos golpes si estaba en peligro, así que se calmó un poco y miró como la pelinegra soltaba otra nerviosa risa.

— Y-Yo, solo p-pasaba po-por aquí — la pelinegra apuntó hacia el suelo, queriendo explicar pero solo balbuceó un poco y calló cuando en su mente se sentía patética.

Nayeon sonrió confundida y asintió.

— ¿Usted no es de por aquí? Ya para allá no hay más que un río, y algunos animales que no creo que quiera toparse — soltó una risa tratando de aligerar el ambiente que la mujer pelinegra hacía incómodo.

— ¿A-Ah sí? Vengo de un p-poco lej-lejos, pero vendré se-seguido — entre tartamudeos y una mirada extraña, la mujer le dijo. Nayeon quería simplemente dejar de sonreír y decirle que se aleje, pero de alguna manera se sentía incapaz de hacerlo, y se sentía muy dispuesta a seguir hablando.

— ¿Uh? Bueno, en ese caso, soy Nayeon — se presentó, quitando el jabón de sus manos al tomar un poco de agua — Im Nayeon — extendió su mano cuando la mujer se acercó con pasos un poco nerviosos.

— Mina... solamente Mina — Nayeon frunció un poco el ceño pero asintió, con pesar quitando su mano de la contraria al ver que pasaba mucho tiempo en ese agarre tímido — ¿Me-Me podría s-sentar? — la pelinegra cuestionó apuntando al leve escalón que había entre el piso del porche y la tierra.

Nayeon quería decirle que no, y que se fuera lo más rápido posible porque nunca dejaba que personas se acercaran. Pero toda ella sentía que cambiara la respuesta por una mejor, sentía que debía y no pudo contenerse.

— Adelante — aceptó sonriendo con una felicidad repentina, que incluso dio un salto emocionado. Nayeon decidió excusarlo — Mayormente nadie viene por aquí, está muy alejado a lo que quieren ver, además de los animales que hay en el río y en los árboles — notó que la mujer solo la miraba con una expresión que Nayeon no reconoció pero que la incitó a hablar más — Aunque no es algo que me molesta, así no se acercan a mi casa y hay más tiempo en privado — desvío su vista hacia el lavadero donde una camisa estaba mojada y esperando a que vuelva al labor.

En lo que Nayeon tarda en saber que la mujer es una alfa, ésta la sigue mirando como si fuera la persona que más atención necesita en el mundo.

— ¿Ha-Hay muchos? — a Nayeon le toma unos segundos ver que la alfa sentada está preguntando por los animales.

— Hay serpientes, aunque no son peligrosas son bastante inquietantes, así que nadie se acerca — cuando desvió su vista hacia la mujer, la notó todavía atenta a ella. Nayeon siempre odió que mucha atención fuera hacia ella, pero le empezaba a gustar que le prestaran atención al hablar — Hay ranas, sapos, muchos mosquitos a la orilla del río, hay también aves grandes que se alimentan de los peces que hay — termina con un susurro, esforzándose por no tener las mejillas sonrojada ante la atenta mirada de la mujer.

Por un momento olvidó que sabía el nombre de la mujer y lo recordó pasándolo por sus labios.

— Mina — murmuró y pareció que la mujer dio un salto al escucharlo — Tu nombre me suena familiar, solo que no sé de dónde — comentó cuando su mente pareció sacudirse queriendo darle a entender algo.

Lo que Nayeon no sabía, es que su alma sí estaba enamorada de la alma de Mina, y solo faltaba que ellas dos conociéndose hagan que no solo sean sus almas las que se enamoren, sino también sus personas.

— ¡M-Mami! — una voz llorosa sacó del ambiente a ambas alfas, ocasionando que ambas voltearan enseguida hacia la casa unos metros atrás, que Mina sinceramente no había visto — ¡Má! — sonó y entonces Nayeon seriamente secó sus manos para empezar a caminar apresurada.

— Es mi hija, en un momento vuelvo — avisó rápidamente antes de cruzar la puerta de madera y casi saltar a la cama donde una pequeña estaba retorciéndose y tallando sus ojos con las palmas — ¿Qué ocurrió, mi bebé? — preguntó tomando a la niña para abrazarla contra su pecho mientras ésta sollozaba y se hundía en su cuello.

— Seño — dijo en un balbuceo y Nayeon asintió, traduciendo como siempre aquello a 'Sueño'.

— ¿Un sueño malo? — la pequeña asintió soltando un lloriqueo al recordarlo.

— Ahh — balbuceó la pequeña apuntando con un dedo hacia afuera, por la puerta. Nayeon frunció le ceño mirando hacia allá y es que en esa dirección estaba la mujer Mina, de espaldas esperando — Ah, aaaa — siguió soltando al ver a una nueva persona, casi nunca veía personas y mucho menos cerca de su casa. Nayeon pasó una mano por el cabello de la pequeña y asintió sonriendole, queriendo decirle que estaba bien.

— Es Mina, una mujer que paseaba por aquí — dijo lentamente haciendo señas para que la pequeña entendiera. Aunque tenía tres años y más o menos entendía más, seguía muy reacia a hablar o a socializar como otros niños — ¿Quieres saludarla para olvidar tu sueño malo? — la pequeña miró un rato y lloriqueó de nuevo al recordarlo, pero asintió alzando los brazos para que su madre la cargara.

Mina se había quedado pensativa en el suelo. Aunque dijo que le dolería más ver que Nami no renació, no por eso le dejaría de doler si tenía una familia, así que tenía una mueca y miraba el suelo. Esperó, queriendo saber más sobre Nayeon. Quería asegurarse que tenía una buena vida, o si no, para ayudarla.

Estaba emocionada tanto como pensativa. No podía hablar y si lo hacía balbucea o tartamudea.

Nayeon bajó a la niña al suelo para que caminara, después de quitarle las lagañas que tenía por los ojos, y la menor aún así tomó en su mano una parte del vestido de su madre, para empezar a caminar y poner una mirada retadora hacia quien sea que esté allí.

— Mina, lo siento, se despertó y quiso venir — comentó con un poco de cuidado sin saber cómo afectaría la presencia pequeña de su hija en la contraria. Pero cuando ésta sonrió en grande, Nayeon suspiró, y no supo si por la aceptación o por la bonita sonrisa.

— No, no... Di-Diría que se parece a ti, pero estaría mintiendo — sonrió nerviosa al ver a la pequeña inflar el pecho y posicionar los brazos a sus costados como un gorila orgulloso, pero su mirada era retadora.

Mina no pudo evitar reír a la escena.

— Sí... Se parece más a su otra progenitora — susurró poniendo su dedo índice en sus labios y pensar un poco.

— Oh, emh... ¿Tienes una esposa? — Mina preguntó sintiéndose tímida pero afortunadamente no tartamudeó de nuevo.

— Oh, no. La situación es un poco privada, pero se resume en que soy madre soltera de ese monstruo — las reflexiones parecieron llegar a Mina con esa información en su mente. Sus pensamientos corrieron dándole ideas pero la pequeña Im la interrumpió.

— Raaw — la menor en cuanto escuchó la palabra 'Monstruo' había puesto sus manos como garras y le rugió a la mujer que era desconocida para ella.

— Soy Mina — se presentó estirando su mano, pero la pequeña le gruñó y rugió a su mano como si estuviera intentando de intimidarla.

— Mia — dijo con una seriedad infantil que casi hizo reír a Mina.

— Mi-na — repitió por sílaba riendo un poco cuando la pequeña tomó un palito y le apuntaba con él.

— Mi... na — repitió ahora bien, rodeando a la alfa desconocida para verificar que no haya ningún peligro. Mina no pudo evitar reír al ver la carita tiernamente enojada.

— Hyejoo — la voz de Nayeon llamó la atención de ambas pelinegras que voltearon a verla con una máxima atención, incluso asustó un poco a Nayeon pero también la hizo reír — Mi hija se llama Hyejoo — aclaró para Mina y la pequeña corrió como pudo a aferrarse a las piernas de su madre, hizo esto al ver a Mina levantarse de su asiento y ver que era muy alta. Nayeon rió inevitablemente al ver a su niña paniqueada y atemorizada — Es un monstruo un poco miedoso.

— Raaaw — rugió otra vez la pequeña al escuchar la palabra mágica.

Mina miraba sonriente aquello sin querer dejar ese lugar, le era inevitable disfrutarlo muchísimo. Le era inevitable querer abrazar a Nayeon, le era inevitable querer decirle muchas cosas, le era casi inevitable solo acercársele y decirle que volvió, pero también le era inevitable hacer todo aquello, porque Nami, o Nayeon, no la recuerda.

Tenía su cuerpo por dentro hecho un desastre y su exterior estaba embobado.

— ¿Te tienes que ir? — la pregunta de Nayeon resonó en su cabeza y asintió pero negó después.

— Tengo, pero no quiero — confesó y caminó un poco para darle un aviso a sus pies de que iban a volver a caminar otra vez.

De seguro Son estaba buscándola como loca, pues su deber era estar siempre con la emperador y se le había perdido. También de seguro, Tzuyu estaba a su lado, buscando, como la enamorada preocupada que era.

— Dijiste que vendrías seguido, así que nos veremos después, ¿no? — Nayeon sintió una necesidad invasiva de incluso insistirle, pero Mina asintió repetidamente sonriendo y con una mirada extraña para los ojos de Nayeon — Entonces nos vemos, Mina — se despidió volviendo a su posición en el lavadero, con la diferencia que ahora había una pequeña entretenida mordisqueando cerca de su rodilla.

— Nos vemos, Nayeon, Hyejoo — nombró a las dos, divirtiéndose cuando ambas Im alzaron la cabeza. Hyejoo apenas viéndose por encima del lavadero y Nayeon sonriente al ver que no olvidó a su hija.

— Mina — dijo la pequeña sacudiendo su mano como despedida y la alfa pelinegra hizo lo mismo.

Cuando despareció entre el bosque, Nayeon suspiró preguntándose de todo. Pocas veces había dejado que alguien adulto se acercara a su hija porque mayormente nunca tenían buenas intenciones, esa vez le fue diferente.

La confianza, la tranquilidad y un alivio le fue dado al solo ver a aquella pelinegra de la cual solo sabe su nombre

— Mina — la vocecita de su hija la atrajo y notó que Hyejoo seguía despidiéndose con una mano pero el rostro lo tenía hundido en la pierna de su madre, así que no vio cuando Mina se fue — Mina — volvió a decir sacudiendo su mano un poco más fuerte para que aquella alfa le devolviese el llamado — ¡Mina! — se enojó y entonces Nayeon rió alzando a la pequeña para que viera que ya no había nadie allí — ¿Mina? — volteó encontrándose sola con su madre.

— Mina tuvo que irse, luego volverá — le dijo para bajarle y dejar que juegue un poco con los carritos de madera que le consiguió Nayeon hace unas semanas — Eso espero — susurró casi deseosa de la idea.

Se sentía confundida.

^#♡>☆

— ¡Son, Son, Son! — llamó en una exclamativa baja para no llamar tanto la atención. Debía bajar su emoción o terminaría golpeando a algo para expresar sus abrumadoras sensaciones — ¡Son, Son! — llamó y una beta apareció alterada junto a otra más alta — ¡La encontré! — solo dijo mientras apresurada se iba hacia el transporte que las llevaría de regreso.

Saltando y trotando, Mina se adentró al carruaje de un salto grande y emocionado. Sus pies inquietos habían ruidos contra el suelo del carruaje y estaba saltando un poco en su asiento.

— La encontré, la encontré, la encontré — murmuraba con una gran sonrisa y luego Son, desconcertada, entraba junto a ella.

Tzuyu al parecer iría afuera.

— ¿Qué encontró, emperador? — la sirvienta le preguntó al verla tan emocionada. El era desconcertante ver a la emperador actuando de una manera que no era indiferente o inexpresiva.

— ¡A ella! — exclamó en un susurro, conteniendo un chillido — Encontré a Nami, bueno, se llama Nayeon, pero yo sé que es ella.

Su brillito nuevo y especial en los ojos, no visto hace mucho, le decía a Son que no mentía para nada.

Había encontrado a su pareja.

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