PRÓLOGO

Miedo.

Dolor.

Angustia.

¿Cuál era la emoción que más fuerte sentía? no sabría decirlo. Tenía muchísimo miedo por lo que estaba a punto de pasar; sentía el dolor de la traición de un amigo, de un hermano y sentía la angustia de no saber qué les pasaría a las personas que amaba. 

¿Qué le pasaría a Nikki después de haberle mentido a Natasha y haberle dicho que necesitaba tomarse un descanso cuando la verdad es que necesitaba alejarse de las emociones que Eidan le hacía sentir?¿qué le pasaría a Helena ahora que Natasha sabía que ella seguía sintiendo cosas por Christopher?¿qué le pasaría a Christopher ahora que estaba empezando a demostrar interés de nuevo en Helena?¿qué le pasaría a Héctor ahora que Natasha sabía que se había enamorado? y ahora.. ¿qué le pasaría a Maikel por el simple hecho de haber ablandado su corazón aún cuando nunca se había enamorado?

Eran muchas preguntas y no tenía ninguna respuesta. Solo sabía que sentía angustia, no por mi, si no por ellos. Muchísima angustia porque las personas que amaban estaban a punto de sufrir y todo por culpa de una persona en la que siempre habíamos confiado.

El primer corrientazo no lo vi venir y por lo cuál, no pude reprimir mi grito a tiempo.

- ¿Desde cuando gritas en una tortura, Silvia? pensaba que hacía mucho tiempo que no lo hacías -Rió.

Las reglas seguían siendo las mismas, si alguno de nosotros lloraba, otro sufriría el doble,y por eso, por mucho que me doliesen todas las atrocidades a las que estaría sometida esta noche, sabía que no gritaria, porque si una cosa tenía clara es que no dejaría que ninguna de aquellas personas sufriese por mi culpa. 

Éramos Los Romanov y si algo sabíamos hacer a parte de matar, era hacer todo lo posible para que la persona que nos importa no sufriera y Sebastian no había sabido ser un Romanov y lo pagaría.

Pagaría todo lo que esta noche íbamos a sufrir, sin remordimientos.