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Capítulo 52


Capítulo 52

NIKKI (P.D.V)

Estábamos llegando casi al despacho de Natasha cuando Regina se incorporó a nosotros. Nadie más había reparado en que tanto Héctor como ella se habían alejado excepto Kevin y yo.

- ¿Todo bien? –Pude llegar a entender que le preguntó cuándo se volvió a posicionar a nuestro lado. Regina se limitó a asentir con la cabeza, pero no dijo nada.

- ¿Dónde está Héctor?

Regina me miró intensamente pero no me respondió.

- ¿Dónde está Héctor? –Volví a preguntar, esta vez me detuve obligando a los demás a hacerlo también.

- Hice lo que tenía que hacer.

Las piernas se me aflojaron, Silvia se quitó el casco y Helena agarró a Regina del hombro y la giró hacia ella.

- ¿Qué hiciste qué? Porque parece que no te he entendido –Le dijo acercándose mucho a ella.

- Que hice lo que tenía que hacer –Repitió sin que le temblase ni un poco la voz.

- ¿Has matado a Héctor? –Pregunté en un susurro incrédulo. ¿Había matado a Héctor? ¿A nuestro Héctor?

- Sí.

Nadie pudo agarrar a Silvia antes de que se abalanzase contra ella y la tirase al suelo.

- ¡Hija de puta! Él te quería –Gritó antes de pegarle un puñetazo.

Kevin actuó rápido y la levantó del suelo para alejarla de Regina.

- ¿Estás loca o qué coño te pasa? Ni se te ocurra volver a ponerle una mano encima –Le gritó. Esta vez intervino Luca.

- Kevin, yo que tu doy un paso atrás. Está muy bien que no quieras que golpeen a tu novia, pero no me hagas tener que actuar a mí.

Ambos chicos se miraron de arriba abajo y Kevin se separó de Silvia y ayudó a Regina a levantarse del suelo.

- Señoras, no tenemos tiempo para nada de esto. Pueden arreglar sus diferencias una vez salgamos de aquí. No antes. Estamos en territorio enemigo, por favor, recuerden eso –Dijo el agente Philipp-

- ¿Qué no tenemos tiempo para esto? –Pregunté alterada- ¿Y cuándo es el momento según tu? Esta hija de puta ha matado a nuestro hermano. Ni siquiera tenemos tiempo para volver a por él. Ni siquiera vamos a poder darle el entierro que se merece. Esta hija de puta lo ha dejado para que muera solo.

- No murió solo –Gritó Regina- estuve con él hasta el final. Estuve con él sosteniéndole la mano que es mucho más de lo que se merecía.

- No te equivoques –Señaló Helena- Héctor se merecía mucho más que eso. Era el mejor de nosotros.

- Si, tan bueno era que mató al padre y al hermano de Regina. Venga por favor, no nos hagan reír –Dijo Kevin.

- Solo mató a mi hermano –Dijo Regina entre dientes- Una vez prometí que me vengaría de todos ustedes y eso he hecho. Les he arruinado la vida a todos y a cada uno de ustedes, he conseguido lo que quería: que estén todos tan destrozados que hayan tenido que unirse contra Natasha. Esto era lo que quería, que sufrieran. Pero también quería la muerte de los asesinos de mi familia. Christopher está muerto y ahora, Héctor también. No tengo nada más que decir. Prometí venganza y lo he cumplido. Ustedes no son quien para juzgarme.

- Eres una hija de puta. Lo has alejado de todos nosotros para matarlo –Replicó Helena haciendo caso omiso a lo que ella había dicho.

- Yo no lo alejé para matarlo, él me alejó a mí para hablar conmigo. En todo momento fui sincera con Héctor, no le dije ni una sola mentira en su lecho de muerte. Es más, estoy segura de que se alegró de morir. ¿Crees que Héctor me juzgó por haberlo matado? ¡No! Héctor siempre fue consciente de que este día llegaría y créeme, su muerte me duele mucho más a mí que a ustedes. Créanme.

- Difícil creer eso cuando siempre has buscado esta venganza –Dijeron.

Todos nos dimos la vuelta rápidamente y alzamos las armas contra Natasha y al escuadrón que traía con ella. Nos superaban en número con creces.

- No sabes una mierda de lo que estás hablando, así que cállate. Cuando acabemos contigo, mi consciencia estará tranquila por fin. Tu muerte pondrá fin a todo –Dijo Regina.

- La verdad es que me sorprendió la manera en la que me mentiste. Nadie nunca había jugado conmigo de esa forma. Nunca nadie había conseguido engañarme como tu lo hiciste, dejando a un lado a los padres de Maikel cuando fingieron su muerte. Y la verdad es que estoy gratamente sorprendida, me enfada un poco... pero, estoy gratamente sorprendida. Tú y yo podríamos haber hecho un equipo genial.

- Si, si no fuese porque eres la culpable del asesinato de mi familia... podríamos haber sido un equipo genial.

- Si dejases ese pensamiento a un lado, podría hacerte alguien imparable. Alguien invencible. ¿No estás interesada? –Preguntó mirándola fijamente. Natasha realmente tenía interés en Regina.

- No, no estoy interesada en unirme a la culpable de la muerte de mi familia ni a una secuestradora de niños, mafiosa y asesina –Gritó presa de la ira.

Podía ver como las ideas surgían en la mente de Natasha. Un plan perfecto acababa de crearse en su mente y podía ver por dónde iban los tiros. ¿Qué pasaría si en vez de usar a niños para sus objetivos, usaba a personas adultas, a personas que sabía en lo que se estaban metiendo, a personas como ella? Había que acabar con ella ya.

Me había abstraído tanto en mis pensamientos que no fui capaz de escuchar el resto de la conversación que se produjo, esta vez entre Leah y Natasha por eso, el sonido de la bala abandonando el cañón fue lo que me sacó de mi ensoñación.

Pude ver como Natasha esquivaba la bala fácilmente únicamente haciéndose a un lado.

- Vas a necesitar muchas más balas si pretendes acabar conmigo, Leah. Y eso es algo que sabes de sobra, me conociste bastante bien hace muchos años.

- Será un placer acabar contigo –Contestó esta.

Entonces la verdadera batalla comenzó. Volaban los tiros, las patadas, los puñetazos. Aquello era una verdadera batalla campal y yo únicamente podía disparar, no podía arriesgarme a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, era por eso que Maikel se había posicionado delante de mí y me defendía de cualquier persona que intentase atacarme. De eso y de las balas. Ese maldito estúpido se iba a usar a sí mismo como mi chaleco antibalas.

- Leah debió darnos chalecos antibalas –Grité mientras apuntaba y disparaba a uno de los guardaespaldas personales de Natasha. Le di de lleno en la cabeza, matándolo al instante- Nunca he entendido por qué Natasha lleva guardaespaldas si es capaz de protegerse por si sola.

- ¿Qué clase de imagen daría si una persona tan importante como ella, no tuviese a nadie para protegerla? Natasha Romanov vive de las apariencias.

En eso tenía razón.

Mientras me ocupaba de disparar e intentar matar a toda aquella persona que apuntaba a Maikel, un hombre vino por detrás y me pegó una patada en el hueco entre la pantorrilla y el muslo provocando que perdiese el equilibro y cayese al suelo de rodillas.

- ¡Maikel! –Grité rápidamente. El hombre me había agarrado del pelo y el cañón de la pistola se encontraba situado en mi sien.

Joder, joder. Aquel tipo de tensión no era nada bueno en mi estado. ¡Joder! Si hacía solo unas horas había estado a punto de perder a mi bebé. Era una jodida irresponsable. Leah había tenido razón. Yo debería haberme mantenido alejada de esta batalla.

- Para todo esto ahora mismo o le pego un tiro aquí mismo –Gritó el hombre.

Maikel estaba delante de mí con las manos en alto mostrándose completamente indefenso. Joder, por culpa de mi descuido cualquier persona podría matar a Maikel. No habíamos sufrido durante todos estos años todos los tipos de entrenamientos habidos y por haber para que me cogiesen de esta forma. Joder, tenía que ser más lista. Era una puta asesina entrenada para el combate cuerpo a cuerpo. Si, estaba embarazada pero conocía mil técnicas.

Entonces me di cuenta, el hombre no había sido capaz de quitarme la pistola. Un craso error por su parte. Le quité el seguro a la pistola aprovechando que toda su atención estaba concetrada en Maikel y girando mi brazo noventa grados, disparé. El hombre cayó rápidamente al suelo desplomado, la bala había entrado por debajo de su barbilla y como no había orificio de salida, la bala tendría que haberse quedado estancada en algún lugar de su cabeza.

- ¿Cómo sabías que ibas a darle justamente en esa zona? –Gritó Maikel alterado mientras me ayudaba a levantarme- joder, te has puesto en peligro sin necesidad.

- Este hombre es el mismo que nos entrenó en situaciones de secuestro. Fue el que nos enseñó las técnicas sobre como retener a una persona. Su cuerpo adopta siempre la misma postura cuando está apuntando a alguien a quien tiene de rodillas. Ten en cuenta una cosa Maikel, somos asesinos y estamos preparados para esto. Solo tenemos que poner en práctica todo lo que hemos aprendido.

Me agarró de la nuca y me pegó a su cara.

- No sabes lo mucho que me has asustado y lo cachondo que me has puesto al segundo con toda esa explicación. Estoy completamente enamorado de ti, joder –Rio antes de plantarme un beso de los que te dejan sin respiración. Pero el momento fue cortado rápidamente ya que una bala nos pasó al lado y se clavó en la pared que teníamos detrás.

- Vuelta al trabajo, cariño –Reí antes de girarme y comenzar a disparar a todas aquellas personas que estaban apuntando a mis amigos.

La verdad es que estaba completamente sorprendida a ver las habilidades increíbles que tenían Eidan, Luca y Kevin en el cuerpo a cuerpo. No eran rivales para ninguna de las personas que se encontraban aquí dentro, pero podían entretenerlos lo suficiente como para nosotros hacernos cargo de la situación.

Rápidamente corrí hacia el hombre con el cual estaba peleando Eidan y le pegué una patada en el costado, desplazándolo unos centímetros. De esta forma le había dado a Eidan la oportunidad de alejarse un poco de él ya que el hombre le estaba pegando una paliza realmente buena.

- Gracias –Dijo Eidan casi sin resuello antes de pegarle una patada en la cara al hombre y derribarlo al suelo. Seguidamente, sacó el arma que tenía en la parte de atrás de sus pantalones y le pegó un tiro en la cabeza.

- Tienes que ser más rápido –Aconsejé- atácalos siempre a la garganta, a la pelvis y a los huecos tras las rodillas. Perderán el equilibrio más rápido y podrás acabar con ellos fácilmente. No dejes que te vuelvan a coger como un saco de boxeo.

Asintió y corrió a ayudar a su hermano que se encontraba prácticamente en la misma situación que él. Esta vez Eidan me hizo caso y pateó el hueco tras la rodilla del hombre que estaba atacando a su hermano, cuando este perdió el equilibrio Luca comenzó a usarlo como un saco de boxeo. Pero debido a eso, cuatro hombres más corrieron a ayudar a su compañero por lo cual me vi obligada a acabar con ellos yo misma. Cuatro tiros perfectos en el centro de la cabeza de cada uno de ellos.

- Gracias –Volvió a repetir Eidan.

Ni siquiera respondí. Eran unos irresponsables. Pero claro, tenía que tener en cuenta que ninguno de ellos estaba preparado para una situación así. Se habían visto en vueltos en esta situación sin comerlo ni beberlo.

- ¡Nikki, una ayudita por aquí! –Gritó Silvia. Se encontraba rodeada de tres hombres y dos mujeres. Ninguno le daba tregua. Silvia se encontraba en el suelo en posición fetal intentando encajar los golpes lo mejor que podía.

Corrí hacia ella rápidamente mientras disparaba. A los hombres pude herirlos fácilmente, aunque no de manera mortal pero esto ayudó a que dejasen un poco a Silvia y esta tuviese tiempo para levantarse. Las dos mujeres vinieron directas contra mí.

Hacia muchísimo tiempo que no peleaba cuerpo contra cuerpo y la verdad es que estaba acojonada y esa era una de las primeras reglas que nos habían enseñado: no tener miedo. Si teníamos miedo, perdíamos reflejos, precisión y nos matarían. El miedo es y será siempre tu peor enemigo.

La primera mujer que llegó hasta a mi intentó pegarme un puñetazo pero rápidamente agarré su mano y usé su cuerpo para coger impulso y pegarle una patada a la otra mujer que se acercaba para unirse a su compañera. Sin esperar ni un solo segundo, sin soltar el brazo de la primera mujer, se lo doblé posicionándolo detrás de su espalda, de tal manera y con tal brusquedad que en un momento su hombro estaba fuera. Acto seguido, me giré y volví a propinarle una patada a la segunda mujer, esta vez en la barbilla.

- ¡Hija de puta! –Gritó antes de intentar abalanzarse otra vez contra mí. Esta vez mi patada fue dirigida a su rodilla. Un doloroso y espeluznante "crack" se oyó antes de que su pierna se partiese y ella cayese hacia atrás gritando.

- Hija de puta tú, bonita –Reí antes de quitarle el arma a la que tenía el hombro fuera. La muy animal estaba intentando metérselo nuevamente- Así solo vas a conseguir hacerte más daño.

- ¡Cállate! –Gritó. Estaba completamente pálida y sudaba muchísimo, así que no me sorprendió para nada cuando se desmayó. Cuando se te sale un hombro el dolor es insoportable, da igual cuantas veces te pase.

Silvia había conseguido desprenderse de aquellos hombres y los había matado con una facilidad sorprendente. Pero claro, yo les había herido antes... así que el mérito también era en parte gracias a mí.

- Esto está siendo un baño de sangre –Susurró cuando me acerqué a ella. Tenía el labio partido y una brecha en la ceja, además de numerosas zonas rojas por todo el cuerpo. Si sobrevivía, tendría unos moretones impresionantes.

- Tenemos que acabar con todo esto ya –Dije. Regina era letal. Persona que se le ponía por delante, persona a la que mataba simplemente con unos cuchillos.

- Esta chica es una fiera –Susurró Silvia. La pobre tenía falta de oxígeno- Creo que tengo una costilla rota.

Yo seguía sorprendida por la habilidad que tenía Regina para matar. Se ayudaba de la sangre que había en el suelo para deslizarse y así cortar a varias personas de una sola deslizada.

- ¿Puedes seguir? –Pregunté quitando mi mirada de ella. Puede que odiase todo este mundo, pero cuando se peleaba así de bien... podías ver cierta belleza en todo.

- Por supuesto que puedo seguir. No es la primera vez que peleo con una costilla rota, ¿Te acuerdas en Senegal?

- Aquello si que fue un verdadero baño de sangre –Reí antes de quitarle el seguro al arma y dispararle en las dos rodillas a la mujer que venía a por nosotras.

- Tenemos que ponernos en marcha. Hay que acabar con Natasha ya –Gritó Silvia antes de agacharse a recoger dos armas y echarse a correr por el pasillo en la dirección en la que se encontraba Natasha. Y digo encontraba en pasado porque ya no estaba allí.

- ¿Dónde está? –Grité corriendo tras de Silvia. Fue justo en ese momento, mientras corría tras Silvia que acerté a mirar a un lado y entonces la vi, acostada en el suelo, desangrándose lentamente- ¡Helena!

Corrí sin dudarlo un segundo hacia ella e instantes después, Silvia y yo nos encontrábamos arrodilladas ante ella.

- ¿Qué ha pasado? –Susurré intentando taponar las heridas que tenía en el estómago.

- Intenté matarla, amigas –Susurró antes de empezar a toser y que burbujas de sangre saliesen de su boca.

- Tenemos que sacarla de aquí –Gritó Silvia intentando levantarla pero puse una mano en su brazo y la detuve. No teníamos nada que hacer. Helena se estaba muriendo, no podíamos ayudarla de ninguna forma pues no teníamos como escapar de aquí y teniendo en cuenta lo lejos que estaba el hospital, Helena moriría de camino sí o sí.

- ¡Maikel! –Grité. Tras deshacerse de las personas que lo mantenían ocupado, corrió a nuestro encuentro.

- ¡Helena! –Gritó. Se había quedado blanco y sus manos temblaban. La sangre que manchaba su ropa blanca hacía un gran contraste con su piel. El miedo se estaba apoderando de él.

- No te preocupes, amigo –Susurró. Se estaba quedando sin voz y sin fuerzas.

- Siento mucho no haber podido protegerte –Susurré agarrándola de la mano. Lo sentía tanto, me había centrado en los demás y me había olvidado de ella completamente. Helena, mi Helena. Mi dulce hermana.

- Al menos todo ocurrió intentando arrebatarle la vida a esa hija de puta –Dijo. La sangre no paraba de salir por su boca.

- No te preocupes, te vengaremos, hermana. Esa hija de puta va a pagar por todo esto –Silvia no paraba de llorar y de acariciarle el pelo. Las tres habíamos estado tan unidas.

- Estoy feliz –Susurró.

Las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas. No podía creerme que mi amiga, mi hermana... Helena estuviese muriéndose delante de mí y sin yo poder hacer nada. Ahora que estábamos a punto de acabar con todo, mis amigos estaban muriendo uno a uno.

- Estoy feliz –Repitió- estoy con ustedes. Chris me espera allá donde esté y mi madre también. Muero intentando recuperar nuestra libertad.

La sonrisa que nos dedicó me rompió el corazón aún más. Para Helena la vida no tenía sentido sin Chris, nunca la había tenido. Y si eso era algo que podía reprocharle a cualquier otra persona, no podía reprochárselo a ella. Cuando estabas tan roto como lo estábamos nosotros, cuando nos habían traicionado de la forma en la que nos lo habían hecho, te aferrabas a la única cosa buena de este mundo. Te aferrabas a lo único que te hacía feliz. Y a pesar de todo, Chris fue la fuente de felicidad de Helena.

- Por supuesto que te estará esperando –Susurró Maikel besándole la mano manchada de sangre- gracias por todo, Helena.

- Son mi familia –Susurró con una pequeña sonrisa.

Silvia se abrazó a ella y yo no pude contener más las lágrimas y comencé a sollozar en alto. Nuestra amiga, nuestra compañera, nuestra hermana se había ido.

Primero había sido Chris, luego por muy traidor que haya sido murió Sebastian, luego Héctor y ahora ella. Solo quedábamos nosotros tres. Tres personas encargadas de vengar la muerte y el sufrimiento de todos los demás. Tres personas encargadas de acabar con todo.

- Voy a matar a esa hija de puta –Dijo Silvia levantándose rápidamente. Tanto Maikel como yo la seguimos sin dudarlo.

Comenzamos a disparar a todas aquellas personas que se nos pusieron delante intentando frenarnos. Pero nadie lo iba a conseguir, hoy Natasha Romanov iba a morir. Hoy íbamos a vengar a todos aquellos que habíamos perdido nuestra infancia por su culpa.

Tras varios minutos, no sin mucha dificultad, conseguimos llegar a la puerta del despacho de Natasha.

- Nunca pensé que sería tan cobarde de ocultarse aquí dentro –Susurró Maikel.

- La supervivencia manda. Eso está claro –Dijo Silvia antes de abrir la puerta. Craso error, una lluvia de balas se quedaron clavadas en su cuerpo y cayó fulminada al instante.

- ¡Silvia! –Grité mientras Maikel me agarraba para que no cometiese el error de ir a por su cuerpo. Si me metía allí dentro, acabarían también conmigo.

- ¡Vengan conmigo, chicos! –Gritó una esquizofrénica Natasha desde el interior de su despacho- Prometo no hacerles nada.

Maikel asomó solo la mitad de su cabeza para descubrir lo que estaba pasando allí dentro. Yo me encontraba en shock, ¿cómo era posible que Silvia hubiese muerto? Silvia, mi Silvia.

Maikel entró primero que yo puesto que en el despacho solamente se encontraba Natasha.

- ¡Los supervivientes! –Gritó Natasha dando palmadas mientras se sentaba en su escritorio. En aquella sala no había nadie, ella había sido la única culpable de matar a Silvia- como verán, no me vine aquí dentro a esconderme. Vine aquí dentro a esperar a que viniesen a por mí.

Iba a seguir hablando cuando de repente puso cara de sorpresa y segundos después, una bala le atravesó el cerebro y cayó desplomada sobre su escritorio. Nos giramos rápidamente y allí encontramos a Regina con un arma en sus manos. ¿Y ya está? ¿Así de rápida había sido la muerte de Natasha Romanov? ¿Después de todo lo que habíamos sufrido, su muerte había sido así de rápida y de miserable?

- No se merecía nada más. No se merecía dar sus últimas palabras. No se merecía nada –Se limitó a decir Regina antes de darse la vuelta y abandonar el pasillo.


REGINA (P.D.V)

Caminé lentamente sobre todos aquellos cuerpos y pasé al lado de las personas que seguían peleando. Pude ver como Leah se hacía un torniquete en el muslo mientras el agente Philipp intentaba protegerla de los que aún seguían luchando. Pude ver a Luca quitándole de encima a unos hombres a su hermano y pude ver a Kevin golpeando a un hombre como si no fuese más que un saco de boxeo.

No hice caso a ninguno de ellos ni intenté ayudar a nadie y seguí caminando durante unos minutos hasta entrar en la habitación que quería. Cerré la puerta con llave tras de mi y me senté a su lado.

- ¿Sabes? He matado a Natasha. Tendrías que haber visto la cara de sorpresa que puso cuando me vio allí. No se lo esperaba para nada –Dije mientras sacaba el cuchillo de mi pantalón.

Lo miré. Estaba tan pálido y rígido completamente manchado de sangre

- Me hubiese gustado que estuvieses allí. Al fin y al cabo ella también te hizo mucho daño a ti. Nos hizo mucho daño a los dos –Susurré mientras posicionaba el filo del cuchillo contra mi muñeca derecha.

Hasta que no descubriesen la muerte de Natasha, nadie pararía de pelear. Nadie vendría a por mí.

- Siento mucho lo que te hice, no sabes lo que me dolió hacerlo. Pero tenía que vengar a mi familia, tenía que hacerlo –Susurré antes de cortar la muñeca izquierda. La verdad es que era una sensación extraña esa la de sentir el filo atravesando la piel. Los humanos éramos tan frágiles.

Me dejé caer a su lado y apoyé mi cabeza contra su duro hombro. Estaba tan frío, yo lo había dejado tan frío.

- Ya estoy aquí –Susurré- no te voy a dejar solo.

No pasó mucho rato hasta que comencé a sentir como los ojos se me cerraban. La muerte más dulce decían que era esta. Y tan dulce era que me iba junto a la persona que había amado y odiado siempre a partes iguales. Un final amargo para ambos, pero dentro de lo que cabe, un final feliz para mí.

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