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Capítulo 44


Capítulo 44

MAIKEL (P.D.V)

Ansiedad.

Esa era la única palabra que encontraba para definir lo que sentía ahora mismo.

¿Qué más podía hacer? Me pasaba el día intentando recordar algo. Pero nada venía a mi mente. Solo recordaba buenos momentos: risas, fiestas, diversión, muertes... pero no recordaba nada malo. No recordaba sentir que echaba de menos a mi familia, no recordaba sentir odio hacia Natasha o hacia lo que hacía.

Mi cuerpo, ese que tenía tantos nombres escritos con tantas palabras y fechas... era todo un recuerdo. Un recuerdo de lo que alguna vez había hecho para no olvidarme nunca de ello. Recordaba perfectamente cuando me había hecho el primero y cuando me había hecho el último, pero no era capaz de recordar el porqué. No tenía un recuerdo en mi mente que explicase por qué me los había hecho, pero sabía por lo que era. Había hablado lo suficiente con Helena como para saber que "mi otro yo" detestaba esta vida. Así que había decidido tatuarme a todas aquellas personas a las que había matado.

Había sido una sorpresa descubrir que ninguno de ellos era consciente de la cantidad de tatuajes que tenía. Sabían que tenía tatuajes, pero no sabían de qué trataba o por qué eran esas frases. Nunca, ninguno de ellos se lo había preguntado pues en el fondo cada uno lidiaba con el estilo de vida que llevábamos como podíamos.

- ¿Estás preparado? –Preguntó Christopher.

En el fondo les tenía envidia. Al fin y al cabo tanto él como Helena habían sido capaz de recordar todo lo que había pasado y mientras yo, me encontraba en un punto en el que sabía que todo era mentira pero no conseguía recordar nada.

- ¿Para matar a esa familia que no recuerdo? –Pregunté cínico- No, no estoy preparado.

Estaba preparado para matar, tenía ganas de acción. Pero no de matar a cualquier persona. Tenía ganas de matar a Natasha o de torturarla. Necesitaba hacerla sufrir como ahora mismo me encontraba sufriendo yo.

Justo en ese momento Silvia gritó desde la parte baja de la casa que habían llegado los coches.

- Hermano, relájate. Intentaremos salvar la situación sea como sea. No dejaré que tu familia muera hoy –Dijo tras darme una palmada en el hombro. Acto seguido, salió de la habitación.

Me miré en el espejo y solté un suspiro.

Iba vestido como la muerte. Completa y absolutamente de negro con una pistola metida en la cintura. Supuestamente no iba a ser una misión muy difícil, por lo cual no teníamos que llevar armas muy grandes. Con algún que otro cuchillo y una pistola, era más que suficiente.

Bajé las escaleras como si fuese directo a un funeral. ¿Pero es que acaso no iba a un asesinato? Era prácticamente lo mismo puesto que en el fondo, muy en el fondo, sentía que conocía a esas personas.

- ¿Y esa cara? –Preguntó Silvia.

- No he dormido bien –Contesté bruscamente antes de salir de la casa y subirme en el todo terreno que teníamos en la entrada.

Una de las cosas que me sorprendió tras subirme en el coche fue que uno de nosotros iba a tener que conducirlo. No había nadie que nos fuese a llevar a la misión y tras haber estado tantos meses encerrados en esta jodida casa, me parecía bastante extraño. Recordaba que nunca nos había hecho falta que nadie nos llevase a los sitios, siempre íbamos nosotros por nuestra cuenta... pero no sabía si eso era real o era un recuerdo que Natasha nos había implantado. Aun así, el hecho es que tras haber estado tanto tiempo encerrados en esa casa y sin ninguna misión, me sorprendía que Natasha nos dejase conducir a nosotros. Pero lo más seguro es que tuviese cámaras dentro del coche y algún rastreador para saber dónde estamos en todo momento.

Natasha no era tonta... aunque nosotros nos empeñásemos en subestimarla. Lo más seguro es que si nos vigilaba las 24 horas del día, ya se hubiese enterado de que Helena había recuperado sus recuerdos y Chris también. Pero... si lo sabía, ¿por qué no había actuado? ¿A qué estaba esperando? ¿Tendría esta misión que ver con el hecho de que ellos ya recordasen?

Una vez estuvimos todos dentro del coche, Héctor tomó el control del todoterreno y arrancó rápidamente.

Él al igual que Sebastian eran los únicos que habían conseguido salir de la casa durante todo el tiempo que estuvimos sin una misión. ¿Por qué? La verdad es que no lo sabía. Iban a hablar con Natasha pero no teníamos ni idea de qué ni por qué eran ellos los únicos que podían salir.

- ¿No están emocionados por tener una misión después de tanto tiempo? –Preguntó Silvia sonriente mientras limpiaba su arma.

Todos la miramos de reojo pero ninguno contestó. El ambiente estaba tenso y nadie quería hablar. No estábamos cómodos y creo que todos nos olíamos algo raro.

¿Por qué de repente teníamos esta misión? ¿Por qué de repente tenía que mandarnos a matar a mi supuesta familia? No entendía nada y creo que ninguno lo hacía. O al menos eso era lo que pensaba. Tal vez Héctor y Sebastian sí que entendían algo ya que ellos eran los únicos que se relacionaban con Natasha.

- Vaya, gracias por responder todos a la vez –Dijo Silvia de forma irónica.

- Necesitamos concentrarnos. Hace tiempo que no vamos a una misión –Contestó Sebastian por los demás.

- ¿Y qué? Puede que llevemos tiempo sin matar, pero está en nuestra sangre. Deberían estar todos un poco más animados, no sé. Con esas caras de seriedad le van a quitar toda la emoción al asunto.

Aquel comentario me provocó una oleada de furia. "¿Toda la emoción al asunto?" estábamos a punto de matar a unas personas y ella lo encontraba emocionante. Estaba rodeado de jodidos locos, estaba claro. Pero bueno, ¿por qué me sorprendía? Nos habían cogido a todos y nos habían borrado la memoria... claro que estaba rodeado de locos, ¿quién en su sano juicio haría algo así? Nadie.

- Maikel, tienes una cara de muerto viviente que no puedes con ella. Alegra esa cara, chico. Parece que estás yendo a un funeral –Comentó divertida.

Helena me miró de reojo y suspiró. Ella tampoco entendía el entusiasmo de Silvia.

- No estoy yendo a un funeral, pero estoy yendo a cometer un asesinato. ¿Qué pretendes? ¿Qué esté saltando dentro del coche como un niño de siete años al que van a llevar a DisneyWorld? Lo siento Silvia, no vivo con tanta emoción.

- Seco –Dijo prácticamente con desprecio.

- Niñata –Respondí.

- Si van a seguir diciéndose cosas, porque al menos eso es lo que parece, van a estar comportándose como verdaderos niños pequeños y creo que ya todos somos adultos. O al menos se espera una cierta madurez por parte de todos ya que nos están encargando otra misión después de bastante tiempo –Dijo Christopher.

Una sensación bastante familiar se instaló en mi pecho. Como si me fuese familiar que Christopher actuase como el jefe del grupo.

- ¿Por qué no te callas? –Preguntó Sebastian- deja que hagan lo que quieran. ¿Quién eres tú para decirles cómo se tienen que comportar?

- La pregunta aquí es... ¿quién te ha dado permiso para qué hables? Y también, y más importante aún, ¿quién te crees que eres para mandarme a callar? –Preguntó Christopher girándose para encararse con Sebastian, quien se encontraba sentado en el sillón trasero solo.

- ¿Quién te crees que eres tú para pensar que tienes el derecho de darme el permiso para hablar o no? –Rio Sebastian- no eres más que ninguno de nosotros. Así que baja esos humitos, no vaya a ser que alguien más tome la decisión de hacerlo.

- ¿Sí? ¿Y quién será esa persona? ¿Tú? No me hagas reír. Puedo deshacerme de ti incluso sin sudar. Soy mejor que tú en todos y cada uno de los sentidos, así que por tu bien y el de tus dientes, mantente calladito ahí. No estorbes. Tus comentarios y tu presencia no le interesan a nadie.

Se formó un silencio tenso en el coche. Demasiada hostilidad en aquel comentario.

- Vaya, vaya. Parece ser que alguien siente un poquito de hostilidad hacia mi persona. Deberías tener cuidado tú, Christopher. No vaya a ser que te lleves una sorpresita y los dientes que corran peligro sean los tuyos. Y no solo tus dientes, si no cualquier parte de tu integridad física.

- ¡Cállense! –Intervino Helena- Los dos. No nos molesten a los demás.

- ¿Y por qué tenemos que hacerte caso? –Preguntó Sebastian.

- Porque sí, porque ninguno de nosotros tenemos ganas de oírlos. Solamente sueltan tonterías y lo único que hacen es elevar el nivel de testosterona. Estúpidos. A ver si maduran de una jodida vez que ya tienen edad –Comentó seca.

Finalmente todos mantuvimos silencio y aunque pareciese que era un momento de tranquilidad, dentro del coche únicamente se respiraba tensión. Nadie estaba cómodo con nadie. Todos queríamos salir de aquel coche cuanto antes y yo el primero.

**

- Es aquí –Dijo Héctor antes de dejar el coche al otro lado de la calle. En frente teníamos una casa bastante normal. Nos encontrábamos en un vecindario cerca del centro de la ciudad, aunque no tan lujoso como otros vecindarios de Rusia. Esta casa en cuestión era amarilla y con grandes ventanas tanto en la primera como en la segunda planta. Además, un pequeño jardín rodeaba la casa.

- Hay tres personas dentro de la casa –Dijo Silvia mientras miraba la pantalla del ordenador que tenía encima de las rodillas. Un sensor de calor le indicaba las personas que habían en el interior- Hay dos personas en la planta baja y una en la superior.

- Parece ser que hay una acostada –Dije mientras miraba la pantalla por encima de su hombro.

- No se esperan nuestra visita –Dijo Sebastian mientras se desabrochaba el cinturón- un ataque sorpresa será nuestra mejor baza.

- ¿Pero no se suponía que teníamos que matar a cuatro personas? Falta una –Dijo Héctor.

- ¿Prefieren esperar? –Preguntó Helena.

- Yo creo que es mejor que ataquemos ya y esperemos a la cuarta persona dentro de la casa. Si tardamos mucho corremos el riesgo de que las personas que hay en el interior salgan por cualquier motivo –Dijo Sebastian- o que se den cuenta de nuestra presencia. Nos encontramos en un vecindario, armar mucho escándalo podría alertar a la policía. Deberíamos actuar con cuidado.

- La parte buena es que esta casa está un poco más apartada de las demás –Dijo Silvia- con unos silenciadores todo estará bien.

- ¿Creen que haya puerta trasera? –Preguntó Héctor.

Christopher, Helena y yo nos manteníamos en silencio. ¿Qué más podíamos decir? Mi mente trabajaba a cien mil por hora con el objetivo de evitar aquel ataque. Y lo más seguro es que Christopher y Helena estuviesen haciendo lo mismo.

- ¿Pasa algo, Chris? –Preguntó Silvia.

Todos levantamos la cabeza y le miramos. Estaba pálido, muy pálido. ¿Qué le ocurría?

- Nada. No he desayunado bien –Susurró sin apartar la vista de una de las ventanas de la casa. Lentamente giró la cabeza hacia nosotros y cerró los ojos. Rápidamente los volvió a abrir y empezó a recuperar el color de la cara nuevamente.

- Bueno –Dijo Silvia sin dejar de mirarlo- Es poco probable que haya puerta trasera puesto que el jardín no parece ser muy amplio por la parte de atrás. Es más bien hacia los lados.

- Yo opto por ir directamente por la puerta principal –Dijo Sebastian- las personas que se encuentran en la planta baja se encuentran juntas en una misma habitación y por lo que podemos observar, en una habitación cercana a la puerta. Presumo que será una sala de estar. Lo mejor es que entremos directamente y ataquemos. No les dará tiempo a defenderse.

Si Sebastian era bueno en algo, era en planear ataques. Aunque en este caso no había mucho que planear. Había solamente tres personas dentro de la casa.

- Bueno. Ataque frontal y ya está. No vamos a volvernos locos –Dijo Héctor antes de abrir la puerta del piloto y salir del coche.

Rápidamente, todos colocamos los silenciadores en nuestras respectivas pistolas y nos bajamos siguiendo a Héctor. Caminamos intentando aparentar la mayor normalidad posible, pues aunque no hubiese nadie en la calle, al menos debíamos guardar las apariencias antes de llegar a la puerta principal.

Héctor abrió la puerta únicamente de una patada. Se oyó un grito en el interior, seguramente del susto que se habían pegado ante el estruendo de la puerta. Tras entrar el primero, Héctor tuvo que volver a apoyarse en el marco de la puerta puesto que nos habían disparado.

- Vaya, parece ser que el factor sorpresa no ha resultado como esperábamos –Dije antes de entrar junto con Helena en la casa.


CHRISTOPHER (P.D.V)

Leah y su marido, Gerard se encontraban en la sala. Ambos con dos armas en la mano y sorprendentemente con dos chalecos antibalas puestos. ¿Será que nos estaban esperando?

- ¡Maikel! –Gritó Leah con los ojos llorosos.

Tanto Héctor como Silvia y Sebastian se giraron para mirar a Maikel. La incomprensión estaba escrita en sus caras, ¿por qué esa mujer lo conocía? Maikel no apartaba la vista de sus padres, los tres se encontraban impactados. ¿Era posible que Maikel estuviese recordando algo en ese momento? Sus ojos se habían vuelto vidriosos.

- A la mierda –Dijo Sebastian antes de girarse nuevamente y disparar.

- ¡No! –Gritó Maikel mientras corría hacia su padre, quien había caído hacia atrás. Pero los reflejos de Leah habían sido buenos y había disparado a Sebastian, quien ahora se apoyaba contra una pared puesto que le había disparado en el muslo.

Prácticamente se desató una guerra campal dentro de aquella casa. Leah disparaba tanto a Héctor como a Silvia, mientras que Helena se encontraba intentando ayudar a Sebastian. En cambio Maikel se encontraba junto al cuerpo de Gerard. Sebastian le había disparado justo en la cabeza.

- ¿Qué has hecho? –Grité cuando me di cuenta.

- Nos mandaron aquí con un objetivo, he hecho lo que me ordena... -No terminó de hablar. Su mirada se dirigía hacia las escaleras que tenía detrás de mí.

No quería girarme. Sabía a quién me iba a encontrar, la había visto en una de las ventanas de la planta superior.

Nikki.

- ¿Qué cojones... -Susurró Sebastian.

Me giré y me encontré a Nikki con un arma apuntando directamente a Sebastian. Una Nikki tremendamente embarazada.

- Joder –Susurré.

- ¿Dónde están Leah y Gerard? –Preguntó bajando las escaleras.

Miré a Sebastian, quien apartó a Helena de un empujón y se colocó recto y levantó el arma contra Nikki.

- Sebastian, no te atrevas –Susurré interponiéndome entre el arma y Nicole.

- Apártate, Chris. He estado esperando este momento durante muchísimo tiempo –Dijo ella.

No. No me iba a quitar. Nikki estaba embarazada y no se podía exponer a ese tipo de cosas. ¿Y si le pasaba algo? No, jamás me lo perdonaría.

- Apártate, Christopher. ¿O prefieres que atraviese esa barriga de Nicole con la misma bala con la que te atravesaré a ti? –Preguntó Sebastian mientras desbloqueaba el arma.

Me abalancé contra él mientras intentaba quitarle el arma. Alrededor dejaron de sonar los disparos. Todos estaban pendientes a ese momento. Estaba forcejeando contra Sebastian, el cual estaba loco y encima tenía el arma desbloqueada.

En algún momento, me golpeó la cabeza con la culata de la pistola y perdí el equilibrio.

- ¡No! –Gritó Maikel mientras venía hacia nosotros.

Me giré y vi como Silvia le quitaba el arma a Nicole y le agarraba las manos a la espalda.

- Eres una traidora. Pensábamos que estabas muerta –Dijo Silvia- parece ser que Natasha nos envió aquí con un objetivo.

- Y vamos a cumplir ese objetivo. Natasha quería muertos a cuatro personas. Vamos a dárselo –Dijo Sebastian.

Nadie se movía. Nadie respiraba. Nicole únicamente tenía ojos para Maikel y él para ella.

- Nikki –Susurró Maikel.

No podía permitirlo. No podía permitir que ellos sufriesen lo que sufrí yo con Helena y menos teniendo un bebé de por medio. Así que sin pensarlo me giré y justo en ese momento un disparo resonó en toda la casa.

Los ojos aterrorizados de Nikki me devolvían la mirada. Di un paso hacia delante y perdí el equilibrio. El grito de Helena y de Nikki me confirmó lo que ya sospechaba por el calor que comenzaba a sentir en el centro de mi espalda.

El disparo lo había recibido yo.

- ¡Chris! –Gritó Helena.

Sabía que se encontraba con sus manos en mis hombros, pero estaba comenzando a dejar de sentir sus manos y comencé a tener frío. No veía bien, estaba todo muy borroso. ¿Estaba perdiendo la consciencia o es que estaba llorando?

Por muy tópico que parezca, vi pasar toda mi vida por delante de mis ojos. Desde el momento en el que disparé a mi hermano hasta el momento que había recibido ese disparo. "El que a hierro mata, a hierro muere" pensé.

- Chris –Susurraron a mi alrededor. Pero se volvía muy lejano. Esa voz parecía un eco.

Dejé de sentir dolor en la espalda y solo sentía frío. Un desgarrador frío. Y así, poco a poco, comencé a notar como todo se iba volviendo negro alrededor.

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