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Capítulo 25


NIKKI (P.D.V)

Le miré aún sin dar crédito a lo que veía.

¿Qué cojones hacía Kevin Santos en Rusia? No, más concretamente, ¿qué cojones hacía Kevin Santos trabajando con un agente del FBI?

-Por tu cara, puedo suponer que ha sido toda una sorpresa el encontrarme aquí después de tantos meses –Dijo con una pequeña sonrisa que estaba lejos de ser amable.

Cientos de recuerdos empezaron a apoderarse de mi mente en ese momento. Eidan y yo juntos, mi desprecio inicial hacia él, mi cariño hacia él al final.

Pero sobre todo, recordaba el dolor que había sentido cuando Natasha nos había secuestrado y me había dado cuenta de que jamás iba a volver a verlo. De que jamás, volvería a sentirme como me había sentido junto a él.

-Jamás esperé volver a verte –Contesté sinceramente.

- Pues la verdad, desde que me comunicaron que el cuerpo de mi hermana había sido encontrado en un descampado con un tiro en la cabeza. Y, posteriormente, que toda tu familia había desaparecido sin dejar rastro... esperaba volver a verte, y cuanto antes mejor.

Su odio hacia mí, era palpable.

-Cómo mismo le dije al Agente Philip, fue todo una coincidencia.

No podía mirarle a los ojos. Recordaba con exactitud el momento en el que Sebastián había apretado el gatillo y la bala se había incrustado en la frente de Eliza, que sentía que si lo miraba a los ojos, él podría ver exactamente lo que había pasado esa noche.

-No te hagas la tonta, Nicole. Me he pasado seis meses intentando dar con ustedes, intentando dar con el maldito de tu hermano Sebastián. Me he pasado incontables noches sin dormir intentando averiguar sobre ustedes. Es posible que si hubiese encontrado información sobre ustedes, pensase que todo había sido una coincidencia. Que alguien había secuestrado a Eliza y la había matado simplemente por cuestiones de la vida. Pero... si fueses tú la que hubiese estado investigando el asesinato de tu hermana, y las personas a las que investigas no tienen pasado, ¿no habría sido todo muy sospechoso y lo hubieses relacionado todo?

- Kevin, lo que creo es que el asesinato de tu hermana te ha afectado muchísimo y estás viendo cosas donde no las hay. Tanto tú como el agente Philip deberían volver a Estados Unidos, hazme caso. Salgan de aquí cuanto antes.

Se levantó de golpe, lo que ocasionó que la silla en la que estaba sentado, cayese hacia atrás violentamente.

-¡No me digas que estoy viendo cosas donde no las hay, Nicole! –Gritó fuera de sí- me he pasado meses investigando tanto a tu hermano Sebastián, como a tu familia. Fue como si nunca hubiesen estado en América. Te juro que si no fuese porque muchísima gente los recuerda, podría haber pensado que me los había imaginado. Pero no, toda tu familia estuvo allí incluso aunque no haya pruebas de ello. Puede que hayan intentado esconder todo sobre ustedes, pero créeme, me terminarás diciendo todo lo que sabes.

Nunca había visto a Kevin así de amenazador. Lo recordaba como una persona pacífica, un chico lleno de alegría que era sociable con todo el mundo.

Y una vez más, los Romanov le habían destrozado la vida a alguien.

-Y dime Kevin, ¿cómo pretendes hacerme hablar? –Pregunté mientras levantaba una ceja y sonreía de lado.

Yo era una Romanov, ¿quién cojones se creía este chico para amenazarme? Podría sentir muchísima pena por él y sentirme culpable por lo que le había pasado a su hermana. Pero jamás, ¡jamás! Dejaría que me amenazasen.

-Realmente créeme que no quieres descubrirlo, Nicole –Dijo mientras se acercaba rápidamente a mí.

En menos de cuatro segundos su nariz estaba rozando la mía y me estaba mirando directamente a los ojos.

-Buena suerte con eso, Kevin. Realmente no sabes con quién te estás metiendo –Solté una carcajada seca y mantuve mi posición: mi nariz pegada a la suya y mis ojos manteniendo su mirada firmemente.

- Eso es lo que pretendo descubrir, Nicole. Y créeme, lo voy a conseguir –Dijo con una enorme sonrisa antes de colocarse derecho.

Cuando pensaba que iba a darse la vuelta y se iba a alejar de allí justo como hacía el agente Philip, Kevin me metió un puñetazo que me cogió completamente de sorpresa.

Por un momento parecía que me había desmayado. Veía puntitos negros y me sentía completamente mareada.

-¡¿Qué mierda haces?! –Grité presa de la rabia.

El ojo me latía violentamente. Seguramente, en menos de una hora, lo tendría completamente hinchado y morado.

-Créeme, Nicole. Vas a decirme absolutamente todo lo que sabes de lo que pasó el día que mi hermana murió –Dijo antes de volver a meterme otro puñetazo.

Aunque lo había visto venir, había dolido como mil demonios.

Giré la cara y escupí la sangre que me había provocado su puñetazo.

-¿Es esto todo lo que tienes para darme? –Pregunté mientras levantaba la cabeza lentamente y le sonreía con toda mi dentadura llena de sangre.

- Esto es solo el principio –Dijo con una sonrisa que no aseguraba nada bueno, mientras se quitaba la chaqueta y la tiraba al suelo.

*

- ¿De qué me sirve esto ahora? Prácticamente no puedo abrir la boca –Vocalicé lo mejor que pude.

El agente Philip había aparecido después de que Kevin me hubiese pegado diez puñetazos más, con la comida que le había pedido anteriormente.

-No deberías haberle provocado –Susurró mientras partía un trozo de sándwich con la mano y me lo acercaba a la boca.

- ¿Qué crees que estás haciendo? –Susurré mientras me alejaba lo más que podía de su mano.

- No te voy a desamarrar, Nicole. Así que esta es la única forma en la que vas a poder comer –Dijo encogiéndose de hombros mientras me volvía a acercar el trozo de sándwich.

Esto es humillante –Pensé resignada mientras abría la boca lo más que podía, lo cual no era mucho.

Tenía los mofletes inflamados debido a los puñetazos y numerosas heridas en la boca debido a las veces que me había mordido sin querer por culpa de los puñetazos.

-Mi opinión es que no la alimentemos. Así, mientras muere de hambre, tal vez recapacite y decida confesárnoslo todo. En cambio, si la alimentamos, cogerá fuerzas y le dará igual lo que le hagamos. No hablará.

Incluso después de los puñetazos que había sufrido, no podía odiar a Kevin. Sabía que era el dolor quien hablaba por él. Si nunca hubiésemos aparecido en su vida, él nunca se hubiese vuelto de esta manera.

-Kevin, ya has hecho demasiado por hoy, ¿por qué no te vas y vuelves por aquí mañana? –Preguntó el agente Philip sin dejar de alimentarme.

Kevin bufó y se alejó de allí a pasos agigantados.

-Gracias –Susurré una vez Kevin desapareció.

- No tienes por qué darlas, no quiero que mueras cuando lo que quiero es que confieses lo que pasó esa noche.

Intenté sonreír, pero solo terminé soltando un quejido de dolor.

-Te estoy dando las gracias por haber aparecido y haber parado a Kevin. Si no hubieses aparecido, posiblemente me hubiese matado –Susurré.

Era verdad, Kevin estaba cegado por la ira y las ganas de venganza. Podría haberme matado a puñetazos si no hubiese aparecido el agente. Y, lo más probable, es que si hablaba, me mataría igualmente.

-No nos sirves muerta. Eso es algo que Kevin tiene que entender.

Terminó de darme el sándwich con algunos sorbos de coca cola, pero el bocadillo iba a ser imposible de comer.

-Espero que después de esto, tengas más ganas de hablar –Dijo mientras se levantaba y se alejaba de mí.

- Ahora mismo una ducha me vendría de perlas –Comenté cambiando de tema.

Se acercó rápidamente a mí, e instintivamente me encogí para evitar el puñetazo. Pero el puñetazo nunca llegó, es más, se posicionó detrás de mí y aflojó las cuerdas mientras me ayudaba a levantar de la silla.

En ese momento podría haberle propinado un codazo en las costillas, darle un derechazo y tirarlo al suelo mientras le robaba la pistola. Pero, extrañamente, no lo hice.

Cuando Philip me dejó caer en un colchón en el suelo y me recostó sobre la almohada, para acto seguido taparme un poco con una manta, simplemente decidí no hacer nada.

Me estaba quedando dormida, cuando de repente, Philip volvió a hablar.

-No permitiré que Kevin vuelva a hacerte daño, sé que tarde o temprano tu terminarás contándonos todo lo que pasó.

- ¿Por qué? –Pregunté en un susurro.

La cara me dolía millones. Quería dormir y alejarme de ese dolor.

-No permito que se torture a chicas embarazadas.

Cuando me quedé dormida, inevitablemente lo había hecho con una sonrisa en la cara.

Incluso estando secuestrada como estaba, por extraño que pareciese, me sentía a salvo.

A salvo de los recuerdos.

A salvo del dolor.

A salvo de Natasha.


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