Capítulo 4; El lago del sueño.
La primera noche en aquella mansión fue un poco dura para Ronald; aunque pareciese raro, la temperatura en aquella habitación parecía cada vez más alta, se moría de calor y al abrir la ventana de su cuarto sentía como el polo sur entraba en su habitación, por la temporada de invierno en la que estaban, y por si no fuera poco un montón de preguntas e ideas amenazaban con no dejarlo dormir. Iban a ser las cinco de la mañana y no había podido dormir nada, así pasó el tiempo hasta las cinco y media, hora en la que Ronald estuvo a punto de caer en el sueño más profundo de su vida cuando un extraño y horrible pensamiento invade su cabeza.
¿Y si la leyenda del taxista es real, y el pueblo piensa en matarme?
Una hora después Ronald había podido conciliar el sueño, pero los gritos de su madre llamándolo, lo levantan.
-¡Ronald!- escucha a lo lejos junto con unas risas y parloteos- ¡Ronald ya levántate, se nos va a hacer tarde!
¡Claro, el paseo!. le recordó su subconsciente, haciendo que abriera un ojo para ver como su cuarto había dejado por completo la oscuridad de la noche anterior. Ronald se levantó, y tras cepillarse y cambiarse, bajó para encontrarse con su "familia", al entrar en la sala se tiró en uno de los muebles, dispuesto a recaer en su sueño, mientras veía a Esmeralda con una niña pequeña en otro mueble.
-¿Qué pasó?¿no dormiste bien?- le pregunta Esmeralda con algo de ironía
-¿El tiene sueño?- alcanzó a entender Ronald de aquella niña que hablaba un poco enredado.
-Tal parece que si Christine- le contesta Esmeralda
-Bueno chicos ¿ya estamos listos?- pregunta Jazmine- Ronald, ¿pero qué haces aquí?, ve a arreglar tus cosas.
-¿Qué cosas?- dijo entredormido.
-Las cosas para el viaje
-¿Cuál viaje?
-Vamos Ronald, no te hagas, no hay tiempo para esto, vete a cambiar.
Ronald juntó todas sus fuerzas para levantarse de ese colchón e ir a su habitación donde se colocó un abrigo y mono para invierno, luego tomó su bolso, donde metió el libro, su juego de ajedrez, sus audífonos y celular.
-Chicos ya nos vamos- anunció Jazmine.
Ronald bajó de su habitación y vio como su madre sacaba la llave de la puerta, aunque ambos sabían que siempre que él llevara su reloj no la necesitarían. Toda su "familia" estaría en ese viaje, incluida la arrogante de Esther, y sabiendo la discusión que hubo entre Esmi y Emma, sabía que debía tener cuidado con lo que hacía. Se fueron en bus, y Ronald se sentó junto a una de sus tías, de la cual descubrió que se llamaba Lina, ella le hizo unas preguntas muy extrañas a las cual Ronald no prestó mucha atención debido al sueño que tenía; era tanto que al dar ese primer paso fuera del bus, pensó que se iba a desplomar en el piso. Caminaron un poco para llegar al lago, este era un lugar público, por lo que no se pagaba y estaba abierto todo el día todos los días, a Ronald le sorprendió que al ser el fin de año no hubiera nadie allí desde esa hora. Al llegar Ronald se fue aparte y sacó su libro para seguir leyendo.
-¿Por donde iba?... Ah si... El calor de la tarde la recibió...
Era verano y hacía ya mucho tiempo que Elena no sentía el sol recorriéndole la piel, Elena salió de ese cuarto oscuro para ver que estaba en una casa muy grande. Decidió salir al pueblo que, en ese entonces, quedaba mucho más cerca de la mansión, la princesa vio cómo aquel pueblo, que años antes había sido atacado múltiples veces por el pueblo de Luxengard, estaba completamente repuesto. Estando allí conoció a un joven, el cual la invitó a un picnic en el lago, Elena aceptó y se fue al castillo para arreglarse, y al ir al lago vio todo listo, esperándola a ella.En este picnic se confesaron mutuamente que eran de sangre azul; el príncipe Edward Rumberguer de Estrambowl y la princesa Elena Robinsonn de Carrow.
Así siguieron viéndose y al cabo de unos meses ya estaban saliendo oficialmente, pero el padre de Elena, Ludwin, no estaba enterado. Un día Edward se presentó en el palacio, para pedir la mano de Elena, pero Ludwin, no aprobaba el matrimonio por el apellido que tenía, por lo que Edward decidió renunciar a todo; renunciar a su reino, a su legado, a su apellido y continuar como si él fuese uno de los Robinsonn, con tal de que él aprobara su relación.
Al ver este acto de amor Ludwin se dio cuenta del amor que le tenía Edward a Elena, ese amor capaz de sobrepasar los muros, de poder renunciar a todo por esa persona, el mismo amor que él tenía a Miranda, por lo que los casó unos días después, y una semana después descansó en paz sabiendo que había dejado a su hija en las mejores manos que fuese podido hacerlo...
-Hola- Ronald levanta la mirada y ve a alguien, a una niña- me llamo Lilith.
-Hola Lilith, me llamo Ronald.
-Eso ya lo sé- le dice con una sonrisa amistosa-¿qué lees?
-No nada- dijo guardando el libro- solo algo aburrido de...
-¡Oye Ronald, ven acá!- lo salva Esmeralda de dar una explicación.
-Lo siento Lilith, tengo que irme, pero quizás podamos hablar más otro diaLilith asiente con la cabeza.
-Fue un placer conocerte- le estrecha la mano.
Mientras Ronald se dirigía hacia Esmeralda, sentía que la falta de sueño empezaba a hacerle efecto de nuevo, pero a pesar de eso notó que detrás de ella estaba alguien, estaba Esther.
-Hola Ronald- le recibe Esmeralda.
-Hola, ¿Qué hace ella...- mira a Esther.
-También es un gusto verte Ronald- dice Esther de forma irónica.
-Bueno Esther juega ajedrez y considerando que tu trajiste un tablero, pensé que sería buena idea que hicieran las paces con una partida amistosa. ¿Qué te parece?
-Siempre y cuando no salga lloriqueando cuando le gane por mi esta bien- Ronald se bajó el bolso y sacó el tablero. Organizaron las fichas, Esther se quedó con las blancas, dejándole las negras a Ronald. Llevaba poco mas de un minuto cuando Esther empezó a hacer preguntas un tanto raras.
-Y dime ¿Cómo supiste que habías heredado la mansión?- preguntó Esther.
-No creo que eso sea de tu incumbencia, Esther.
-Vamos, solo quiero conocerte un poco más.
-...Fue por una carta.
-¿Una carta?
-Si una carta, hace una semana recibí una carta de mi bisabuelo que decía que la había heredado.
-¿Y al principio si le creíste?
-No, la verdad que no
-...¿Y en el pueblo te trataron mal?
-No, de hecho creo que nadie notó mi presencia.
-Y ¿les fue difícil atravesar el bosque?
-No, solo me perdí pero mi mama me encontró.
-Y ¿Cómo entraron en la casa si no tenían la llave?- Ronald no contestó.
-Ronald, te hice una pregunta.
-Fue con una llave especial.
-¿Qué llave?
-¿No crees que ya fue suficiente, Esther?
-No, te pregunté ¿Qué llave?
-El reloj- le soltó sin más.
-¿El reloj?
-Si el reloj.
-Y ¿Cómo supiste que era el reloj?
-No lo sé, una corazonada- Pasaron unos minutos antes de que Ronald viera que el tablero estaba de su lado.
-¿Sabes algo Esther?- dijo haciendo su último movimiento- jaque mateEsther bajó la mirada y vio en el tablero que no había escapatoria para su rey por lo que se levantó y caminó lejos de donde estaban caminando.
-¡Esther, dijimos que no te ibas a molestar!- le grita Esmeralda, mientras ella entra en una cabaña que estaba ahí.
-Déjala, sabía que se pondría así- le dice, Ronald.
-Creo que deberíamos ir a buscarla.
-...Está bien pero no me culpes si no la trato con el mejor servicio- Ambos se dirijieron a la cabaña donde estaba Esther y a simple vista no la vieron.
-¿Esther?- pregunta Esmeralda- ¿no me digas que te escondiste?
-Esther estás actuando muy infantil- dijo Ronald, pasado un tiempo.- La estaban buscando en aquella cabaña, si estuviera ahí no sería difícil encontrarla; la cabaña era un poco pequeña, y no había muchos lugares donde esconderse, pero algo llamó la atención de Ronald.
-¿Oye, ya viste eso?- señala el piso.
-No, ¿Qué tiene?
-Acá, parece sobresalir.
-¿Qué crees que sea?
-No lo sé, pero tengo una corazonada- se agacha- ven ayúdame a levantarlo- con la ayuda de Esmeralda, Ronald levantó aquel pedazo de piso que se veía sobresaliente, y descubrieron unas escaleras escondidas que daban a un tipo de sótano, no muy iluminado y donde escucharon ruidos extraños.
-¡Habla de una vez!, ¿Dónde está?- se escucha decir a un hombre.
-Yo no lo sé- se escucha entre gemidos y sollozos- ya te dije que no sé donde está, ¿Cuántas veces quieres que te lo diga?
Esmeralda y Ronald, fueron llevados por las voces hacia un espacio amplio donde vieron a un hombre con otra persona; Esther. Ambos entraron y rápidamente aquel hombre acomodó Esther entre su brazo izquierdo, rodeándole el cuello.
-Tranquilo, tranquilo- dice Ronald con suavidad- oye ¿Qué tal si charlamos un poco?, podríamos llegar a ser buenos amigos, ¿primero dime, cuál es tu nombre?
-El que hace las preguntas aquí soy yo, ¿Quiénes son ustedes?
-Bueno, comenzaré yo, mi nombre es Ronald Robinsonn, esta- señala a Esmeralda- es Esmeralda, ambos somos primos de esa chica y...
-Y vinieron a salvarla ¿verdad?- dijo en tono de burla- que lindo, ¿puedo llamarlos los tres mosqueteros?, ¿o quizás el trío dinámico?- se ríe.
-Bueno- empieza, Ronald- puedes llamarnos como quieras pero....
-¡Silencio!- gira la cabeza y ve el reloj de Ronald- oh, conque este es el de la profecía- se ríe.
-¿Qué profe...
-¡Cállate!, no te he dado permiso para hablar. Acércate- Ronald se acercó un poco y Esmeralda lo seguía- la chica no, solo, ven solo.- Ronald obedeció- Quítate el reloj.
-Pero podrías de...
-¡Solo quítate el reloj!- suspiró y murmuró- ¿por qué siempre tienen que hacer todo tan difícil?. Ahora si- se dirigió hacia Ronald- quítate el reloj.
Ronald obedeció.
-Ahora colócalo ahí- Ronald observó en la pared un hundimiento, como en la perilla de la puerta principal- ¿Qué esperas?, es para hoy
Mientras Ronald movía su mano hacia la pared recordó rápidamente la leyenda del taxista y su corazón se aceleró. Cuando Ronald logró poner su reloj, se escuchó un leve clic y el reloj entró.
-Entra- dijo Ronald en un suspiro y sintió que su aliento se le iba.
El hombre enmascarado soltó a Esther y en dos pasos ya había atravesado la habitación, Esmeralda, quien estaba en la puerta, recibió un fuerte empujón de aquel hombre, quien con su fuerza la tiró al piso con una sola mano. Ronald, salió detrás de él y cuando estaban llegando a la escalera logró agarrarle la máscara, le vio la cara por unos segundos y sintió que detrás de él alguien le daba un golpe cayendo en el piso, y quedando inconsciente.
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