La chica del banco.
Todas las mañanas va al parque, se sienta en el tercer banco, abre su libro y comienza a leer. Lleva viniendo varios meses, la veo siempre que salgo a correr por las mañanas. Me gusta observarla, realmente parece que disfruta con la lectura, no le importa reír en voz alta o incluso llorar en aquel lugar público, su llanto y su felicidad no va dirigida a nadie más que a las páginas de aquel libro. Me gusta cuando levanta la mirada después de pasar un rato leyendo y observa su alrededor, como si la lectura le hubiese enseñado algo en lo que debe meditar y lo hace observando su alrededor, manteniendo la mirada fija en la copa de los árboles y su movimiento. Los días de lluvia son los peores, mientras yo salgo a correr provisto de mi ropa impermeable su asiento está vacío y mi mañana queda del mismo modo, incompleta.
Me he fijado que tiene un gusto variado, le he visto leer todo tipo de libros, desde románticos a novela negra.
Lo mejor de todo eso es que su ejemplo me ha hecho animarme a mí, al principio empecé a buscar los títulos de los libros por curiosidad, al final terminaba comprándomelos y leyéndolos. He empezado a buscar por mí mismo algunos que me han parecido interesantes, incluso le compré uno a ella, lo dejé sobre el banco con una pequeña nota: "Que disfrutes la lectura". Al día siguiente encontré que había respondido con otra nota ella también que decía: "Gracias por el libro. Que disfrutes del deporte".
Ella sabía que era yo.
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