La abuelita.
Cometí el gran el gran error de ser demasiado confiada.
Todo comenzó hace un tiempo, ya no recuerdo cuando. Mi madre me había mandado junto con mi hermano a la casa de mi abuela para que le llevase unos dulces pues hacía tiempo que no sabíamos nada de ella y temíamos que estuviese mala. Así pues, cesta en mano nos adentramos en el bosque. Cuando llegamos Hansel había acabado con todo los dulces de la cesta, los había comido de una manera tan atropellada que las migas se repartían por toda su ropa y nada me hubiese extrañado si hubiese creado con estas un camino por el bosque. Pero mi hermano era pequeño y tan pronto como hizo la digestión se olvidó de su desliz y de la reprimenda que le di, así pues, cuando llegamos a casa de la abuelita y empezamos a oler la fragancia dulzona que salía de la casa nuestros estómagos rugieron de hambre, incluido el de Hansel que, no sé cómo, aún tenía hueco para más comida.
Nos encontramos la puerta de la casa abierta y en ella miles de dulces repartidos por toda la cocina, era como una casa de golosinas, tartas de chocolate, galletas, bombones, caramelos... Hasta a mí se me hizo la boca agua. Llamamos a la abuela pero nadie respondió, intenté contener a mi hermano pero fue imposible por lo que al final terminamos pecando.
Fue cuando iba a probar un trozo de tarta de manzana que apareció una mujer.
—Ah, no, no pequeña, la tarta de manzana no es para ti.
Era sin duda una mujer mayor, sus arrugas, su pelo blanco, su mirada. Todo daba a entender que era una abuela, pero no era mi abuela, sin embargo ella se empeñó en decir que sí lo era y que era yo la que había cambiado y por eso la veía con diferentes ojos.
A Hansel aquella extraña situación le pareció de lo más normal, el creía que de verdad era nuestra abuela y yo, dejándome llevar terminé creyéndolo también.
Comimos a reventar, la abuela nos dejó probar todo cuando quisiéramos. Al terminar estábamos tan llenos que el cuerpo nos pedía desesperadamente una siesta. No debimos dormirnos. Mientras estábamos dormidos la abuela encerró a Hansel y lo apartó de mí, dijo que quería protegerlo y que yo debía hacer lo que ella decía si quería que él siguiera bien.
Al principio intenté negarme, al final me di cuenta de que no podía hacer nada en contra suya. Pronto empezó a llamarme Caperucita roja debido a la caperuza que traje conmigo el primer día, a mi hermano comenzó a llamarlo Pulgarcito porque decía que era muy pequeño.
No tardamos en darnos cuenta de que no estábamos solos en la casa, la abuela tenía otra criada. No supimos mucho de ella, en realidad lo único que supe de ella es que la abuela la llamaba sirenita y que por intentar escapar la había castigado. Resulta que la muchacha había conseguido hacer el máximo silencio, era tan silenciosa que ni su respiración se escuchaba, pero, no me preguntes cómo la abuela la pilló, la trajo de vueltas a rastras y le dijo que si tan silenciosa quería ser así se quedaría, le cortó la lengua y para que pudiese saber dónde estaba le había hincado agujas y clavos en la planta del pie. La joven sufría con cada paso que daba, lloraba en silencio incapaz de decir palabra pero ahora se escuchaba sus pasos en forma de pequeños toquecitos metálicos.
Comprendí con todo esto que la abuela estaba loca, no sé cómo serán las brujas pero, si son como las pintan en los cuentos creo que ella es lo más parecido a una.
La cosa no se queda aquí, la abuela disfruta raptando gente. Bajo el sótano tiene a una chica en un ataúd de cristal, su expresion es dulce y tranquila, como si durmiese, pero no sabría decir si muere o solo duerme y, para ser sincera, prefiero no saberlo.
También rapta a otros niños, a veces viene un hombre que se hace llamar El flautista y trae niños que la abuela encierra con Hansel. No sé qué hará con ellos, ni siquiera sé cómo está mi hermano, pero todo esto me preocupa.
He encontrado en el patio un montículo de tierra, lo desenterré, allí abajo estaba la abuela, la de verdad, mi abuela muerta junto a unos zapatos de tacón de cristal y una chica que le faltaba los dos tobillos. Fue horrible.
La abuela, la falsa, ha descubierto lo que he encontrado y me quiere castigar, aún no sé qué va a hacer conmigo pero temo que me haga algo tan horrible como al resto.
Si esta carta llega a mi madre, por favor, decidle que la quiero.
*
¡¡Hola!! Bueno, y aquí está mi relato sobre los clásicos, he añadido o hecho mención de varios clásicos: Hansel y Gretel, La sirenita, El flautista de Hamelin, La cenicienta, Caperucita roja... Espero no haberme pasado mucho, en un principio iba solo a hablar de uno pero se me disparó la imaginación...
Ya que estoy aprovechó para dar las gracias para el equipo de Chasing the sun y a todos mis compis de retos. ❤
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