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I. La Llegada del Invierno. Part-1

—Hijos míos, la noche que dio cobijo a los terrores del bosque, ha quedado atrás para un nuevo amanecer... bien aunque su luz se oculte, el Astro Rey nos bendice y nos protege con su gracia y divino fulgor. Patre divinis solaris.

Rezó la madre, agradeciendo la benevolencia dádiva del titán de los días y quién ofrece vida bajo la calidez de su reino. Acompañada fielmente de su amada familia, se enorgullece en conservar la devoción inculcada por aquel venerado esposo y padre que ahora ha alcanzado la eterna paz trascendiendo como una brillante estrella en las noches oscuras.

Y culminaron de dar sus respetos, cada uno preparándose para iniciar con sus respectivas actividades.

—Tanjiro, hijo mío —llamó la atención de su primogénito con voz plácida.

—¿Usted dirá, madre? —atendió siempre cortés, poniéndose de pie junto a sus hermanos menores.

—El invierno se acerca, los días transcurren y el frío ya se hace presente —argumentó levantándose, alisando sus ya viejas prendas reutilizadas—; vamos a necesitar recursos para soportar los meses venideros... —la mujer le ofreció una seria mirada al chico. Y con tal gesto, él comprendió la importancia del pedido—, así que, por favor hijo, es necesario que vayas a la aldea ha vender todo el carbón posible y comprar las medicinas y demás objetos escritos en ésta carta —le extendió el papel donde estaba todo lo requerido.

—¡Por supuesto, madre! —Agarró la hoja diligente, completamente dispuesto, sin ninguna muestra de oposición—. ¡Es más! ¡Con Takeo iremos a picar bastante madera, para que yo pueda vender mucho más carbón! —Exclamó con brío, alzando el rostro comprometido con tal labor—. ¿Verdad, hermano?

—¡Si! —respondió el menor simulando la convicción de su hermano mayor.

Enternecida por el incondicional apoyo de sus hijos, la madre se acercó al de cabellera burdeo, para tomarlo con ambas manos y depositar un cariñoso beso en su frente. Repitió la acción con el menor. Dejando al par con un sentimiento cálido en el pecho.

—Pero no se vayan a sobreesforzar. ¿Queda claro?

—¡Claro! —dijeron al unísono.

Como era costumbre, la familia empezó sus labores diarias. Tanjiro y Takeo, al ser los mayores entre los hombres, se apartaron en el bosque para talar algunos árboles cercanos a la vivienda y así obtener la respectiva leña. En cambio, las hembras, Nezuko y Hanako, se encargaban de lavar la ropa sucia en un río próximo. A diferencia de los menores, Shigeru y Rokuta, quienes despreocupados le hacían compañía a su madre, mientras ella cumplía los quehaceres en el hogar.

Son humildes, no es un misterio, pero aún así, su fe les ha dado prosperidad y salud, con ello, ya nada más importa, ¿Bienes materiales? ¿Riquezas? ¿Fortuna? ¿Poder? Vivían felices con lo poco que tenían y eso, aunque a muchos no les colme, vivir con honor y saludables les satisface.

Las horas transcurrían y los trabajos no se detenían, en el caso de las féminas, terminaban algo y comenzaban otra cosa. Como por ejemplo, remendar las ropas que todavía tenían una vida útil.

Así el Sol del mediodía se halló allá en lo más alto, indicándole al burdeo que ya era tiempo de dar por finalizado su trabajo.

—Takeo, el Astro Rey yace en el pináculo de su territorio —informó con una agradable sonrisa—, es tiempo de volver a casa y alistar el carbón para partir, o si no regresaría en horas muy tardes —el pelinegro limpió el exceso de sudor de su frente y asintió de acuerdo con Tanjiro.

Tomaron toda la leña talada y la acomodaron en dos cestas anchas que cargaron en sus espaldas. Partieron al hogar que les vio nacer. Aunque, primero dejaron la madera en la pequeña cantera de carbón colindante a la vivienda, para luego ingresar en ella y encontrar a sus familiares preparando el almuerzo.

Después de haber comido, Tanjiro recibió la ayuda de sus hermanos para alistar la vieja carretilla dónde llevaría el carbón a la aldea.

—¿Puedo ir contigo? —cuestionó Hanako afinando la voz y haciendo una expresión sumamente inocente. «¡Awww! ¿Cómo negarme?» pensó el chico mientras se derretía de la dulzura.

—¡Si ella va, yo también! —rugió Shigeru notando la duda en el mayor, aprovechando el soborno.

—Tanjiro no va a la aldea por entretenimiento, niños, él va a trabajar —les recordó Kie con voz autoritaria, pero amable—. Él necesitará vender tranquilo. En otro instante podrán ir a visitar —concluyó rotunda.

—¡Pero madre! Mis amiguitos están allá —suplicó Shigeru.

—Y no hemos hablado con nadie en una semana —secundó Hanako.

—¡Por favor! —pidieron al unísono.

—¡Niños, hagan caso! —reprendió Nezuko, mientras cargaba a un Rukuta profundamente dormido en su espalda. Silenció a sus hermanos al instante.

La escena se le antojó tan graciosa al de melena burdeo que soltó un divertida carcajada.

—Hanako, Shigeru, otro día los llevaré a la aldea para que saluden y jueguen con sus amiguitos ¿Si? ¿Les parece? —asintieron resignados—. Quiero que se porten bien ¿Ok? No hagan molestar a su hermana mayor —les alborotó el cabello. Después dirigió su mirada a Nezuko con una ceja alzada—. Y Nezuko, ser amargada saca arrugas —bromeó, recibiendo una sonrisa como respuesta.

»Hasta luego, Rokuta —acarió la cabeza del más chico de sus hermanos, quién seguía soñando plácidamente, tan lindo y delicado—. Bueno, me voy madre —besó la mejilla de la mujer y, a continuación, dirigió su mirada rojiza cuál vino a Takeo—. Mientras no estoy, eres el hombre de la casa, cuídalos —dejó dicho para alborotar su cabellera.

—¡Oye! —Se quejó el menor por el contacto—. Claro que los protegeré. No hay ni por qué decirlo.

Tanjiro sonrió, no tenía ninguna duda de ello.

Tomó ambas agarraderas de la carretilla y, despidiéndose una vez más con la mano, partió con rumbo a la aldea.

~•~•~•~•~

Ignora cuánto tiempo le llevó llegar a la comunidad cercana, quizá media hora o más. No lo sabe.

Por razones que desconocía y que no se molestaba en discernir, él y su familia viven apartados de las demás personas, manteniendo un estilo de vida más autóctono, rudimentario y conectado con los beneficios del bosque. No obstante, eso no significa que sean salvajes inadaptados e incapaces de relacionarse con la gente.

En lo absoluto.

Todo lo contrario, son muy sociables, tanto así que al llegar a la aldea, Tanjiro empezó a recibir muchos saludos de personas que, con el sólo hecho de percibir su olor, ya sabía de quién se trataba.

Él regalaba a todo aquel una sonrisa jovial y lo mejor de su efusividad. Muy amigable.

Destaca por ser un chico amable a exceso, tanto así que no existe ni un individuo en esa aldea, por más amargado u odioso que fuese, que no le haya agarrado cariño al pelirrojo.

Era tan bienvenido que, al apenas avanzar unos cuantos metros dentro del sitio, una algarabía de voces decían y comentaban tantas cosas diferentes a su paso, tales como:

—¿Que traes allí, Tanjiro?

—¡Oh, estás vendiendo carbón! Necesito un saco.

—¿Cómo estás, Tanjiro? Tan trabajador como siempre.

—Eres un Sol, muchacho, ya se está sintiendo el frío del invierno y das la solución.

—Ojalá tuviera un hijo tan laborioso como tú. El mío es un vago.

—Quisiera un novio tan bello y encantador, ufff.

—¡Yo lo ví primero!

—Tendrán que joderse, golfas, él ya es mío, pero no lo sabe.

—¡Tanji ayúdame con tu olfato! Porfa.

—Dame cuatro (4) sacos de carbón...

Era tanta la cantidad de comentarios positivas dichos que el chico no podía definirlas ni comprender algunos. Sólo atinaba a asentir y regalar la más radiante de sus sonrisas.

De tal manera transcurrió su día al punto que incluso el crepúsculo estaba poniéndose sin que lo hubiese notado. Vendió el carbón de hasta siete (7) sacos en una venta y prestó su ayuda a toda persona que la necesitase: rastreando algo perdido con su olfato, cargando algunas bolsas a viejitas y, en un caso, asistiendo a una extraña chica que parecía tener fiebre por un extremo sonrojo.

Hizo muchas cosas que el tiempo pasó volando.

Y cuando estuvo satisfecho sin un gramo de carbón en la carretilla, el de mirada cobriza se encaminó a la tienda de la aldea, dispuesto a comprar los suplementos que su madre le había encomendado.

—¿Cómo está, señor Saburo?

Saludó cordial al hombre al otro lado del mostrador, inclinándose en una respetuosa reverencia.

—¡Oh, jóven Tanjiro! ¿Cómo está? ¿Qué lo trae por acá? —cuestionó mientras arreglaba en repisas unos cuantos frascos colmados con líquidos de colores llamativos, muy extravagantes para la vista del menor. Había de tonos en neón incandescente tales como fucsia, púrpura, anaranjado, azul... Eran interesantes.

—Mi madre me envió por estos objetos y provisiones —le entregó el papel al hombre, quién dejando lo que hacía aún lado, revisó la lista que le enviaba la conocida.

—Curioso... —comentó intrigado, contagiando al de pelo burdeos.

—¿Por qué lo dice? ¿Sucede algo malo? —preguntó con interés y notoria preocupación en el rostro.

—Nada de qué alarmarse, jovencito, es sólo~.

—¡Tanjiro! —una voz conocida irrumpió en la tienda, interrumpiendo el diálogo.

—¿Takeo? —Su hermano le vio consternado—, ¿Qué haces aquí?

El menor rascó su nuca apenado por los modos en los que ingresó al lugar. Así que, rápidamente, se disculpó con el dueño, asegurando que no era su intención ser descortés con el señor Saguro y que no volvería a ocurrir. Sin embargo, eso era un hecho que al mayor presente no le había prestado atención.

—Disculpa por llegar así, hermano.

—Descuida, Takeo, no hay problema con eso —Tanjiro le restó importancia, más curioso en saber las razones de su presencia en la tienda e inexistencia en su hogar—. Aunque a la próxima sé más delicado y menos tempestivo, ¿Quieres? —aconsejó—. Ahora bien, ¿Por qué estás aquí, hermano menor?

—A nuestra madre se le olvidó colocar estos otros víveres en la lista que traías —entregó esa segunda lista al hombre detrás del mostrador—, y cómo Nezuko estaba ayudando con la cena, me enviaron a mí.

El pelirrojo asintió comprensivo, a la par que observaba como el dueño de la tienda empezó una búsqueda de tesoros, trayendo lo que imaginaba y eran los objetos especificados en ambas listas.

No fue después de un rato en el que los hermanos conversaban de temas anodinos e intrascendentes, que el señor Saburo se desocupó con todo el pedido sobre la vieja madera surcada en descomposición del mostrador. Un mesón que para Takeo era sorprendente que siguiera intacto. «Ha de tener unos buenos siglos», pensó el menor de los ojirubí, «¿Cómo no se cae?».

—Bueno, mis respectivos jóvenes, gracias a los Titanes que en mi pequeña tienda logré encontrar todo lo ordenado por la madre de ambos. Fue difícil porque eran productos exóticos que creí y ya se habían agotado —informó largando un suspiro de pesadez—. Cinco kilos de pétalos de Glicinias. Cianuro. Un rubí del cielo. Una escama de serpiente uróboros. Una pócima sanadora. Una perla negra. Pieles de lobo. Dos litros de ayahuasca. Una pócima potenciadora. Nitrógeno líquido. Tres kilos de hierbas poblanas. Condimento de carnes. Dos hachas nuevas. Aguja e hilos de diferentes colores. Y dos piedras fatuas —indicó cada objeto con su mano, simultáneo al leer las listas de la señora.

Tanjiro no se había molestado en leer el papel con anterioridad, porque confiaba ciegamente en su madre, pero al oír la mayoría de las «provisiones» le fue inevitable no sentir sorpresa e intriga.

De igual modo, no cuestionó con relación a ellos. Solamente asintió conforme y agradeció que su hermano repitiera su acción. Si es que sentían curiosidad, no la exteriorizan con el hombre, lo harían con su madre.

—Ah... y... ¿En cuánto es todo? —dudó preguntar. Temía que fuera una barbaridad costosa. La cantidad de productos que en su vida jamás había oído, presagiaba un precio muy elevado. Rezaba al Astro porque no fuera así.

—Equivale a cuarenta (40) piezas de bronce.

—¿Qué? —bien tiene entendido el pelirrojo, el sistema monetario consta de platino, diamante, oro, plata, bronce y cobalto, siendo éste último el menos remunerado ni valioso. Por ejemplo, una pieza de bronce se traduce a cincuenta (50) de cobalto; una de plata son cien (100) de bronce; y así sucesivamente, multiplicando por dos el valor anterior—. ¿En serio? —ahora el precio le pareció muy bajo para lo que debería.

—El padre de ambos, Tanjuro, dejó pago la mayoría de estos productos en el pasado —respondió como si hubiese leído la mente no sólo del burdeo, sino también del pelinegro.

—Oh... —fue lo poco que pudieron pronunciar al unísono, dedicándose miradas llenas de extrañeza.

¿Por qué su padre habría pagado por ello antes? ¿Y en qué momento? ¿Por qué a Tanjiro no le habían informado de aquello? Todo era muy raro a ojos del mayor de los ahí parientes. «He tratado de ser prudente y no indagar en los asuntos de mamá, pero siento que no puedo dejar pasar ésto por alto», pensó, mientras dejaba el pago en el mostrador.

—Muchas gracias por toda su ayuda, Señor Saburo —guardaron los productos en un saco de lino marrón—. Nos vamos.

—Oigan —llamó la atención de los jóvenes antes de que partan—, ya anocheció, puede ser muy peligroso andar por el bosque a oscuras. ¿Por qué no se quedan por esta noche en mi casa? —ofreció.

—Agradezco su preocupación —Tanjiro le regaló una agradecida sonrisa—, pero como sabrá, tengo muy buen olfato —señaló su nariz, como si fuese la más destacada solución a cualquier problema y no hubiese nada por lo que temer—. Estaremos bien.

—Además, no queremos incordiar, Señor Saburo —prosiguió el menor, intentando parecer tan amable como su hermano—, pero de todos modos, muchas gracias.

—Para mí no es una molestia, jóvenes —aclara con desdén—. Insisto, deberían quedarse en mi casa hasta que salga el alba. La noche en los bosques puede ser muy peligrosa. Aunque lleven glicinias con ustedes, no les asegura su entera protección.

La insistencia con la que el hombre se expresaba e intentaba convencer a los menores, les causó cierta curiosidad, a tal grado que, a diferencia de casos anteriores, no dudaron en cuestionarle.

—Habla con tanta seguridad que debe tener buenas razones, ¿No es así? —inquirió el pelirrojo, ahondando en el asunto detrás de su persuasión.

Saburo sonrió en respuesta, un gesto lleno de tristeza y añoranza. «Si supieran...».

—Mejor no me discutan y acepten mi oferta —alega presto a cerrar la tienda por ese día. Los hermanos de ojos rojos se observaron, indecisos—. Hagan caso. No querrán vagar en la oscuridad nocturna que es el perfecto instante para que salgan los demonios devora almas.

~•~•~•~•~

¡Hiiii, Friends Reader's!

¡No, no, no! ¿Qué tal, Asistentes Administrativos? Jijiji es más creativo.

No me apasionan las notas, a veces no sé qué agg. Y siento que nadie las lee.

Al menos yo no lo hago, así que ajá.

Me abrumo muuuuucho.

Bueh, para los fans críticos, ésta historia es un tributo a Kimetsu no Yaiba, planeo hacer un TanZen 💖 muy elaborado con una trama compleja y dramática, además, voy a ser atrevido con ustedes al cambiar algunas cositas menores, nada tan grave para la integridad del anime. JoJo. Tómenlo light.

Conste: no me considero Otaku o eso; es más (no se enfaden, please) no soy muy fanático de los animes ni el manga en general. En mi vida he visto sólo BNHA y Kimetsu (My favorite, y el cuál he obligado a mi mamá a ver, para que no me critique), aunque por supuesto que Dragon Ball y Pokémon, pero Anyway, intentaré llegar a sus expectativas.

Espero que les guste ésta aventura que, diría yo, si cambio los nombres de los personajes puede llegar a ser una obra original, ¿A poco no?

¡Pensemos por un momento! Ej: si envés de Tanjiro le pongo, no sé, Tyrone; y envés de Zenitsu, lo convierto en Zayn, o qué sé yo... nombres coreanos, latinos o hasta árabes. ¿Así no es considerada una trama única?

¡No planeo hacerlo! *Coff. *Coff. No vayan a alterarse, era sólo una opinión. *Coff. *Coff. Aunque quien sabe... así que Derechos Reservados por protección a la propiedad intelectual de safe creative bajo el codigo ugequdvsahcnvdj  (Para proteger la trama, no a los personajes que no me pertenecen).

En otras noticias *inserta voz de periodista*, haré que hayan referencias, y es más, prometo para ustedes leerme el manga (ya que prefería ver el anime, o sea, el movimiento, la música y la voces, todo eso causa más emociones) para familiarizarme y que la historia sea mejor, aunque ni idea cómo hacerlo, jejeje nunca he leído un manga 😅 ¿Alguna sugerencia? Cuál sea.

Jummmmmm... ¿Qué más? ¿Hay otras cosas, mis Asistentes Administrativos?

Ya no creo tener más nada que decir. Así que... Bye. Bye. Bye. ¡Adiós Dobles A! Les dejo a una personaje que adoro pero que pobrecito, enserio tenía potencial. Odio lo canónico y su mal juicio.

Deberían sacar más Fanarts del dulce Takeo...

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