Capítulo 9
Cuatro pares de ojos se cernían sobre ella, expectantes y angustiados.
—Es una buena idea, lo haré y espero poder atraparlos —aseguró Elaine.
Las cuatro personas suspiraron aliviadas, pero también preocupadas, ya que no sabían de qué serían capaz aquellas personas.
—Dice Arthur que solo necesitan el aparato y ellos se encargan de lo demás —informó Andrew acercándose después de hablar con su amigo—. En dos horas llegarán a la casa para ejecutar el plan.
—Debemos regresar para prepararnos y que ellos no sospechen —comunicó Bástian.
—Yo entregaré el aparato que guardé en la oficina —ofreció Víctor.
—Deberíamos hablar con los niños para que no digan nada —sugirió preocupada Elaine.
—Está bien, pero no creo que lo hagan, cariño —Víctor toma su mejilla acariciándola tiernamente—. A ellos no les gusta hablar con ellos de todas formas.
—Sí, más sabiendo que la víbora se quiere robar a su padre —acusó Bástian jocoso.
Víctor lanza una mirada fría e intimidante a su cuñado y hermano, pero este no se arredra ante él.
Todos lanzaron una carcajada al ver la expresión de Víctor.
Al poco tiempo la asistente trajo de regreso a los niños.
—Mis amores, como saben soy su mamá, pero por el momento nadie más debe saberlo, ¿de acuerdo? —hablaba Elaine a los pequeños, los gemelos asienten, pero la pequeña Nahomi estaba triste.
—¿Qué sucede, princesa, por qué esa cara? —preguntó su padre.
—¿Mami se irá de nuevo? —preguntó con voz rota y lágrimas bajando libres por sus mejillas.
—Solo serán unos días, después ya estaré con ustedes siempre, mi amor —aseguraba su madre estrechándola entre sus brazos.
—De acuerdo. —Sonrío ahora feliz.
—Bien, princesa, vamos a casa a ponerte hermosa para la fiesta. —Su padre la tomó en sus brazos para llevarla.
—Un momento, tengo algo para ustedes. —Elaine les entregó una caja a cada niño, estos la tomaron emocionados y al abrirla se encontraron con un conjunto casual para la fiesta; un pantalón, camisa y una pajarita para los niños y un vestido hermoso para la princesa, todo en colores pasteles.
Y es que tanto Elaine como Paolo se habían puesto de acuerdo en crear esas prendas para los niños sin saber el giro que darían las cosas.
Después que los Kiliam se retiraran, Paolo y Elaine pidieron a los asistentes que prepararan la oficina para que si los niños les daba sueño puedan dormir tranquilamente en ella sin ser molestados. Ambos se retiraron después dando orden a los chicos que en media hora se retiren para que a las seis de la tarde estén ya listos para la celebración.
Los empleados, al ser nuevos, no esperaban un trato así, pero estaban experimentando por cuenta propia que la fama que les precedía era cierta, definitivamente trabajarían para ganarse a sus jefes y regresar lo que recibían correspondiendo a su confianza, luego se retiraron para prepararse para el festejo.
Por otro lado, en la mansión, la familia se disponía a prepararse para la fiesta cuando el timbre sonó. Los empleados se apresuraron a atender al visitante recién llegado, justo al abrir la puerta quien se presentó es Simon junto a su esposa e hija, sin ser anunciados entraron a la casa, un poco alterados y un poco nerviosos.
—En un momento le comunico a los señores que están aquí —informó el ama de llaves saliendo hacia la habitación de los dueños de casa.
Estos le restan importancia y empiezan a revisar el lugar en busca de algo, incluso intentan entrar a la oficina, pero esta se mantiene siempre con llave, llave que justamente su espía aún no ha podido conseguir.
Al poco tiempo un Andrew enfundado en un bello traje azul marino con una camisa celeste y sin corbata —viéndose así elegante e informal— estaba de pie frente a ellos, no logran gesticular palabra alguna cuando su esposa hace acto de presencia, luciendo demasiado hermosa para su edad, con un vestido en tono pastel haciendo juego con el traje de su esposo. Simon solamente observaba la belleza de su cuñada y es que Simon siempre estuvo enamorado de ella, pero ella amaba a su ahora esposo, esa era otra de las razones por las que él también odiaba a Andrew.
—No nos avisaron que vendrían —habló Andrew y la queja en su voz no pasó desapercibida.
—A última hora nos comentó Fabiola acerca de la fiesta, no sabía que conocían a los propietarios del lugar. Eres egoísta hermano —insinuó adusto Simon.
—No sabía que te interesaba quienes eran mis amigos —respondió Andrew, quien dejaba ver su rostro iracundo.
Y antes de que la discusión ahondara se vieron interrumpidos por el sonido del timbre, los visitantes no deseados extrañados, esperaron para ver quién les visitaría, creían que era el personaje que tanto deseaban ver, más, sin embargo, el departamento de control de plagas eran quienes habían llegado.
—Buenas tardes, señor, hace un par de días solicitaron el servicio de control de plagas, venimos a fumigar toda la casa porque después de la inspección es posible que se hayan propagado bichos —explicó el hombre en su traje de la entidad con la que supuestamente trabaja.
—De acuerdo, nosotros saldremos, pero mi yerno se puede quedar mientras tanto y esperar a que terminen —informó Andrew.
—Mi sugerencia es que por hoy se queden en otro lugar y mañana por la tarde ya estará disipado el aroma, si es que les molesta —sugirió el hombre.
—Le tomaremos la palabra, pues tenemos niños y no los queremos exponer —admitió ahora Emma.
Simon y su familia únicamente los observaban más, no sospechaban nada, vieron como la dueña de casa se perdía en las escaleras mientras subía y bajaban las dos personas que bloqueaban cualquier intento de estafa que pudieran planear en la empresa. Bástian y Víctor llegaron hasta ellos, ambos hombres saludaron.
Andrew aprovechó para informarle a Víctor que debía quedarse un rato mientras los fumigadores hacían su trabajo, este accedió.
—Debería quedarme contigo e ir juntos a la fiesta —La voz molesta y cansina de Fabiola llamó la atención de los hombres.
—Por tu salud es mejor que vayas con tus padres antes, Fabiola, el humo puede perjudicarte —habló Víctor con falsa preocupación.
En ese momento bajaban Emma y los niños con sus respectivas maletas para quedarse fuera de casa, por lo que no hubo más tiempo para que Fabiola protestara. Salieron todos hacia el evento, incluso los empleados fueron enviados a sus casas para poder fumigar.
Elaine terminaba de arreglarse, había optado por un vestido rosa, en tono pastel a juego con el de la pequeña, con la diferencia que el suyo contaba con una sensual y atrevida abertura en el costado derecho dejando ver su estilizada pierna en cada paso que daba —ocasionalmente ella modelaba cuando hacía falta una modelo para algún desfile— al seguir su mirada fija en el espejo se percató de la similitud entre ella y su hija, la diferencia la marcaba su llamativo color de cabello, por lo que decidió que en unos días —ya que todo regresaría a su estado natural— Ella también regresaría a su tono natural.
Salió del hotel justo en el momento en el que el auto que habían adquirido con Paolo— para desplazarse en ese lugar— se paraba frente a ella, dejando ver a un apuesto Paolo al volante.
Entre risas y negando, ella subió al auto para dirigirse hacia lo que sería el fin y el comienzo de años de agonía, tanto para ella y su familia, como para las tres personas que sin ellos saberlo serían desenmascarados.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro