Capítulo 5
La ojiverde abrió los ojos lentamente y observó a las personas a su alrededor, sintiéndose por primera vez como parte de una familia.
Los adultos llegaron a su lado preocupados de su salud, sentían que era algo serio el que se desmayara constantemente y más con sus continuos dolores de cabeza.
—Lamento preocuparlos tanto —confesó avergonzada Sandy.
—No te preocupes, pequeña, estamos contentos de poder ayudarte en esta situación —la voz pacífica de Andrew la tranquilizó de gran manera.
Los niños observaban desde una distancia prudente, pensaban que no debían acercarse a ella ya que podría sufrir lo de hace ratos nuevamente, Sandy los vio y sonrió extendiendo sus brazos para que se acercaran. Estos dudosos lo hicieron.
—No se preocupen, no pasará nada, ustedes no me hicieron daño y no lo harán, por favor, acérquense —pidió con los ojos llorosos.
Los tres niños se acercaron despacio y lograron darse ese abrazo que tanto deseaban.
—El médico sugirió que vieras a un especialista, y sinceramente creo que sí deberías verlo —habló Emma.
—De acuerdo, lo haré. Creo que ya es hora de hacerlo, ya lo he pospuesto demasiadas veces debido al trabajo —confesó apenada Sandy.
—Sé por tu amigo que estarás muy ocupada estos dos días, te sugiero que lo hagas después, así tomas las indicaciones correctamente —sugirió Bástian.
—De acuerdo, haré la cita para después de la inauguración —aceptó.
—Me darías tu información, así aprovecho a hacerla yo y tú sigues descansando —habló ofreciéndose Bástian.
Sandy sacó su cartera dándole su identificación, este la tomó y la observó detenidamente.
—¿Tú nombre es Sienna Biancci? ¿Eres la famosa diseñadora Biancci? —cuestionó incrédulo.
—Soy Sandy para mis amigos, bueno solo Paolo me llama así y ahora ustedes —aseguró contenta.
—O sea, ¿el Paolo que vino ayer preocupado es el mismo Paolo Biancci, el diseñador? —preguntó ahora más curioso.
—Así es, frente a su empresa está la tienda que inauguramos mañana y a la que por cierto, están invitados.
Los niños estaban felices y los mayores asombrados, poco tiempo después Bástian fue a recepción para hacer la cita con el especialista correspondiente.
En el transcurso de la tarde una Sandy mucho más tranquila fue dada de alta, los Kiliam pidieron llevarla a su casa, pero ella quiso ir antes a la empresa a ultimar detalles con Paolo, por lo que todos se dirigieron allá para ayudar.
Al llegar a la tienda, los Kiliam miraron asombrados el lugar, ya que por fuera no aparenta la amplitud del local, y es que Biancci's Boutique s había sabido aprovechar los pequeños espacios, convirtiendo una simple tienda de ropa en una de las más ostentosas, finas y modernas boutiques, desde la decoración de la entrada hasta la oficina de la diseñadora ha sido cuidadosamente elegido, para que resalte cada diseño expuesto en los maniquíes dispuestos por toda la tienda.
—Si tan solo pudiéramos encontrar al propietario del local vecino, sería mucho más grande y no tendrías que viajar hasta donde vivirás —mencionó de manera descuidada Paolo.
—¿Vives lejos? —pregunta Emma.
—Aún estoy buscando un departamento, por el momento me quedo en un hotel —confirmó despreocupada.
—Creo que podríamos ayudar un poco con el tema del local, conocemos al propietario —aseguró Andrew.
—Eso sería verdaderamente de mucha ayuda, creo que esta vez me quedaré de forma permanente —afirmaba Sandy sin saber que aquellas palabras se cumplirían.
Todos se dispusieron a recorrer la tienda, observando los estantes y repisas que contenían los accesorios que ofrecían —algunos diseñados por Paolo y otros por la misma Sandy— pequeños maniquíes que exhiben los sombreros, collares y alguna de las bufandas que complementaban algún modelo de los expuestos en los maniquíes.
Al llegar a la oficina de la diseñadora, observan una parte que le sirve de estudio donde se puede ver mesas de diseño algunos estantes con bocetos y telas colocadas junto a un mueble donde reposan unas hermosas máquinas de coser, una tradicional y la otra, una máquina de acabados.
—¿Es tu taller? —inquirío Emma sorprendida.
—Sí, es pequeño, pero por el momento me sirve. Por eso quisiéramos adquirir otro local, así paso mi oficina y taller allí y dejamos este solo para la exposición —explicó emocionada y convaleciente Sandy.
Emma y Andrew se vieron y se transmitieron el uno al otro sus pensamientos.
Paolo pidió comida para todos y se dispusieron a comer en la oficina de la diseñadora, ya que esta contaba con un cómodo sofá, además de una mesa redonda donde planeaban tener sus reuniones con los empleados, quienes por el momento se habían despedido ya que terminaron con sus respectivos trabajos.
No fue hasta que la pequeña Nahomi se acercó a Sandy y le pidió ir al baño que Paolo se percató de su gran parecido.
«No puede ser, es como si fueran madre e hija», pensó mientras las veía caminar juntas de la mano.
Un toque en su hombro lo trae a la realidad.
—Disculpen, me perdí en mis pensamientos, ¿decían algo? —Si algo caracterizaba a Paolo era su sinceridad, constancia y entrega, no en vano había llegado hasta donde estaba.
—¿Preguntaba si eran hermanos o esposos? Lo digo por el apellido —cuestionó Andrew.
—Aunque hermanos no creo —aseguró Bástian— no se parecen, así que supongo que, ¿esposos?
La risa que brota de los labios del italiano era tan contagiosa y ridículamente sincera, que solo él hecho de verla supieron que era un gran hombre.
—Sinceramente, es una historia muy larga, pero si he de ser honesto me gustaría compartirla en otro momento, créanme o no, siento que es algo que debo hacer.
Esa confesión de Paolo los descolocó emocionalmente, pero a la vez los llenó de intrigas.
Mientras en la mansión Kiliam, el viajero llegaba a casa desanimado —la pista que más esperanza le había dado hasta el momento—, pues con la persona que lo había contactado al final descubrieron que la única pista concreta y quien sabía la verdad de hace seis años o al menos una parte, había salido del país y desconocían su destino. Esto tiró las últimas esperanzas que él mantenía y que pondría fin a la angustia de la familia.
Ajeno a lo que la familia hacía, Víctor decidió ir a descansar un poco, antes de que los demás miembros de la familia llegaran pues no quiere enfrentarse de nuevo a su suegro y casi padre, con la noticia de que perdieron el rastro del único testigo de lo ocurrido.
Víctor cansado y dolido, caminó hacia la habitación que compartía con su amada esposa, una cama vacía y fría lo recibió. La misma cama que su esposa le suplicó por tener, una cama con un hermoso dosel desde donde ella gustaba apoyarse para hacerle travesuras.
Víctor más triste que nunca, limpió con furia las lágrimas de sus ojos, pues no deseaba que sus hijos lo vieran derrotado —sin saber que sus hijos disfrutan de una agradable compañía—. Aún con ese nudo en la garganta, Víctor fue hacia la puerta que divide el baño de la habitación, no sin antes pasar por el closet a su derecha donde coge su pijama la que hacía juego con la de Elaine, misma que no dejó de usar noche a noche y que la de ella la mantiene tendida en su lado de la cama, la suya ya más pálida que su compañera —por el continuo uso de esta— es lo único que logra hacer que duerma, los fantasmas de la culpa que lo acompañaban noche a noche, no lo dejaban tranquilo.
¿Por qué accedió a acompañar a Simón a esa reunión con el cliente que nunca apareció? ¿Por qué tuvo que acceder a prestarle su teléfono a la esposa de éste, para hacer una llamada? Y lo que más le molestaba era que accidentalmente su teléfono se destruyera justo cuando se lo entregaría.
Esas y otras preguntas lo hacían sentir culpable, él debía estar pendiente de la llamada de su esposa, él debía saber a dónde iría su esposa, pero algo le decía que pronto se descubriría la pista que con tanta vehemencia perseguían.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro