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—Empezó como quistes en la matriz. Luego un tumor. Tuvieron que extraerla para evitar que se propagara, ¿sabes? Yo no quería. Eso significaba que jamás podría tener hijos, pero al final me convencieron. Solo que era tarde ya.
Decías todo aquello con los ojos cerrados, rememorando aquellos días.
Te pregunté por él y sonreíste triste.
—Lo dejé ir. No quería que me viera muriendo, que se quedara al lado de alguien que no podía darle la descendencia que deseaba, y no luchó. Solo lo aceptó y se marchó. Como todos. Aunque no puedo culparlo, en realidad. ¿Quién en su sano juicio iba a querer quedarse al lado de una mujer que ya no sirve?
No podía creer que aquellas palabras llenas de auto-desprecio estuvieran saliendo de tus labios.
Apreté un poco tu mano logrando que abrieras tus ojos y los fijaras en los míos.
—Yo no te voy a dejar. Aquí me voy a quedar a tu lado. No importa qué, no pienso abandonarte.
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