Querido Benjamín.

Esta vez estoy recordando cuando nos conocimos.

Era una tarde de invierno y decidí salir con mis compañeros de trabajo -nunca lo hacia- pero esa vez ellos me convencieron de salir a un bar cerca del edificio donde trabajamos.

Nos sentamos en una mesa y ellos pidieron una botella de aguardiente -odio el aguardiente-, yo les empecé a decir que quería un tequila, que no les iba a recibir otra cosa.

Como ninguno de ellos accedió a pedirme un tequila, segundos después el mesero habia traido un vaso de ese alcohol que tanto pedía, diciendo que había sido el chico de la barra quien me lo había enviado. Ese chico eras tú. Tú me enviaste el tequila.

Cuando todos se fueron decidí ir a hablar contigo, te agradecí por el tequila y te pregunté qué como podría pagarte, me dijiste que saliendo contigo, yo sonriendo acepté.

Y cuando no buscaba a nadie más,
te encontré sentado en un bar.

Atte: Tamara Norwood.