CAPÍTULO 13
Al despertar, Alex bajó las escaleras y encontró a su mamá preparando el desayuno.
—Buenos días— Saludó Margaret en tono bastante alegre.
—Buenos días mamá— Besó su mejilla y se sentó en la pequeña mesa del comedor. En ese instante ella colocó un par de platos con huevos y tocino, ambos comenzaron a desayunar y conversar un poco.
—Oye, ésta noche me tomaré el turno nocturno, así que no te quedes hasta muy tarde despierto.
—¿Doble turno? ¿no crees que es mucho tiempo?, necesitas descansar— Ciertamente esa noticia no lo hizo sentir tan bien.
—Hay que pagar muchas cosas hijo— Respondió ella llevándose un trozo de comida a la boca y sorbiendo su café.
—Sabes, también he pensado en buscar un empleo
—Me tengo que ir.— Dijo ella muy apurada al ver la hora.
—¿Quieres que te acompañe?
—No, muchas gracias Alex, Trevor pasará por mi.
—Seguro, Trevor— Siguió comiendo despreocupado, y después casi se atraganta.—¿Quién es Trevor?
—Es un compañero del trabajo, no te preocupes— Abrió la puerta y antes de salir—Oye, Milton ha estado llamando, creo que dejó varios mensajes— Finalmente salió del departamento, Alex caminó hasta el teléfono e hizo reproducir los mensajes grabados.
—Hey, ¿no se te olvida algo?, yo te lo recordaré, debíamos entregar un proyecto juntos, gracias por ayudarme, que gran amigo eres— Milton sonaba completamente molesto y en todo el mensaje Alex se cubrió la cara con la mano sintiéndose como un idiota. Rápido tomó las llaves del apartamento y corrió en dirección a su casa.
Para cuando llegó no había nadie, así que corrió nuevamente por la calle hasta que unas cuántas calles antes de llegar a la escuela, y lo encontró.
—¡Milton!— Gritaba pero él no parecía querer escuchar.— Milton— Posó su mano en su hombro una vez que lo alcanzó.
—¿Qué quieres?— Milton cargaba en sus manos una maqueta bastante detallada de lo que parecía era un esquema del sistema nervioso.
—Amigo lo siento, lo olvidé completamente, yo...
—Alto— Levantó la mano y Alex dejó de hablar.— No quiero saber de tus excusas, se supone que éramos un equipo, y tú ni siquiera apareces para hacer el trabajo, sé que Becca es lo que más te importa en estos momentos, pero no es para que me dejes toda la responsabilidad como si fuera solamente mía.— Siguió caminando con cierta molestia.
—Escucha, sé que he sido un pésimo amigo en estos días, pero no es por Becca, es sólo.— Se detuvo y meditó sobre lo próximo que diría, por un segundo se cruzó por su mente revelar toda la verdad, pero eso sería contraproducente pues lo pondría en peligro.— Escucha, no te mentiré, soy un completo idiota, pero no quiero que te enfades conmigo, ¿qué puedo hacer para que me perdones?
—Tendrás que hacer mi tarea de álgebra durante un mes.— Comenzó a hablar sin dejar de lado su enojo.
—Seguro
—Me ayudarás a conseguir una cita con Jennifer Jonson.
—¿Bromeas cierto?
—Es amiga de Becca, será como un trabajo interno.— Relajó un poco su tono de voz.
—Está bien.
—Y... Me comprarás el almuerzo cada Viernes de tacos. Todo eso si quieres mi perdón.— Alex respiró profundo y aceptó, sacando una sonrisa en su amigo.— Excelente, amigo.
—Eres un manipulador ¿lo sabes?— Ambos comenzaron a caminar como cualquier otro día normal.
—Y mira que te iba a pedir que me consiguieras el autógrafo de Blade Slash, pero me conformo con los tacos.— Terminó de hablar con una gran sonrisa de victoria.
El día siguió con su ritmo normal, y en la última clase Milton y Alex se preparaban para la exposición en biología. Cuando entró el prefecto Dickens al aula.
—Chicos, el profesor Ross tuvo un accidente, y no podrá venir en esta semana, así que tendrán una suplente.— Anunció el prefecto mirando a los alumnos.
—¿El señor Ross está bien?— Preguntó uno de los alumnos.
—Estará mejor en una semana, mientras tanto, su clase de biología la impartirá la profesora Verónica Sanders.— Leyó el nombre de una libreta, y después se retiró. Todos quedaron boquiabiertos al ver a la suplente entrar; una mujer de tal vez treinta años, cabello oscuro como la noche, un cuerpo excepcionalmente atractivo, un rostro pulcro y de fracciones finas, y un par de ojos color verde brillante que parecían producir luz propia.
—Hola muchachos— Saludó a la clase con una sensual voz, y con una mirada que lograría derretir un iceberg.—Como su profesor ya les dijo, mi nombre es Verónica Sanders, y yo sustituiré al señor Ross mientras se recupera.
Al hablar, comenzó a escribir sus datos en la pizarra, ningún hombre del salón lograba apartar la mirada de su sensual retaguardia. A medida en que las horas pasaban, la maestra dejaba ocasionalmente la la clase de lado, y comenzaba a hablar sobre su vida personal y su vida amorosa.
—No puedo creer que esté soltera— Susurró Milton al oído de Alex mientras le miraba el escote tan pronunciado que mostraba al agacharse por un bolígrafo.
El timbre de salida al final sonó, y todos comenzaron a irse.
—Te veo afuera— Milton salió del aula no sin lanzar otra mirada a la suplente.
Alex caminó hasta la puerta.
—¿Alex, cierto?— Preguntó ella logrando frenarlo al instante.
—Sí— Respondió nervioso y ella le sonreía.
—¿Estuvo entretenida la clase?— Levantó la ceja y comenzó a pintar sus labios con un labial rojo.
—Claro, estuvo bien, supongo— Se rascó la nuca y evitaba el contacto visual. Lo cual no logró.
—¿Te gusta?— Preguntó levantando los labios.
—¿La... clase?— Ella emitió una pequeña carcajada, y lo volvió a mirar.
—La clase también.
—Sabe me tengo que retirar, me están esperando.
—Te puedes retirar Alex, ya habrá tiempo para, charlar.— Salió rápidamente del lugar, se limpió el sudor de su frente y alcanzó a Becca y a Milton.
Durante todo el trayecto en el cual Alex acompañó a Becca hasta su casa, no hubo mucha conversación, parecía que ella estaba triste.
—¿Qué te ocurre?, te noto extraña— La tomó de la cintura con delicadeza.
—Lo siento, estoy bien es sólo, que hice una solicitud para entrar a una escuela en Londres, y no he recibido respuesta, ya han pasado varias semanas.
—Tú tranquila, no tardarás en obtener una respuesta— Besó su frente un poco nervioso, pues si bien le desea lo mejor a ella, muy por dentro la noticia de que se tendría que marchar lo empezó a atormentar.
—Ojalá, ¿quieres entrar?
—Me encantaría, pero tengo su hacer un par de cosas.
—¿Entonces nos vemos mañana?
—Claro que sí.— Se basaron un largo rato, y después Alex se fue de ahí.
Pero no pasaron ni cinco cuadras cuando lo sintió nuevamente, aquella sensación de que alguien lo seguía de cerca. Volteó disimuladamente y en el extremo de un callejón alcanzó a divisar a una persona. La misteriosa persona al ver si la descubrieron comenzó a correr.
—¡Hey!— Gritó y comenzó a perseguirlo.
Aquel sujeto corría con gran velocidad, y Alex hacía todo lo posible por alcanzarlo, y cuando estuvo a punto de hacerlo en una calle llena de transeúntes, éste cruzó con rapidez la calle, Alex se detuvo en seco pues los autos pasaban a toda velocidad y lo único que lograría sería ocasionar un accidente. La persona misteriosa saltó una valla de alambre y se perdió entre las calles lejanas, pero dejó atrás algo.
A media calle había un pedazo de papel, la tomó, era una fotografía. En ella se veía a Alex corriendo a toda velocidad junto a Zoey, volteó la imagen y su preocupación se incrementó mucho más. «¿Quién es Alex Jefferson?» decía una nota escrita en tinta roja.
Alex tomó la imagen y salió corriendo de ahí.
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