CAPÍTULO 12
—Pero deben prometer, que después de todo lo que estoy a punto de contarles, seguirán confiando en mí.— Los miró seriamente antes de comenzar a hablar, al igual que los dos jóvenes se miraron mutuamente, y accedieron después de meditarlo.
—Hace mucho tiempo, hubo un conflicto a escala mundial que desencadenó en una de las más violentas guerras que han existido. La nación de Khalahak en el oriente, le declaró la guerra al mundo a través de cientos de ataques terroristas, yo antes formaba parte de un ejército conocido como La Unión de plata, el cual fue encomendado a pelear en contra de las fuerzas enemigas en Khalahak.
En todo ese tiempo en el cual estuve peleando para el ejército en ese horrible lugar, conocí a un hombre llamado Riley, quien se convirtió en mi mejor amigo. Todas las batallas a las que éramos enviados siempre él me cubría la espalda, como yo la suya, hasta que llegó el día... Teníamos como misión escoltar a un pequeño grupo de sobrevivientes de un escuadrón y llevarlos a casa, pero. Nos tendieron una trampa, los Khalaharis nos emboscaron, y nos tomaron como prisioneros.
Nos llevaron a su base en las montañas, un lugar tan árido y sin vida, en el cual nunca que se nos ocurrió buscar.
Durante casi tres meses estuvimos pudriéndonos en una celda, hasta que tuvimos la oportunidad de hablar con el líder de la nación. Un terrorista llamado Mharak quien no solamente lideraba un ejército, lideraba algo más. Resulta que toda la ''guerra'' no era más que una fachada para algo mucho más grande, Mharak era el líder de un séquito, una orden malévola y misteriosa llamada La legión de la oscuridad, un clan tan antiguo como toda religión o cultura. La legión de la oscuridad tenía su credo y era que todos tenían que vivir en armonía, ya sea siendo controlados o erradicando a quienes no querían seguir sus creencias.
Comenzaron una guerra para mandar un mensaje a todo el mundo, la legión estaba lista para gobernarnos a todos. Eso es lo nos dijo Mharak en aquel día, y a demás nos ofreció un trato, él vio una especie de potencial en Riley y en mi, y nos ofreció unirnos a La legión de la oscuridad o perecer. Acepté, al igual que Riley, pero no con el fin de formar parte de un club de desquiciados, sino que al lograr obtener la confianza de ellos, los traicionariamos y lograríamos escapar.
Pero, aún después de eso, no hay día en el que no lamente haber dicho que si en ese entonces. Durante casi dos años recibimos un entrenamiento que ponía a prueba nuestro cuerpo y mente. Mharak tenía a su favor un letal ejército, y el apoyo de toda una nación, pero con eso no lograría mucho, así que nos mostró su más letal arma. La sangre de Dios. Una sustancia que solamente podía extaerse de un mineral en esa región. La sangre podía hacer que un ser humano completamente normal se convirtiera en una letal arma viviente, pero con restricciones y efectos secundarios, si a un soldado se le administraba una dosis de Sangre, y su cuerpo no era suficientemente fuerte para tolerarla, no lograba sobrevivir. Pero si tenía la suficiente fuerza para resistir, la Sangre le daría un poder inimaginable, pero lo despojaría de su humanidad, convirtiéndolo en un ser carente de sentido común y libre albedrío. Que mejor ejército hay, que aquél que no siente miedo.
Después de tanto tiempo, lo habíamos conseguido, el entrenamiento había concluido, y Mharak estaba más que satisfecho con los resultados, estábamos preparados para escapar, y fue entonces... Cuando todo salió mal. Debíamos completar un último desafío, si queríamos convertirnos en hermanos oscuros debíamos asesinar a un inocente.
«Para formar parte de la oscuridad, debes ser la oscuridad» dijo Mharak en aquel entonces. Y ante nuestros ojos, arrodilló a un par de niños, dos pequeños tan tristes y aterrorizados que nunca podré olvidar sus rostros. Mharak nos entregó un par de navajas ceremoniales a cada uno, y nos ordenó cortarles el cuello. Nunca en mi vida me había sentido tan vacío y atemorizado. Estuve a punto de tomar a Mharak como rehén y comenzar el plan de escape. Pero Riley atacó primero. Me apuñaló directo en el estómago, no sé como nunca me di cuenta, de que el joven valiente y feliz que soñaba con volver a casa había muerto. La oscuridad lo corrompió, Mharak estaba completamente desilusionado conmigo, pero también había encontrado un valioso soldado. Frente a mis ojos, Riley tomó La sangre de Dios, y sin piedad alguna asesinó a los niños convirtiéndose en un monstruo.
Estuvo a punto de asesinarme en aquél entonces, pero logré levantarme y hacerle frente a quien alguna vez logré pensar que era mi hermano. La pelea más difícil de mi vida la libre ahí, y cuando creí moriría, La unión de plata llegó al lugar, con un repentino y colosal ataque logró destruir la base de La legión de la oscuridad, y acabó con la guerra. Cuando ellos me llevaban en un helicóptero médico, pude ver como el lugar se cubría de llamas, y todos morían. No pude salvar a esos niños, ni mucho menos logré salvar a mi hermano, ese día creí que todo estaba perdido.
Llegué a pensar que la vida no tenía sentido, no tenía familia, ni propósito, nada, hasta que ella apareció. La mujer más hermosa que en mi vida había visto, pensé que lo que vi fue un ángel, pero no, era Amanda Summers, tu madre Zoey.— La joven protectora sonrió al volver a escuchar el nombre de su madre después de mucho tiempo.— Amanda era una enfermera en la base militar a la que fuí llevado, y ahí mismo nos conocimos. Comenzamos a hablar durante mucho tiempo, e incluso después de volver a casa, ella y yo ya teníamos una relación. Después de muchos años de un hermoso noviazgo, finalmente le pedí que se casara conmigo, en el momento en que ella dijo que sí, nunca me sentí más feliz. Hicimos de nuestra vida la mayor aventura, en donde el amor que teníamos ella y yo era lo que importaba, o eso pensé, pues una hermosa noticia sacudió nuestro mundo.
Amanda estaba embarazada, y yo ya estaba trabajando en la escuela, faltaba muy poco para que ella diera a luz, así que estábamos preparado todo. Llegué a casa en la noche, y al entrar, todo estaba destruido, parecía que alguien había entrado a robar, no fue así.
Al llegar a la habitación de arriba encontré a Amanda tendida en la cama, no respiraba, y tenía el vientre lleno de sangre, el llanto de un bebé captó completamente mi atención, y ahí estaba. Una persona desconocida, con cabello largo, una mascara más parecida a un bosal, oculta en la oscuridad, pero con unos ojos tan rojos como el mismo infierno. Aquella persona sostenía a mi recién nacida hija, y yo no podía hacer nada.
«Ha pasado mucho tiempo» me dijo aquella persona, y fue que comprendí, Riley, estaba vivo, pero estaba lejos de ser la misma persona a la que enfrenté tiempo atrás. Soltó a mi bebé, y ambos comenzamos a pelear, nuevamente libré una batalla con él, una de las peleas más difíciles, de la cual, nadie resultó ganador, ambos terminamos casi muertos, pero llegó la policía, y Riley escapó, solamente para volver más fuerte siendo Dagger.
Después de ser interrogado por la policía y contarles una versión distinta de lo sucedido, me permitieron conservar a mi hija, y seguir con mi vida, pero ahora con un propósito. La gente merecía tener a alguien que los protegiera, y por eso me convertí en quien soy ahora.—Suspiró—Al parecer La legión de la oscuridad es ahora más una mafia que un ejército, pero con ésta nueva versión de la Sangre, que al parecer es capaz de adaptarse con más facilidad a una persona, todo se vendrá abajo. Por eso los necesito a mi lado chicos, no quiero que ustedes tengan que vivir los mismos horrores que yo.— Para cuando Rob terminó de hablar, ya estaba con ambos ojos a rebosar de lágrimas, pero había dicho la verdad, si bien se había desviado mucho, era necesario conocer la verdad, por más cruda que fuera.
—¿Por qué nunca me dijiste lo que pasó con mamá?— Zoey era quien más necesitaba meditar todo lo que escuchó. —Me dijiste que mamá había muerto al dar a luz.
—Quería protegerte, todo lo que he hice fue para protegerte. No quería que vivieras sabiendo que el asesino de tu madre seguía ahí afuera, hubieras estado en peligro. Por eso te entrené, día y noche, con la esperanza que cuando crecieran fueras la joven más fuerte de todas, y pudieras vencer tus miedos. Y los de los demás.— Zoey no dijo nada, solamente se levantó, y abrazó con todas sus fuerzas a su padre.
—Si deseas abandonar esto, no te culpo, puedes hacerlo ahora que puedes.— Dijo Rob sin dejar de abrazar a su hija. Alex los miró a ambos pensativo.
—No voy a rendirme. Ahora nos has dado muchas más razones por las cuales seguir peleando, no dejaré que otros sufran, acabaremos con Dagger.— Comentó completamente decidido.
Rob sonrió, y miró a sus dos jóvenes aprendices.
—Aún así, la policía nos tiene como blanco principal, debemos ser precavidos y actuar de manera más subrepticia. Por el momento debemos ocultarnos, y cuando sea el momento saldremos. Vete a casa Alex, hemos terminado por hoy.
Caminó lentamente a la puerta, giró la perilla y antes de salir.
—Alex— Lo llamó Rob.— Gracias por quedarte, no podríamos lograrlo sin ti.
—Nos vemos— Dijo después de dedicarles una gran sonrisa. Salió de la casa, y al caminar por las calles, un sentimiento aparentemente olvidado lo recorrió de pies a cabeza, y a toda velocidad corrió a la casa de Becca.
Para cuando llegó, pudo ver que la mayoría de las luces estaban apagadas, excepto la s la habitación de sus padres.
Saltó con fuerza hasta aferrarse de la cornisa de una ventana, siguió trepando, hasta llegar a la ventana de la habitación de Becca. Y ahí la vio, ya estaba dormida, pero no podía esperar más. Tocó con fuerza la ventana pero evitando hacer el mayor ruido posible, ella despertó un poco somnolienta.
—¿Alex?— Preguntó acercándose a la ventana.
—Hola— Dijo él, más despierto e inquieto que un niño que acabara de comer chocolate al por mayor.
—¿Qué haces aquí, sabes que hora es?—Abrió la ventana, parecía estar más enfadada que sorprendida.—Espera... ¿Cómo subiste hasta acá?— Alex besó apasionadamente a Becca y ella lo sostuvo de la cara y lo hizo entrar en la habitación, ambos cayeron al suelo sin despegarse.
—No podía esperar, en verdad lo siento, no tengo excusa para justificar como te he hecho sentir en estos días, sólo quería decir que te amo.— Ella lo miró de manera pensativa, y después sonrió.
—No lo puedo creer— Se cubrió el rostro con ambas manos, y nuevamente se juntaron en un gran beso cargado de un sincero y gran amor.
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Una sincera disculpa por no haber actualizado, pero estaba ocupado con la escuela y con ALTERADOS, recuerden que también ha vuelto esa historia, ojalá y le echen un ojo.
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