CAPÍTULO 31
Las imágenes del caos inundaban los noticieros, mientras, Roxane miraba en tiempo real todo lo que acontecía en las calles; motines, asesinatos, violencia, un pandemonio como pocos.
Puso ambas manos contra su cuero cabelludo y negó estupefacta, en cuestión de horas todo se había sumido en la anarquía. Escuchó una puerta abriéndose y se topó con Rei, llevaba puesto su traje de combate y se notaba armada hasta los dientes.
—¿A dónde crees que vas? —inquirió al verla dirigiéndose hacia la puerta principal.
—¿Tú a dónde crees? Iré tras Raiden —respondió inmutable. Roxane se apresuró a detenerla, pero al colocar su mano contra su hombro; rápidamente la joven nipona reaccionó sacando una daga y dejándola bajo su mentón.
—Bien... entiendo... —apartó su mano de ella, pero Rei no hizo lo mismo con su daga—... no puedo permitir que salgas tú sola, te matarán.
—Pueden intentarlo —guardó la daga. Miró a lo largo de la sala, ni Howard que tan ensimismado estaba en sus pensamientos o Zoey en su duelo parecían estar presentes en dicho momento, al menos no como para hacerla reflexionar.
Entonces la puerta se abrió, Roxane abrió sus ojos de par en par al ver entrar a Alex completamente malherido al cuartel.
—Por Dios —se apresuró a sujetarlo antes de que se desplomara sobre el suelo. Howard y Zoey llegaron también.
—Rápido, despeja una camilla —le ordenó Howard a Rei Murakami, ella obedeció sin chistar—. Bien, vamos —juntos lo levantaron y lo dejaron sobre la camilla.
—¿Pero qué diablos te pasó? —preguntó Roxane, mientras inspeccionaba aterrada todo su cuerpo.
—Troy... —expulsó entre quejidos.
—¿Troy Williams? ¿De la escuela? —dudó Zoey, incrédula. Alex asintió con molestia.
—El mismo, aunque creo que ahora es Shredder por completo —se alzó un poco—. Me atacó por sorpresa en el cementerio, ahora está con Raiden.
—Genial, lo que faltaba —expulsó la rubia desesperada. Se alejó de ahí, la situación iba de mal en peor y ahora la presencia de su viejo adversario lo empeoraba todo.
Luego de que Howard tratara las heridas de Alex, Roxane lo acompañó a una de las habitaciones del lugar para que pudiera bañarse y cambiarse de ropa, había resultado bastante sucio luego de la pelea que tuvo con él.
Llegaron a la habitación y él trató de quitarse la playera, pero le era un suplicio.
—Basta, deja que te ayude —Roxane llegó con él y le ayudó a quitársela.
—Gracias —dijo entre quejidos.
—¿Cómo te sientes?
—Física y mentalmente... del carajo —respondió sin muchas ganas. Algo había pasado con él, se notaba diferente, distante hacia ella, y no solo por todos los eventos traumáticos que había tenido que sufrir en aquellos días.
—Dejaré que te bañes —salió de ahí sin mirar atrás, Alex se sentó en la esquina de la cama y miró hacia el vacío. Apretó los dientes y luego lanzó un golpe contra el colchón, después otro, y uno más.
Se levantó y avanzó hacia el espejo que tenía en frente y de un puñetazo lo hizo trizas, despues se tiró al suelo y cubrió su rostro para seguir llorando.
Escuchó como llamaban a la puerta pero no hizo el menor caso, estaba completamente inmerso en su dolor que el mundo le parecía algo ajeno.
La puerta se abrió de golpe, y Zoey Derrickson pudo ver a su amigo, literalmente tocando fondo, fue ahí cuando no pudo más.
Se acercó a él y trató de ayudarlo a levantarse, pero Alex opuso resistencia, casi como un berrinche.
—Alex, tienes que levantarte —le dijo, pero él no reaccionó—. ¡Alex, maldita sea ponte de pie!
—¡¿Para qué?! —refutó con ira e impotencia—. Se acabó, Zoey... perdimos...
—No digas eso —el verlo así, simplemente le destrozaba el corazón.
—Raiden lo logró, nos quebró... —Zoey bajó la mirada, pero negó repetidas veces, nuevamente trató de levantarlo pero esta vez con mucha más impaciencia—. ¿Qué haces...?
—No te dejaré abajo —escuchó su voz quebrándose—. Ya perdí a la gran mayoría de las personas que más quería en el mundo... no... no me abandones tú también...
Alex miró su rostro con pena, suspiró y se puso de pie junto con ella, Zoey comenzó a llorar, así que hizo lo que debió hacer hace muchísimo tiempo, y la abrazó con todas sus fuerzas.
Zoey correspondió el abrazo al instante, lo necesitaba, más que nada en el mundo.
—Lamento mucho todo lo que dije y lo que te hice —la tomó del rostro y acarició su cabello.
—Ya no importa.
—No, Zoey, fui un idiota, siempre me comporto como un idiota contigo, eres la única persona que ha estado conmigo desde el principio y... y lo único que siempre hago es alejarte de mí —miró hacia arriba y meditó sus palabras a profundidad mientras ella lo observaba directamente—... y no sé por qué hago todas esas cosas, te alejé de mí, sin percatarme... —contempló sus ojos—... que lo único que necesitaba era estar contigo...
—Alex...
No dijo nada más, llegó hasta ella y dejó que sus labios terminaran todo, Zoey se aferró con fuerza y correspondió el beso como nunca antes. Se separaron luego de aquel efímero pero hermoso momento, ella suspiró y cerró sus ojos.
—No dejaré que te rindas —le dijo—. Jamás...
—Y yo jamás te dejaré sola —tomó su rostro y besó su frente—. Eres lo más importante para mí, y que ciego fui al darme cuenta hasta ahora.
—Ya no digas nada, ¿sí?
Besó su mejilla una última vez y salió de la habitación, sabiendo que su otra mitad estaba finalmente de vuelta.
Alex entró en la regadera y dejó que el agua se llevara todo lo que llevaba acumulado desde hacía tiempo, todo el dolor, toda la pena y miseria, en el momento en que salió, fue solamente para concluir con la misión de una vez por todas.
Se vistió y salió hacia con el resto de su equipo, encontrándolos a todos de frente a los monitores, se acercó y se encontró con lo peor, el Cazador estaba transmitiendo un nuevo mensaje.
—Ahora todos muestran su verdadero ser, la gente de la ciudad libera la inmundicia en las calles y lo sumerge todo en caos, mientras que los ''heroes'' se ocultan como cucarachas, patético.
Esto no es más que una muestra de lo que realmente son, gente podrida, ahora, es momento de purificarlo todo, y limpiar esta ciudad de una vez y para siempre —la cámara dejó de enfocarlo a él y mostró un dispositivo, una cápsula que en su interior estaba llena de Neblina de Sangre—. Admiren el instrumento de su salvación —se inclinó y miró directamente hacia la cámara—. La ciudad, caerá esta noche...
La grabación terminó, y nuevamente todo quedó en silencio, Howard se apresuró a buscar en todas las cámaras hasta que dio con la localización de la máquina.
—Mierda, está demente —soltó desesperado, todos se acercaron y lo vieron—. Está en el puente Libertad...
La gran ojiva llena de gas carmesí yacía a la mitad del centro, custodiada por nada más y nada menos que Raiden y su legión de genocida.
—Volvió a donde todo comenzó —sentenció Zoey.
—Reunió a todas sus tropas... es un ejército —habló Roxane sin poder dejar de temblar.
—Sabe que vimos el mensaje —comentó Alex—. No es una simple amenaza, es una declaración de guerra...
—Entonces hay que responder —habló Rei.
—¿No entiendes? —intervino Zoey—. Él nos quiere allá, quiere tendernos una trampa.
—No... no es una trampa. Es un llamado a una ejecución.
—No podemos ocultarnos, no más, si no vamos, Raiden activará esa cosa y todo terminará en una masacre, y si vamos... él mismo acabará con nosotros, a final de cuentas es una misión suicida —mencionó Roxane sin ningún atisbo de esperanza—. Somos cuatro, contra toda una legión...
Zoey pasó sus ojos a través de todas las grabaciones, mirando la situación de las calles y como la gente tenía miedo, entonces recapacitó. Bajó su vista y miró su traje rojo y su máscara.
—Howard... ¿puedes hacer una transmisión en vivo en toda la ciudad? —lanzó la pregunta, tomando a todos por sorpresa.
—Sí, bueno, es decir, los servidores están caídos, no hay nadie que me impida hacerlo así que sí, pero, ¿qué planeas?
—Prepara todo, a ese desgraciado le gustan los reflectores, eh, bien, que vea que a Los Protectores también —Howard alistó una cámara y no le tomó mucho adueñarse de la señal de los medios de comunicación.
—Está listo, cuando digas.
—Bien —Zoey se colocó el antifaz y suspiró frente a la cámara, asintió, y Howard levantó el pulgar, su imágen se había adueñado de las transmisiones de televisión, Internet y todo medio que pudiese verla en tiempo real, incluso las grandes pantallas que componían Times Square la mostraron a ella—. Este es un mensaje para todos los ciudadanos de Nueva York. Sabemos que justo ahora están pasando por un período difícil, ahora más que nunca todo se ve oscuro, y sin salida.
Hemos presenciado más de una vez los horrores que gente sin esperanza nos ha mostrado, con la misión de doblegar nuestro espíritu y hacernos pensar que todo esta perdido. Pero esto aún no termina, este genocida se alza con su mensaje de muerte y destrucción, pensando que nos vamos a rendir, está equivocado, porque ha cometido un error trascendental: ha subestimado a la gente de esta ciudad.
Si algo me ha mostrado esta ciudad y la gente que vive en ella, es que no nos dejamos vencer con facilidad, no importa cuantos golpes nos lancen, siempre estamos de pie, listos para contraatacar. Sé que tienen miedo, yo tengo miedo, pero temo más por el destino de esta ciudad y el mundo entero al dejar una escoria como él con vida, no puedo permitirlo. ¡Así que hago un llamado, un llamado para todas y cada una de las personas que habitan en esta ciudad y que no se han dado por vencidas, los llamo a dejar el miedo de lado, y pelear! No solo por su vida, o la de sus seres amados, sino por el futuro, les llamo a pelear y detener esta locura de una vez —se retiró el antifaz y dejó al descubierto su rostro ante el mundo—. Mi nombre es Zoey Derrickson, soy una Protectora, y no te tengo miedo, Raiden. Pelearé, con uñas y dientes, con mi último aliento, así tenga que hacerlo sola, pelearé, pero... sé que no estoy sola, porque aún creo en la gente, aún creo en esta ciudad, aún creo en la justicia y en la libertad —se inclinó y miró directamente a la cámara—. Esto termina esta noche, y ya sea que vivamos o no, el mensaje ha sido escuchado, y esto te lo puedo asegurar, Raiden, esta ciudad jamás caerá, no mientras yo esté respirando.
Aún seguimos de pie.
Howard acabó con la transmisión, todos quedaron estupefactos ante su mensaje.
—Eso... eso fue impresionante —admitió Howard.
—Gracias —suspiró.
—¿Y bien, cuál es el plan ahora? —esta vez todos miraron a Alex, él cerró sus puños y miró su uniforme lleno de convicción.
—Aún seguimos de pie ¿no? —se acercó a una mesa y tomó una de sus parvadas—. Entonces acabemos con ese hijo de perra.
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