Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 28

Milton despertó lenta y plácidamente, recostado en un colchón y con una hermosa mujer a su lado. Sonrió, alzó su brazo y la envolvió en un abrazo caluroso y amoroso, entonces la
escuchó como empezaba a despertar.

—Buenos días —saludó ella aún un tanto somnolienta.

—Hey —se acercó a ella y comenzó a llenarla de caricias.

—¿Qué haces? ¿Un movimiento a caso? —bromeó entre risitas.

—Puede ser —besó su cuello varias veces—. A esta la llamo la maniobra Milton.

—Eres un idiota —largó una carcajada.

—¿Pero funciona, verdad? —ella sonrió, rápido se colocó encima de él y lo besó profundamente.

—Sí —mordió su labio y siguió dándole más besos. Pareció que ambos estaban a punto de volver a hacerlo, entonces una ráfaga de mensajes llegaron al teléfono de Milton, lo alcanzó y los miró.

—Diablos, creo que debería ir a casa  —emitió sin que ella se apartara de él.

—¿Por qué? Estaba a punto de aplicar la maniobra Zoey —reconoció ella en un tono bastante seductor.

—Suena fantástico, pero ya son varios días que no estoy en casa, a este punto mis hermanas notaran mi ausencia.

Llevaba días lanzando excusas sobre por qué no llegaba a la casa a dormir, la mayoría de veces era creíble por decir que se quedaba con Alex, pero con lo ocurrido, si llegaban a llamarle a él, entonces tendría problemas.

—Dices que tienes que avisar este tipo de cosas, ¿pero sales cada noche a pelear contra los malos en un traje con alas?

—Una cosa es salir a escondidas cada noche y otra es nunca estar en casa —se levantó y se puso los pantalones.

—Al menos quédate a desayunar —volteó a verla, y le fue imposible decir que no y menos ante semejante vista.

—Bien, me convenciste —ella se acercó y lo besó nuevamente.

—Genial, iré abajo y veré que hay en el refrigerador —salió de la cama vistiendo únicamente su ropa interior, Milton se quedó pasmado al verla contonearse hacia la salida.
Suspiró y se tiró de espaldas hacia la cama.

Minutos después bajó, ella escuchaba música Jazz a todo volumen y cocinaba sin parar, Milton se quedó un rato mirándola, su corazón agitado no podía creer que estuviera pasando todo eso.

—No te quedes mirando, saca la mermelada y la leche del refrigerador —parecía que había hecho Hotcakes.

—A la orden —sacó aquellas cosas del refrigerador y las colocó sobre la mesa. Ella sirvió los platos.

—Ya, siéntate —ambos lo hicieron, comenzaron a charlar y compartir el desayuno.

—Está muy bueno —comentó, aún sin tragar.

—Gracias, papá me enseñó como pelear contra criminales y villanos, pero él nunca pudo superarme a la hora de cocinar.

Milton volteó hacia una fotografía colgada sobre la pared, donde aparecían ellos dos, Zoey era a penas una niña, y Rob se notaba mucho más joven, ambos estaban abrazados y sonrientes en lo que parecía era una fiesta.

—¿Eso dónde fue? —dudó señalando la fotografía.

—Oh, en un baile tonto de la escuela —recordó con cierta nostalgia pero a la vez con alegría—. Estaba muy nerviosa, todos debíamos bailar frente a nuestros padres, yo era muy torpe y no podía hacer bien los pasos, recuerdo que me sentí muy apenada, pero cuando el baile acabó, mi papá se acercó y bailó conmigo toda una pieza, fue... fue muy lindo —limpió una lágrima de su mejilla.

—Tienes mucha suerte de que estoy aquí, Derrickson, soy un gran bailarín, podría enseñarte algunos pasos si quieres —comentó con modestia.

—¿Tú, bailas? —inquirió incrédula.

—Claro, soy el alma de todas las fiestas.

—Que curioso, nunca te vi en ninguna fiesta, o algún baile.

—Es porque nunca fui a ninguno —admitió finalmente—. Pero eso no significa que no sepa divertirme.

—Tampoco he ido a ninguno —mencionó un tanto pensativa—. Supongo que nunca he tenido muchas noches libres, y... tampoco nadie nunca me invitó.

—Yo te habría invitado. Sin pensarlo.

—Que dulce —tomó su mano y le dedicó una sonrisa. Siguió comiendo, Milton meditó un poco, y entonces recordó.

—¿Y bien... a qué hora llegó por ti? —ella lo miró confundida.

—¿Qué? —él se puso de de pie, caminó hacia ella, tomó su mano e hizo una reverencia.

—Señorita, ¿me concedería el honor de llevarla al baile de graduación?

—¿En serio? —sonrió—. Pero es mañana, y no... no tengo vestido y...

—¿Entonces es un sí? —se puso roja.

—Po-por supuesto, Milton, me encantaría.

—Bien —se inclinó y le robó un beso—. Entonces es una cita.
Se apresuró hasta llegar a la puerta.

—¿A dónde vas?

—¡Tengo que conseguir un traje! ¡Zoey Derrickson irá al baile conmigo! —salió de ahí gritando y festejando como nunca.
Zoey se quedó ahí, sonriente, rápido sacó su teléfono y buscó entre sus contactos hasta que encontró a quien llamar.

—¿Hola? Mindy, necesito un vestido.


Rei Murakami sabía que no era lo correcto, pero aún así decidió hacerlo, justo cuando Howard les hacía los trajes ella le pidió que colocara un rastreador en el de Kai, así, cuando tuviera la necesidad iría en su búsqueda, claro que jamás pensó que en realidad llegara a necesitarlo.

El rastreador del guerrero lanzó la ubicación correspondiente, la cual resultó siendo el Asilo Blackwood, rápido se hizo con la motocicleta de Alex y emprendió el viaje hasta el lugar, y tal vez era su intuición u otra cosa, pero sabía que algo había pasado.
Su viaje a través de las autopistas en las afueras de la ciudad la demoraron durante un par de horas, y al igual que la mayoría, acabó llegando justo cuando el sol estaba por ocultarse en el horizonte, llegó, solo para encontrar el lugar completamente devastado. Se retiró el casco y miró las patrullas de policía y los camiones de bomberos en el área.

Ocultó la motocicleta y siguió a pie, portando su traje de Protectora, los policías habían restringido el paso al lugar, y todo estaba acordonado cual escena de crimen. Un escalofrío le recorrió la espalda al ver a los equipos forenses sacando cadáver tras cadáver del lugar.

—No... —soltó para sí misma, rápidamente se envolvió con su entorno y se abrió paso hasta llegar al lugar, tampco le estaban permitiendo a los medios que se acercaran, algo realmente serio había pasado.
Se encaminó a través de las patrullas y se ocultó atrás de una ambulancia, entonces escuchó un quejido, caminó y revisó, un enfermero yacía tendido sobre la camilla, estaba severamente herido y casi a punto de colapsar. Entró en la ambulancia y se hizo de una bata blanca y un cubrebocas para ocultar su rostro, entonces el enfermero reaccionó de sorpresa.

—¡No, no me mates, por favor! —exclamó aterrado, sus ojos se clavaron en ella.

—Oye, tranquilo, no te haré daño —pensó en qué hacer—. Vine-vine a revisarte —el hombre no pareció calmarse, ella dejó una mano sobre su pecho—, ¿qué ocurrió? Dime.

—Ellos... ellos se liberaron, atacaron y mataron a todo el personal... están libres... —enunció con el temor dibujado en su rostro, Rei lo notó al instante, había sufrido un trauma bastante severo.

—Los enfermos están libres, ¿pero... cómo?

—Él... él los liberó...

—¿Quién? —preguntó, a sabiendas de que la respuesta no le gustaría en lo absoluto.

—El demonio de ojos rojos —soltó, y ella tembló—. Se dirigen a la ciudad, todos... todos van a morir...

Rei pateó las puertas de la ambulancia, salió de ella a toda velocidad, avanzó a través de los policías y los paramédicos hasta que logró entrar en el lugar. Pasó por el jardín central, donde los cadáveres y el fuego lo cubrían por completo, los detectives ni siquiera le prestaban atención.
Llegó hasta la puerta principal y entró en el recinto, aunque más parecía que había llegado a una película de terror, sangre, destrucción, fuego, por todas partes, era como si una legión demoníaca hubiese azotado el lugar.

Avanzó por los pasillos sin poder apartar su vista de los cuerpos en el suelo y el rastro de destrucción.
Sacó el radar que indicaba la posición de Kai, se apresuró a llegar a unas escaleras y bajó unos cuantos pisos hasta que llegó a una zona igualmente acordonada por los policías, se adentró importándole poco que estuviera invadiendo la escena de un crimen, avanzó más lento al momento que se topó con lo que parecía había sido una enfrentamiento.

Entonces la divisó, su sable estaba sobre el suelo, formaba parte de la evidencia, se agachó y lo sujetó, tenía algunas manchas de sangre, miró lentamente hacia el frente y se topó con un cuerpo, uno cubierto con una manta.
Comenzó a respirar de manera agitada, tragó saliva y tomó su tiempo para levantarse y avanzar hacia el cuerpo. Se aproximó a éste y se agachó, tomó la manta enrojecida y la levantó, fue en ese momento que su corazón recibió una estocada.

Cayó de sentón, se cubrió la boca y soltó un llanto lastimero mientras negaba sin poder creerlo.

—No, no, no, no, no —repitió entrecortada por el llanto, alzó la vista y lo vio.
Su cabeza había sido seccionada por un brutal corte, estaba pálido y lleno de sangre, nuevamente cubrió con ambas manos su rostro y expulsó un quejido como pocos, una mezcla de llanto, furia e impotencia le azotó y lo único que supo hacer fue tirarse en posición fetal y llorar como nunca antes.

Durante sus años de entrenamiento sufrió como nunca, y una regla de oro que aprendió fue jamás mostrar debilidad, al igual que no crear empatía por nadie, pero en aquel entonces le fue imposible no sentir la mayor de las tristezas al perder a la persona que más quería en el mundo.

—Debí de ser yo... debí de ser yo —exclamó entre berridos incinsolables—. Te... te fallé...

Nuevamente se cubrió la cara y se quedó llorando un largo tiempo, no supo exactamente cuánto, pero cuando descubrió sus ojos nuevamente, una tormenta azotaba afuera del lugar.
Se levantó y miró su cuerpo, pero decidió apartar la vista nuevamente, suspiró, aún sin creer que lo había perdido.

—Lo siento mucho, Kai, mi único deber era protegerte, y fallé... —agachó la cabeza, y se topó una vez más con el sable, lo tomó y miró su reflejo en la hoja, aquel rostro no era el mismo, al menos ya no.
Una idea pasó por su cabeza, fugaz como una flecha, pero pensó en si tomar aquel sable y con el rebanar sus venas para así estar con él otra vez, aproximó la afilada hoja hacia su muñeca, y fue entonces que un trueno azotó, su luz iluminó el pasillo, y durante una ínfima fracción de segundos, creyó ver una figura a pocos metros de ella, apartó la espada y nuevamente miró su reflejo, pero esta vez, aquel cascajo sin deseos de vivir apretó la empuñadura con firmeza.

Más truenos comenzaron a caer, Rei levantó la espada y lanzó decenas de golpes al aire, mientras dejaba salir toda su ira y trizteza, gritó justo al tiempo que lanzó una última estocada.

—Yo, Rei Murakami, con la luna y vida como mis testigos hago un juramento de sangre —pasó la hoja por su palma y permitió que la sangre brotara—. Juro, honrar la memoria de Kai Hashimoto, y darle el descanso eterno, dándole a la muerte lo que quiere, la vida del Cazador. Juro que te mataré, y vengaré así a mi otra mitad, y una vez que cumpla mi juramento, estaré lista para que mi vida sea tomada también.

Apretó su mano y su sangre cayó sobre el suelo, guardó la espada y se dirigió nuevamente hacia la salida con un único propósito a cumplir: matar de una vez a Raiden.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro