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CAPÍTULO 23

Tocó la puerta varias veces, tratando en cierta forma de no sonar irritante, se apoyó contra la puerta y dejó una mancha de sangre bastante prominente sobre la pintura.

—Carajo —exclamó con molestia, intentó limpiarla, entonces abrió la puerta.

—¿Quién es? —Margaret abrió los ojos de par en par al ver a su hijo frente a ella, y desafortunadamente no como a ella le hubiera gustado verlo—. Alex —dejó escapar, sonrió pero al momento se alarmó al verlo terriblemente golpeado y lleno de sangre.

—Hola mamá.

—Por Dios, ¿qué te pasó? —rápido lo sostuvo y lo hizo entrar en su departamento.
Pasó un rato, había suturado sus heridas por completo, limpió sus cortes y los desinfectó, incluso encontró algo de ropa que él había dejado y le hizo cambiarse.

—Gracias —ella le entregó una taza de té y dejó algunas aspirinas sobre la mesa, Alex no tardó en tomar una cuantas.

—Bueno, debo ser sincera, no esperaba visitas, al menos no una visita que involucrara sanar las heridas de cuerpo completo de mi hijo —sorbió el té. Alex sonrió ligeramente, parte de él no podía creer cómo podía tomárselo de forma tan tranquila.

—Lo siento, yo tampoco lo planeé —se acomodó entre quejidos sobre el sillón.

—¿Fue por los altercados? ¿O por ese aterrador sujeto de máscara negra? Él es aterrador —sorbió nuevamente—. ¿Lo enfrentaste? ¿Le ganaron?

—Mamá, tranquila. Sí, fue por los altercados y sí, también fue por ese sujeto. Y... bueno... también por otra cosa.

—¿Qué ocurrió? Te noto acomplejado.

—Tuve una pelea con Milton —aseveró con cierta tristeza.

—¿Discutieron?

—En parte —acarició su ojo morado.

—Por Dios, ¿Milton te hizo eso? —su sorpresa fue notoria—. ¿Milton, Milton?

—Sí, últimamente ha estado... extraño.

—¿Y por eso llegaron a los golpes?

—No, no lo entenderías.

—Lo que no entiendo es cómo el chico que pensaba que los bebés venían del espacio pudo darle una paliza a un Protector —bromeó, aún bastante incrédula.

—¿Si sabes que Milton es un Protector también, no?

—¿Qué? —exclamó doblemente incrédula. Aquello dibujó una sonrisa en Alex.

—Sí, es Thunderbird.

—Oh Dios, ¿el de las alas?

—Sí.

—Eso explica mucho. Aunque no explica por qué pelearon —reposó su cara sobre su mano.

—Milton ha cambiado, es... diferente, como si ya no fuera el mismo, y temo que eso lo transforme por completo.

—¿Temes por él, verdad?

—Claro que sí, es como mi hermano.

—Entonces arregla esto, hablen sobre lo que pasó.

—No sé si quiera hablar, al menos no después de todo lo que le dije —se rascó la nuca con frustración y suspiró.

—Conozco a Milton desde que tenía seis años, él te quiere mucho, estoy segura que llegarán a una solución.

—No lo sé, mamá, también fui un idiota.

—Discúlpate, admite que no estuvo en ti lastimarlo de esa manera, ustedes son inseparables —Alex miró hacia otro lado—. Hijo, confía en mí, te aseguro que todo estará bien.

—Lo-lo haré. Gracias mamá —se acercó a darle un abrazo, ella correspondió con muchísimo gusto.

—Extrañaba esto, pareciera que ha pasado una eternidad. Un día le aconsejas a tu hijo como no ser tan tímido, y al otro, estás sanando las heridas de un héroe —admitió con sus ojos llenos de nostalgia.

—Lo sé, es... extraño.

—Y bueno, ¿qué tal te sienta la vida de héroe?

—Es emocionante, claro, pero obviamente muy peligrosa, al menos tengo a mi equipo, dudo que sin ellos lograra tantas cosas.

—También vi que hay nuevos, ¿quiénes son?

—No puedo revelarte sus identidades, mamá, los pondría en riesgo, y a ti también.

—Hace menos de cinco minutos me revelaste que Milton era un héroe también —sonrió en burla, Alex se quedó callado.

—No te preocupes, si ellos son tu equipo y te cuidan la espalda, entonces está perfecto.

—Son los mejores.

—Oye, ¿y qué tal va todo con Becca? —preguntó con completa ingenuidad. Alex sintió al instante como si un vacío remplazara su estómago.

—Becca... Becca y yo ya no estamos juntos, mamá.

—Oh, lo siento mucho, no sabía.

—No te preocupes, supongo que era de esperarse, las relaciones a distancia casi nunca prosperan —aceptó con amargura.

—No te mortifiques por eso —acarició su mejilla—. Estoy segura que tendrás una nueva oportunidad para estar con alguien.

El semblante nostálgico se esfumó, al momento se dibujó una sonrisa sobre él.

—Si, sobre eso...

Duró mucho más rato con su madre, aquella charla se prolongó hasta casi la madrugada. Acabó llegando a su apartamento solo para encontrar a Roxane, tendida sobre su cama, se notaba completamente exhausta, sonrió. Se despojó de sus zapatos y de su ropa hasta que acabó en ropa interior, lentamente se acostó sobre su cama, dejando escapar uno que otro quejido por sus heridas.
Una vez que estuvo a su lado, miró hacia el techo.

—Volviste —escuchó su voz. Con sus ojos casi cerrados se acercó a él y besó su mejilla, después reposó sobre su pecho—. ¿Lograste ver a tu mamá?

—Sí.

—Bien, me alegro —susurró y lentamente quedó dormida otra vez.
Alex se quedó mirando el techo durante un rato más, tantas cosas rondaban en su cabeza, y contrario a lo que cualquiera pensaría, Milton no era lo que lo mantenía despierto. Más bien, una idea, un pensamiento que lo hacía temblar, la sola idea de pensar que Raiden seguía con vida. Cerró sus ojos tratando de que aquellos pensamientos se marcharan, entonces la noche logró vencerlo, y cayó profundamente dormido.

El sol acarició delicadamente su mejilla, el canto de las aves comenzó a despertarla, pero fue su alarma la que terminó por hacerla abrir los ojos de golpe, se alzó hasta apagar su despertador y regresó a su cama con mucha molestia.
Cubrió su rostro con una almohada y se quejó, después, se levantó. Caminó hacia la habitación junto a su dormitorio y comenzó a entrenar, cada mañana era lo primero que hacía, una pesada rutina de ejercicios que duraba alrededor de una hora y media, tan solo la de la mañana. Agitada, se encaminó a su habitación nuevamente, eligió su ropa y entró en su baño.
Luego de bañarse y arreglarse, se dispuso a marchar rumbo a la escuela, con tantas cosas en su mente ni siquiera recordaba que tenía tarea atrasada, un par de proyectos, y bastantes faltas, afortunadamente Howard había hackeado el servidor de la escuela y cada que era necesario los ayudaba para que no fuesen expulsados. Acabó llegando medianamente temprano, al menos lo suficiente para llegar a su primera clase.

Una vez acabada la clase, salió de su aula y se encaminó a su casillero para sacar sus cosas. Tomó su celular y buscó a Milton entre sus contactos, había intentado llamarlo durante bastante tiempo, pero parecía que no quería hablar con nadie. Suspiró ligeramente y tras hacer una pequeña mueca, tomó sus cosas y se fue a su otra clase.
Las primeras horas marcharon con una inusitada normalidad, ni siquiera se topó con sus amigos, exceptuando a Mindy, quien no tardó en invitarla a almorzar. Juntas llegaron a la cafetería y tras tomar una mesa, se dispucieron a comer con una amena charla.

—Hace mucho tiempo que no pasamos tiempo juntas, ¿qué pasó? ¿te cansaste de mí? —hizo un puchero como un bebé. Zoey sonrió, bebió de su jugo mientras intentaba encontrar una explicación coherente.

—He estado muy ocupada con algunas cosas fuera de la escuela —dijo, mientras asentía varias veces tratando de proyectar inocencia.

—Debe ser algo muy importante para apartar a Zoey Derickson de sus libros —se burló su amiga—. Es un chico, ¿verdad? —sonrió, arqueando una ceja.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? —disimuló apenada.

—Tus ojos brillan —comentó entre risas—. No tiene nada de malo, Zoey, aún recuerdo eso, y más con Mark Smith, ese chico me tenía loca.

—Hablas como si tuvieras setenta años.

—El punto es, que sé lo que es estar enamorada.

—No sé si estoy enamorada.

—Ah, entonces si hay un chico —dio en el clavo con eso. Zoey acabó por ceder.

—Puede ser, es muy bueno conmigo, aunque no sé, tiene algo últimamente, es peculiar, es como si fuéramos completamente distintos, aún así, es bastante lindo —se mostraba felíz al recordar.

—Los polos opuestos se atraen, Derickson, y parece que tú encontraste al tuyo —sonrió, igual que ella. En ese momento Mindy casi se ahoga con su jugo, fijó su vista en la entrada de la cafetería.

—¿Qué ocurre? —inquirió Zoey.

—Mira —. Ella se giró, Milton había entrado, estaba diferente.
Su rostro amable y juguetón había desaparecido, no solo por los moretones y heridas que adornaban su cara, su semblante se había vuelto duro y bastante inexpresivo.
Llevaba puesta incluso una chaqueta negra con el logo de las Serpientes Rojas, todos se habían quedado impactados, mucho más Zoey.

Avanzó, y un grupo de Serpientes tras él, Zoey los reconoció al instante, eran los chicos del bar. Avanzaron acaparando las miradas de todos, susurros cubrieron el lugar.

—¿Estás viendo lo mismo que yo? —dudó Mindy con absoluta incredulidad.

—Eso creo...

—Es cosa mía o Milton parece haber dejado de ser un bufón a ser... un chico malo.

Milton, junto con los demás motociclistas, se encaminaron a la mesa donde estaban ellas. Mindy enloqueció. Milton se acercó hasta estar frente a ella.

—Hola, Zoey —saludó, mientras los demás se desperdigaban sobre la mesa.

—Oh maldición, esto es tan excitante —admitió Mindy mirando a los motociclistas.

—Hola, Milton... luces diferente —lo escaneó de pies a cabeza.

—Me siento diferente —se sentó a un lado de ella, parecía como si estuviera más relajado.

—Eso es bueno, supongo...

—¿No dijiste que ella no era tu novia, eh, Sanders? —declaró Paunce, acercó su mano al plato de Mindy y le robó un par de papas fritas.

—No es mi novia, Paunce, al menos no aún —le sonrió. Zoey se puso roja.

—Es bueno verlos, muchachos —habló nerviosa.

—Sí, supongo que después de lo ocurrido en Central Park es casi un milagro que estemos aquí —respondió Michelle.

—Seguimos vivos, es lo importante —comentó Luis, sentándose sobre la mesa.

—No es que no me agraden, pero-pero ¿qué hacen juntos? —posó su vista sobre Milton. Él se agachó en hombros.

—No lo sé, terminamos nuestro deber, y quería de alguna manera regresarles el favor que hicieron por nosotros allá afuera.

—¿Uniéndote a los Serpientes? —parecía que no lo podía ver de esa forma. Milton solo guardó silencio.

—Un segundo... ¿estuvieron en Central Park? —intervino Mindy.

—Olvida eso, no es lo importante —habló Zoey—. ¿Entonces, Milton, ahora estás con ellos?

La respuesta no llegó, en su lugar, fue Alex, quien apareció.
Rei, Roxane y Kai venían junto a él, demás está decir que su sorpresa fue basta al encontrar a Milton en compañía de los Serpientes, al igual que portando su insignia. La tensión volvió a sentirse entre ellos dos, ninguno de los dos supo cómo es que debían actuar. Pero Alex recordó a su madre, se tragó su orgullo y decidió dar el primer paso.

—Milton —caminó hasta estar frente a él.

—Alex —respondió, con notoria evasión.

—¿Crees... que podríamos hablar? —se puso de pie frente a él y se cruzó de brazos.

—No hay nada de que hablar.

—Escucha...

—Ey, ya oíste, no quiere hablar —Paunce fue el primero en saltar para encararlo. Alex trató de ignorarlo.

—Milton, por favor...

—Oye, tú fuiste el que nos estuvo molestando —lo reconoció Oliver.

—Sí, también mi amigo de allá los reconoce y créeme, el no será tan condescendiente como yo lo estoy siendo justo ahora —voltearon a ver a Kai.

—Es un puto ciego —exclamó Luis.

—Vuelve a faltarme al respeto, y haré que te tragues los dientes —amenazó pasivamente. Luis se aproximó a él, pero fue Rei quien lo detuvo.

—Tampoco te conviene hacerme enojar a mí.

—¿Una chica ruda, eh? Bien, me gustan las difíciles.

—Entonces me amarás a mí —Roxane se interpuso entre todos—. Milton, dile a tus amigos que se hagan a un lado o habrá problemas.

—Creo que ya los hay —esta vez fue Michelle quien encaró a Roxane.

—Fantástico... —soltó Zoey.

—Milton... diles que paren.

—No, Alex —refutó con molestia—. No. Siempre tiene que ser lo que tú digas, siempre tiene que ser a tu modo, siempre intentas que todos estemos bajo tu sombra, ya me cansé.

—¿Tratas de decirme algo? —objetó con contrariedad, aunque muy en au interior comenzaba a sentirse realmente mal por sus palabras.

—Trato de decir... que se acabó. Lo que ocurrió en Central Park solo me hizo abrir los ojos, ahora me doy cuenta que sus métodos son muy distintos a los míos. Y mucho más con un líder como tú.

—¿Entonces qué harás? ¿Te irás y te convertirás en... una especie de vigilante que toma la justicia por su propia mano?

—No sé qué camino tomaré... pero estoy seguro que no quiero uno en el cual tenga que ser arrastrado por gente que no busca lo mismo que yo.

Las puertas del comedor se azotaron nuevamente, y el equipo de fútbol apareció en escena.

—Mira nada más —habló Eward mientras observaba con desprecio a los Serpientes—. No les bastó con devastar Central Park, ahora quieren hacerle lo mismo a mi escuela.

—Nosotros ayudamos a Los Protectores a acabar con la batalla, en lugar de mirar de lejos como un montón de malditos cobardes —reclamó Paunce.

—Ya no están en Central Park, ya no tienen los números, ahora están en nuestro territorio, Serpientes.

—Vete a la mierda. Si me quieres fuera, solo será hasta que mi corazón deje de latir —enunció Michelle. Los demás Serpientes se pusieron a la defensiva.

—Déjalos en paz, Edward, ellos no hicieron nada —alzó la voz Milton, inmediatamente hubo risas por parte del equipo de fútbol.

—No te metas, Sanders, o acabará mal para ti.

—Muy valientes, ¿no? Que tal si equilibramos la balanza —volvió a decir—. Trae a tus putos gorilas afuera y veamos quién realmente es el que persiste.

—Aparentemente te crecieron bolas, Sanders, me parece bien —Edward sonrió—. Una vez que suene el timbre de salida es tu funeral, y el de todos ustedes.

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