CAPÍTULO 22
Al momento en que los Serpientes y el bando de Raiden atacaron, sintió como adentrarse en una estampida.
Corrió junto con Milton a seguir peleando, después perdió el conocimiento, imágenes difusas y un sonido ahogado llegaron a él, como si entrara en un sueño para después azotar en la realidad de golpe.
Lo cual pasó literalmente, cayó con todo su peso y el de un motociclista herido sobre él, saboreó la tierra y la sangre sobre su boca, levantó la cara, sombras y luces centellantes pasaban a través de sus ojos. Parpadeó varias veces hasta que poco a poco comenzó a recuperar la vista, entonces un motociclista cayó frente a él, estaba muerto.
Se levantó de golpe, y aún confundido intentó pelear, pero entre la marejada de gente no pudo distinguir quién era quién. No fue hasta que un sujeto enmascarado cargó contra él con una gran llave inglesa, que supo quiénes eran los enemigos. Reaccionó torpemente, se agachó y casi cae de nuevo, el enmascarado atacó.
Nuevamente se deslizó evitando su ataque, y le asestó un puñetazo, no alcanzó a pensar siquiera, otros más se lanzaron contra él.
Bloqueó los golpes y recibió algunos otros, pero con un par de movimientos marciales y contundentes puñetazos y patadas pudo deshacerse de ellos.
Siguió avanzando entre la bruma y el pandemonio, entonces observó a Milton, la ferocidad con la que atacaba, era simplemente irreal. Su velocidad y movimientos eran hasta cierto punto aterradores e incluso despiadados.
Lo vio girar su bastón y recibir a un par con contundentes ataques que dejaron a sus adversarios sobre el suelo, esquivó saltando como todo un acróbata, para terminar noqueando a sus enemigos con golpes que rompían huesos. La sombra de Raiden emergió de entre la multitud, alzaba una espada que, igual que él, estaba cubierta de sangre.
—¡Mil...! —un golpe le llegó por la espalda, nuevamente cayó al suelo. Un sujeto bastante musculoso llegó hasta él, giró y alcanzó a evitar un golpe que le lanzó con ambos puños en uno. El impacto levantó la tierra. Se puso de pie y encaró a su rival, no sin antes observar como Milton se preparaba para encarar al Cazador.
—Pensé que habías tenido suficiente —dijo Raiden, giró su espada y se puso en posición de ataque.
—Para tu mala suerte, aprendo con lentitud —sujetó el bastón con firmeza y lo observó.
—Bien, entonces esto te enseñará de forma permanente —cargó contra él, Milton se agachó evitando el golpe, rápido lanzó un par de ataques con el bastón, el chocar de los metales lanzaba chispas por doquier. Raiden alzó su espada y mandó un corte que lo partiría en dos, pero Milton se cubrió con el bastón y resistió el ataque. Pero Raiden no esperó, lanzó una patada que mandó a volar a Milton por los aires, hasta que cayó en un lago.
Con la fuerza con la que fue lanzado, el agua se sintió como concreto.
Nadó hacia la superficie y lo encontró yendo hacia él. Salió a toda prisa, solo para recibir un contundente puñetazo que lo mandó al suelo.
Raiden lo alzó al aire con ambos brazos, y justo antes de que le destrozara la columna con un rodillazo, Zoey disparó una flecha explosiva contra él, la explosión le hizo soltarlo y caer.
Intentó levantarse, pero Rouge llegó justo a tiempo para evitarlo, lo pateó directamente al rostro, se retiró un poco y cargó una flecha que lo congeló justo antes de que se levantara y lograra golpearla.
La prisión helada de Raiden comenzaba a fracturarse poco a poco. Zoey llegó con Milton, quien yacía tendido en el suelo.
—Milton —lo sujetó con delicadeza y colocó su cabeza sobre su pecho.
—Debimos habernos quedado en la escuela —rio mientras tosía algo de sangre.
—Sí, sí debimos —liberó unas cuantas carcajadas, aderezadas con algo de preocupación, Milton acarició su rostro.
Ella se acercó y se besaron.
Alex contempló desde la lejanía aquella escena, se quedó viéndola unos instantes sin saber exactamente cómo es que debía sentirse. De igual manera no tuvo oportunidad, Raiden se liberó del hielo que lo cubría, y como un animal salvaje se arrojó contra ellos.
Ambos se separaron, Zoey giró por el suelo y apuntó una flecha, pero al dispararla, él la atrapó, y la arrojó antes de que explotara. Alzó nuevamente su espada y lanzó un corte, Zoey lo esquivó, entonces Milton lanzó una patada, Raiden ni se inmutó. Apresó su pierna con fuerza y lo hizo girar hasta arrojarlo contra ella.
Alex se lanzó a ayudar, pero antes observó el carcaj de Zoey sobre el suelo, sus flechas yacían desperdigadas sobre el césped. Rápido corrió hacia las flechas, tomó una y siguió en dirección hacia él.
El Cazador estuvo a punto de acabar con sus amigos, cuando Alex saltó y le enterró la flecha justo en el cuello. Se apartó, Raiden se giró lentamente y lo observó con aquellos ojos infernales, entonces simplemente se arrancó la flecha.
—Para eso es la armadura, imbécil —le recetó una poderosa bofetada que lo derribó. Arrojó la flecha y se acercó a él, alzó la espada.
Entonces él fue atravesado. La afilada hoja de una katana perforó el blindaje de Raiden por completo, agachó la cabeza y observó como la sangre brotaba.
Kai emergió tras él, hundió más la espada y Raiden rugió con dolor.
—Te dije que te mataría —sacó su espada, y Raiden cayó al suelo.
Alex contempló estupefacto como el más grande enemigo que hasta la fecha habían conocido, se desangraba ante sus ojos. Kai limpió la sangre y ocultó su sable sobre su espalda. Se levantó y se quedó mirando el cuerpo y luego a él.
El invidente Protector no dijo absolutamente nada, solo se limitó a observar a Alex con sus ojos muertos.
Los demás llegaron justo a tiempo para ver aquello.
—Por Dios —soltó Roxane Taylor, prácticamente nadie lo podía creer.
En ese momento la luz de un helicóptero llegó a ellos.
—¡No se muevan, están detenidos! —habló la voz desde el helicóptero.
—¿Qué? —dejó escapar Alex. Todos observaron como los policías los rodeaban. El Comisionado Mayers apareció, su mirada inexpresiva se clavó en ellos—. ¿Comisionado?
—Lo lamento... el Alcalde dictó la orden —alzó su pistola contra ellos—. Manos en alto.
—Nosotros evitamos que destruyera la ciudad —soltó Milton, cerró sus puños y miró con absoluto desprecio a la policía.
—Esto se hubiera evitado si ustedes no estuvieran aquí —admitió, sus palabras no sonaban convencidas del todo—. No son héroes, son terroristas, no lo volveré a repetir —haló la corredera de su arma.
—Bastardo maldito —pronunció Milton, su ritmo cardíaco se aceleró, comenzó a gruñir.
Alex volteó, sus ojos comenzaban a volverse rojos, sintió un escalofrío, quien estaba portando el traje de Thunderbird era alguien más, alguien consumido por el odio y la oscuridad.
Thunderbird sacó de su cinturón una granada de gas, la arrojó contra el Comisionado y contra los policías que los rodeaban.
—¡Milton, no! —gritó con desesperación, pero había sido demasiado tarde.
Se lanzó hacia ellos y como una feroz bestia: comenzó a atacarlos de forma despiadada, simplemente el odio con el que peleaba era inconmensurable.
Alex se quedó congelado, mirando a aquella sombra cruel que destrozaba a los policías entre el humo, disparos volaban por doquier, al igual que sangre y gritos de terror.
Despertó de su letargo y corrió a detenerlo, pero ya no era posible, los policías cargaron contra ellos.
—Mierda —exclamó Zoey, una vez que alcanzó su arco y flechas, disparó un montón de cegadoras, el brillo centellante que emanaba de éstas logró concederles una ventaja para escapar.
—¡Milton! —llegó hasta él, le había destrozado la pierna a uno con solo un golpe—. ¡Milton! —lo sujetó del pecho pero no reaccionó—, mierda...
Lo tomó por los hombros y lo derribó. Milton observó a Alex con sus ojos bien abiertos, iluminando el panorama con aquel rojo sangre, de un salto se puso de pie.
—Milton... vámonos —no le respondió nada, al contrario, lanzó otra bomba de humo que dejó el lugar doblemente difuso. Alex temió lo peor, cerró sus puños y observó aquella silueta de ojos infernales. Milton acabó por salir corriendo de ahí y desapareciendo en la lejanía.
—Alex —Roxane llegó junto a él—. Debemos irnos, ahora.
No dijo nada más, salieron del lugar, evitando a los policías con más flechas cegadoras o con demasiadas bombas de humo.
Cuando salieron del parque, observaron desde la cima de un edifico toda la destrucción, después de todo el Comisionado Mayers no estaba tan equivocado. Habían logrado salvar la ciudad, pero a un alto costo, Central Park ardía como una colosal hoguera, la destrucción se percibía en el ambiente, y la histeria estaba lejos de terminar.
Los policías plagaban la ciudad y los helicópteros sobrevolaban en cielo en su búsqueda.
—¿Qué hicimos? —pronunció Zoey.
—Ya no hay vuelta atrás —contestó Kai, inexpresivo como siempre—. Debemos volver al cuartel y conversar detenidamente sobre lo que pasará ahora.
Abandonó el grupo y salió corriendo entre los techos. Rei le secundó, Zoey se tardó unos instantes en retirarse, parecía que quería decir algo, agachó la cabeza y salió de ahí a toda prisa. Roxane abrazó el brazo de Alex y dejó su cabeza sobre su hombro.
—¿Estás bien? —no necesitó una respuesta, su cara lo decía todo—. ¿Quieres hablar de lo que pasó?
—Ese es el problema, no sé qué pasó —recordó, y durante unos segundos sintió miedo de verdad—. Algo muy malo le está pasando a Milton.
—Debes hablar con él.
—Ya no escucha. Si hablar no funciona, entonces necesitaré toda la fuerza que tenga para... para hacer lo que sea necesario.
Horas más tarde, todos se encontraban en el cuartel, el silencio se había apoderado del lugar, todo lo que pasó los había dejado horriblemente agotados y bastante malheridos. Mientras Howard revisaba a los heridos, los demás monitoreaban en lugar, desde el momento en el que llegaron, Milton seguía desaparecido.
—Bien —Howard tomó las radiografías de Alex—. Tienes algunas costillas fracturadas, múltiples contusiones y una que otra fisura. Al menos ya terminó.
Alex miró en los monitores.
—Aún no. Primero necesitamos zanjar un asunto —se levantó y caminó hacia Zoey, quien vendaba su cintura con ayuda de Rei. Se puso frente a ella con los brazos cruzados.
—¿Qué? —preguntó al notar la hostilidad de su silencio. Alex se agachó en hombros.
—¿Dónde está?
—¿Por qué me preguntas a mí? Es tu mejor amigo.
—Lo pregunto porque después de ver su pequeña escena romántica en el parque, me quedó claro que hay cosas que no nos están contando —Zoey abrió los ojos.
—¿Era necesario contar eso? —se notaba a la defensiva.
—Somos un equipo, maldita sea —repuso con molestia.
—¿En serio?
En ese momento la puerta del lugar se abrió, Milton entró como si nada. Aquellos ojos carmesí habían desaparecido, pero su mirada ausente y fría persistía.
Todos lo observaron detenidmante.
—Antes que digan cualquier cosa...
—¿Por qué? —preguntó Alex, se acercó hasta estar frente a él, su mirada era la más prejuiciosa del lugar—. Responde.
—¿Qué quieres que diga? Mayers nos puso contra la espada y la pared, si no hubiera hecho lo que hice, habríamos acabado arrestados o peor. Tú lo escuchaste, nunca nos consideraron héroes, somos terroristas.
—Aún así, esa no era la solución, Milton —lo regañaba con un tono casi paternal.
—¿Qué habrías hecho tú, eh? —lo encaró—. Gracias a mí, Raiden no nos masacró, gracias a mí estamos vivos, ¡gracias a mí! ¡no a ti! —elevó la voz con enojo y frustración. Nuevamente Alex detectó aquella oscuridad que había percibido en él desde hacía tiempo.
—¿Qué tratas de decirme?
—No siempre se puede ser el bueno, Alex, hay ocasiones en que uno se debe ensuciar las manos para evitar la catástrofe.
—Pues creo que ensuciaste más que tus manos, ahora, somos el enemigo público, y todo gracias a ti —le dio la espalda.
—¡Por lo menos hice algo! —rugió—. ¡¿Qué hubieras hecho tú?!
—Algo mejor —lo observó a través del hombro—. Tal vez me equivoqué, nunca debí dejar que te volvieras un Protector.
Tras esas palabras, Milton estalló, cerró sus puños hasta que sintió como sus uñas perforaban su carne, gritó y cargó contra Alex. Él giró, justo a tiempo para recibir un puñetazo que lo mandó contra el suelo.
Cayó de espaldas, todos se quedaron helados al verlo, Alex limpió la sangre de su boca, se levantó de un salto y y respondió.
Lanzó un puñetazo que Milton esquivó, entonces comenzaron a pelear. La escana fue desgarradora, cada golpe y ataque subía de intensidad a cada segundo, a tal punto que simplemente no podían soportarlo. Milton pateó a Alex contra las computadoras, una vez que se estrelló, lanzó otro puñetazo, él se quitó y le asestó otro, la sangre voló.
Milton sujetó su cuello y nuevamente lo estrelló, sacando chispas por doquier. Apretó, Alex gruñió, mostrando sus dientes manchados de rojo, logró apartar sus manos y darle un contundente cabezazo. Se alejó, ésta vez fue él quien lo pateó, la pelea siguió.
—¡Por Dios, basta! —imploró Zoey, quería hacer algo, pero su cuerpo simplemente se detuvo. No era cualquier pelea, su corazón estaba destrozado al ver a ellos dos pelear.
—Mierda —Howard se apresuró a separarlos, pero mientras Milton sometía a Alex, llegó tras él, colocó ambas manos sobre sus hombros e intentó quitarlo—. ¡Milton, basta!
Solo eso bastó para enfurecerlo más, volteó hacia él y prácticamente como un reflejo: le acomodó un codazo en el rostro. Howard cayó.
Alex gritó de furia, golpeó su rostro, golpe tras golpe la sangre se regaba por el piso.
—¡¿Alguien haga algo, maldita sea?! —exclamó Roxane, no podía tolerar verlos peleando mucho más.
—¡Kai! —Rei le dio una sacudida. Él suspiró.
—Está bien —se acercó a ellos sin ninguna preocupación—. Oye Milton.
Él volteó, Kai le asestó un contundente golpe con su antebrazo, cayó al suelo fulminado, justo cuando iba a tranquilizar a Alex, lo escuchó caer sobre el suelo, al parecer ya no podían más.
Terminaron tendidos sobre el suelo, jadeantes y malheridos, uno a lado del otro, finalmente aquel desplante de ira había terminado.
Milton se incorporó lentamente, observó a Kai con molestia.
—Ni lo intentes —avisó seriamente. O él estaba muy cansado o tal vez le hizo caso, pero no atacó otra vez. Solo se levantó, escupió sangre y miró a Alex. Solo para comenzar a caminar a la salida.
—¿A dónde vas? —se levantó también, su cara comenzaba a hincharse.
—Me voy. Me di cuenta que yo no encajo aquí.
—¿Y ahora qué? —sujetó su costilla.
—Creo que sabes bien qué pasará ahora —ambos compartieron una mirada, una que nunca antes vieron el uno del otro. Milton agachó la cebeza y negó varias veces, la alzó nuevamente, se retiró el traje y lo dejó tendido sobre el suelo, pasó su vista hacia con todos, se quedó unos instantes mirando a Zoey—. Lo siento.
Le dijo, ella sintió inmediatamente la tristeza sobre su cuerpo. Finalmente se retiró el antifaz, lo observó y lo arrojó hacia los pies de Alex, luego de eso, salió de ahí.
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