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CAPÍTULO 2

Despertó en el sofá de su sala, estaba algo golpeado y realmente su descanso no había sido muy placentero, se sentó mientras intentaba aliviar con un masaje la tensión alojada en su cuello, cuando nuevamente se topó con la estrella.
Estiró su mano y con mucho más cuidado la analizó, nunca había visto un arma como esa, mucho menos aquel símbolo, sacó su celular buscando llamar a Howard cuando vio la hora que era.

—Mierda —exclamó y corrió directo a su baño.

Luego de unos minutos logró bañarse y arreglarse, tomó su auto y condujo rápidamente hasta llegar a la escuela. Entró rápidamente en los pasillos que se encontraban solos como nunca antes, finalmente llegó hasta su salón.

—¿Puedo pasar profesor Patrick? —pronunció bastante agitado.

—Otra vez tarde señor Jefferson —respondió el hombre de lentes y bata de laboratorio—. Pero está de suerte, siéntese.

Alex entró en el laboratorio y rápido tomó una bata, se dirigió a su mesa y encontró a Milton trabajando con un pelirrojo de lentes.

—¿Bromeas? ¿Con Emmet el raro? —Milton levantó los hombros.

—Amigo me plantaste, era esto o nada.

—¡Oye! —respondió Emmet con su voz nasal y su respiración similar a la de un cerdo.

—No te ofendas Emmet —le dijo Milton.

—Señor Jefferson, tome asiento antes de que decida sacarlo de la práctica.

—Lo siento señor Patrick —caminó por las mesas, todos y todas ya tenían compañero, o eso pensó.

—Si quieres puedes sentarte aquí —escuchó una suave voz. Giró hacia su derecha y en el fondo yacía una hermosa chica pelinegra.
Alex se estremeció, después de mucho tiempo finalmente había escuchado a Roxane Taylor decirle otra cosa que no fuera ¿Me prestas un lápiz? Había llegado hacía unos meses, y desde que la vio, Alex sintió una ligera pero indudable atracción hacia ella, igual que muchos, pero Roxane fácil no era.

Desde su llegada demostró ser una chica de carácter fuerte y dominante, con muchas habilidades que lograron posicionarla rápidamente en una chica bastante popular y conocida en la escuela. Alex sabía que sus oportunidades no serían muchas, de igual forma, aún seguía con Becca...

—Gracias —se sentó algo intimidado frente a ella.
La clase siguió, y ocasionalmente cruzaban palabras, hasta que tocó la parte de realizar la disección. El profesor dejó en cada una de las mesas una rana, la cual debían abrir por la mitad.
Alex estuvo a punto de tomar el bisturí para cortarla, cuando ella se adelantó, tomó la navaja, la giró un par de veces entre sus dedos y cortó con rapidez y precisión al anfibio.

—Vaya —dijo él bastante sorprendido.

—¿Qué? —ella volteó a verlo con sus grandes ojos color rubí.

—Bueno, por lo regular a la mayoría de las chicas les da asco este tipo de cosas.

—Por lo regular la mayoría de las chicas no tienen cerebro —ambos voltearon para ver como Edith casi vomitaba encima de su compañera—. Ni estómago...

—Tienes razón —respondió entre risas. Volvió a mirar disimuladamente sus hermosos ojos verdes y cuando ella volteó el regresó la mirada a la rana—. ¿Por qué siendo alguien tan inteligente y simpática estás sola? —soltó sin esperar que algo en específico sucediera.

—¿Qué? —preguntó tras mostrar una leve sonrisa.

—Me refiero, no tienes compañero.

—Ya te lo dije, la mayoría de las chicas no tienen cerebro, y son superficiales, lo único que les interesa es saber si lucen bonitas o si pueden acostarse con el mariscal de la escuela —expulsó con una mezcla de desagrado y enojo en sus palabras.

—No todas... —pensó con una gran sonrisa. La cual ocultó inmediatamente—. El mariscal era Troy Williams... —susurró mientras miraba un pequeño aviso en la pared.

—Supe que desapareció o algo así —comentó despreocupada y miró el aviso también. Una fotografía de Troy con un título en rojo que decía Desaparecido—. ¿Era tu amigo?

Alex se estremeció al recordar aquello, en la escuela lo recordaban como alguien un tanto abusivo, pero no dejaba de ser un chico normal, un estudiante común, o esa era la versión que los demás conocían. Alex sabía la verdad, Troy Williams era un monstruo en todo sentido y lo peor era, que aún seguía vivo...

—Para nada —respondió seriamente y siguió con la actividad.
Finalmente luego de unos minutos la clase terminó y todos empezaban a salir, Roxane alcanzó a Alex antes de cruzara la puerta.

—Me agradó trabajar contigo Alex —él y Milton se giraron sorprendidos—. Nos vemos luego —salió del aula con una leve sonrisa en su rostro.

—Amigo, te envidio —ambos salieron del aula y comenzaron a rondar por los pasillos atestados de gente.

—¿De qué hablas? —dudó mientras reía.

—¿Por qué siempre le atraes a las bonitas? ¿A caso no me ven?

—Claro que sí, también te escuchan —llegaron a sus casilleros y Zoey se les unió.

—¿Qué hay chicos? —saludó mientras se recargaba. Alex abrió la puerta metálica de su loquer y contempló la estrella, la había llevado para luego dársela a Howard.

—¿Qué es eso? —Milton se asomó y contempló el arma.

—Una especie de cuchillo, quería llevárselo a Howard saliendo de aquí.

—¿De dónde sacaste esto? —Zoey le arrebató la cuchilla a Milton y la analizó con cuidado de que nadie la viera.

—Bueno... no entremos en detalles. Lo importante es que llegó con una advertencia, se dice que hay gente peligrosa en las calles.

—Entonces eso significa que debemos doblar la guardia, ¿quién viene? —propuso Milton algo entusiasmado.

—Hoy no puedo —comenzó Zoey—. Tengo que hacer unas tareas con Mindy, ¿estarán bien si no voy?

—Por favor, ¿qué dices amigo, noche de chicos?

—Suena bien. ¿Crees que podrías dejársela a Howard de paso? —la miró.

—Claro.

—Gracias.

—Bien, entonces nos vemos en la noche —dijo Milton.

—Tranquilo, ni que fuera una cita.

La noche cayó, Milton y Alex montaron guardia en la cima de un gran edificio cercano a Central Park, parte de lo que más le gustaba a Alex a la hora de vigilar las calles, era que podía ver la ciudad desde un ángulo distinto, las noches eran lo mejor, todo lucía distinto y menos caótico, aunque fuese todo lo contrario.

—Sabes, creo que me arrepentí —comentó Milton mientras movía sus pies a la orilla de la azotea.

—¿Sobre qué? —Alex sacó una hamburguesa y le dio un gran mordisco.

—Sobre vigilar hoy, no hay nada fuera de lo común, además olvidé mi sándwich y ya tengo hambre —se cruzó de brazos en algo parecido a la rabieta de un niño pequeño.

—Amigo solo... —un pequeño golpe se escuchó. Alex se levantó mirando hacia las sombras con cautela.

—¿Qué te pasa? —lo miró alarmado.

—¿No lo escuchaste?

—¿Qué? —Alex clavó su mirada profundamente en la oscuridad, cuando algo se movió.
Un pequeño grupo de figuras oscuras emergieron y con rapidez se aproximaron a ellos. El primero desenfundó una afilada katana y arremetió contra Alex.
Ni siquiera pudo verlo a detalle cuando recibió el corte directo en sus costillas.

—¡Alex! —Milton extendió sus alas y planeó directo a su rescate, pero fue interceptado por otro atacante. Quien saltó encima de él y atravesó su mochila. Inmediatamente sus alerones comenzaron a fallar y acabó estrellándose contra una pared.
Alex desenfundó sus bastones y encaró a su atacante, lanzó un par de golpes que aquella figura esquivó con total precisión y contrarrestó nuevamente con otra estocada.

Volvió a atacar, cuando aquellas figuras desaparecieron. Milton se acercó a él y espalda con espalda se prepararon.

—¿Qué está pasando? —preguntó Milton, se colocó en guardia, y esperaron...

Entre las sombras, se escuchaban pasos, tan ligeros como si sus atacantes portaran zapatillas de algodón, tres objetos brillaron gracias a la luna, Alex saltó rodando por el suelo, mientras que Milton levantó su alerón y recibió los impactos de tres cuchillas.

—¡Cuidado! —Alex lanzó su bastón contra uno que saltó atrás de Milton, este cayó de bruces al suelo luego de recibir el impacto.
Milton saltó dejando su mochila en el suelo, y recibió con una patada a otro que intentaba apuñalar a Alex.

Entonces otro se le abalanzó a Milton, Alex intentó ayudarlo, cuando dos de ellos lo sujetaron hasta estrellarlo contra la pared.

—¡Milton! —vio como aquellas figuras lo sometían sin poder hacer nada al respecto.
Finalmente uno de los atacantes sacó una afilada cuchilla, y la aproximó hasta su rostro. La luz de la luna iluminó por unos breves instantes el rostro de su atacante, el cual estaba cubierto por telas que solo dejaban al descubierto sus ojos, los cuales, eran rojos como la misma sangre...

—¿Qué...? —pronunció intando con todas sus fuerzas liberarse. Cuando su atacante cortó ligeramente su rostro. Dejando una pequeña cortada en su mejilla derecha. Milton gritó, también le habían cortado el rostro.
Aquellas figuras los soltaron rápidamente y como si de una serie de espectros se tratase, se desvanecieron entre las sombras, sin que ambos hubieran podido hacer algo.

—¿Estás bien? —le preguntó Milton ya en pie, pero no recibió respuesta—.¿Qué diablos pasó?

—No lo sé —se acarició la herida, e instantáneamente abrió los ojos—¡Zoey!



Salió de la casa de Mindy y comenzó a caminar por las calles, no había mucha gente, así que se dirigió al metro, seguramente estaría vacío.
Siguió caminando tranquilamente hasta que una de las lámparas de la calle se apagó.
Miró confundida, no se había fundido, más bien parecía que alguien la hubiera destruido a propósito, ¿pero cómo? Nuevamente otra lámpara se apagó, y otra, y otra, hasta que solo una quedó, se paró abajo de esta y miró temerosa en todas direcciones.

De repente un corte le llegó justo en la espalda, se agachó y miró a un par de figuras vestidas con unos extraños trajes de colores oscuros y rojos, solo tenían descubiertos los ojos, los cuales  se tornaron en carmesí en un parpadeo.

—Mierda —exclamó y una de las figuras cargó contra ella con lo que parecía una Katana pero mucho más pequeña. Zoey contrarrestó bloqueando y esquivando todos sus cortes, se barrió por el suelo y logró derribarlo. Cuando el otro saltó y la pateó hasta hacerla chocar de espaldas contra aquel poste. Rápido esquivó otra estocada.

Miró a sus atacantes, hasta que un tercero apareció atrás de ella, con una cadena atrapó su cuello y la levantó. Rápidamente Zoey entró en pánico al sentir la falta de aire.
Nuevamente uno de ellos se le acercó con aquella cuchilla en alto, Zoey lo pateó en el rostro y lo derribó, y el otro apareció de la nada, volvió a patear pero él se anticipó al ataque, atrapó su pierna y la apretó con una fuerza descomunal, ella gritó.

El enmascarado de ojos rojos se le acercó y con toda la calma del mundo le pasó la afilada hoja por la mejilla, la revisó y una vez que notó la sangre levantó la cabeza y el que la tenía retenida la soltó. Se arrodilló intentando recuperar el aire, y volteó hacia todas partes, ellos ya no estaban.

¡Rouge, Rouge responde! —sonó Alex en su comunicador. Ella se sentó en el asfalto y lo levantó— ¡Zoey!

—Aquí estoy... —respondió con la garganta herida.

Por Dios, ¿estás bien?

—Supongo...

Vamos para allá.

—Espera, no, hay que ir con Howard, ahí estaremos mucho más a salvo.

¿Estás segura?

—Sí...

Entonces nos vemos con Howard.

Está bien —cortó la comunicación y se levantó. Acarició ligeramente su herida y sintió el ardor del corte, tras eso ni siquiera se atrevió a mover su brazo para ver como estaría su espalda. Resignada tomó sus libros que se le cayeron a la hora del combate y prosiguió con su camino, mientras recordaba aquellos ojos rojos, y como eso, además de traerle recuerdos, era un augurio de muy malas noticias...





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