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CAPÍTULO 16

—Mierda —soltó agitado, miró su puño, se había hecho daño luego de tantos golpes, estaba bañado en sangre—. Mierda, mierda —tomó una gran cantidad de papel y se envolvió la mano.
Se aproximó a su inconsciente atacante, lo sujetó de los hombros y lo arrastró hasta meterlo dentro de un cubículo. Respiró nuevamente agitado y salió del baño, rápidamente las miradas de su compañera y el doctor se centraron en su herida.

—Por Dios, ¿qué le ocurrió? —preguntó el desconcertado Doctor Phillip.

—¿Me creería si le dijera que me caí?—sonrió descaradamente— No es nada, hay que seguir.

—Oh, no, no, no, ni lo piense, imagine la imagen que le daríamos a Tensu si no hiciéramos nada al respecto —llamó la atención de uno de los guardias, este rápidamente se acercó —. Michael, lleva a este hombre a la enfermería.

—Sí señor.

—No es nada, en serio.

—Insisto —sonrió.

—Anda, ve a que te revisen, yo me quedaré con el Doctor Phillip, te veremos en brevedad, ¿no es así, doc? —ciertamente Rei Murakami era excelente para disimular.

—Por supuesto, nos puede alcanzar en el elevador.

—Sígame —el guardia lo sujetó del hombro y con cierta hostilidad lo guió hacia la enfermería. Una vez cruzaron la puerta, un hombre los recibió.

—Hola, ¿qué le pasó? —sonrió mecánicamente al verlo.

—Me caí —la expresión de aquel enfermero se sentía simplemente forzada y un tanto sospechosa.

—No se preocupe, déjeme ver —le retiró el papel bañado en sangre, levantó una ceja y lo miró intrigado—. ¿Dice que se cayó? —le dio la espalda y comenzó a buscar en un cajón.

—Eso dije —respondió hosco. Entonces el guardia apresó su cuello con su brazo, Alex pataleó buscando respirar. El enfermero alzó una jeringa llena de un líquido amarillo y lo dirigió hacia él.
Alex pateó al enfermero, el impulso lo hizo caer de espaldas y al guardia también, ya en el suelo le dio un cabezazo y estuvo libre, se levantó con dificultad, saltó y giró en el aire para rematar con una patada hacia el enfermero.
Nuevamente se levantó, y el guardia lo atacó sin piedad, lo golpeó un par de veces hasta que alcanzó una cajita metálica, con la cual golpeó directo a la cebeza, éste cayó, una vez en el suelo alzó la caja y la estrelló contra su rostro repetidas veces, la sangre pintó el suelo y su rostro. Se recargó contra una camilla y agitado intentó recuperar el aliento, se limpió la sangre con el dorso de la mano y se levantó. Caminó hasta la puerta y salió del baño.

Alex, dos objetivos se acercan a ti por el corredor de la izquierda —justo en ese momento dos guardias llegaron. Lo analizaron de pies a cabeza, entonces desplegaron sus bastones.

—Ya vi —habló con desprecio, suspiró y simultáneamente corrieron entre sí. Saltó con fuerza y le asestó un puñetazo al más cercano, logró derribarlo, pero el segundo alcanzó a golpearlo justo en el estómago con el bastón, se agachó por el dolor y el guardia lo golpeó, escupió sangre y casi se cae.
Nuevamente alzó el bastón, lo cual aprovechó para propinarle un puñetazo ascendente directo en el mentón. El guardia cayó.

Salió de ahí con rapidez hasta cruzar el pasillo donde Rei y el doctor lo esperaban. Se aproximó hacia él y antes de que pudiera decirle algo, lo sujetó con fuerza de la bata y lo estrelló contra la pared.

—¡¿Qué ocurre?! —preguntó el aterrado doctor Phillip.

—¡Cierra la boca! —lo estrelló nuevamente—. Ahora nos dirás qué mierda pasa aquí.

—Pero... —Alex alzó su puño y amenazó con golpearlo— ¡está bien, está bien, lo haré!

Lo sujetó con fuerza y lo llevó al interior del elevador. Rei se metió junto con ellos.

—¿Qué te ocurrió? —le preguntó su compañera.

—Ahora vamos a averiguarlo. Anda, llévanos al nivel inferior.

—Es el área de desechos, solo...

—¡Ahora! —el doctor tembló. Se acercó al panel del elevador y tras colocar una contraseña la cabina comenzó a descender.

—Por Dios... me matará, nos matará a todos —recitó como si fuese a desmayarse justo ahí.
El elevador llegó al último nivel, la puerta se abrió.

—No puede ser... —soltó Rei Murakami. Frente a ellos, se alzaba un enorme contenedor de cristal, el cual contenía La Sangre de Dios, a demás, una serie de máquinas automatizadas transformaban cuidadosamente el líquido a gas, y lo almacenaban en tanques metálicos.

—¿Así que no hacían nada, eh? —pateó al doctor y éste rodó por algunos escalones.

—No... escuchen. Nosotros no quisimos hacer nada de esto, él, él apareció, se apoderó de los laboratorios y me obligó a modificar su arma y hacerla más... estable.

—¿Quién, quién los obligó?

—Raiden —dijo sin poder dejar de temblar. Se levantó—. Dijo que no nos haría daño si cooperábamos, solo seguimos sus órdenes, nunca quise lastimar a nadie.

Alex miró todo a su alrededor, la cantidad de gas que había era aterradora, y toda se iba acumulando.

—¿Qué pretende hacer? —le preguntó al doctor y éste solo negaba.

—No lo sé —respondió con miedo. Rei caminó hacia un monitor de computadora en el cual se veían seleccionados decenas de lugares alrededor de la ciudad.

—Planea exparsir esta cosa como una enfermedad... —volteó a verlos—. Mira esto, Times Square, Central Park, Brooklyn, está seleccionado zonas estratégicas de la ciudad para liberar el gas. Planea hacer un ejército...

—No... —dijo Alex— planea hacer una masacre...

—Debemos detenerlo.

—Hay que destruir esto —comenzaron a buscar cualquier cosa para hacer explotar el laboratorio.

—Aunque detengan la línea de producción —comenzó a decir Phillip—. Ya es tarde, él y su gente cargaron decenas de camiones con la toxina, es cuestión de tiempo para que ocurra el ataque.

Alex gritó de frustración, se sujetó el cabello y lo jaló en un desplante de ira e impotencia. Comenzó a caminar de un lado a otro sin dejar de bufar cual toro.

—Lo siento mucho —dijo Phillip. Rei observó la línea de producción atentamente, se acarició el mentón y luego miró al doctor.

—Usted hizo esta cosa —apuntó a los cilindros—. Usted puede borrarla.

—¿Qué?

—¿De qué hablas, Rei?

—Eso-eso es imposible —dijo nuevamente.

—No hablo de hacerla desaparecer literalmente, sino de anular los efectos, cambiarla o... o hacerla inofensiva.

—¿Puede hacer eso? —Alex se acercó y miró detenidamente al doctor.

—Yo... bueno, la formula...

—Doctor, piense esto detenidamente. Usted ha visto cómo opera esa cosa, no estamos hablando de algunas personas, hablamos del mayor genocidio en la historia del mundo. Si usted puede revertir los efectos en esa porquería, salvará a miles, salvará la ciudad.

—No-no puedo garantizar nada... pero puedo tratar de aislar los componentes más inestables de la formula, y así evitar que la gente se asesine.

—Bien, bien, tome todo lo que necesite, lo llevaremos a un lugar seguro —Alex sabía que solo era una probabilidad, pero aún ese pequeño destello de luz era la única brecha que separaba a la ciudad de una inminente catástrofe.
El doctor Phillip se apresuró a tomar sus cosas y guardarlas en un maletín.
—Chicos... ¿chicos me copian?

Aquí estoy, Alex. ¿Qué ocurre? —sintió un alivio sin igual al escuchar la voz de Milton.

—El lugar está comprometido, debemos hacerlo volar.

Oh mierda... ¿alguna idea? —miró al doctor esperando que este le diera una respuesta, le acercó el comunicador.

—B-bueno... hay una zona designada al control de calefacción del lugar, si la temperatura del edificio excede el nivel requerido, automáticamente entra en estado de emergencia, lo cual generará una reacción en cadena que destruirá todo el lugar —miró a Alex—. Es... una medida de prevención en caso de que haya una fuga o algún peligro biológico incontenible.

¿Y ese quién es?

—No hay tiempo para explicar, Milton, busquen la zona de la que habla y hagan explotar este lugar —cortó la comunicación, comenzaron a caminar rumbo al elevador, cuando las luces del lugar se apagaron, todo se cubrió de oscuridad, hasta que una parpadeante luz roja iluminó todos los alrededores, dotando al lugar con  un ambiente sombrío.

—El Cuervo —habló una escalofriante voz desde las alturas, la luz carmesí les permitió ver a Raiden sobre una tarima—. Y la Flor de Loto. No esperaba verlos aquí.

—Raiden —pronunció Alex, con el miedo a flor de piel.

—Saben, parte de mí está triste —comenzó a bajar de la tarima, el sonido de sus pies a cada escalón los hacía temblar—. Me da mucha pena saber que somos enemigos, aún sabiendo que yo lo único que quiero, es finalmente lo mismo que ustedes: salvar al mundo... —llegó al final de las escaleras, caminó lentamente y se detuvo a metros de ellos.

—Creo que tenemos conceptos distintos en eso —refutó tajante.

—Piensen en esto, chicos, lo único que haré, será borrar el mal que aqueja Nueva York, será la primera ciudad en ser purificada, podrían ayudarme a lograrlo. Así nadie saldría herido.

—Si con purificar te refieres a asesinar a millones de personas —replicó Rei Murakami, colocó al temeroso doctor Phillip tras ella

—Solo están mirando la superficie, muchachos, deben entender que esta ciudad no tiene salvación, se debe arrasar con la plaga para que un jardín florezca. Más sano, más fuerte y más unido.

—¿Entonces somos la plaga? —intervino Alex sin dejar de mirar su atemorizante figura.

—Ustedes no, por eso aún tienen la oportunidad de salvar esta ciudad. Si se nos unen, entonces verán lo que realmente significa vivir en paz.

—Ni hablar, esta ciudad caerá sobre mi cadáver —sentenció firmemente. Raiden rió un poco y aplaudió.

—Bien, ya no son niños, deben aprender, que o eres el rebaño... o eres el carnicero —alzó sus manos. La luz carmesí parpadeó un segundo y frente a ellos se alzó una legión, decenas de hombres vestidos de negro y rojo, armados con espadas, lanzas, cuchillas y demás, como en el pergamino de Kai.

—Alex —Rei le arrojó un pequeño cilindro oscuro, lo atrapó, y de éste se desplegó su bastón. Lo giró un par de veces y apuntó contra la horda de atacantes frente a ellos. Los guerreros comenzaron a moverse lentamente alzando sus armas.

—Mátenlos... —exclamó indiferente, entonces atacaron. La horda de guerreros arremetió contra ambos, Alex giró su bastón y golpeó a unos cuantos, mientras que Rei desplegaba una espada similar a la de Kai y comenzaba a pelear también.

El choque del bastón contra las espadas lanzaba chispas por doquier, nuevamente movió el bastón, lo pasó fugazmente por detrás de su espalda y golpeó con fuerza al que tenía en frente. Lo dividió en dos, y siguió bloqueando las estocadas. Los guerreros eran veloces y silenciosos, de no ser por la poca luz que había, hubise sido como pelear contra sombras.

Arrojó el bastón hacia el suelo, rebotó e impactó directamente en el rostro de uno de los guerreros, rápido siguió, mientras recetaba golpes con el otro, golpeaba o pateaba a todos a su alrededor.
Uno de ellos llegó y lanzó un corte directo a su espalda, Alex a penas sintió la hoja rozando su traje, otro pasó a toda velocidad y arremetió con un par de sais, Alex retrocedió, lanzó una patada ascendente y lo derribó, giró sobre su eje evitando más golpes y lanzó el otro bastón. Alzó sus puños mientras lo rodeaban, pasó su vista por todos mientras la luz carmesí los iluminaba intermitentemente, esperó, entonces atacaron nuevamente. Bloqueó le primer impactó de una espada con su antebrazo, el blindaje resistió el filo de la hoja, alejó a su oponente con una patada y le asestó un puñetazo a otro, recibió otro corte directo en su costado, y uno más atrás de su pierna.
Gritó al recibir el ataque, avanzó entre la multitud, sin dejar de atacar o bloquear los golpes, saltó evitando un corte, giró brevemente por el suelo y alcanzó uno de sus bastones, se levantó y fulminó al más cercano golpeando fuertemente su cabeza. Alzó la vista y miró como Rei combatía arduamente mientras intentaba proteger al doctor, comenzó a abrirse paso entre la horda, hasta que con sumo trabajo llegó.

—¡El elevador! —le gritó al doctor, él se aproximó a la puerta y lo llamó. Entonces uno de los guerreros saltó y alzó su espada contra él— ¡No! —el doctor Philip fue apuñalado directamente al estómago.

Rei llegó con ellos, lanzó un par de estocadas y acabó derrotándolo tras cortar su abdomen. Alcanzó al doctor y lo sostuvo en sus brazos mientras intentaba aminorar el sangrado. La puerta del elevador se abrió, lo arrastró hasta entrar.

—¡Alex! —enfrentó a otro, entonces lo perforó en el estómago.
Alex golpeó sin descanso a todos los que se acumulaban frente a él, recibió, golpes y cortes por todas partes, hasta que alcanzó a entrar en el elevador.
Pateó a uno que quería entrar, y antes de que se cerrara la puerta alcanzó a ver a Raiden, quien se acercaba lentamente a ellos. La puerta se cerró y tras ser perforada un par de veces por las espadas y demás armas, subió finalmente.

Alex se apoyó contra la pared, respiró agitadamente, tenía golpes y cortes por todas partes, limpió la sangre que brotaba de su frente y miró al doctor.

—¿Que tan mal está? —preguntó cansado. Rei miró la herida.

—Creo que fue un corte superficial, no dañó ningún órgano —entonces el doctor escupió sangre, tembloroso los miró como un cachorro aterrado, sin poder decir nada—. Pero está perdiendo mucha sangre, si no lo sacamos de aquí lo antes posible, dudo mucho que lo logre.

—Mierda —soltó un poco más calmado. Pasó su brazo por encima de su hombro y lo levantó—. Aguante, doc.

El elevador se detuvo, Rei alzó su espada, mientras que Alex apoyaba firmemente al hombre sobre sí, esperó lo peor, entonces, la puerta se abrió.

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