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CAPÍTULO 11

Luego de aquellas palabras el silencio reinó durante minutos que se sintieron interminables, todos se habían quedado helados al escucharlo, incluso los dos Protectores sintieron un gélido escalofrío recorriendo sus cuerpos.

—Mierda —soltó Carter Blake—. Suban y ocúltense bien, y no hagan ruido —Milton y Zoey subieron a toda prisa las escaleras, llegaron al mismo cuarto donde hablaron con él por primera vez y se ocultaron en un armario. Por su parte Carter miró a toda su gente, asintió con una diminuta sonrisa y abrió la puerta.
Y ahí estaba, a unos cuantos metros de la entrada del bar, con las calles vacías y cubiertas con neblina y frío aquella figura parecía un ser maligno proveniente de una horrida pesadilla, silente y oscuro, con ojos penetrantes y carmesí, ciertamente Carter nunca pensó que sería tan aterrador verlo en persona.

—Así que... sí viniste —soltó un tanto atemorizado—. Y solo además.
Raiden inclinó la cabeza.

—Soy hombre de palabra —pronunció haciéndolo temblar—. Y bien, ¿no me invitarás a pasar?

—Claro, entra...

Comenzó a caminar, inmediatamente Carter retrocedió sin dejar de verlo, entró en el bar y hasta casi se tropieza. Raiden atravesó las puertas y todos lo miraron, ninguno pudo ocultar la sorpresa o el miedo que causaba, ni siquiera un grupo de fieros motociclistas podía mostrarse valiente ante él.
Raiden caminó hasta el centro del bar y los miró a todos, su profunda y cavernosa respiración era lo único que se escuchaba en el lugar, tras eso Carter le indicó que subieran antes de que su presencia se volviera insoportable para el resto de las Serpientes. Ambos subieron, Zoey miró por las rendijas en el armario y lo divisó por completo, Carter se sentó nuevamente tras el escritorio.

—¿Quieres una cerveza o...? —nuevamente el silencio, que ocasionalmente era opacado por su respiración— Bueno, supongo que no eres alguien que beba —destapó una cerveza y comenzó a tomar.

—¿Qué te hace pensar eso? —se sentó frente a él, Carter tragó de golpe la cerveza.

—No... olvídalo, no estamos aquí para beber, ¿cierto? —Raiden suspiró.

—No necesariamente —cruzó sus dedos y lo miró—. Estamos aquí para discutir asuntos más importantes.

—¿Ah sí... cómo cuáles? —volvió a beber de manera nerviosa.

—El futuro.

—¿El futuro?

—El futuro de esta ciudad. Durante décadas esta ciudad ha estado envenenando a todos en su interior, convirtiéndolos en criminales y gente despreciable que no merece vivir ni un segundo más.

—Es el estilo neoyorquino.

—Podrá serlo para ti, pero el resto del mundo no merece esto.

—¿El mundo? ¿Creí que hablábamos de la ciudad?

—Nueva York, al igual que otras ciudades, o incluso países, se ha convertido en un cáncer que debe ser exterminado inmediatamente, para así evitar que siga contaminando al planeta.

—Entonces... —volvió a beber—. ¿Eres una especie de salvador?

—Llámame como quieras, lo único que interesa es lograr mi objetivo.

—¿Y qué tienen que ver las mafias, Los Protectores y nosotros en esto? —Zoey apretó el brazo de Milton, durante unos instantes pasó por su mente el que Carter fuese a traicionarlos.

—A diferencia de otros males, este no puede ser erradicado de golpe, se necesita atacarlo poco a poco. Las mafias de esta ciudad ya no serán un problema, me encargué de ello...

—Significa que también nos destruirás a nosotros y a Los Protectores —aseveró seriamente.

—''Los Protectores'' así se hacen llamar... una mentira que no se creen ni ellos, son débiles y volátiles, ni siquiera necesitaré intervenir, cuando se estén masacrando entre ellos  —aquellas palabras los hicieron temblar.

—¿Y los Serpientes?

—Veo potencial en ustedes, creo que son lo suficientemente capaces de entender y aceptar el cambio. Les daré una oportunidad Carter Blake, únanse a mi ejército y juntos hagamos de este un mundo libre de inmundicia —se levantó decidido. Carter tragó saliva y lo miró, luego pasó su vista disimuladamente hacia el armario.

—No te ofendas... pero, lo que dices me suena a exterminio.

—Un precio justo si me lo preguntas. Acabar con algunos miles, para así salvar millones —nuevamente miró de reojo, y alcanzó a ver durante un ínfimo instante a Zoey.

—Tu oferta... es tentadora, en serio. Pero... estoy seguro que podemos generar un cambio significativo, sin exterminar a nadie —tras eso Raiden bajó la cabeza. La máscara prácticamente hacía imposible saber si lo hacía por tristeza o decepción.

—¿Estás declinando mi oferta?

—Sí... es decir, no, solo quiero que llegemos a un acuerdo, incluso Los Protectores estoy seguro que llegarían a un acuerdo contigo, todos... —Raiden alzó la mano.

—Respeto tu decisión Carter, en serio, pero... debes de saber que el cambio no se puede lograr sin sacrificio. Elegir la paz solo es posible mientras no haya guerra, y temo decirte, que estamos en la más grande de todas.

—Pero...

—Todos los que se opongan al cambio serán destruidos —de su armadura extrajo un artefacto metálico, parecido a un cilindro.

—¿Qué es eso? —lo miró nervioso.

—Un plan de contingencia. Si no aceptabas el trato al menos podía probar mis nuevos juguetes contigo y tus asquerosos maleantes, para ver cómo es que funciona.

—¿Funcionar... qué, alto, qué planeas hacer? —se levantó y en un segundo Raiden lo atravesó con su enorme cuchilla.
Milton se apresuró a cubrir la boca de Zoey para evitar que gritase.

—Una cosa más, Carter —se acercó a él mientras se desangraba sin control—. ¿Realmente pensaste que no notaría que estaban ocultos en el armario?

Arrancó la cuchilla de su pecho y finalmente lo dejó en el suelo, Zoey pateó la puerta del armario y ambos salieron. Un Serpiente subió las escaleras a toda prisa y contempló la escena.

—O por Dios... ¡asesinó a Carter! —volvió a bajar mientras un alboroto comenzaba abajo. Raiden se aproximó al cilindro y luego de presionar un botón lo arrojó por las escaleras, una cuenta regresiva comenzó a sonar.

—Y bien niños —mostró sus cuchillas—¿Listos para jugar? —la cuenta regresiva incrementó hasta casi no poder escucharla con claridad pero era obvio lo que sucedería.

—¡Zoey! —Milton se abalanzó sobre ella y juntos atravesaron una ventana antes de que la explosión los alcanzara...

Aspiró todo el aire que sus pulmones le permitieron a la par que abría los ojos, el cielo nocturno estaba sobre ella, giró lentamente sobre algunos vidrios rotos y pedazos de escombro que había en su espalda y miró a su lado, Milton yacía sobre el suelo y ambos estaban frente al bar. Del cual emanaba una gran cantidad de neblina color rojo, se arrastró hasta llegar a él.

—Milton... —soltó adolorida. Aquella neblina comenzó a llegar hasta ellos, rápido se cubrió la nariz con su camiseta pero no alcanzó con él.
No estuvo expuesto ni dos segundos al gas, cuando abrió los ojos, Zoey se aterró como nunca al verlos de color carmesí.
Se alejó y él comenzó a levantarse. Una vez en pie pudo verlo a detalle, las venas de su cuello se habían marcado ligeramente de carmesí y su rostro se mostraba más molesto que otra cosa.

—Zoey —expulsó con la voz seria y hosca. Hizo sonar los huesos de su cuello y movió sus hombros, uno diría que parecía estar calentando.
Entonces gritos y caos comenzaron a sonar desde el interior del Cobra.
Zoey se levantó y miró al local cubierto por aquella neblina carmesí, miró directamente a la puerta y en un segundo, todo terminó en silencio...

Milton también miró hacia el bar, cuando de este emergió Raiden completamente tranquilo y aparentemente ileso. Miró a los dos Protectores y alzó sus brazos hacia ellos.

—Acábenlos... —tras eso, los Serpientes Rojas salierom del bar, como si fuesen una manada de perros, salvajes, enojados y absolutamente todos con los ojos envueltos en carmesí.

—Mierda —soltó Zoey, se levantó por completo, se acercó a toda prisa a un par de ellos y tras gritar con fervor recibió al primero con un puñetazo directo al rostro.
Se agachó un poco esquivando los golpes de otro y lo golpeó directo en el mentón, éste cayó inconsciente. Pero otro llegó por detrás y la pateó con tanta fuerza que incluso impactó con algunas de las motocicletas que estaban estacionadas. Se levantó de un salto y bloqueó los golpes de otro, lo sometió con rapidez y se cubrió con su cuerpo cuando otra Serpiente la atacó con una llave inglesa.

El cuerpo del Serpiente cayó luego de un poderoso golpe en la cabeza, tras eso, Zoey la pateó logrando derribarla, saltó girando en el aire y mientras ella se levantaba la fulminó con otra patada directa al rostro. Luego de eso pudo ver como una decena de Serpientes la rodeaban, algunos con armas, enfurecidos o maquiavélicamente felices la miraban como una presa, alzó sus puños y giró lentamente buscando ver a sus oponentes desde todos los ángulos posibles.

—Debí traer mi arco... —soltó para si misma. Entonces, un Serpiente giró una cadena y se apresuró a atacarla, cuando un ala metálica lo arrojó contra una pared de un simple golpe.
Milton saltó cubierto por las sombras y con ambas alas extendidas, cayó a un lado de Zoey como un ángel guardián y atacó a otro Serpiente, cruzó sus alas para cubrirse de los ataques de su machete y luego lo recibió con una seguidilla de puñetazos en estómago y rostro hasta que lo derrotó.
Siguió atacando a los demás con una ferocidad y destreza nunca antes vista, Zoey estaba impactada. Milton se movía como un demonio, utilizando sus alas y decenas de ataques que nunca le había visto usar.

Tenía la misma fuerza inhumana que los Serpientes al haber estado expuestos a la neblina, pero a diferencia de ellos no parecía estar desesperado por matarlos. Pero sí dejarlos gravemente heridos...
Guardó sus alas y se barrió haciendo caer a uno, rodó hacia él y lo acabó con un puñetazo, se levantó y lanzó una patada directo al mentón de otra recibió con un golpe a otro y a un último con un codazo al cuello.
Siguió combatiendo hasta que uno le recetó un golpe con un bate de béisbol, éste se rompió al impactar contra su hombro y parte de su brazo, Milton se giró enfurecido y lo sujetó del cuello, y con aquella fuerza lo levantó sin dejarle respirar.

Inmediatamente Zoey corrió hacia él e intentó hacer que lo soltara, pero a pesar de empujarlo o incluso gritarle, Milton no reaccionaba.

—¡Milton, Milton ya déjalo! —lo golpeó repetidas veces en el pecho y nada— ¡Milton! —el Serpiente ya casi no se movía— Bien... me obligaste —le asestó un golpe de codo directamente al rostro, Milton soltó al motociclista y él también cayó.
Zoey se agachó y tomó sus signos vitales, cuando abrió los ojos y la sujetó del cuello esta vez a ella.

—Zoey —expulsó como si fuera una bestia. Ella preocupada miró como la sujetaba, salvo que no lo hacía con fuerza, finalmente dejó de hacerlo y acarició su rostro, confundida no dejó de mirarlo.
Milton abrió sus ojos y extendió sus alas cubriendo por completo a Zoey, cuando una de las dagas de Raiden atravesó el metal sacando chispas por doquier. Gritó pues la navaja logró cortarle en el antebrazo. Extendió sus alas y recibió con una patada a Raiden, logrando alejarlo, aprovechó para volver a ponerse en pie de un salto.
Se colocó en guardia, un hilo de sangre brotó de su antebrazo pero no dejó de mirarlo, Raiden mostró sus cuchillas y las hizo chocar, creando más chispas, entonces ambos atacaron. Raiden lanzó un corte que Milton logró bloquear con su ala, pero nuevamente el metal se dañó, su ala quedó casi inutilizada, volvió a atacar y Milton hizo lo impensable, dejó caer sus alas y saltó hacia atrás eludiendo por completo sus cuchillas, ya en pie volvió a atacar, logró esquivar sus ataques e incluso llegó a asestar algunos contra él, Raiden guardó sus cuchillas y lo secundó al pelear mano a mano.

Los Serpientes que aún seguían en pie corrieron hacia Zoey para atacarla, ella logró vencer a un par, pero cada vez se veía más rodeada. Entonces un gran número de sirenas comenzaron a escucharse en la cercanía, y como si de un trance se tratara los motociclistas parecían volver lentamente a la normalidad.

—Parece que el efecto dura poco —soltó Raiden al ver como Milton perdía progresivamente aquella ferocidad, parpadeó un par de veces y el rojo de sus ojos volvía a ser café—. Mala suerte para ti —sacó sus cuchillas. Cuando un automóvil lo chocó, Milton cayó de espaldas y miró como Raiden salía volando de ahí.
La puerta del auto se abrió, y Alex salió...

—Milton, ¿estás bien? —se agachó junto a él. Kai y Rei bajaron también y contemplaron la escena.

—Sí... —le respondió acariciando su cabeza— ¿Un poco tarde no crees?

—La policía estaba desviando a todos, tuvimos que improvisar —lo ayudó a levantarse. Zoey llegó junto a ellos.

—Hablando de la policía, están a un par de calles de aquí, debemos irnos ahora —dijo Kai.

—Primero hay que llevarnos a... —Milton dejó de hablar una vez que miró hacia dónde él había caído, Raiden ya no estaba.

—¿Qué hay de ellos? —dudó Rei al ver como los motociclistas escapaban del lugar.

—Ya nos encargaremos después, ahora hay que irnos —sin problemas Kai caminó hacia el asiento de copiloto, los demás entraron también, luego de un par de intentos el automóvil encendió.

—Chicos... ¿qué pasó aquí? —miró la destrucción, en la lejanía se podía ver como algunos policías sometían a unos cuantos Serpientes.

—Primero hay que largarnos de una vez —soltó Milton sujetando su herida. Alex aceleró y salieron de ahí.

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