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CAPÍTULO 1

Nueva York.
2049.

Una gran explosión emergió desde el interior de un banco alojado en las oscuras calles de Queens. Un grupo de tres asaltantes vestidos de negro salieron a toda prisa llevando grandes cantidades de dinero en bolsas.

—¡Dense prisa, maldita sea! —gritó uno de ellos una vez que llegó a una camioneta blanca. Dejó las bolsas con el efectivo en el suelo y comenzó a buscar las llaves del vehículo. Una vez que tomó la correcta se aproximó a abrir la puerta con desesperación.
Cuando un tubo metálico de color negro golpeó su mano haciéndolo soltar las llaves del dolor—. ¿Pero qué mierda? —desenfundó una MP5 y apuntó a la oscuridad, una figura saltó encima de la camioneta, el asaltante abrió fuego sin más. El estallido de las balas iluminó lo que parecía era un joven en un traje oscuro, quien saltó girando en el aire eludiendo las balas y cayendo al suelo sin recibir ningún daño.
El asaltante comenzó a recargar su arma cuando el joven de negro golpeó contundentemente su rostro con otro bastón, el asaltante cayó inconsciente.

Sus dos compañeros habían presenciado aquello, y en lugar de ayudarlo; salieron corriendo del lugar. Cuando una flecha impactó contra el suelo y luego cubrió el lugar con un pequeño estallido que levantó una nube de humo.

—¡Maldición, son ellos! —exclamó uno de los asaltantes soltando sus bolsas y empuñando su escopeta.
Había perdido de vista a su compañero entre el humo, pero aún así escuchaba como alguien se acercaba. Levantó su arma dispuesto a disparar; cuando una figura roja apareció como un espectro, de un movimento giró el cañón evitando un posible disparo, y pateó al asaltante arrojándolo fuera del humo.
En aquellos últimos instantes pudo ver como una figura femenina emergía del humo, llevaba puesto un traje color carmín con capucha y un antifaz, mientras que en sus manos sostenía un gran arco. Apuntó una flecha con punta cilíndrica hacia su pecho y disparó. La flecha lo impactó, y acto seguido lo azotó con una corriente eléctrica que lo dejó completamente inmóvil.
El último asaltante ya ni siquiera buscó pelear, corrió a toda velocidad intentando escapar de las rápidas fuguras que lo perseguían saltando por los techos de las casas y edificios. Se escuchó un sonido, como una pequeña turbina, volteó de reojo pues el sonido parecía estar acercándose a él, y fue recibido con una potente patada que lo arrojó de bruces al suelo. El asaltante se arrastró un poco intentando volver a ponerse en pie, cuando se topó directamente con las tres figuras, con trajes llamativos y máscaras, incluso uno, con un par de alas metálicas alojadas en su espalda. Se estremeció por el miedo al verlos ser cubiertos por las sombras.

—Me r-rindo —emitió casi a punto de orinarse del miedo.
En ese momento se escucharon las sirenas y las luces rojas y azules iluminaron los alrededores, volteó hacia atrás al sentir un automóvil, después regresó su mirada al frente, aquellas tres figuras ya no estaban...

—¡Manos en alto! —gritó un policía acercándose al ladrón.
Desde las alturas de un edificio aquellas tres figuras contemplaron como los criminales eran aprendidos, uno por uno las figuras fueron desapareciendo entre la oscuridad, hasta perderse sin más en la noche.


—¿No creen ridículo que teniendo increíble tecnología, incluso yo teniendo alas, tengamos que viajar en auto? —comentó Milton tras guardar su mochila con las alas en la cajuela.

—Puedes viajar en autobús si quieres —le respondió Alex en un tono de broma mientras ocupaba el asiento de piloto.

—Que gracioso —se sentó atrás—. Lo que digo, es que deberíamos presumir nuestros juguetes, hasta los malos se lo pensarían dos veces a la hora de ver en que nos movemos.

—No podemos usar la Bestia porque a alguien se le ocurrió chocarla —respondió Zoey saliendo de entre la oscuridad de un callejón mientras se colocaba una sudadera roja con blanco. Luego de haber derrotado a aquellos ladrones rápidamente regresaron al automóvil de Alex para recuperar su ropa normal.
Caminó agitando un poco su cabello y se sentó a lado de Alex, le sonrió y el también lo hizo.

—No fue mi culpa, solo quería dar una vuelta —Alex encendió su auto y comenzó a conducir por las calles.

—Bueno, ahora por tu excelente habilidad de conducción nuestro vehículo está en mantenimiento.

—Solo espero que entre las mejoras que le haga Howard a la Bestia le coloque un portavasos, cuando choqué tiré todo mi café.

—Lo sé, tuvimos que limpiar —Alex nuevamente rió. Las cosas realmente habían ido en una dirección distinta desde que su jornada de justicieros había empezado. La seguridad en las calles había aumentado mucho, y con cada noche de patrullaje la relación entre ellos era cada vez más placentera.

Alex frenó afuera de la casa de Milton, quien bajó y se recargó en la ventana de Zoey para despedirse.

—Bueno, me retiro, creo que dejé un sándwich de albóndigas en el refrigerador, así que hay mucho por hacer.

—¿Los sándwiches de Phyli's no tienen fama de ser algo insalubres?  —preguntó Zoey al recordar el restaurante italiano que tanto frecuentaba él.

—¿De qué hablas? He comido en Phyli's durante años y jamás me he enfermado. Bueno, ya me voy, nos vemos chicos.

—Hasta luego Milton.

—Nos vemos amigo —se despidió nuevamente y entró a su casa.
El camino a la casa de Zoey fue bastante tranquilo, ambos estuvieron conversando y escuchando canciones en la radio durante todo el trayecto, era curioso, Alex llegó a conocer una Zoey muy diferente, pero ahora había cambiado mucho, era como si realmente estuviera felíz con su vida.

—Creo que es hora de irme también —dijo ella tras mirar la puerta de su casa. Después de lo sucedido hacía un año, ella decidió mudarse, a unos departamentos bastante decentes y económicos que Howard le recomendó.

—¿Irás a la excursión? —preguntó intentando prolongar su estadía en el auto.

—No lo sé, Black Wave es una ciudad extraña.

—¿Se te olvida que aquí hay lobos azules gigantes? —bromeó y ella sonrió.

—Eso nadie lo olvida. ¿Tú irás?

—Por qué no. Igual no tengo mucho que hacer.

—Entonces me lo pensaré —ambos se quedaron unos instantes sin decir absolutamente nada, solo se miraban, pero no era un silencio incómodo, era como esperar, esperar para ver lo que sucedería—. ¿Qué tal va tu relación con Becca? —dijo ella volteando a ver al suelo.

—Bueno... estamos en un momento algo confuso. No lo sé, estaba muy presionada con sus estudios, así que decidimos darnos un tiempo... solo hasta que... hasta que pase lo que tenga que pasar.

—No te angusties, estoy segura que todo irá bien.

—Gracias Zoey, igual todo está muy bien ahora mismo —ella pareció ruborizarse.

—Bueno, me tengo que ir, nos vemos mañana —se acercó a Alex y le dio un beso en la mejilla, salió del auto a toda prisa y entró a su casa. Alex emitió una risita entre dientes y se encaminó sin más a su casa.
Igual que su compañera, él decidió mudarse, a unos departamentos ubicados en un punto medio de la ciudad. Luego de haber estacionado su automóvil se encaminó hacia su habitación, entró en el edificio y llamó el elevador, una vez a dentro seleccionó el piso 12.
Llegó finalmente, atravesó el pasillo hasta llegar a la puerta de su apartamento y entró. Todo estaba en penumbras, dejó sus llaves en una pequeña mesa y atravesó su sala.

El departamento tenía un buen tamaño, ni muy grande, pero tampoco muy pequeño. Y lo había amueblado lo mejor que pudo, claro, con la ayuda de su madre, y Milton... una vez que estuvo frente a su refrigerador sacó una bebida, un rayo iluminó todo durante unos segundos, luego el estruendo sonó.
Alex volvió a dar un trago, acercó su mano a un estante lleno de cuchillos, y extrajo uno con rapidez, apuntó la afilada hoja contra la oscuridad mientras la lluvia incrementaba.

—Te oigo respirar... —dijo seriamente. Nuevamente un rayo cayó y durante unos segundos pudo ver una figura frente a él. Aquella figura saltó y Alex lanzó un corte. Pero quien irrumpió en su apartamento era realmente hábil, esquivó los cortes incluso en la oscuridad. Atrapó su brazo y lo hizo soltar el cuchillo, luego lo pateó hasta arrojarlo contra su refrigerador.
Alex saltó y rodó por el suelo evitando otro golpe, aquella figura se movía con una destreza impresionante, como si fuese un gimnasta. Giró y esquivó los muebles y algunos de sus ataques hasta terminar frente a él. Ambos lanzaron una gran cantidad de golpes y ataques, pero todo parecía ensayado, prácticamente ninguno pudo herirse realmente.
Hasta que su contrincante esquivó uno de sus puñetazos y aprovechando el momento lo barrió con su pierna. Alex cayó y aquella persona se colocó encima de él. Curiosamente, a pesar de estar sometido, no se sentía amenazado, como si se hubiera dado cuenta de que su atacante no buscaba herirlo realmente.

—Buenos movimientos mon amour —escuchó decir a una hermosa y suave voz. Rió y lo supo, indudablemente era una mujer.

—Claro... con esa habilidad solo podías ser una persona —ella se retiró un poco, luego de unos instantes su vista se adeucuó a la oscuridad. Y así pudo ver un reluciente rostro caucásico y unos brillantes ojos verdes, cubiertos con un antifaz negro.

—¿A caso me esperabas? —jugeteó con su cabello y él tomó firmemente su mano.

—A decir verdad... no, ¿por qué una criminal de renombre como Swan desperdiciaría su valioso tiempo con un tipo como yo? No tengo nada de valor.

—No vine a robarte —dijo un poco más seria. Se levantó y le tendió la mano. Alex la aceptó luego de unos segundos.

—¿Entonces?

—Vine a advertirte —Alex emitió una ligera carcajada, pero ella no parecía estar bromeando más.

—¿Advertirme, de qué?

—Me topé con unos sujetos extraños hace un par de días, no eran simples matones, jamás había visto pelear a alguien así, a penas y pude escapar...

—No es que sea mala persona, pero tu estilo de vida atrae gente así.

—Y la tuya y la de tus amigos también... cuervo —Alex abrió los ojos, ella sonrió—. ¿Qué? ¿A caso pensaste que no me daría cuenta?

—Muy bien, entonces, hay gente nueva amenazando las calles, creo que es hora de aumentar el patrullaje o al equipo —Swan sacó un objeto metálico y lo lanzó contra el suelo. Alex se agachó y lo arrancó, era una navaja, pero en forma de estrella, afilada y brillante como la misma luna.

—¿Y esto?

—Un recuerdo... —caminó hacia la ventana del lugar y la abrió, la lluvia se había tranquilizado un poco. Alex la contempló a detalle gracias a la luz del exterior. Era un poco más pequeña que él, delgada, portaba un atuendo de cuero oscuro que hacía juego con su cabellera negra—. Algo se avecina cuervo, algo grande, solo te aviso para que estés preparado para un derramamiento de sangre.

—Nadie hará tal cosa mientras estemos aquí.

—Claro, sigue diciendo eso. Nos vemos amour —saltó desde la ventana y se perdió entre la ciudad.
Alex miró la estrella detenidamente, hasta que se cortó el pulgar, un hilo de sangre le mostró un símbolo en el arma, era una criatura, una bestia de tres cabezas con alas, un escalofrío lo azotó, si era verdad lo que Swan decía, algo grande estaba por llegar a Nueva York...






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