Capítulo 7: noche.
Martes después de clases, Flo se encuentra en casa celebrando su cumpleaños de la peor manera. Su padre ha ido a jugar una partida de póker con sus amigos así que la ha dejado sola. Por la mañana solo la felicitó y le dio un beso en la frente. Su padre no suele regalarle nada, tiene años sin recibir un regalo a excepción de las muestras de afecto de Olly, quién siempre le prepara un pastel y se lo lleva al instituto para cantarle. Ella adora los pasteles de cumpleaños de Olly.
Ya por fin tiene diecisiete años, sigue siendo una menor de edad, pero cada vez está más cerca de ser independiente y eso es lo único que la emociona. En fin, su única celebración es con Olly. Siempre solía pasar sus cumpleaños sola en casa viendo películas de terror, pero esta vez las cosas son un tanto diferentes.
Los vecinos de al frente, los esposos Murray, cumplen diez años de aniversario también. Por lo tanto, se han ido a celebrar a un hotel de cinco estrellas en Winsconsin, un poco lejos de St. Louis. Ellos tienen dos hijos: Ninah de cuatroaños y Steve de trece meses. No tenían con quién dejarlos, así que le pidieron el favor a Flo de que los cuidara una noche.
Por otro lado, Flo no es amante de los niños, pero puede soportarlos más que al estúpido bulldog que tienen por mascota. Además, le ofrecieron una buena cantidad de dinero: setenta dólares por cuidarlos a ambos. Es bastante dinero, por lo menos lo suficiente como para darle mantenimiento básico a su cámara y le vendría muy bien. Así que aceptó sin vacilar. En resumen, Flo está pasando su cumpleaños con dos niños. Por lo menos es mucho mejor que pasarlo sola y viendo películas de terror cómo una completa perdedora sin vida social... aunque esa es la verdad, pero odia reconocerlo.
Flo se encuentra en su habitación, tiene al pequeño Steve en brazos mientras intenta arrullarlo, pero es imposible, ya que él solo quiere bajarse así que empieza a revolverse entre los débiles brazos de Flo. Ambos comienzan una lucha, pero el bebé termina por ganar así que ella lo deja libre. El niño empieza a gatear sobre la alfombra y a arrastrarse por el suelo, una que otras veces intenta colocarse de pie pero falla y su pequeño trasero regresa al piso.
Flo está sentada en el borde de su cama, ya que el resto de esta está ocupada por Ninah y sus lápices de colores. Ella pinta un libro para colorear al mismo tiempo que ve Peppa Pig en el teléfono de Flo, parece estar muy concentrada, ya que se sale de los bordes al pintar. Flo se sienta junto a ella a ver un poco del famoso programa de la cerdita y queda hipnotizada al instante. Cuando reacciona tiene que apartar la mirada para concentrarse en su labor de ser niñera. Pasea su mirada por su habitación nuevamente en busca del pequeño Steve. Cuando da con él, lo encuentra cerca del armario con una zapatilla vieja en su pequeña mano y una medida sucia en la boca.
—¡Pero que...! —Ella se levanta de golpe y corre hasta él. Se arrodilla frente al niño y le quita la zapatilla de la mano con facilidad, pero cuando quiere quitarle la media él ejerce fuerza con sus dientes, negándose a soltarla—. ¡Dámela, Steve! —dice cuando vuelve a halar de la media, pero el bebé ríe y presiona aún más su pequeña mandíbula—Bien, no quería hacer esto, pero no me dejas otra opción bebé.
Flo ataca el regordete torso del niño y comienza a hacerle cosquillas con sus dedos larguiruchos. El bebé explota en una risa sonora y la media sale de su boca; Está completamente empapada en saliva de bebé lo que es muy asqueroso. Ella toma a Steve y lo carga hasta el baño para enjuagarle la boca. Se inclina hacia el lavamanos con el niño presionado contra su abdomen y brazo, mientras que con su otra mano se las ingenia para abrir la llave. Crea un cucharón con su mano y recoge agua para luego hacer que el niño la beba y la escupa. Podría cepillarle la lengua para eliminar todo tipo de bacteria, pero no está muy segura de cómo cepillar a un bebé. Ella acerca su mano una vez más a la llave, pero esta vez ya no la puede ver.
Todo ante ella desaparece y se vuelve oscuro, Flo se ve atrapada en una profunda penumbra que le coloca los vellos de punta. Ella casi deja resbalar al bebé de sus manos cuando escucha un grito despavorido proveniente de su habitación. Es Ninah. Flo se estremece y sofoca al no ver nada a su paso. Trata de adaptarse a la oscuridad, pero le es difícil. Podría gritar cómo Ninah, pero no lo hace por Steve. Ella se coloca al bebé en el hombro y trata de encontrar la puerta. De alguna manera se las arregla para llegar hasta su habitación entre tanteos y tropezones.
—¡Flo! ¡No veo nada! ¡Tengo miedo! —chilla Ninah desde alguna parte, pero el ruido ayuda a Flo a guiarse. Tropieza con el colchón de su cama y siente cierto alivio. Ninah se acerca a ella y la rodea con abrazo extirpador—. ¿Qué está sucediendo? —pregunta la niña.
—Es un apagón, tranquila.
—Tengo mucho miedo, no me gusta. Quiero la luz —protesta entre sollozos.
Flo no sabe que decir así que prefiere quedarse callada mientras idea un plan. Solo a ella le suceden cosas comoesas. Quedarse atrapada sola en una casa en completa oscuridad, con la responsabilidad de dos niños. Cosas de la vida, bufa para sí misma. Lo primero que se le ocurre es bajar a la cocina por unas velas y linternas, pero tendría que hacerlo con ambos niños, ya que no puede dejarlos solos. Esto en definitiva será un gran reto.
°°°
Flo logró llegar a la cocina, no tiene idea cómo, pero lo ha logrado. Tiene a Steve acurrucado en el hueco de su cuello mientras solloza con temor, teme que muy pronto empiece a llorar a chillidos. Ninah está a su lado, recostada a su muslo mientras aprieta su pequeña mano contra la suya y entierra sus diminutas pero filosas uñas contra la piel de Flo. Ella también ha estado llorando en silencio todo este tiempo, ya que Flo se lo ha pedido, pero una que otra vez se le escapan sollozos de súplica mientras llama a su mamá.
Cuando fue a por las velas, se dio cuenta de que no había y que las baterías de la linterna estaban muertas. Sí, Flo tiene una cantidad de suerte innumerable. Maldijo por lo bajo, ya que no tiene manera de iluminarse y su celular había decidido morir justo en estos momentos en que más lo necesitaba. Así que allí estaba, en medio de la cocina en completa oscuridad con dos niños que rogaban por luz, pero no había manera de dársela. Ella intentaba ser valiente, de pequeña le tenía miedo a la oscuridad, pero con el pasar de los años logró manejarlo. De todos modos, cómo a todas las personas, la oscuridad sigue influyendo algún tipo de temor en ella por lo que también rogaba por un poco de luz.
Un ruido se escucha desde el lavavajillas, un plato chocar contra otro, vidrio contra vidrio, un pequeño movimiento espeluznante. El corazón de Flo se acelera y los vellos se le colocan de puntas. ¿Por qué demonios siempre debe haber ruidos de ese tipo en estas situaciones? Puede sentir cómo Ninah se aferra a su muslo en abrazo y chilla "¡Mami!", pero luego sucede lo peor. Steve empieza a llorar y gimotear de una manera estruendosa lo que induce a que Ninah empiece a hacerlo también. Qué maravilla, ahora aparte de estar a oscuras también tenía a dos niños... llorones. Se pregunta por qué rayos le suceden este tipo de cosas, quizás la vida después de darle algo tan bueno como una cita con Craig ahora está balanceando el asunto.
Bien, no puede quedarse allí de ninguna manera. Necesita ir a un lugar que tenga luz, pero su padre se ha llevado el auto así que eso queda descartado. La casa de al frente está vacía por claras razones y la siguiente es la casa de la señoraLouisa. Flo lo duda un momento, ella y la señora Louisa no tienen una buena relación... aunque ahora que lo piensa no tiene buena relación con casi absolutamente nadie. Flo de pequeña era algo traviesa y le gustaba jugarle bromas a esa vieja amargada, desde entonces se odian de manera mutua y eso no ha cambiado.
Le da igual, de todas formas piensa ir, solo necesita luz para que estos niños dejen de llorar; No la compañía de esa señora. Flo sale de casa arrastrando a Ninah en su pierna y con Steve lloriqueando. La calle también está a oscuras, pero está mucho más iluminada que el interior de su casa gracias a la luz filtrada de luna entre las nubes. Al parecer el apagón ha sido en todo el vecindario. Cruza la calle de asfalto, el bulldog la ve con ambos niños y empieza a ladrar de manera rabiosa.
—¡Cállate bestia infernal! —le grita de manera desgarrada, lo último que quería soportar eran los ladridos de esa cosa.
En pocos pasos se encuentra tocando de manera poco educada la puerta de la señora Louisa, le está dando a golpes con su puño libre. Nadie sale así que se asoma por la ventana y ve algunas velas en el interior de la casa, pero no hay señales de vida de Louisa. Ninah por fin ha soltado su pierna y solo le sostiene de la mano mientras se limpia las lágrimas. Sin embargo, los chillidos de Steve solo aumentan en tonalidad y puede jurar que se escuchan por todo el vecindario. Flo siente cómo pierde la cabeza cada vez que el niño grita. Ella vuelve a tocar a la puerta y no se detiene hasta que la arrugada señora aparece detrás de la madera.
—Que cominos quieres, niña —dice poniendo los ojos en blanco al verla.
—Es un gusto verte otra vez, Louisa. —Flo utiliza su tono sarcástico.
—Deja la hipocresía, habla antes de que te cierre la puerta.
—Necesito que hagamos las pases solo por hoy y me des posada. Estoy con dos niños y no tenemos velas ni linternas —trata de sonar amable y sonreír, pero le cuesta.
—No. Sé que parezco loca, pero no lo estoy. No pienso dejar que entres en mi casa, de seguro es otra de tus estúpidas bromas, niña. Además, ella —señala a Ninah— arruinó mi jardín de flores para un tonto juego y ese bebé es insoportable. Odio a los niños y a ti. Ahora lárgate —La señora Louisa le cierra la puerta con un estruendo, lo que provoca que el llanto de Steve se intensifique. Flo refunfuña por lo bajo.
—¡No pienso ir a tu funeral, Louisa! —grita mientras se da la vuelta y arrastra a la niña consigo.
—¡Gracias por el favor! —Puede escuchar cómo la señora grita desde el interior de la residencia.
—¿Por qué esa señora es tan mala y grosera? —pregunta Ninah con un tono inocente y tristón.
—Te diré algo: tiene alma de cuervo y corazón de arpía, es una bruja —expresa Flo con fastidio mientras avanzan por la acera.
—¡¿Cómo la de Blanca Nieves?!
—Son hermanas —afirma convincente.
Cómo Louisa no le ha brindado posada ahora deberá ir a la siguiente casa que es la de... Artie. Ni en broma pensaba entrar allí. Flo empieza a frustrarse cuando el bebé no para de llorar. Su última opción es la casa de Maura, ella es una mujer soltera de 30 años con un buen carácter —mucho mejor que el de Louisa— y la mejor vecina del área. De seguro ella si le dará hospedaje hasta que la luz regresara. Flo camina por la acera acompañada del llanto sofocador del bebé y los ladridos de la bestia. Ninah parece estar mucho más calmada y Flo agradece por ello.
Ella camina en línea recta, intenta no mirar en dirección a la casa del asesino, pero no puede evitar hacerlo. Gira su cabeza un poco en esa dirección y baja la velocidad para corroborar que está a oscuras cómo el resto del vecindario. Esta por seguir de largo hacia la casa de Maura, pero a lo lejos puede escuchar el sonido de un picaporte girarse y una puerta abrirse. En medio de la oscuridad no logra distinguir casi nada. No le da tiempo de empezar a huir cuando ya una figura está parada en el porche de esa casa observándola. Gracias a la altura y los pequeños rasgos que logra observar entre las sombras está segura de que es Artie. Ella intenta seguir avanzado y hacer cómo que nada ha sucedido, pero su voz la detiene.
—¡Eh, Flo! —el chico a llama—¿Está todo bien?
—Sí, perfecto. ¡De maravilla! Buenas noches —ella habla muy rápido gracias a los nervios y tiene que gritar por qué el bebé la interrumpe.
—¿Esos son los hijos de los Murray? —Él la observa con los ojos entrecerrados—. ¿Por qué llora? Steve me despertó.
—Oh, lo siento. Es solo que... le tiene miedo a la oscuridad.
—Tus gritos con la señora Louisa también se escucharon. ¿Quieres entrar?
Flo se siente apenada y no puede evitar soltar una risa nerviosa, aunque después de eso se siente aún más tonta.
—No, gracias estamos bien.
—Hola, Ninah —Artie saluda a la niña agitando su mano.
—¿Artie? —ella trata de ver en la oscuridad— ¡Artie!
Ninah suelta la mano de Flo y corre en dirección al porche. Flo no sabe qué hacer, intenta detenerla, pero dentro de poco la niña ya se encuentra alzada entre sus brazos. Él le da un fuerte abrazo y la regresa al suelo, pero a continuación ella se pierde en el interior de la casa con cierta emoción.
—¡Ninah, sal de allí! —exige Flo con la paciencia a tope.
—Uh, me parece que eres una muy mala niñera —expresa con diversión.
—Cierra la boca.
—Ninah no va a salir, somos amigos. Compartimos mascotas: yo la dejo acariciar al señor M. y ella me deja jugar con Spy —comenta—... ¿A dónde piensas ir?
—Eso no te importa.
—¿Maura? —¿Acaso lee la mente?—. No está, salió.
—Mientes. Ya déjame en paz.
—Ese bebé va a despertar a todos, te recomendaría que entrarás antes de que te empiecen a lanzar piedras.
Flo sabe que tiene razón, ya está desesperada por el llanto y por lo que ha visto el auto de Maura no está en el garaje lo que significa que él está diciendo la verdad. De todas formas, tendrá que entrar a buscar a esa mocosa desobediente. Se declara en derrota y arrastra sus pies hasta el porche de la casa. Él tiene una sonrisa grata en el rostro, pero ella solo se limita a fulminarlo. Sabe que se está metiendo en la boca del lobo, a una trampa de muerte y quizás a su ruina. No estaba segura de ello, pero estaba a punto de averiguarlo.
°°°
Una vez allí dentro pudo sentir un ambiente diferente y algo escalofriante, quizás es solo ella al saber que está en la casa de un asesino. Avanza por el recibidor hasta llegar a la sala de estar, él la sigue con pasos rítmicos. Nota que el salón está iluminado por varias velas y por alguna razón siente un alivio al ver algo de luz. Ella se sienta en uno de los sofás mientras sigue examinando todo a su alrededor. Observa cada rincón, por lo menos los que están expuestos gracia a la luz de las velas pues aún hay zonas escondidas en la oscuridad.
—¿Estás solo? —Por alguna razón tiene la esperanza de que lo niegue.
—No, también está el señor M. —comenta mientras se sienta junto a ella a una distancia considerada.
Steve sigue llorando, está muy agitado y sudado. Flo empieza a preocuparse así que lo aparta de su hombro y le echa un vistazo. El niño tiene los ojos achinados y llenos de lágrimas. Su labio inferior tirita y sus dientes están expuestos. Flo hace una mueca sin tener idea de que hacer. Quizás tenga hambre, pero los Murray le dijeron que no lo alimentaran de noche.
—¿Qué rayos sucede, Steve? —suelta por lo bajo en frustración, él aún no habla así que sabe que no recibirá respuesta alguna a excepción de otro chillido.
—¿Puedo? —Artie extiende sus brazos hacia el bebé. Flo le lanza una mirada vacilante y lo piensa dos veces antes de dárselo, pero cede.
Artie toma al niño y lo sienta sobre su regazo el cual empieza a subir y bajar de manera continua. Los gritos desesperantes del bebé disminuyen, pero sigue llorando desconsoladamente. Artie sisea una melodía por lo bajo durante unos minutos, pero Steve sigue sin calmarse. El rubio lo regresa hasta los brazos de Flo quién lo toma con fuerza y él se levanta del sofá.
—Enseguida regreso.
Artie se pierde entre uno de los pasillos, ella escucha sus pasos subir unas escaleras y a continuación estos cesan detrás del sonido de una puerta al cerrarse. Ella se queda allí sentada con el bebé solo por el hecho de que hay luz y el niño se ha calmado un poco, de otras formas ya estaría corriendo fuera de allí. Su vista detecta un movimiento entre las sombras lo que pone todos sus sentidos a funcionar y luego hay un ruido metálico. Flo observa hacia una esquina del salón y cae en cuenta de que es Ninah quién está jugando con el señor M. en su jaula. Ella mete su pequeña mano entre las rejas y acaricia el grisáceo pelaje del mapache el cual emite sonidos cada vez que lo tocan. Ella se ve tranquila y sonriente sí que Flo no piensa interrumpir su momento de diversión.
Antes de que se dé cuenta Artie ya está de vuelta en el salón. Trae en la espalda su estuche de violín y debajo del brazo una cajeta que no puede detallar mucho. Él deja la cajeta a un lado y se vuelve a sentar junto a Flo. Coloca el estuche en suelo y saca el instrumento.
—Pensé que un poco de música ayudaría a calm...
—Solo hazlo, por favor —súplica la chica.
Artie suelta una sonrisa. Se lleva el violín hasta el hombro, cierra los ojos, coloca sus dedos sobre las cuerdas del diapasón y deja que el filo del arco empiece a crear la música. Al instante Flo reconoce la canción, es Fur Elise de Bethoveen, un clásico de canciones para dormir. Ella nota cómo el niño guarda silencio al escuchar el estridente pero agradable sonido que emite el instrumento. Artie capta su atención completa y Flo aprovecha para limpiar las lágrimas que hay sobre sus delicadas mejillas. Steve logra calmarse y se acomoda en el regazo de su niñera, se deja caer, sin embargo, su vista no se separa del rubio con el violín.
Flo observa a Artie tocar con serenidad; en medio de la oscuridad y las velas la figura del chico toma un aspecto irreal y casi mágico cómo si se tratara de una imagen cinematográfica. La luz rojiza de las velas expone parte de su atractivo rostro mientras el otro se mantiene entre las sombras y mechones de su cabello dorado también resaltan entre el resplandor. La línea de luz recorre su perfil, sus párpados, su sonrisa plácida y su piel virgen. Desearía tener una cámara para poder capturar ese momento tan... sencillamente artístico. La simpleza con la que toca, pero la magnitud con la que las melodías se ejecutan se contradicen de una manera incomprensible.
Cuando reacciona se da cuenta de que Steve se ha dormido en sus brazos, respira con pesadez lo que indica que ha caído en un sueño profundo. De sus labios se escapa un delgado hilo de saliva que se ve obligada a limpiar. Artie termina la pieza y deja el instrumento a un lado. Ambos se dan una mirada divertida al saber que han logrado su cometido.
—Buen trabajo —dice Flo—. En serio, gracias, te debo muchas.
—No me debes nada —responde modesto—. Lo hago porque quiero ayudarte.
La conversación ha sido corta, pero ya ha empezado a incomodarla así que opta por cambiar de tema.
—Ninah... —ella gira en dirección a la jaula. En medio de las sombras ve la figura de la niña recostada sobre el suelo, al parecer ha caído en brazos de Morfeo al igual que su hermano. Su costado sube y baja con una respiración regulada y se pregunta si el suelo es tan cómodo como aparenta.
—Tú quédate con Steve, yo iré por ella.
Artie se levanta del sofá y va hacia el cuerpo de la niña. En ese momento Steve empieza a resollar lo que llama la atención de Flo y la distrae. Ella lo acomoda en su hombro para poder tener las piernas libres, el niño deja de hacer ruidos inconscientes y ahora duerme con más facilidad. En algún momento su mirada se desvía hacia su costado, en dónde hay una prenda sobre el sofá. No se había percatado de ella hasta ese momento y por curiosidad la toma con su mano disponible.
En ese instante la luz invade todo a su alrededor cegándola de una manera extraña, ella entrecierra sus ojos para disminuir el resplandor y poder mirar alrededor. Todo lo que estaba entre las sombras ahora está expuesto ante ella, pero pasa de todo eso y enfoca toda su atención en lo que tiene en el puño de su mano. Es un gorro de lana, reconocer esa prenda hace que se estremezca y le provoca náuseas. Es el gorro que llevaba cuando lo encontró en el bosque, aparece en la fotografía y no había dudas, pues es idéntico. Aquella era solo una señal más de que ese chico es un criminal.
Está en la casa de un asesino con dos niños y él está cargando a uno de ellos. ¿En qué demonios está pensando?, piensa para sí misma. El pánico vuelve, pero ha aprendido a manejarlo. Sabe que debe salir de allí lo antes posible y huir a cómo de manera, pero no halla cómo hacerlo así que se limita a esconder su miedo y actuar con naturalidad. Cuando regresa la mirada hasta Artie, puede ver cómo carga a Ninah con cautela para no despertarla, la recuesta con cuidado contra su hombro y la protege con sus brazos de manera considerada. Él parece cargarla con facilidad cómo si se tratara de una muñeca. Flo se pregunta qué tipo de enfermo mental es.
¡¿Es que acaso no le afecta haber matado a alguien?! ¡¿Su alma puede estar en paz?! ¿Cómo rayos puede vivir con el peso de una muerte? En definitiva, deber ser un cínico, quizás un tipo con problemas de personalidad o mentales. No lo sabe y tampoco quiere averiguarlo.
—Genial, regresó la luz. —Flo se toma el tiempo de comentar aquello, aunque sabe que es algo obvio—. Creo que es hora de irme. —No pierde el tiempo y se levanta del sofá para empezar dirigirse hasta la salida.
—Te acompaño, necesitas ayuda con Ninah.
No quiere admitirlo, pero sabe que tiene razón y que necesita su ayuda. Ella no protesta y deja que él la siga. Salen de la casa y caminan en silencio por la acera hacia el hogar de la chica. La noche es fría y silenciosa, solo se escuchan sus pasos y los murmullos provenientes de las casas. Hay algunos faroles en el camino lo que provoca que aquel sea un escenario poco fiable para Flo y ciertamente espeluznante. Ambos notan cómo hay luces encendidas en cada una de las casas, las cuales se reflejan a través de sus ventanas.
Al llegar Flo acomoda a los niños en los sofás, primero a Steve y luego a Ninah cuando Artie se la pasa en brazos. Una vez termina con los niños vuelve a la entrada principal en dónde el chico la está esperando. Solo le agradecería y cerraría la puerta al instante. Debe seguir con sus planes, debe mantenerse en pie.
—Gracias, Artie —utiliza un tono monótono y se recuesta al marco de la puerta con los brazos cruzados. Él está en el porche con sus manos ubicadas detrás de su espalda. Ella trata de evitar su mirada, el verde resplandece en medio de las sombras de la noche de manera llamativa y captan la atención de Flo con facilidad. Podía perderse en ellos en cuestión de segundos, por eso temía tanto establecer cualquier tipo de conexión visual con ese chico.
—Fue un placer...
—Buenas noches —ella se precipita a despedirse e intenta cerrar la puerta, pero lo siguiente que dice la detiene.
—Feliz cumpleaños.
Flo queda sin palabras, no sabe cómo o cuando lo averiguó. Lo observa desde la ranura que hay entre la puerta y el marco. Ya no puede evitarlo, pues sus miradas se conectan con necesidad. Él muestra pureza y sinceridad en esos ojos, por más que ella buscara no encontraba ninguna mancha de culpabilidad o maldad en medio de ese iris verde. Sin embargo, él puede percibir aquella mirada desconfiada y amenazante que le brinda la chica. Ella vuelve a abrir la puerta.
—¿Qué tipo de acosador eres? —suelta Flo, con un tono de fastidio palpable.
Artie no puede evitar reírse.
—No lo soy, lo supe por qué está en tus redes sociales y en el mural de cumpleaños en el instituto.
Inútil mural, piensa.
—Toma.
Él saca de por detrás una cajeta, está envuelta en papel de regalo y lleva un laso en medio. Más que agradecida se siente furiosa, él no debe hacerle regalos, él no debe estar allí conversando con ella, él no debe existir en su vida. Pero allí está, haciendo todo lo que no debe hacer.
—Por favor no los rechaces —suplica. Flo solo observa la cajeta con una mirada neutra, no se inmuta en hacer ningún gesto.
—¿Por qué lo haces?
—¿Hacer qué?
—Esto. —Flo señala la cajeta.
Él se queda en silencio y observa la alfombra bajo sus pies.
—No lo sé. Solo tómalo... si quieres —eso último lo dice en un susurro.
Ella suelta un suspiro exagerado y hace una mueca. Está teniendo un debate consigo misma entre lo correcto e incorrecto. Rechazar o aceptar. Ser buena o ser mala. Ser agradecida o grosera. Después de unos pequeños segundos de silencio ella le arrebata el regalo de un jalón y se lo lleva debajo del brazo.
—No lo vuelvas a hacer y aléjate.
Con eso último ella cierra la puerta de golpe y se recuesta a la madera. Con una mano se aparta el cabello del rostro, desliza la palma de esta por su mejilla hasta el cuello y toma una profunda respiración. Rasga el envoltorio del regalo con rapidez y pierde el aliento cuando ve lo que hay dentro.
Una cámara instantánea.
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