Capítulo 6: faceta.
Hoy es día de entrenamiento para el equipo de fútbol. Eso significa que el campo está ocupado, hay chicas hormonales en las gradas apoyando a sus crushes, hay porristas merodeando con sus ridículos uniformes y luego están las personas cómo Flo que los observan a escondidas con algún tipo de excusa. Pero al final de todo ella es única en su espécimen.
Todos los años, el instituto de St. Louis Park hace una revista en la que juntan todos los aspectos positivos de la secundaria, entre ellos los St. Beavers. Uno de los equipos más reconocidos en todo Minnesota por el hecho de que son excelentes al momento de jugar. Por lo tanto, siempre dejan a Flo de encargada en el área de las fotografías para la revista, pues ella siempre se ofrece de voluntaria y lleva varios años en el puesto.
Era turno de una hora libre así que decidió invertir su tiempo en obtener fotos de los sudorosos chicos. Apretar el disparador es su obsesión y si no lo hace con frecuencia empieza a inquietarse, a costa de ello debe estar constantemente capturando algo con su cámara. Flo camina entre los pasillos con su cámara colgando en su pecho. Sabe muy bien la dirección al campo de juego así que le es fácil llegar. El sol está adueñado del campo y la ciega un poco al salir así que entrecierra sus parpados y crea una visera con sus manos para poder ver cómo los chicos juegan.
Sudan, corren, saltan, gruñen y gritan. Toman el aspecto de primitivos solo que con un equipo pesado de protección sobre sus cuerpos. Las gradas están casi vacías en comparación a otros días. Solo hay grupos de chicas esparcidas a lo largo de los asientos observando con fervor a los sexys primitivos. Muchas de ellas se escapan de clases para poder verlos y soportan los potentes rayos solares a esas horas de la mañana.
Flo no sube a las gradas, ella es casi mitad vampiro y no es muy fanática del sol así que prefiere quedarse en la zona de entrada al campo que está techada. Por allí, los días en el que el equipo juega, los chicos y la mascota hacen su entrada triunfal mientras el público los ovaciona. Ella toma la cámara y la gradúa para luego comenzar a fotografiar a los jugadores. Toma fotos de las camisetas y los números, el grupo planeando una jugada y los diferentes movimientos que hacen. A pesar de todas esas geniales imágenes que ha obtenido no puede apartar el lente de Craig. Se ve tan atractivo en el campo de juego, su cabello negro y lacio, el filoso borde de su mandíbula y los electrizantes ojos que poseen una mezcla entre azul y gris merecen ser capturados. Parece un modelo natural, siempre que lo enfoca tiene una perfecta sonrisa inconsciente. Para ella sería un placer realizar una sesión de fotos dedicada a él, pero lastimosamente eso no sucederá.
Después de varios minutos reacciona, solo está tomando fotos de Craig y pierde la cuenta de cuantas veces ha apretado el disparador en su dirección. Ella se quita el visor del ojo y baja la cámara para observar las fotografías. Casi las últimas treinta y cinco fotos son de Craig y unas trece del equipo. Flo tiene un serio problema con Mister Craig "adonis" Graham.
—Que guapo es ese chico.
Un susurro arrullador aparece sobre su hombro lo que provoca que ella suelte un grito y de un respingón hacia delante. Cubre la pantalla de la cámara con su pecho para que nadie pueda ver las fotos. Se da la vuelta para encontrarse con el larguirucho cuerpo de Artie, quién sonríe de manera graciosa e intenta reprimir una carcajada. El rostro de Flo se neutraliza al instante y la cólera la invade. El chico más que influirle temor, ha empezado a quitarle la paciencia. Ella se aparta los mechones azabaches que han caído sobre su rostro, gracias al brusco susto y tuerce los labios.
—¿Acaso tienes problemas? —Se coloca una mano en la cadera a manera de jarra, después recuerda lo que ha dicho sobre lo guapo que es Craig y abre los ojos de golpe—. ¿Eres gay?
Él no resiste la carcajada y la deja salir. Esta resuena en un eco y algunos jugadores giran en su dirección.
—Me temo que no, Flo —se mete las manos en los bolsillos y sonríe.
—¿Entonces por qué...?
—Lo dije por qué supongo que debe ser muy guapo para que le tomes tantas fotos. —Él hace un ademán con su barbilla hacia la cámara.
Su última reserva de paciencia se ha agotado.
—¡¿Estabas espiando?! —grita alterada—. ¡Eres un idiota! ¿Acaso no tienes nada mejor que hacer con tu vida? ¡Por dios, no seas tan patético!
—Solo tenía curiosidad, no es para tanto —rueda los ojos.
—¡Sí es para tanto! Te dije que no te quiero cerca. ¿Comprendes?
—Oh vamos, no te enojes. Nunca me diste una excusa válida.
—¿Quieres una excusa? Pues te informo: No me agradas, tu presencia me fastidia, no te conozco y no quiero hacerlo.
—¿Siempre eres así de dura con todos?
—Sí. Ahora, aléjate. —Ella le da la espalda y regresa a los que hacía hace unos minutos. Sigue tomando fotos de los jugadores en el campo mientras intenta ignorar la presencia del chico a sus espaldas. Algo le dice que no se va a ir—. Largo —insiste sin dejar de tomar fotos.
Flo puede escuchar el sonido nasal que provoca su sonrisa.
Lo siguiente sucede muy rápido. Artie se coloca delante de ella en un movimiento brusco y la golpea un poco. Cuando reacciona, él sostiene el balón de fútbol americano con ambas manos y lo retiene contra su pecho. Ella se ha golpeado un poco el rostro con la cámara cuando la espalda de él se interpuso ante el lente. Sacude la cabeza y deja la cámara abajo para recomponerse. La ha salvado de un gran golpe que pudo haberla dejado aturdida durante un par de horas. Pero ella odia eso, ella odia que él le haga favores no solicitados y que sea tan insistente. Ella odia que la haya salvado, ahora le debe más cordialidad y agradecimiento.
Artie se gira en su dirección, la molestia es notable en su rostro. Él hace que sus ojos se conecten, tensa la mandíbula y habla.
—No le creas nada de lo que te diga. —Se vuelve a girar y lanza el balón de regreso al campo. Craig lo atrapa—. No aceptes las disculpas de un idiota —dice dándole la espalda.
Flo observa la escena, la atractiva anatomía de Craig se aproxima en su dirección. Trae un paso lento pero lleno de confianza y el encanto destila de él. Trae el casco debajo de su brazo y el balón en el otro. Una vez llega hasta ellos Flo puede sentir un aura tensa entre ambos chicos. Artie junta sus manos en la parte baja de su espalda e inclina su cabeza hacia atrás con levedad. Craig lo observa con cierta altanería y sonríe, pero Artie mantiene su rostro intacto. Flo sale de por detrás del rubio, la cercanía de Craig la emociona y cuándo él le lanza una mirada su respiración se entrecorta. Él le da un corto vistazo a Artie y por último estaciona su mirada en Flo.
—Lo siento tanto. En serio, fue un error esa lanzada —chasquea la lengua y señala el campo con su pulgar.
Flo aún no puede procesar el hecho de que Craig Graham le está hablando por primera vez; Trata de desanudarse la lengua, pero se vuelve imposible. Asiente y balbucea algo cercano a "no te preocupes", pero lo cierto es que sonó más a un gruñido poco humano.
—Por cierto —posa su mirada en Artie—, amigo que buena atrapada. Ese lanzamiento fue alucinante. Que buen brazo, viejo. ¿Sabes? Deberías unirte al equipo —lo señala con su dedo índice—. Serías una buena herramienta en el campo, un gran jugador. Piénsalo.
—Tengo mejores cosas en la que invertir mi tiempo —rechaza el rubio con un tono tosco y soez.
—Bien... que lástima. —Craig alza sus cejas y ríe. Es imposible no detectar cierto tipo de hipocresía en su voz.
Craig vuelve a mirar a Flo y ella deja de respirar otra vez.
—Hey, Flo. ¿Qué tal?
¡Santas caracolas del mar! ¿Craig sabe su nombre? ¿Cómo, cuándo, dónde? Siente que va a desmayarse, pero se ve obligada a tomar las riendas de sus emociones.
—Bien...
—Genial —le brinda una sonrisa. ¿Cómo puede existir un hombre tan hermoso sobre la tierra?, piensa—. ¿Tienes algo que hacer el martes? Dentro de dos semanas.
—No, nada en absoluto —esta vez contesta de manera automática. Ella nunca tiene nada que hacer más que pintar y fotografiarlo.
—Maravilloso. ¿Quieres salir?
Si las sonrisas fueran disparos, Flo ya estaría muerta. Le toma varios segundos reaccionar y darse cuenta de que Craig la ha invitado a salir. En su mente ha repetido "sí" más de mil veces, pero se le olvida que debe decirlo en voz alta. Ambos están a la espera de su respuesta, Artie la mira con una línea en los labios y Craig sigue sin parar de sonreír.
—Sí, claro, bien —su voz sale más aguda de lo normal. Espera no haberse orinado en los jeans a causa de este gran acontecimiento y se da cuenta de que por alguna razón ha perdido el aliento.
—Perfecto —el chico da un aplauso—. Entonces te veo el martes —le guiña un ojo y vuelve a chasquear la lengua.
Flo trastabilla cuando él se retira. Tiene que apoyarse a la pared y soltar un gran jadeo después de haber conversado con él. Cuando Craig está lo suficientemente lejos deja salir una extensa sonrisa de labios cerrados. Se cubre el rostro con ambas manos en incredulidad y ríe por sus adentros. La emoción la inunda, es imposible ocultarlo. No tiene idea de cómo ha pasado, jamás había cruzado palabras con Craig y la primera vez que lo hace la invita a salir. Quizás por fin la vida ha decidido sonreírle de una vez por todas, pues ya era tiempo.
—¿Qué te sucede? ¿Estás bien? —pregunta Artie al ver la extraña reacción de la chica.
—Eh, yo... sí, estoy bien. Es solo que —lo piensa unos segundos y otra sonrisa se le vuelve a escapar—... ¡Tengouna cita con Craig Graham! —da pequeños saltitos en su puesto sin poder contenerse.
—Me alegro por ti. —Él intenta regalarle una sonrisa.
—¿Por qué dijiste eso de Craig? —ella deja una mano en su cintura a manera de reclamo.
—¿Lo de idiota?
—Aja.
—¿Crees que ese balón vino hacia acá accidentalmente? —Al pronunciar esa última palabra hace comillas con los dedos y señala hacia el campo.
—Sí...
—Pues te informo que no. Ese balón lo lanzó el idiota de Craig para golpearme. Es estúpido que crea que no tengo reflejos.
—No hables así de él —reprocha Flo, molesta—. ¿Por qué rayos Craig querría golpearte?
—Por qué yo y mi guitarra le hemos quitado un par admiradoras. —Se encoge de hombros y deja salir una sonrisa con leve arrogancia.
Flo no puede evitar rodar los ojos ante aquel comentario.
—Bien, ahora puedes ir y avisarles a tus amigas de que tienes una cita con el príncipe de tus sueños. —Él hace un ademán hacia la salida.
Ella entrecierra sus párpados.
—¿Cómo sabes que es el príncipe de mis sueños? —trata de fingir que no es cierto.
—Por el hecho de que casi te desmayas.
—De acuerdo, no lo voy a negar. Además, eso no es de tu incumbencia. No, no tengo amigas. Soy de esas que prefiere celebrar consigo misma.
Él se queda en silencio observándola.
—Rarooo —canturrea el chico.
—Cómo sea. —Ella coloca los ojos en blanco.
—Bien, si no tienes amigos me ofrezco cómo voluntario —él alza su brazo.
—Si no tengo amigos es por qué no quiero. Nunca dije que necesitaba alguno.
—No me importa. Te estoy enviando una solicitud para ser tu amigo.
—Rechazada.
—Enviar.
—Rechazar.
—¡Enviar!
—¡Rechazar!
—No voy a dejar de insistir —advierte.
Perfecto, lo único que necesitaba en su vida era otro Olly versión asesino.
—Artie, prefiero seguir con el tema de: "Tú te alejas y yo sigo con mi vida". Es un mejor plan para ambos —propone ella.
—No, gracias —sonríe y Flo siente un impulso de golpearlo—. Solo quiero que me des una oportunidad de demostrar de que soy una buena persona y de que puedo ser tu amigo.
—No creo que seas una buena persona. —Aquel comentario se le escurre entre los labios sin poder contenerlo. Se abofetea mentalmente y ruega a la tierra que se la trague.
—Puedo hacer que cambies de opinión si me das una oportunidad.
—Artie, adiós. —Ella se ajusta su morral al hombro y guarda su cámara. Le da una última mirada reacia y comienza a caminar lejos de él con pasos rápidos.
—¡¿Adónde vas?! —grita a sus espaldas, pero ella no se toma la molestia de responder—. ¡Bien, te veo luego! —grita con ánimos.
Cuando llegara a casa, lo primero que haría es entrar a Google y buscar: ¿Cómo deshacerte de un asesino amistoso sin cometer ningún delito?
°°°
—¡Flo! —grita su padre desde las escaleras—. Voy a salir, ¡No olvides sacar la basura y limpiar los trastes! ¡¿Me estás escuchando?!
Ella se quita los audífonos después de haber escuchado "basura y trastes" entre las líricas de las canciones. Rueda los ojos y deja su celular a un lado para luego responder:
—Sí, sí. ¡Ya escuché!
Después de unos minutos escucha cómo la camioneta de su padre se enciende y se marcha dejando el pesado sonido del motor a un lado. Ella sabe que va a un bar a beber con el resto de sus amigos alcohólicos, justo cómo lo hace todos los viernes. Flo baja de su cama a rastras y hace lo primero que le indicó su padre. Sacar la basura.
Toma dos bolsas negras con ambos brazos y baja el porche de su casa con pasos continuos. Deja las bolsas en el bote de basura y antes de entrar otra vez a casa se detiene a ver a su alrededor. El bulldog de los vecinos de al frente la está mirando a la vez que gruñe, por suerte este está detrás de una cerca y encadenado, lo que impide que le haga daño. Ella se limita a sonreír y asegurándose que nadie la vea, hace gestos groseros hacia el animal lo que causa que este empiece a ladrar.
El resto de la tarde lo invirtió en ver la llamativa pantalla de su teléfono mientras navegaba en el mundo de las redes sociales. Se lanzó sobre el sofá y estuvo allí durante varias horas hasta que la noche cayó. De golpe recuerda que debe lavar los platos y no lo ha hecho. Mira la hora en su celular, este marca las nueve y veintitrés de la noche. El tiempo se ha escapado de sus manos de la peor manera posible. Aunque tampoco tenía por qué alarmarse, su padre siempre llega a horas de la madrugada.
Flo arrastra su cuerpo hasta la cocina y se ubica frente a la montaña de trastes. Se queda observándola unos segundos con desgana hasta que se mentaliza de que debe lavarlos lo antes posible. Comienza uno por uno, no se había percatado del silencio que había a su alrededor hasta este momento en el que solo puede escuchar el movimiento de las vajillas. Levanta la mirada hacia la ventana de la cocina, que está justo en frente de ella. Obtiene una vista de la casa de al lado, en dónde todas las luces están apagadas. La gran residencia parece esconderse entre la oscuridad y los arbustos tratan de camuflarla. Ella sigue con su labor, pero minutos después algo la empieza a inquietar.
Un pavor recorre su espalda y ella se estremece, inconscientemente. Deja el plato aun lado y apoya ambas manos al borde del fregadero. Suelta un suspiro y se pregunta que le sucede. Ella regresa su vista hasta el panorama de la ventana, se congela cuando siente una mirada sobre ella, pero no la ve, sola la siente. Flo traga en seco mientras intenta buscar algunos ojos... hasta que da con ellos.
Sin embargo, estos no son humanos.
Dos esferas azabaches la están observando desde la esquina de la ventana, cerca del alféizar. Ella da un respingo y retrocede por su instinto, su corazón está por salirse de su pecho justo cuando los ve. Cuando detalla más aquellos ojos se da cuenta de que lleva un antifaz negro, unas cejas blancas y dos adorables orejas pequeñas.
Sí, un mapache.
Flo deja salir un jadeo y se lleva una mano al pecho mientras se ríe de ella misma. Tremendo susto le ha dado. Ve cómo el animal pega su puntiaguda nariz al vidrio de la ventana y la observa, cómo pidiéndole que le abra. Flo no es una amante de los animales, pues se había declarado enemiga de los perros. Pero jamás ha intentado simpatizar con un mapache así que decide darle una oportunidad así que le abre la ventana.
El animal ahora se apoya sobre el alféizar y la observa, luego hace un sonido inesperado y Flo se sobresalta. Ella acerca su mano poco a poco y este la deja acariciarlo. Tiene un pelaje grueso y tosco, pero al mismo tiempo es plácido. Se ve que es amistoso y no uno de esos bichos salvajes, incluso parece estar acostumbrado a los humanos.
Pero la pregunta es: ¿Qué hace un mapache por esa zona? Flo jamás había visto un mapache en St. Louis, pues no es un pueblo con mucha fauna natural y este mapache no parece temerle a los humanos sino todo lo contrario. Es curioso ver un animal cómo este en los alrededores. Ella va hasta el refrigerador y saca algunas rebanadas de queso para luego entregárselas. El mapache las mastica con desespero y hacer ruidos chillones. Flo lo observa comer con fascinación, es muy cómico y al mismo tiempo adorable.
—¡señor M.! ¡¿Qué rayos haces, animal?! —Esa voz se escucha fuera de la ventana de Flo lo que provoca que ella tome otro susto y se ahogue en su propia saliva. Si sigue así muy pronto sufrirá de hipertensión. El mapache suelta las rebanadas de queso cuando escucha esa voz autoritaria.
Artie aparece de entre la oscuridad y se asoma por el alfeizar. Lleva el cabello rubio desordenado y parece estar transpirando. Tiene puesta una camiseta blanca sencilla.
—Hola, Flo —saluda y sonríe cuándo está frente a ella, del otro lado de la ventana.
—¿Qué rayos haces aquí? —dice con desagrado mientras carraspea, intentando reajustar su voz.
—Eso que tienes es mío. —Artie señala con su largo dedo al mapache quién los está mirando con curiosidad.
—¿Esta cosa es tuya? —Flo acaricia el pelaje gris del animal, parece que le gusta mucho, ya que se acurruca en dirección a ella.
—Sí, es mío. Al parecer le agradas. —Artie se cruza de brazos y sonríe de lado—. ¿Qué haces señor M.? Sabía que eras un casanova, pero no tanto —habla con el mapache y el animal hace otro chillido en dirección al rubio.
—¿Tu mascota es un mapache? —pregunta con curiosidad.
—Sí, él es El señor M.
—¿M.?
—El señor Mapache.
Flo deja escapar una sonrisa inconsciente.
—Vaya, que... profesional.
Artie se encoge de hombros con modestia.
—Gracias. Espero no te haya incomodado mi fiel amigo.
—No, para nada. También me agrada.
—¡Hey! Toma el queso y vámonos —indica Artie con un aplauso para llamar su atención. El señor M. lo mira unos segundos, luego toma las pequeñas sobras de queso y se sube al hombro del rubio con confianza. Desde allí Flo puede ver la rayada cola del animal sobre la camiseta blanca del chico. A eso se debe el comportamiento amistoso con los humanos, es un mapache domesticado. Artie acaricia a su mascota mientras le sonríe a la chica.
—Se escapó de su jaula —chasquea la lengua y se encoge de hombros—, no volverá a suceder.
Ella se limita a asentir. Odia que actúe tan amable y que se comporte de manera educada. Es irritante, pues Flo sabe muy bien que toda esa faceta de chico bueno es solo eso, una faceta. Pero lo que aún más odia es que él la esté enredando en su juego mental, haciéndola creer que es lo que muestra ser. Es tan convincente la manera en la que actúa que en ocasiones olvida por completo lo que en realidad es, no parece haber sido el culpable de un gran crimen y la paz interna se refleja en aquel atractivo rostro. Sus ojos verdes ofreciéndole una amistad, esa sonrisa agradable que siempre le brinda. Todo es tan confuso, quiere creer que no es un asesino, pero al mismo tiempo sabe que lo es y debe estar firme ante esa convicción.
—Es hora de que el señor M. y yo nos vayamos —habla el chico—. Ten buenas noches, Warrior —él hace movimientos nerviosos antes de darse la vuelta. Ella asoma su cabeza por la ventana y lo ve alejarse.
—Buenas noches —dice de manera moderada, pero el chico logra escucharla, ya que se detiene y le echa un vistazo por encima del hombro.
Flo cree ver una sonrisa, pero gracias a la oscuridad jamás podrá estar segura de ello.
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