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Capítulo 2: ojos.

Después de algunas tediosas horas de clase en las que tuvo que soportar las extensas charlas de bienvenida de parte de todos sus profesores, por fin llegó la hora de almuerzo que no fue muy duradera. Solo fue a la cafetería a buscar el postre que por suerte eran unos deliciosos biscochos recién horneados. Tomo su biscocho y salió de allí lo antes posible. La cafetería es el punto social más grande de toda la secundaria. Por lo tanto, Craig estaba allí con su grupo de amigos y sí, su pijama seguía llamando la atención de todos; cosa que no era de su agrado. Incluso la cocinera reparó en su atuendo y soltó una sonrisa al verla. En definitiva, estaba haciendo el ridículo.

Una vez sale de la cafetería empieza a caminar entre los pasillos en busca de su taquilla al mismo tiempo que devora el biscocho. Aún hay estudiantes deambulando por los pasillos cómo ella, solo que son una minoría por el hecho de que todos están en la cafetería haciendo vida social. Llega a su casillero, introduce la clave que ya sabe de memoria y este cede. Se mete el último pedazo de biscocho a la boca antes de abrirlo.

Un olor a polvo es notable, estuvo cerrado varios meses y algunas arañas han decidido hospedarse en la cómoda taquilla de Flo. Ella no estaba allí para buscar libros, ya que no los había llevado, solo quería darle un vistazo y hacer una ronda de limpieza. Encuentra unos pines de Winne The Poo que le había regalado Olly en invierno, un CD de Milky Chance que le había prestado Hellen de su clase de Historia antes de vacaciones, pero se le olvidó devolverlo y una camiseta amarillo neón que odiaba. Ella guarda los objetos en la mochila y con la camiseta limpia las telarañas y el polvo para luego lanzarla al tinaco más cercano.

Cierra la puerta de metal con un estruendo, le gustaba hacerlo, ya que el ruido resonaba por todo el pasillo con un eco y muchos se estremecían de un susto. Digamos que el sonido de una taquilla cerrándose de golpe interrumpe la paz interior de muchos.

Flo sigue caminando con tranquilidad, pero muy pronto la pierde. Cuando dobla en una esquina aventurándose a un nuevo pasillo se encuentra con algo que no creyó ser capaz de procesar. Se detiene de golpe y apoya su hombro a la fría pared cuando lo ve. Luego todo sucede muy lento.

Un chico rubio y alto camina en su dirección opuesta. Ella sabe que lo ha visto con anterioridad, pero no cree posible que esté sucediendo otra vez. Todo en él es reconocible y sobre todo esa mirada verde. Sí, los ojos verdes estaban allí de vuelta solo que ya no era esa mirada fría y temerosa, sino todo lo opuesto, demostraban confianza, seguridad y calidez.

Es el chico de la fotografía, el chico del bosque, el chico que había visto enterrando un cadáver, el chico que le había intentado disparar múltiples veces, estaba allí caminando de manera pacífica entre los pasillos de su institutocómo si no hubiera cometido un delito nefasto. Lleva una mochila colgando de su hombro y un atuendo casual que se limita a jeans y camiseta. Su cabello rubio oscuro ya no está cubierto por un gorro de lana como aquella noche, lo lleva expuesto. Podría jurar que era mucho más largo por los mechones que se escapaban del gorro en la fotografía. Pero se ha hecho un corte de cabello poco notable de copete despeinado. Él hace contacto visual con ella y Flo se siente palidecer. Sin embargo, el chico no hace ningún mínimo gesto de reconocimiento y sigue de largo. Ella se estremece con los restos de su presencia.

Flo se queda absorta entre sus pensamientos con la mirada perdida y una respiración agitada. ¿Cómo es posible que esté allí? ¿Pero qué se supone que hace? Debió sacar un arma en medio del pasillo y acabar con su vida, pero solo pasó de ella sin darle importancia. Puede que no la reconociera, pero nadie le asegura aquello. Si él, el chico del bosque, estaba en su mismo instituto debe ser por una simple razón y es terminar lo que no pudo esa noche. ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué después de tres meses de lo sucedido? Esto no podía estar pasándole, no ahora que ya lo había superado. No ahora, que había dejado de tener pesadillas por las noches con la angustia de esconder un nefasto secreto.

Cuándo despierta de ese trance, cae en cuenta de en dónde se encuentra. No se ha movido ni un solo paso desde que lo vio. Está aferrada al filo de la esquina cómo si de ello pudiera mantenerse con vida. Algunas personas que pasan la observan con peculiaridad. Él estaba allí, acaba de pasar a pocos metros de ella sin hacerle algún daño. ¿Qué estaba sucediendo y por qué? Flo empieza a hiperventilarse y su primer instinto es huir.

Flo corre sin detenerse cómo lo hizo aquella noche en el bosque mientras luchaba por sobrevivir. Solo que esta vez no hay árboles sin no estudiantes, con los que tropieza más de una vez. El pánico la inunda y siente que las paredes se cierran contra ella. Corre entre los pasillos sin saber por qué, solo quiere alejarse lo más posible y encontrar un lugar que la esconda de la realidad y de lo que acaba de ver. Empezó a perder el aliento cuando tropezó con alguien y calló al suelo. Al instante se reincorpora algo aturdida y mareada, no es capaz de seguir corriendo así que se limita a quedarse parada frente a Jesy.

—¡¿Qué merch te sucede?! —dice la chica con su irritante tono soprano.

Jesy es la presidenta del comité estudiantil y una de las chicas más populares de la secundaria gracias a su familia ricachona. Es de altas calificaciones y de una reputación ejemplar, aunque nadie duda el hecho de que se comporte cómo una perra sin sentimientos y una niña mal criada. Es de alta jerarquía e influye mucho en cualquier tipo de decisión que tomen las autoridades escolares. Por lo tanto, la palabra merch era parte del nuevo proyecto estudiantil con el lema "Cero groserías" el cual trata de buscar palabras que sonaran agresivas sin un significado del vulgo que pudiera demostrar enojo y omitir las palabras sucias. Sí, es patético.

—Lo siento —musita Flo de manera ida.

—No, no, no, no te disculpes. Mejor explícame que haces corriendo en los pasillos. ¿Acaso no has leído el reglamento? ¡Nada de correr entre los pasillos! ¿Y por qué grotch sudas cómo un cerdo en Navidad? —chilla.

Flo no encuentra ninguna explicación lógica, su mente no ha aterrizado en la situación y no puede explicar que un cínico asesino acaba de entrar en el instituto. Su mente es un desastre, las imágenes pasan frente a ella, pero sigue sin entenderlo. No tiene tiempo de pensar en una respuesta para Jesy así que aguarda en silencio mientras observa sus zapatillas.

—¿Hola? ¿Me escuchas? —Jesy vuelve a gritar frente a ella.

—¿Sabes si hay alguien nuevo? —Las palabras se escapan de los labios de Flo. La pregunta sube a su mente y la deja salir al instante, sin antes pensar en algunas posibles respuestas. Solo la ha efectuado por curiosidad.

Flo levanta su mirada hasta ella, hecha una sumisa. Jamás le demuestres a Jesy que te sientes superior a ella, ya queen algún momento te hará trizas sin ninguna pizca de compasión. Jesy coloca una mano sobre su cadera y alza una de sus cejas con suspicacia. Le da una mirada de pies a cabeza y luego toda su faceta de Regina George desaparece por una más pasiva.

—Te diré que no sé mucho de los nuevos este año —dice mientras se enreda un mechón de cabello negro en el dedo índice—. Bueno, no quisieron darme sus nombres, pero yo me encargué de investigarlos —sonríe con suficiencia y comienza a enumerar con los dedos—. Solo sé que hay una inglesa de intercambio con cabello color tomate, un gordito muy adorable, pero apesta. —Frunce la nariz cómo si pudiera sentir un desagradable olor—. Hay un ricachón neoyorkino, dicen que sus padres perdieron su fortuna y terminó en este miserable pueblo. Hay un chico rubio de ojos verdes muy, pero muy atractivo, una castaña con ningún tipo de peculiaridad y...

—Espera, háblame del rubio. El de ojos verdes —pide Flo sin preocuparse en disimular su afán. Jesy frunce el ceño al notar el tono impaciente de Flo, pero termina sonriendo.

—Sí, lo sé. Es muy guapo. Hoy es su primer día y ya ha llamado la atención de varias, incluyéndome —Jesy deja salir una risita picaresca.

—Genial. ¿Pero qué sabes de él? —Flo no necesitaba que nadie más le recordara que el chico rubio de ojos verdes era muy atractivo. Lo había notado desde el momento en que lo vio en aquel panorama, a través de su cámara y el flash. La foto era testigo de ello, pues su encanto había sido enmarcado en ese momento. Su perfil muy bien esculpido, su nariz perfilada, los labios extremadamente delgados y el enigmático color verde de sus ojos. Todo formaba parte del rostro de aquel chico de buen parecer. Pero Flo jamás dio relevancia en eso, pues su linda cara no tacha el crimen que ha cometido.

—Escuché que viene de Wisconsin y se mudó hace poco a St. Louis con su padre, muy cerca de por aquí. Está en su último año, cómo tú y yo, querida. ¿Qué suerte, no? Solo sé eso y el hecho de que es guapo. —Se encoge de hombros con diversión.

Parece una versión creíble, pero para Flo no tiene sentido. Lo que Jesy está diciendo es que ese asesino es el nuevo en la secundaria, que tiene la misma edad que ella y qué se acaba de mudar a St. Louis. ¿Es que acaso le están jugando una broma pesada? ¿Qué es lo que está sucediendo? Esa última pregunta no ha dejado de repetirse en su mente. Flo asiente y se da la vuelta para caminar lejos de Jesy.

La mirada en el pasillo, la mirada en el bosque, la foto, las palabras de Jesy, huir, los ojos verdes, miedo, pánico, un asesinato, la muerte, el silencio, el flash, los disparos, la caída y la herida. Todo flota en la mente de Flo, pero ningún cabo logra a atarse. ¿Qué tan difícil es creer que un asesino es tu nuevo compañero? Algo se remueve en el estómago de Flo, las náuseas aumentan y la bilis asciende.

Flo corre hasta el baño más cercano. Entra en uno de los cubículos disponibles y deja caer su mochila a un lado. Se arrodilla y levanta la tapa del inodoro para luego comenzar a devolver todo lo que ha comido, las arcadas no paran y ella continúa arrojando algunos segundos más. Cuando se detiene nota que tiene el rostro humedecido por las lágrimas y un mal aliento. Se levanta con dificultad y va al lavabo para enjugarse la boca y el rostro, las gotas pasean por su cara pero no se preocupa en secarlas. Regresa al cubículo y lo cierra, baja la tapa y se sienta sobre esta para luego tirar de la cadena.

Deja reposar sus codos sobre sus rodillas y se sostiene la cabeza con ambas manos mientras observa hacia un punto específico con la mirada perdida. No entiende nada, no entiende cómo será capaz de convivir con un chico que alguna vez intento matarla. No entiende por qué no lo hizo una vez la vio. No entiende por qué le está pasando todo esto y tampoco tiene alguna idea de que debe hacer. ¿Huir? ¿Escapar de Minnesota y cambiarse el nombre? ¿O simplemente esperar a que acaben con su vida?

¿Y qué tal si no es él? Puede que solo sea un chico con un gran parecido al asesino, pero eso lo dudaba mucho. Pude jurar que aquella mirada era la misma, esos ojos jamás los olvidaría y los rasgos son exactos. Flo busca la cámara en su mochila y la enciende. Busca en su galería la foto de aquella noche, la ha guardado por una razón poco específica. Solamente la tiene allí guardada, sin embargo, nunca se la ha mostrado a nadie. Después de esa noche guardo el secreto, no fue fácil, las pesadillas la atormentaron gran parte del verano, pero no podía decirle a nadie si quería evitar cualquier tipo de problemas. Pasó noches observando la fotografía y tratando de crear teorías o alguna explicación que justificara que ese chico de ojos verdes haya matado a alguien. Durante horas observó ese rostro atrapado en la imagen, recorriendo una y otra vez cada facción. Se ha mantenido en silencio desde hace tres meses hasta ahora, pero quizás mantenerse así podría ayudarle cómo al mismo tiempo podría matarla.

Ella analiza la foto una vez esta aparece en pantalla. Puede corroborar que es él, no hay duda y tampoco tendría por qué haberla. Sabe exactamente que ese es el mismo chico que ha visto caminando en los pasillos. Flo suelta una respiración pesada y se coloca la cinta de la cámara alrededor del cuello. Toma su mochila y se la echa al hombro para salir del baño. Quizás se ha vuelto loca, pero necesita hacerlo. Solo hay algo que podrá sacar cualquier resto de duda que quede dentro de ella. Una fotografía más, para poder compararla con la antigua.

Flo camina entre los pasillos buscando la muerte. Sabe que se está arriesgando mucho al intentar tomarle otra foto. La primera vez salió muy mal, no puede ocurrirle lo mismo esta vez. No cuando se ha asegurado de que el flash esté desactivado. La campana suena indicando que el almuerzo ha finalizado y es hora de regresar a clases para más charlas de bienvenida. Pero Flo no pretende ir a clases hasta dar con su objetivo. Los estudiantes se amontonan entre los pasillos una vez salen de la cafetería, algunos van a sus taquillas, otros charlan y varios corren con afán hasta su próxima clase.

Después de dar vueltas por los corredores da con el chico, ella toma la cámara con sus manos sudorosas y se da cuenta de que están temblando así que le cuesta enfocarlo. Él está inmerso en una conversación con la directora del comité de bienvenida así que Flo se aprovecha de la situación, ya que hay bastantes estudiantes en el pasillo cómo para poder camuflarse. Se lleva el visor hasta su ojo y ajusta el panorama evadiendo el mar de cabezas frente a su objetivo, logra un buen ángulo de su rostro similar a la foto del bosque así que aprieta el disparador y ruega porque nada salga mal. Sonríe por sus adentros cuando sabe que lo ha logrado, pero luego algo sucede.

—¡Florence! —Alguien grita su nombre a unos cinco metros de ella. Todos en el pasillo se detienen y la buscan con la mirada. Flo se congela en dónde está y baja la cámara con lentitud hasta dejarla colgando de su cuello. El directorOlson se encuentra en todo el centro del pasillo observándola con las manos en la cadera y una mirada de "estás en problemas" —¡Sabes muy bien que ese tipo de artefactos no se permiten en los pasillos del instituto sin autorización! —hace un ademán, hacia la cámara en su pecho.

—Lo siento, Olson. —El hombre le da una mirada amenazante y Flo rueda los ojos—. Lo siento director Olson, autoridad suprema y amo de los pasillos —dice con sarcasmo y algunos estudiantes ríen.

Por alguna razón ella desvía su mirada por encima del hombro del director y se da cuenta de que el chico tiene toda su atención en ella. ¡Maldición! ¡Otro contacto visual! Por lo poco que pudo ver, el chico sonreía con diversión ante la escena y ella sintió un arrollador impulso de huir, pero se contuvo, eso llamaría aún más la atención.

—Dime que eso que tienes puesto no es un pijama. —Él se lleva sus dedos índice y pulgar al tabique, en un gesto de incredulidad.

Flo sonríe.

—Me temo que no puedo afirmar eso, director Olson. Sí, es un pijama y es mi preferido. ¿Le gusta? —Ella hace algunas poses en burla y esta vez es el hombre quién rueda los ojos.

Digamos que Flo y el director tienen una relación algo extraña, es casi cómo una amistad entre un señor malhumorado y una adolescente poco cuerda. Desde que llegó a ese instituto y conoció al director, supo que detrás de toda esa faceta de amargado había alguien risueño así que se encargó de encontrarlo. En sus horas de almuerzo lo visitaba en su oficina e intentaba charlar con él, al principio fue un poco difícil, ya que siempre terminaba siendo empujada fuera de allí. Pero su insistencia la llevó a establecer una conexión afable y llena de confianza, que a veces ella sobrepasaba. En resumen, ella es cómo el "Olly" del director.

—Por dios, ¿Qué son esas fachas? Hazme el favor de ir a tu casa y cambiarte. No podemos permitir que vistas así en este instituto.

—¿Hablas en serio? ¡Ay, por favor! —bufa—. ¡Es un instituto público!

—Esa no excusa para que estés en pijama.

—Bien, de acuerdo. Me iré a casa a cambiarme, Olson. Ni pienses que regresaré.

Él le da una última mirada de desaprobación para luego alejarse.

Los estudiantes en ese instante se dispersan y entran a sus clases. Ella nota que el chico rubio la sigue mirando fijamente sin ningún intento de disimulo y su cuerpo se tensa. Ella también lo mira y no puede evitar notar que él lleva una sonrisa ladeada cómo si lo que acabara de pasar fuera en cierto modo gracioso. Trae el aspecto de ser un estudiante más del montón, un chico más entre muchos. Pero Flo es consciente de que él no es lo que aparenta.

Cuando reacciona, cae en cuenta de que ya llevan varios segundos observándose mutuamente y eso no está bien. Él no la mira con intenciones de querer asesinarla, pero igual no debe dejarse engañar. Flo aparta sus ojos de él y se estremece, pero intenta disimularlo. Se da la vuelta sobre sus talones y camina en dirección opuesta hasta llegar a la salida de la secundaria. 

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