Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11: verde.


Mañana es el día. Solo faltan menos de cuarenta y ocho horas para poder tener su primera cita con el chico de sus sueños. Está tan ansiosa y emocionada por el día siguiente que se ha olvidado que hoy es lunes y debe regresar a clases.

Flo camina por los pasillos del instituto con desgana, hoy se ha puesto un conjunto de jeans holgados y rasgados, una camiseta verde oliva, una sudadera gris encima y zapatillas desgastadas. Es lo primero que vio y es posible que luzca cómo una vagabunda, pero le da igual, nada puede ser peor que ir en pijama al instituto. Hoy es La Mendiga de los pasillos y mañana sería La reina de la noche solo por Craig Graham.

Le toca Química así que va a su taquilla por su libro y bata de laboratorio. Le toma menos de cinco minutos sacar todo. Cuando cierra la puerta con su común estruendo algunos estudiantes en el pasillo le dan miradas de fastidio y Flo se limita a sonreír con suficiencia. A lo lejos logra divisar a Artie, quién está del otro lado del pasillo en su taquilla. Ha dejado de buscar lo que sea que estuviera buscando para observarla con diversión. Ella se tensa cuando descubre que la está mirando sin intenciones de disimular y se pone algo nerviosa. Lo saluda moviendo levemente su mano en el aire y se siente estúpida cuando él le sonríe y niega con la cabeza para regresar a escarbar en su taquilla.

Ella se da la vuelta y rueda los ojos sintiéndose una idiota. Empieza a caminar hacia su clase de Química, aunque aún no haya sonado la campana. Entra al laboratorio y está casi vacío a excepción de la profesora Harker quién está anotando un montón de ecuaciones en el pizarrón. Flo se ubica en uno de los escritorios compartidos que está en el medio y deja sus cosas sobre la superficie de mármol. Minutos después la puerta se vuelve a abrir, es Olly. Él toma asiento junto a la chica y le muestra sus dientes en una sonrisa cargada en inocencia.

—Mi día iba tan bien —suspira ella.

—Lo sé, llegué yo a mejorarlo —chasquea la lengua y le guiña el ojo. Olly saca su teléfono de su bolsillo trasero y busca en su galería una foto para mostrársela a Flo—No vas a creer lo que pasó en la fiesta del sábado en casa de Jessy.

—¿Hubo una fiesta el sábado? —trata de no sonar ofendida, pues nunca escuchó de alguna fiesta y puede que se deba a la gran vida social que lleva.

—Tranquila, a mí tampoco me invitaron, pero logré colarme. En fin, hicieron que Zach Brattford se lanzará del balcón hasta aterrizar en el jardín. ¡Fue una locura! Estaba demasiado ebrio, pero fue genial. Le hicieron creer que tenía superpoderes, que idiota —comenta y le muestra la imagen. Allí se ve a Zach estampado contra el pasto del jardín cómo una calcomanía.

Olly está por hacer otro comentario, pero la campana lo interrumpe. En pocos segundos el aula se empieza a llenar de estudiantes, Flo está muy pendiente de una persona. Craig aparece entre los demás y el día parece iluminarse para ella. Él toma asiento en el pupitre que está a su costado junto con Zach quién viene en muletas. Ambos se acomodan y Craig se toma el tiempo de saludarla con una sonrisa.

—Eh, ¿qué tal, Flo? —asiente en su dirección.

—Muy bien. ¿Y tú? —De alguna manera se las arregla para hablar cómo un ser humano normal.

—Ansioso por mañana —le guiña un ojo con obvio coqueteo.

Él aparta la mirada primero y comienza a hablar con Zach dejando a la chica sin aire. Flo posa sus ojos sobre manos sin creer lo que acaba de pasar, quiere saltar de su asiento y empezar a dar saltos, pero se contiene por qué eso sería muy extraño. Así que activa el modo bucle en su cabeza y empieza a repetir ese momento hasta poder tragárselo.

—¿Ansioso por mañana? ¿Desde cuando hablas con Craig? —musita Olly, confundido—. ¿Qué hay mañana?

Flo parpadea, reaccionando. Le da una mirada al chico a su lado quién la mira expectante.

—Tengo una cita con Craig, se me pasó decírtelo —susurra y se encoge de hombros.

—¿Qué? ¿Una qué? Antes no podías verlo sin orinarte en los pantalones —lo dice demasiado alto, por suerte nadie escucha.

—Cállate, patógeno—Ella le da un zape.

—¿Patógeno? ¿Enserio? Esa es nueva —se burla y ella solo se cubre el rostro con ambas manos, frustrada—. Vale, una cita con Craig. Por fin, mujer. Tu sueño de acosadora se ha vuelto realidad.

—¿Te das cuenta de qué está a mi lado? —masculla Flo entre dientes.

—¿Te das cuenta de que no me importa?

—¡Buenos días, jóvenes! —La profesora Harker hace sonar el marcador contra el tablero para que los estudiantes le presten atención, el aula queda en silencio y todos la miran—. Hoy tendremos la presentación química de dos compañeras, Teresa Roberts y Annie Bell. Ellas han realizado un proyecto químico en el que han invertido una gran cantidad de tiempo y hoy tendrán la oportunidad de exponerlo. Annie, Teresa, por favor pasen adelante.

Annie y Teresa son mejores amigas desde el kínder. Son inseparables e incluso hay teorías de que son hermanas perdidas. Annie tiene el cabello caoba y el de Teresa es casi rubio. No son de muy buen físico por claros estereotipos juveniles sobre la belleza y son conocidas cómo las chicas nerds de instituto ya que tienen las calificaciones más altas por encima de Jessy. No, no son ese tipo de chicas nerds introvertidas y tímidas, son algo agresivas, groseras y altaneras por sus notas. No es recomendable meterse con ellas. A Flo le dan igual, nunca ha tenido nada contra ellas y tampoco es que les preste mucha atención.

Ambas se colocan al frente y empiezan a colocar ciertos líquidos en envases sobre el pupitre. Se colocan sus batas y gafas y una vez todo está listo empiezan a exponer.

—Bien, esto será rápido —habla Teresa—. Lo que hoy le traemos es una nueva sustancia química que Annie y yo hemos decidido llamar: Elise —utiliza un tono de vendedora de productos. —Está consiste en un tinte de cabello eficiente y rápido. Las chicas y chicos que quieran tintarse el cabello ya no tendrán que esperar meses para poder cambiarse el color, pues con este químico al instante podrán tener un nuevo look. Estamos seguras que en algún momento podría llegar a revolucionar la industria cosmética —dice la chica con mucha seguridad y arrogancia lo que provoca que Flo ruede los ojos—. Queremos realizar una breve demostración y para eso queremos pedir el apoyo de —se detiene un segundo para abarcar el salón con su mirada—... Flo, ¿Nos ayudas?

Todas las miradas se dirigen hacia la chica, incluyendo a Craig y Olly. Demonios, ¿Quieren que las ayude con sus pociones embrujadas? No quiere hacerlo, pero las miradas ya están presionándola. Ella comienza a negar con la cabeza.

—No, yo no... nunca me he tintado el cabello —se encoge de hombros mientras tartamudea.

—No importa, no es permanente. Estarás bien —asegura y sus palabras parecen sinceras.

—¡Vamos, Flo! —escucha a Craig alentarla a su lado—. Suena genial.

—Anda, no defraudes a tu amor —susurra Olly, lo suficiente solo para que ella pueda escucharlo. Ella le lanza una mirada asesina al chico y él se limita a hacerle un ademán hacia el frente de la clase.

Flo se limita a suspirar y separa su trasero de su asiento. Camina con pasos vacilantes hacia el frente en donde están las dos chicas esperándolas con unas sonrisas un tanto cínicas, pero decide ignorarlas. A sus espaldas, la clase le hace una pequeña ovación. Annie y Teresa hacen que se siente en una banca individual, le piden que se suelte el cabello y que se coloque unas gafas de seguridad.

Desde allí Flo obtiene un panorama entero de la clase, ve a Craig sonriéndole y a Olly haciéndole muecas ridículas. Pero al fondo del aula nota un rubio detalle, Artie está sentando en uno de los últimos escritorios compartidos con una chica que está dormida. Hacen contacto visual y las comisuras de los labios del chico se elevan sin exagerar. Flo baja sus ojos hasta su regazo en un intento de no querer devolver el gesto y se muerde el labio inferior. Se había olvidado por completo que compartía esa clase con él y ahora se encuentra más que nerviosa.

Cuando reacciona ya su cabello está húmedo en lo que sea que ellas hayan aplicado allí, no huele mal; De hecho, es muy fragante y agradable. El cabello de Flo está en un término medio, no es corto ni muy largo. Ellas comienzan a mencionar un montón de elementos químicos que utilizaron y que la mente de Flo no se preocupa en procesar.

—Bien, lo que hemos aplicado en el cabello de Flo es Elise. Este líquido se encarga de absorber la luz neón de estos cilindros— Teresa señala los tubos que tiene Annie en su mano—Provocando que el cabello cobre el mismo color, pero sin necesidad de mostrarse neón. En resumen, el color neón es absorbido y el efecto fosforescente desaparece en el cabello. Es recomendable aplicarse en completa oscuridad. A continuación, Annie procede a hacer la demostración.

Teresa apaga un interruptor y el laboratorio queda en la penumbra. Uno de los tubos se enciende, es rosa neón. Flo siente cómo lo acercan a su cabello. Nada mágico sucede en la oscuridad, simplemente siente el cilindro dando un paseo por su cabeza cómo un insoportable mosquito. Teresa enciende el interruptor y al instante la clase entera ahoga un grito de impresión, incluyendo a la profesora.

Flo toma un mechón de su cabello y se siente palidecer cuando nota que está rosado. Traga con dificultad y no quiere levantar el rostro ya que algunas risitas ya son audibles.

—Eh, Rosita Fresita —Se escucha la voz de Olly y a continuación el salón estalla en carcajadas.

—Púdrete.

—Bien —interviene Teresa—, si se aburren muy pronto de este rosa chillón o creen que no fue su mejor decisión, no se preocupen, pueden cambiarlo en cuestión de segundos.

La luz se vuelve a apagar, uno de los tubos que se enciende es púrpura neón. La luz vuelve y Flo parece una mora. Los aplausos y ovaciones en el laboratorio se hacen presentes. Annie y Teresa vuelven a hacer lo mismo con azul. Las miradas de fascinación son notorias y sobre todo las de la profesora quién hace gesto de incredulidad. La luz se apaga una vez más, Flo siente cómo un líquido cae sobre su ropa humedeciendo su regazo y su camiseta. Se escucha a Annie soltar una grosería, Teresa enciende un tubo verde neón. La luz regresa y las risas se convierten en un alboroto.

Flo observa toda su ropa la cuál ahora está mancha de verde al igual que su cabello. Un rubor asciende por su rostro hasta que el calor se vuelve sofocante en esa silla. Su primer instinto es levantarse de allí y ahogar un grito. Cuando se dirige hacia sus compañeros todos están ahogados en risas incluyendo a Craig y eso realmente le afecta. Sus ojos se cristalizan y la humillación es lo única palabra capaz de describir esa situación. Craig se tuerce sobre su abdomen soltando una risotada incontenible y en algún momento le gustaría estar en su lugar a ver si se ve tan graciosa cómo parece.

Ella busca al rubio al fondo de la clase, la chica sigue dormida a su lado y él tiene una línea trazada en medio de los labios. Está cruzado de brazos y recostado sobre su asiento, es el único que no se ríe ya que hasta la profesora lleva una sonrisa en el rostro. No parece hacerle gracia nada pues cuando sus ojos se encuentran solo hace un gesto de desagrado.

Ahora le lanza una mirada a Annie y a Teresa, la primera intenta fingir arrepentimiento y sorpresa mientras que la segunda le sonríe de una manera descarada. Cuando ve aquella sonrisa lo entiende todo. El rumor de su cita con Craig ha llegado a oídos de Teresa la odiosa come bibliotecas quién ha estado enamorada de él desde tiempos inmemorables. Ha hecho todo este drama de los químicos para humillarla justo en frente de Craig sólo porque está celosa de que sea Flo la que haya conseguido una cita con el apuesto chico y no ella.

—Te recomiendo que te alejes de Craig, pequeña nadie —susurra Teresa entre dientes, solo para que el mensaje llegue al receptor indicado.

Flo la observa, endurece sus gestos y su mirada se entrecierra. La observa impasible durante unos segundos hasta que la comisura de su labio se eleva tan solo un poco y deja salir un bufido.

—Teresa, aunque me pintes de todos los colores cómo un mugroso payaso, no pienso alejarme. Buen intento —deja caer su mano sobre el hombro de la chica quién retrocede al instante en un reflejo. Ella tensa la mandíbula y hace un gesto parecido a un perro rabioso. Es el retrato del bulldog de los vecinos Murray.

—¿Chicas? ¿Qué ha sucedido?

—Annie ha dejado caer Elise sobre Flo —dice Teresa con un tono soez—. Es una torpe, discúlpela y unas disculpas también para ti, Flo—La hipocresía es palpable en el aire—. Lo bueno es que se quita con agua, solo tienes que darte un baño y saldrá.

—Bien, gracias Annie y Teresa por esta magnífica presentación... —La campana suena interrumpiendo a la profesora, todos se colocan de pie y huyen fuera de allí sin dejar que la mujer termine.

Flo camina hacia su escritorio y recoge sus cosas. Craig está a su lado, pero ella intenta evitarlo. Sabe que su cabello está completamente verde, ha hecho el hazme reír frente a todos y de seguro ha de verse ridícula.

—El verde te favorece —Craig utiliza un tono halagador. Flo frunce el ceño confundida, se coloca los tirantes de su mochila mientras lo observa con una sonrisa de labios cerrados—. ¿Nos vemos mañana? —se muerde el labio inferior y Flo empieza a derretirse cómo un moco verde dentro de una nariz congestionada. Bien, esa comparación no ha sido la más acertada, pero si la más cercana gracias a su aspecto.

Ella asiente.

—Sí, por supuesto.

Craig le da otra de sus sonrisas matadoras y se retira dejando a Flo extasiada. Está a punto de empezar a dar saltitos infantiles cuando Artie aparece. Él sigue a Craig con la mirada hasta que sale del aula y luego mirada a Flo.

—¿Aún piensas salir con ese idiota? —pregunta cómo si fuera equivocado.

—Primero que todo, no es un idiota, tú lo eres. Segundo, ¿Por qué no lo haría?

—Se rió de ti.

—¿Y?

Él rueda los ojos.

—Olvídalo.

—Ya lo hice. Ahora aléjate.

—¿Aún sigues con eso? Sabes que no lo haré.

—No pierdo nada con intentarlo —Se encoge de hombros.

Ambos se observan en silencio hasta que Artie suelta una risa nasal incontrolable.

—Lo siento, te ves graciosa.

—Diablos, es cierto. De seguro luzco cómo la mala imitación barata de Mike Wazowski.

—Yo diría que mejor a Shrek.

Ambos se ríen un rato.

—Ves, eres un idiota —dice y se toma uno de los mechones verdes—. ¿Ahora que rayos se supone que voy a hacer? No puedo salir así y dejar que la secundaria completa se burle de mí.

Artie toma su mochila y busca algo allí dentro.

—Quizás esto te ayude.

Cuando le muestra lo que es Flo se queda enmudecida. Le está ofreciendo su gorro, el mismo gorro de la fotografía, el gorro que vio en su casa. Ella lo mira y traga insegura. Puede ayudarla a cubrirse el cabello hasta que logre salir del instituto. Pero no quiere utilizar una prenda que es pieza de un asesinato.

—¿Qué sucede?

—No, nada. Es solo que —intenta de buscar una excusa para rechazarlo, pero ninguna es lo suficientemente creíble para no levantar sospechas y sabe que no le queda otra opción—... es un gorro muy lindo. Gracias.

En rápidos movimientos se lo coloca hasta dejar todo el cabello verde dentro de la lana.

—Iré a casa a quitarme esto.

—Te llevo.

—No, no es necesario. Puedo caminar.

—¿Estás segura?

—No debes perder clases.

—Tienes la ropa de verde, Flo.

—Lo sé, ya he cruzado el pueblo en pijama así que nada puede ser peor.

Él sonríe.

—Vale, me escribes cuando llegas.

—No prometo nada —dice mientras empieza a acercarse a la salida—. Adiós.

Sin esperar una respuesta sale de allí y corre por los pasillos llamando la atención de todos, no tan solo por la velocidad sino también por su atuendo extraño.

°°°

Lo primero que hizo al llegar fue lavar su ropa ya que estaba muy preocupada de que el químico no saliera. Por suerte una vez el agua entra en contacto con la ropa el verde sale. Después se dispuso a bañarse. Lleva casi una hora encerrada en la regadera intentando sacar el asqueroso verde de su cabello, pero este no cede ni un poco, se mantiene allí adherido a las hebras de su cabello. Ha empezado a desesperarse, está muy enojada y frustrada. No puede pasar el resto de su vida con el cabello verde. Ella se rinde después de varios intentos fallidos. Cierra la llave de la regadera y toma una toalla para cubrirse el cuerpo. Sale y se observa en el espejo del lavabo. El verde permanece intacto y ella sigue viéndose ridículamente estúpida.

Se sienta sobre la tapadera del inodoro y cubre su rostro con ambas manos mientras maldice a Teresa por haberla arruinado. Ya no está enojada, está furiosa. No puede ir con el cabello verde a su cita con Craig, sería patético y vergonzoso. Usar un gorro tampoco es una opción.

Flo levanta su mirada hacia el lavabo y observa los objetos allí puestos. Está el jabón, productos para el cabello que no funcionan, su cepillo de dientes, una tijera y un enjuague bucal. Quizás pueda probar con la tijera a ver qué tal. Ella la toma y sin pensarlo corta las puntas de un mechón de cabello. Se sorprende al ver que el verde cede unos centímetros por encima del corte. Se levanta y observa otra vez su reflejo en el espejo.

Puede que haya llegado el momento de darse un cambio. No piensa excederse mucho, solo hasta que el verde logre salir. Intenta recordarse que los cambios son buenos y luego, si vacilar, comienza a mutilar los mechones.

Los cabellos castaños caen sobre el piso y los pies descalzos de Flo. Lo único audible en la habitación es la el abrir y cerrar de la tijera continuamente y la preocupada respiración de Flo. Durante unos segundos se arrepiente, pero no se detiene ya que el verde cede, está feliz por una parte, pero insegura de otra. Cuando finaliza quiere llorar.

Las puntas de su cabello descansan sobre sus hombros desnudos, está demasiado corto y lo peor es que la raíces se mantiene verdes. Ahora su cabello es mitad castaña, mitad verde y se ve aún más ridícula que antes.

Algunas lágrimas de ira y desesperanza han empezado a acumularse en su párpado inferior. Ella nunca llora, pues ha aprendido a tragarse sus sentimientos, pero ahora el momento más esperado de su adolescencia ha sido arruinado por dos estúpidas brujas. Justo cuando está a punto de empezar a llorar cómo una niña de preescolar el timbre suena interrumpiendo su drama.

Ella se limpia los ojos con el lomo de su mano y sale del baño. Sabe que es su padre, pues le ha escrito minutos antes para que le compre un tinte de cabello oscuro y poder cubrir el verde si en todo caso nada resultaba. Quizás pueda cubrirse los restos verdes con el tinte y solucionar aquel tortuoso dilema. Tal vez no todo estaba perdido, aunque el color natural de su cabello ya no sería el mismo. Flo baja en toalla las escaleras y corre hasta el recibidor descalza, tiene que sostenerse de las paredes para no resbalarse. Tomaría el tinte y volvería al baño a colocárselo, no tenía tiempo para perder.

Ella deja caer su mano en el picaporte y abre la puerta con un jalón. En lugar de la barba frondosa de su padre se encuentra con la pálida piel de un chico. Los ojos verdes se abren y Flo suelta un grito seguido de una palabrota. Ella vuelve a cerrar la puerta con un estruendoso golpe que casi derrumba la casa. Deja caer su frente sobre la madera y siente cómo sus mejillas comienzan a hervir en vergüenza, hoy no ha sido su día.

—¡Flo! —escucha a Artie gritar por detrás—. ¡Lo lamento, enserio! ¡Yo no, no sabía que esto... no quería que... tú... lo siento! —él suena desesperado y nervioso—. No tienes que abrir la puerta, pero necesito que escuches.

—¡¿Qué demonios, Artie?! ¡¿Qué quieres?!

—Sé que el verde no ha salido de tu cabeza.

Ella aguarda en silencio unos segundos, tratando de entender. Todo sucedió muy rápido cómo para que pudiera notarlo.

—Escuché a Teresa y a Annie hablando en el almuerzo —explica—. Ellas crearon el químico para que no salga del cabello fácilmente. Querían arruinar tu cita con Craig. Solo ellas tienen el remedio.

—¡Esa condenada hechicera satánica! —se muerde el dedo gordo de la mano y da una patada de enojo contra el piso.

—Eh, tranquila. Traigo buenas noticias, logré sacar el remedio de su mochila. Lo tengo.

Ella abre los ojos y mirada la madera, asombrada por lo que ha dicho. Bien, es cierto que la esperanza es lo último que se pierde. Sonríe y abre la puerta tan solo un poco. Esconde su cuerpo por detrás y extiende su brazo entre el espacio que hay entre la puerta y el umbral.

—¿Me lo das, por favor? —abre y cierra sus dedos cómo una mano mecánica.

—No hago encargos gratis.

—¿Hablas en serio?

—No, es broma. Ten. —Él deja un recipiente del tamaño de un pulgar en la mano de Flo. Ella lo empuña y entra su brazo antes de cerrar la puerta.

—Gracias, si quieres espérame —sugiere.

—Vale, igual no tengo apuro.

Ella asiente aunque sabe que no la puede ver. Sube las escaleras y regresa a la regadera. Con rápidos movimientos se coloca el remedio que le ha dado sobre las raíces, luego se puede observar cómo el líquido verde cae hasta el hoyo de drenaje. Flo sale y se vuelve a cubrir con la toalla. Una sonrisa se dibuja en su cutis cuando se vuelve a mirar en el espejo. Ya no hay rastros de verde, pero aún le duele haberse cortado el cabello. Se observa en diferentes ángulos y cae en la conclusión de que no se ve tan mal. El cambio le favorece.

Se viste con una velocidad incalculable, se pune unos shorts y una camiseta púrpura. Toma el gorro criminal que ha tirado en su cama después de haber hecho una comparación con la fotografía del bosque y verificar que es el mismo. Ella baja descalza y abre la puerta para encontrarse al chico sentando sobre el porche, encorvado y jugando con sus dedos. Está muy concentrado o quizás perdido en sus pensamientos pues no nota su presencia hasta que ella se sienta a su lado.

Ambos permanecen en silencio. Solo se observan el uno a otro. La chica trae una sonrisa de agradecimiento y él sonríe por qué ella lo hace.

—Creo que esto es tuyo —le extiende el gorro, él lo toma y asiente. Su mirada parece perderse algunos segundos, pero parpadea y vuelve a mirarla.

—Me gusta tu cabello —dice con un tono simple y demasiado sincero. Él extiende su mano y toca uno de los mechones húmedos. En otras circunstancias Flo hubiera retrocedido pero esta vez no lo hace, quizás ya no le teme tanto cómo antes pero aún sigue en pie su malicia y desconfianza—. Creo que debo irme, tengo tarea que hacer... o eso creo —se encoge de hombros mientras se coloca de pie. Le da la espalda y comienza a alejarse, pero Flo lo detiene.

—Gracias, Artie.

—Fue un placer.

—¿Puedo hacerte un pregunta? —inquiere curiosa.

—Sí —él gira su cuerpo en dirección a ella.

—¿Cuántas veces piensas salvarme?

No se detiene a procesar lo que dijo, solo lo dijo. Ella ha formulado esa pregunta basada en todas esas veces que él la ha ayudado en situaciones de emergencia, pues siempre está allí para auxiliarla.

Artie sonríe, su comentario parece hacerle gracia pues intenta reprimir el gesto pero se le hace imposible. Él vuelve a darle la espalda y sigue avanzando, sin detenerse le lanza una mirada por encima del hombro a la chica sentada sobre el porche.

—Las veces que sean necesarias, Flo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro