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Capítulo 1: verano.


Flo camina por el borde de la acera, mira sus pies pasear por el filo del pavimento y en un momento pierde el equilibrio. Sus pies resbalan y ella se siente caer, pero no cae sobre el asfalto, sino que se ve envuelta en un profundo infinito.

Aquella mañana no fue la mejor. Después de esa salvaje caída se despierta entre sus mantas con bruscos movimientos, se sienta sobre el colchón con su corazón saliéndose del pecho y se da cuenta de que aquel suceso fue parte de uno más de sus extraños sueños. Cuando logra recuperar el aliento lleva su mirada hasta la ventana y nota que ya ha salido el sol, pero presiente que hay algo fuera de lugar. Mira su reloj despertador y cae en cuenta de que son las siete y cuarenta y cinco de la mañana. Es un día normal, pero algo sigue latente dentro de ella indicándole que sigue fuera de contexto. Salta fuera de su cama dejando las mantas a un lado, se recoge el cabello en una coleta con una liga y baja la escalera descalza.

De seguro que su padre ya se había ido a trabajar al taller de mecánica y la había dejado sola cómo todas las mañanas de verano. Pero después de trabajar en sus pinturas debería ir a ayudarlo con los autos, ya que en parte también era su negocio. El negocio familiar de los Warrior. Si sus dedos no estaban manchados de pintura, entonces lo estaban de la mugrosa grasa de los autos. Flo entra en la cocina y se sirve un vaso de leche con rapidez. Mientras lo bebe observa el calendario.

Lunes, 2 de septiembre.

Flo empieza a toser, se ahoga con la leche así que con desespero corre hacia el lavaplatos, se apoya del borde y escupe el resto de la leche que estaba en su boca. Se limpia con el antebrazo y sale corriendo fuera de la cocina escaleras arriba, de vuelta a su habitación. ¡El verano ya había acabado y hoy era su primer día de clases! ¿Cómo pudo olvidar eso? Recuerda la hora en su despertador: iete y cuarenta y cinco de la mañana. ¡Las clases habían comenzado hace más de cuarenta y cinco minutos y ella estaba bebiendo tranquila un vaso de leche en la cocina! Flo entra en su recámara, frustrada y alarmada por estar más que tarde para clases.

Busca una mochila en el closet, mete una libreta, su celular, su cámara y un bolígrafo que estaban a su disposición sobre la peinadora. No tiene tiempo para buscar los estúpidos libros además de que es el primer día y no son tan necesarios. Se coloca los tirantes de la mochila con movimientos veloces y se da una mirada en el espejo. Tiene puesta una camiseta negra holgada que dice "NAP" en grande, un pantalón buzo fucsia con textura de terciopelo y está descalza. Mira el reloj, faltan cinco minutos para que sean las 8. No le daba tiempo de bañarse y mucho menos de escoger un conjunto nuevo. Busca debajo de la cama unas zapatillas y se las coloca sin preocuparse por unas medias. Por curiosidad levanta uno de sus brazos y respira profundo. No huele tan mal como esperaba, así que por si acaso se coloca un poco de perfume. Luego va al lavabo y hace algunas gárgaras con enjuague bucal.

Sale de su habitación a toda prisa, recuerda que solo ha desayunado un vaso de leche así que va a la cocina y toma la primera fruta que ve, que por casualidad es una banana. La guarda en su mochila y corre fuera de la casa. Al salir nota que a unas tres casas de la suya, hay un camión grande bajándonos algunos muebles. Ese camión ya llevaba más de una semana de estar transportando muebles, pero nunca había reparado en ello —pues lo sabía gracias a lo que su padre le había comentado— y no pensaba hacerlo ahora que estaba tarde. No tiene tiempo de esperar un autobús y su instituto por suerte estaba a casi diez minutos caminando.

Veamos qué tal le va corriendo.

°°°

En seis minutos logró llegar al instituto. Estaba transpirando y podía sentir sus axilas húmedas lo que no era muy agradable. Cuando llega, nota que aún hay chicos caminando por las áreas verdes del colegio, en vez de estar en clases. Todos caminan tranquilos y sin ninguna preocupación. Flo frunce el ceño, despistada. Se supone que ya iba casi una hora tarde para clases. Una chica unos centímetros más baja que ella pasa a su lado con su móvil en manos, la toma del hombro y cuando se gira le lanza una mirada en plan "Ew, aléjate", pero Flo pasó de ello.

—¿Qué hora es? —pregunta sin preocuparse en ser educada.

La chica bloquea la pantalla de su teléfono y se fija en la hora.

—Las seis y treinta y cinco de la mañana. —dice para luego alejarse lo más pronto posible.

Flo piensa unos segundos. Lleva su mano hasta su frente cuando se da cuenta de lo que ha sucedido. Su reloj despertador había estado averiado todo el verano y no se había preocupado en arreglarlo, ya que... era verano. A nadie le importa la hora ni fecha cuando es verano. Revisa la hora nuevamente en su teléfono para corroborar lo que la chica ha dicho y en efecto, faltan varios minutos para que inicien las clases. Podría regresar a casa a darse una ducha y buscar un nuevo atuendo, pero ya estaba allí y si regresa quizás si llegue tarde esta vez.

Flo se ajusta los tirantes de su mochila y camina hacia la entrada del instituto, abofeteándose mentalmente por haber caído en una broma de mal gusto de parte de su despertador. Al parecer su buzo fucsia llama mucho la atención, ya quela mayoría de personas que caminan a su alrededor no pasan de ella, sin embargo, se toman unos segundos para darse cuenta de que ha ido a la escuela en pijama. A ella no le preocupa mucho su atuendo, es muy cómodo de hecho. Aunque si le preocupa no haberse dado un baño. La verdad, se dedicaba a ignorar todas esas miradas despectivas que le dedicaban los demás. No es cómo si ella tuviera algún "estatus social" del cual debería preocuparse y guardar su imagen. Pues su rango de popularidad del uno al diez, es cero. Soporta a los profesores, pero no a los indigentes seres pubertos que andan entre los pasillos. Flo no es una chica muy sociable, prefiere alejar a las personas antes que socializar. Siempre se había tenido a ella misma y eso había sido suficiente hasta que llegó un fastidioso engendro a su vida llamado Olly.

No, no es su mejor amigo. A Flo nunca le había gustado utilizar el término "amigo", ya que ellos siempre terminan traicionándote. Olly era ese simple factor que se encargaba de arruinar y fastidiar su miserable existencia y por ende, hacía la vida de Flo un poco más divertida. Olly es el sinónimo más cercano a terremoto. Ella trató de alejarlo cuando intentó ser su amigo. Pero alejarlo no servía mucho si querías deshacerte de Olly. Después de que Flo lo rechazará cómo amigo, se encargó de molestarla con su no-solicitada presencia hasta que al final, Flo terminó acostumbrándose a él y en parte, el chico le agradaba mucho.

Flo se aproxima a las escalinatas que te llevan a la parte superior del instituto y se sienta en uno de los escalones más bajos. Se quita la mochila y busca en ella la banana que había tomado de la cocina. Empieza a despojarla de la cáscara amarillenta y luego se la lleva a la boca para comerla a mordiscos. Había leído que una banana equivale a un plato de sopa, no sabe qué tan cierto es eso, pero sí lo era estaba teniendo un buen desayuno lleno de potasio. Ya lleva la mitad de la banana cuando alguien bruscamente la empuja de su mano y esta cae al suelo. Flo arruga el rostro con frustración al ver su desayuno sobre el sucio suelo.

Levanta la mirada para encontrarse a Olly sentado a su costado. Lleva la gran sonrisa de imbécil que lo caracteriza. Al parecer le es divertido haber arruinado el bocadillo de Flo. ¿Entienden a lo que se refiere? Él siempre lo arruina todo, pero así es Olly y no podía quejarse. Ella pone los ojos en blanco al reparar en su presencia.

—Buenos días, Florence —entona el chico con gracia.

—Te odio, Oliver.

—¿Por lo de tu banana?

—Por esa y muchas otras razones.

—Me halagas. —El chico juega con la desordenada coleta de Flo—. Pero no te preocupes, lo hice por qué te traje un mejor desayuno —Él busca algo en su mochila y saca un envase que al destaparlo el fragante olor a pancakes vuela en el aire. Una de las razones por la que dejó que Olly se le acercara, era por qué le gustaba compartir de su comida con ella. No es interés, para nada, solo no podía rechazar ofertas de amistad como esas.

Sin que el chico le ofreciera, Flo le quita algunas rebanadas de pancakes y se las lleva a la boca. Ambos comen en silencio y a gusto mientras algunos estudiantes los observan. Los adolescentes normales desayunan en casa, pero Olly no es normal y Flo... digamos que tampoco.

—Háblame de tu atuendo —dice Olly con la boca llena.

—Me escapé de una pasarela de modas, que te puedo decir —dice la chica antes de meterse otra rebanada triangular a la boca.

—¿En dónde fue? ¿Tu cama?

Ella rueda los ojos mientras mastica, odiaba gastar saliva en responderle preguntas idiotas a este idiota. Flo toma otro pedazo y lo mordisquea, observa lo queda en su mano.

—Están buenos, ¿Los hiciste tú?

—Los hizo mi madre.

Y eso bastó para que Flo escupiera lo que había masticado junto a los restos de la banana. Le dio una mirada de desagrado al chico, luego le quito la botella de agua que traía en su mochila y bebió de ella para apartar cualquier sabor que quedara del pancake.

—Ugh, de seguro están envenenados.

—Vamos, no seas dramática —reprocha Olly.

La mamá de Olly sentía cierto desprecio hacia Flo. En pocas palabras la odiaba. ¿El por qué? Pues el padre de Flo tenía fama de ser el alcohólico más grande de todo St. Louis y, por lo tanto, para ella, Flo parecía la peor influencia del universo. Lo que no sabía era que su hijo era una mala influencia que ella. Quizás por eso se llevan tan bien.

El padre de Flo, Garret Warrior, si es un alcohólico y eso no lo dudaba nadie en el pueblo. Todo esto viene a la muerte de la madre de Flo, Beth. Ella era una gran mujer y llevaban un matrimonio fenomenal. Murió tan solo cuando Flo tenía cinco años. Beth era bióloga marina, amaba todo lo que implicaba el océano y cada vez que regresaba de una de sus excursiones, todo lo maravilloso que había visto en aquella dimensión debajo del agua, lo trazaba en un lienzo. En una de sus excursiones al Atlántico para realizar ciertas investigaciones una tormenta arrasó con el bote en el que iba y terminó por matarla. Desde entonces Garret encontró refugio en la bebida y en el hecho de que su hija imitara a Beth. Le inculcó el amor por el arte que tenía su madre, pero la apartó de todo lo que tenga que ver con el mar.

Flo creció cómo una dibujante prodigio y hasta el sol de hoy lo sigue haciendo solo porque sabe que a su padre le llena de orgullo saber que heredó el talento de su madre. Ha ganado varios concursos de dibujo en el estado y otros pocos a nivel nacional. En el pueblo es reconocida como una gran pintora, sin embargo, nadie a excepción de Olly conoce su verdadera pasión por la cámara y prefiere mantenerlo así. Aparenta ser una fotógrafa cualquiera frente a todos, sin dar a conocer que es lo que más ama hacer. Tiene una colección de álbumes debajo de su cama con diferentes categorías, nunca se los ha mostrado a su padre. Para él no debe haber otro enfoque en la vida de Flo que no sea la pintura o los estudios, así que se limitaba a guardarlos para ella. Estaba acostumbrada a que su padre fuera un borracho infeliz, así que no repara mucho en ello, ya que no era esa clase de alcohólicos maltratadores. Seguía siendo un buen padre bebido o no. Puede que el día en el que le puso Florence cómo nombre, estuviera ebrio también.

—Oh mi dios, mira quién va allí. —Olly toma a Flo de los hombros y la sacude con violencia.

—Si me dejas... quieta... podría ver —reprocha ella, intentando zafarse de su agarre.

Una vez logra recuperar la compostura dirige su mirada hacia donde Olly señala. Flo pierde el aliento y olvida cosas básicas cómo lo son respirar o parpadear. Lo primero que sube a su cabeza es que el verano se han encargado de hacer que Craig Graham sea mucho más atractivo de lo que ya era, cosa que parecía imposible, pero ha sucedido. Todo en él se volvió endemoniadamente hermoso. Desde cada mínima hebra de su majestuoso cabello hasta el contorno de su musculoso cuerpo. Craig pasa frente a ellos rodeado de un grupo de chicos de su mismo porte, todos con la camiseta del equipo de St. Louis Park High School. Flo babea un poco y Olly le limpia la barbilla con el cuello de la camiseta.

Craig había sido el amor platónico de Flo desde que había llegado a ese instituto y sí, es el típico capitán del equipo de fútbol con un irresistible cuerpo de modelo de ropa interior y una sonrisa celestial. Sin embargo, él nunca había notado la miserable existencia de Flo y ella lo prefería así. Le gustaba observarlo de lejos e imaginarse las una y mil maneras en la que podría ocurrir su historia de amor. Cosa que nunca pasará, pero aun así, Flo seguía fantaseando con el chico.

—¡Craig! —Escucha cómo Olly grita a su lado y en ese instante el chico gira su cabeza en su dirección. Flo baja la mirada una vez hace un pequeño contacto visual con él y siente cómo sus mejillas se ruborizan. Ella no suele sonrojarse. Pero tenía derecho a hacerlo esta vez pues primero, nunca había hecho contacto visual con él y segundo, estaba en pijama—. ¡¿Qué tal tu verano?! —pregunta Olly.

—¡Increíble, hermano! —dice con entusiasmo y segundos después sucede—. ¿Tu amiga está en pijama?

—¡Eso creemos!

—¡Asombroso!

Segundos después Craig desaparece con su clan de musculosos descerebrados. El corazón de Flo palpita muy rápido, no está segura si es por el hecho de que Craig ha notado su presencia o porque ha notado que está en pijama. ¡Qué vergüenza! Ella levanta la mirada una vez logra controlar el rubor y trata de fulminar al tarado de Oliver Blacks. Comienza a golpearlo con todas sus fuerzas sin importarle quién la vea, ya que Craig no está. Le da golpes en el pecho y trata de darle algunos en el rostro, pero él los esquiva. Olly se está muriendo con sonoras carcajadas y pueden asegurar de que más de dos los están viendo. Él la toma de las muñecas impidiendo que lo siga golpeando y luego sonríe.

—"¿Qué tal tu verano?" —Flo lo imita con sarcasmo—. ¿No pudiste preguntar algo mejor? Algo cómo: ¿Te diste cuenta de que Flo lleva un pijama? Eres un malnacido, Oliver. Solo te soporto por la comida. —Ella se libera de Olly, le un zape en la cabeza y se coloca los tirantes de su mochila para luego empezar a caminar lejos de él. Para su mala suerte, él la sigue.

—Me gustaría decir que tus palabras me duelen, pero me temo que no —comenta y Flo rueda los ojos por segunda vez en el día—. Nadie tiene la culpa de que hayas decidido pararte de la cama y venir al colegio, sin más—Por su bien, decide ignorarlo. Ambos se adentran en las instalaciones del plantel y las miradas hacia Flo aumentan gracias a su nada convencional atuendo. ¿Es que acaso nunca han visto a una chica en pijama? Empezaba a pensar que todos exageraban un poco.

A unos pocos metros de ellos, Flo logra divisar a Taisha ordenando algunos libros en su taquilla. Taisha es una chica regordeta y paliducha de mejillas sonrosadas que había desarrollado un tipo de obsesión poco saludable por Olly y se encargaba de acosarlo. Pues digamos que Olly no es un tipo horrible, tiene unos ojos azules que lo caracterizan muy bien y un cabello castaño lacio que normalmente cae sobre su frente. Sin embargo, no podía entender cómo una chica podía sentir tanto amor hacia ese engendro del mal. Por otro lado, Olly se encargaba en evadir a Taisha casi todo el tiempo. Huir, esconderse y correr se habían convertido en sus deportes desde que la chica empezó a acosarlo.

Flo sonríe sin tratar de esconderlo y le da una mirada graciosa a Olly.

—¿Qué te sucede? —pregunta el chico al ver que ella le está sonriendo de una forma un tanto preocupante.

Flo no pierde más el tiempo y empieza a caminar en dirección a Taisha, pero antes de llegar siquiera cerca comienza a entablar una conversación algo entusiasta.

—¡Taisha!

La chica levanta la mirada con una sonrisa de hoyuelos.

—Hola, Flo —dice ella con cierta timidez, ya que Flo no suele saludar a los demás con tanta emoción. La mayor parte del tiempo ni siquiera saluda.

—¿Qué tal tu verano? —entona con ironía, para que Olly lo note.

—De maravilla.

—¿Ya has visto a Olly? —pregunta una vez está cerca de ella. Señala por encima de su hombro y ambas se giran para observarlo. Olly ya está retrocediendo varios pasos y tropezando con otros estudiantes. Sonríe con temor, pero al mismo tiempo intenta aniquilar a Flo con su mirada lo que para ella es muy divertido. Una vez regresa su mirada a Taisha, nota que su rubor ha aumentado y sus pupilas se han dilatado.

—Olly —susurra cómo si el chico fuera un espejismo—..., mi amor, te extrañe tanto.

Olly intenta sonreír, pero falla y termina haciendo una mueca de desagrado.

—Hola, Taisha —traga con dificultad.

—¿Por qué no vas y le das un abrazo? —le ínsita Flo. Los abrazos de Taisha eran cómo una trampa mortal, una vez te atrapa no hay manera de escapar y más si eres Olly.

—Oh no, estoy bien —dice el castaño, alejándose—. ¡Estoy bien, Flo!

—Pero yo quiero darte un abrazo. —Taisha hace un puchero y es entonces cuando Olly se da cuenta de que debe huir por su vida.

—Fue un gusto verte, Taisha. Me tengo que ir. ¡Espero que te dé lepra Florence! —Y luego de eso Olly comienza a correr lejos de allí, perdiéndose entre los pasillos, seguido por la linda y adorable Taisha.

Flo sonríe sin poder evitarlo, se da vuelta para seguir caminado y adentrándose en el horroroso mundo de la secundaria. 

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