
VII
El aire era cálido y el viento, uniforme. Soplaba a lo largo del mar del Este, se comprimía en el estrecho de Bab el-Mandeb y barría la pequeña isla de las rocas, a la que los piratas llamaban Cayo de Liato. Sin embargo, a una velocidad regular de quince nudos no aliviaba el aplastante calor.
Con aquel viento, El EXODUS se desplazaba a buen ritmo. No al más rápido, pero casi. Llevaba las velas de combate desplegadas, lo cual la haría más manejable durante la acción que se iba a desarrollar de manera inminente y la mantendría estable para el despliegue de los cañones.
Oh SeHun se hallaba en el alcázar, apoyado en el pasamanos de barlovento y preso de una gran tensión. Los granos de arena que el viento transportaba le acribillaban la cara como si fueran insectos diminutos; se le metían por debajo de la ropa y se adherían al sudor que le empapaba el cuerpo bajo la camisa, el chaleco, el tabardo y los pantalones.
Desde hace tres años la fama y riqueza llegaron. Por lo que, SeHun optó por convocar a sus hombres a popa y decirles que, pese a los planes ya trazados su destino sería el océano pacífico y su objetivo, los grandes barcos españoles que llevaban tesoro de los Andes y Aztecas. Así como los tributos anuales de todas las tierras que España dominaba.
SeHun se pasó la lengua por los labios cuarteados y avanzó un paso, disponiéndose a dar una orden. Tenía la garganta seca y temía que su voz sonara como un graznido. Se preguntó si debía pedirle a alguien que le alcanzara un poco de agua, no fuera a interpretarse tal cosa como una muestra de debilidad por su parte.
«¿Qué demonios me ocurre?».
—Ahgwi. —dijo SeHun con voz rasposa como los crujidos de la gravilla—, páseme un cuenco de agua.
—Sí, capitán. —asintió Ahgwi y corrió a buscarlo. SeHun sintió que se relajaba un tanto y que la tensión disminuía. Contempló una vez más al gran barco que se abría paso en
Ahgwi regresó al alcázar con un cuenco de latón rebosante de agua. SeHun tomó el recipiente, dio las gracias a su subordinado asintiendo con la cabeza, puesto que no confiaba en su propia voz, y bebió a grandes tragos. Pese a estar llena de verdín y lo bastante caliente como para afeitarse con ella, el agua poseía un maravilloso efecto revitalizador, más que cualquier otro licor que hubiese podido tomar en aquel momento. De repente, Mangcho lanzó un silbido, logrando sacar al capitán de sus pensamientos turbulentos.
—Mire, capitán. Ahí tenemos un bonito trofeo: un barco mercante inglés. —señalo Mangcho observando con el catalejo.
—Estúpido, no es un mercante inglés. —rezongo Makyi quitándole el catalejo—. Ay por los mares, si el barco del corsario JunMyeon.
—¿Qué hace ese corsario por estas aguas? —cuestiono KangSeop.
—¿Es el corsario JunMyeon? —cuestiono Chanyeol subiéndose a la popa—. Oí que haces meses llego a nuestra tierra, pero pensé que solo eran rumores.
—¿Dónde escuchaste eso Chanyeol? —cuestiono SeHun.
—Bueno... —Chanyeol se sonrojo—. Hace semanas mientras intercambiaban monedas por cereales con los habitantes de Kangnung yo... me escabullí hasta uno de los burdeles cerca de la bahía Tonghae. Ahí había mucha gente bebiendo y unos oficiales que comentaron acerca de la llegada de JunMyeon y que eso no tenia muy contento a Choi Minho.
—¿Te fuiste a buscar putos mientras nosotros cargábamos costales? —cuestiono Kyungsoo enojado—. Capitán SeHun esto merece un castigo.
—¿Te pone celoso Kyungsoo? —cuestiono Chanyeol—. Me escabullí cuando ya no había muchos sacos. Makyi sabe que cumplí mi parte.
—Ya dejen sus peleas de amantes para otro momento. —acorto Tao de mala gana—. Me prestan el catalejo. He oído que el corsario JunMyeon es muy hermoso y lo llaman el encantador de los mares.
Makyi sonrió al oír aquello y se puso a observar nuevamente la embarcación.
—No veo a nadie... solo a unos cuantos soldados en estribor. —comento Makyi—. no parece que estuvieran detrás de nosotros.
— Si llegaron hace días es posible que solo estén dando un paseo para conocer las aguas. —comento Sungol—. Ya deja de tener el catalejo Makyi. Tu ya tienes novia así que no deberías estar mirando al corsario Kim.
— Los ojos mi querido amigo están hechos para ver. —señalo Makyi—. Además, ya me dio curiosidad de ver si están hermoso como dicen.
SeHun siguió la mirada de todos. Un barco imponente, con la bandera inglesa, navegaba hacia las islas de las rocas. Se deslizaba suavemente sobre las aguas, y ofrecía un aspecto dulce y exquisito, como invitando a ser abordado.
—Sí, tienen razón. El barco es realmente bonito, pero no lo suficientemente como para tentarme. —comento SeHun asustando a su tripulación.
—¿De veras? —Makyi achicó los ojos—. Aunque ahora hablamos más del tripulante que del barco.
—Pues si no lo ven con el catalejo, no hay otra forma. Además, porque quieren ver a un corsario hermoso ¿les atrae también Minho? —repuso SeHun con arrogancia al tiempo que se volvía hacia el timón.
—Capitán, corsario Choi es un hombre, en cambio el corsario JunMyeon es un doncel. —comento Tao—. Es de ahí su fama de ser conocido como el encantador de los mares. Se dice que las aguas lo obedecen y guían su barco hasta su presa. Ha conseguido atrapar a grandes corsarios.
—¿Cómo puede un doncel ser un corsario y dirigir un barco como ese? —cuestiono SeHun con incredulidad—. Y antes de que me digan que acá hay varios donceles. Les recuerdo que la piratería es muy diferente a los cargos reales.
—El corsario Kim es hijo de los corsarios Kim Myungsoo y Sung Jong. —respondió Gomchi, quien bajaba de palo de mesana—. Hace ya 8 años, cuando aún iniciábamos en el Mar con nuestra HaeRang, yo aún tenía familia en china. Así que fui a visitarlos y ahí me entere que el emperador Zetian anuncio un edicto real. Como no sabía leer no entendí muy bien, pero me explicaron que ese edicto le daba poder al joven JunMyeon a poder elegir libremente la profesión, el cargo, el esposo y la vida que deseara tener. Ante la muerte de sus padres. Fue JunMyeon quien asumió el cargo.
—Algunos son tan afortunados. —comento Baekhyun—. ¿Cómo sus padres lograron que el rey le hiciera ese favor?
—No fue un favor. Ellos tuvieron que capturar a la pirata Ching zhi para que ese edicto sea válido. —respondió Gomchi—. En rumores se decía que lo habían solicitado porque el emperador, quien de paso es su tío, tenía intenciones de llevarlo al palacio como su concubino.
—¿Siendo su tío? —repudio Kyungsoo—. Que sórdido suena eso.
—Al parecer el joven Kim fue muy hermoso desde antes. Aunque nadie pensaba en un inicio que fuera un doncel. —comento Gomchi, quien a su vez se sintió cohibido al tener la seria mirada de SeHun—. Igual, en la realeza los asuntos de incesto no son un problema.
—pásenme el catalejo. —ordeno SeHun y con impaciencia inspeccionó la parte lateral del barco. Allí en medio, en unas simples letras doradas, estaba escrito el nombre SONGOLMAE. Y se puso tenso de golpe y asió el catalejo.
—¿Bien, si es un corsario tal vez sea bueno darle una bienvenida? —murmuró SeHun mientras inspeccionaba el casco del navío, luego echó un vistazo a las cubiertas. No vio nada indicativo, pero no pudo ocultar la esperanza de que JunMyeon se hallara a bordo. No sabía porque, pero tenía una gran curiosidad de conocerlo. Obvio era por tanta charlatanería de sus hombres. Aunque no pudo evitar no imaginar el delicado rostro de aquel doncel. No, no tan pronto, se dijo a sí mismo.
—Me apuesto lo que quieras a que ese malnacido ha venido a rematar el trabajo que Minho hizo la última vez. —Una sonrisa retorcida afloró en los labios de Daedu—. Quiere pillarnos por sorpresa.
—¿Pillarnos por sorpresa? ¿Con qué? —repitió SeHun—. Su embarcación no parece estar listo para un ataque.
—¿Desde cuándo nos hemos detenido solo porque un corsario no esté preparado? —cuestiono Makyi con el catalejo en los ojos, preguntándose por qué SeHun parecía defender al corsario Kim—. Disponemos de numerosos cañones, y no parece que haya muchos hombres a bordo de ese barco. Te apuesto lo que quieras SeHun a que no nos costará nada derrotarlo en alta mar. Sea como sea, nos apoderaré de ese navío y el emperador Gawon sabrá que no importa a quien traiga, no va a poder con nosotros.
—Estas realmente loco Makyi. —dijo SeHun con absoluta franqueza. Luego se encogió de hombros al notar que lo empezaban a ver raro—. Bueno, qué más da; después de todo, tengo que admitir que echo de menos una buena batallita en el mar. —SeHun observó la bandera de JunMyeon —. Bien icen nuestra bandera pirata.
—Sí, claro, capitán. No podemos permitir que ese corsario se vuelva demasiado presuntuoso, y vaya por ahí alardeando sobre su gallardía en el mar. —comento Chanyeol.
—Exactamente. —SeHun giro el timón del barco para enrumbarse hacia JunMyeon al tiempo que esgrimía una sonrisa intrépida—. Sin lugar a duda, ese corsario necesita que alguien le baje los humos. ¿Y quién mejor que nosotros para hacerlo?
Todos aplaudieron y rieron en señal de afirmación.
—¡A vuestros cañones, muchachos! ¡Deprisa! ¡Les dispararemos una andanada y luego amuraremos y los abordaremos! ¡Gritad como posesos cuando trepen por su costado! ¡Se asustarán tanto que perderán toda capacidad de lucha! —animo SeHun con voz arengera.
El pequeño discurso suscitó vítores en aquel ambiente caldeado, pero SeHun sabía que cualquier palabra que hubiera pronunciado en aquel instante habría tenido el mismo efecto.
—¡Al abordaje, muchachos! ¡Barramos su cubierta! ¡No tenemos más que una andanada para abrirnos paso! —agrego SeHun—. ¡Atentos, muchachos!
Los separaban menos de cincuenta brazas. En el combés, los artilleros afinaban la puntería de los cañones y hacían ajustes de última hora en el ángulo de elevación. Lo hacían por mantenerse ocupados, porque poco efecto tendrían en la precisión aquellas sutilezas.
SeHun agarró la empuñadura de la espada e intentó combatir el pánico que se iba apoderando de él. Nunca había experimentado nada semejante y no sabía cómo superar aquella sensación. Tenía que dar sus órdenes en el momento preciso y de la manera precisa.
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Kim JunMyeon estudiaba un mapa del océano Índico, aunque lo tuviera delante, junto con el compás de división y la regla de paralelos y todos esos instrumentos que un corsario utiliza para estudiar un mapa. Una daga, antaño propiedad de un teniente de la armada Irlandesa, sujetaba el extremo inferior derecho del pergamino desenrollado. El extremo izquierdo lo sostenía un libro de directrices para la navegación en la zona, un volumen que JunMyeon se había procurado en Inglaterra unos diez años atrás. Pero no tenía intención de volver a pensar en ello. Era una estupidez, algo carente de toda ética. Era piratería y él no se dedicaba a eso. Estaba estudiando los mapas para saber cómo moverse ante una lucha, pero con unas enormes ganas de terminar con sus labores lo antes posible para poder ir a Praia a beber, a jugar y a dormir.
JongDae se encaramó al palo de mesana. Aunque intentaba arreglar las cuerdas y la vela, su mente se hallaba en otro lugar: pensaba en lo enigmática que era la señorita Wendy. Habían transcurrido dos semanas desde su conversación con ella.
Secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano, JongDae intentó enrollar la vela en pequeños pliegues y unirla a la verga mientras maldecía al JunMyeon por no haberlo prevenido de que la señorita podía resultar un poco problemática, pero entonces se dijo que debería haberlo supuesto.
—Oye, hermano. —le gritó el Sunghoon que estaba de vigía en la cofa del barco —. Tengo que bajar a mear. ¿Me reemplazas por un minuto?
Asintiendo con la cabeza, JongDae gateó por el poste largo transversal hacia el mástil. Asió el catalejo que le ofrecía el soldado y lo reemplazó en la cofa. Oteó el horizonte, luego contempló Santiago mientras el él se alejaba de la costa. Era un día perfecto para navegar.
JongDae tomó de nuevo el catalejo y se dedicó a ojetear el horizonte, contemplando el agua y las nubes benignas con un ojo experto. Acababa de realizar una vuelta completa al océano y estaba observando las islas que dejaban atrás cuando algo captó su interés.
Enfocó el catalejo con más precisión y contuvo la respiración. Como salido de la nada, un barco había aparecido por el lado de barlovento; su aspecto le provocó a JongDae cierto desasosiego. Era como si hubiera estado al acecho, esperándolos. Y lo que era peor, parecía llevar intención de acercarse al. Su corazón empezó a latir aceleradamente. Un corsario sabía perfectamente que no era un buen presagio que un barco se acercara a otro en el mar, especialmente cuando el primero había emergido de golpe desde detrás de una de las islas.
—¡Barco a estribor! —vociferó JongDae al Sunghoon.
Sunghoon se acercó al mástil con paso parsimonioso.
—¿Qué clase de barco?
JongDae graduó bien el catalejo y enfocó de nuevo hacia la nave. Se quedó inmóvil, observando, hasta que las velas y los palos borrosos se hicieron más nítidos; entonces divisó una goleta bien perfilada, llena de cañones. Al ver tantos cañones se alarmó. No se trataba de un barco mercante, de eso estaba seguro. Buscó la bandera, pero no lo encontró.
—¿Y bien, JongDae? —Sunghoon gritó con impaciencia—. ¿Qué es lo que ves?
—Estoy intentando averiguarlo. Es una goleta ligera. Con dos mástiles. Y un montón de cañones. —describió JongDae.
Sunghoon frunció el ceño. Obviamente, él también se daba cuenta de lo que eso podía significar—. La bandera, fíjate en la bandera.
Su orden fue secundada por JongDae y deslizó nuevamente el catalejo por todos los flancos del barco amenazador, hasta que finalmente vio que izaban una bandera—. ¡Un momento! ¡Están izando una bandera!
Eso en sí era una mala señal, ya que la mayoría de los barcos navegaban con la bandera izada.
—Que los dioses nos protejan. —murmuró JongDae cuando consiguió ver la bandera.
Era negra como el carbón, con una calavera sonriente y un par de huesos cruzados.
— ¡Piratas! —gritó JongDae nuevamente—. ¡Piratas a la vista!
—¡Todos a cubierta! —gritó Sunghoon mientras JongDae se apresuraba a tocar la campana de alerta—. ¡Quiero a todos los muchachos en cubierta ahora mismo!
Nunca antes la tripulación del barco SONGOLMAE se había puesto en acción con tanta rapidez, realizando sus tareas como si fueran unas marionetas en un espectáculo de una feria. Los oficiales se pusieron a desplegar las velas y a maniobrar los pocos cañones del barco con movimientos frenéticos.
—¡A toda vela! —gritó JunMyeon saliendo del camarote gracias a Sunghoon, quien le había dado la primicia—. ¡No tenemos tanto armamento así que tenemos que ser más rápidos que ellos!
JongDae pensó que eso iba a ser imposible. Sin apartar el catalejo de la nave, intentó encontrar algún signo de debilidad al barco enemigo.
—¡Están a punto de darnos alcance! —gritó JongDae a JunMyeon.
Quien visiblemente alarmado ordenó a los marineros que se afanaran para que el barco se moviera más rápido. El mismo viento empujaba a los dos barcos, pero la otra nave era más ligera y por lo tanto, más veloz.
JongDae volvió a ajustar el catalejo. Ahora los veía más cerca, lo suficientemente cerca como para contemplar la bandera con todo detalle. Entornó más los ojos para ver la calavera con más claridad. Parecía diferente, no era la típica calavera con los huesos cruzados. Había algo en la forma de la cabeza... Cuernos. La calavera tenía cuernos. El corazón se le encogió en un puño. Sólo un barco pirata exhibía esa bandera... el EXODUS. Para asegurarse, enfocó hacia el mascarón de proa. Cuando avistó la figura mitológica mitad hombre, mitad cabra, contuvo la respiración. Acto seguido elevó el catalejo y vio a un hombre con el pelo negro de pie en la proa. Sí, ahora no le quedaba ninguna duda, era el EXODUS. Con el diablo de su dueño, el capitán OH SeHun.
—¡Es el pirata SeHun! —bramó JongDae mientras se colocaba el catalejo debajo del brazo y empezaba a descender por el mástil principal—. ¡Es el capitán SeHun del EXODUS! ¡No podremos escapar de él! ¡Tiene el barco más rápido de todos los mares! Y para desventaja no venimos preparados para un encuentro.
Cuando saltó a cubierta, Kim JunMyeon corrió a su lado, con la cara pálida asomando por debajo de sus hermosos ojos.
—¿Estás seguro, JongDae? ¿OH SeHun? —cuestiono JunMyeon apretando los dientes—. ¿Por qué viene a por nosotros? ¡Ni siquiera estamos armados para representar un peligro, ni mucho menos cargamos algo de valor!
La elección peculiar de los objetivos de alto valor por parte de Oh SeHun le había valido el apodo del nuevo rey de los mares. Casi todos los barcos que saqueaba SeHun eran los que llevaban cargamentos de oro, plata cobre o en los que viajaban los más ricos de Asia. El capitán SeHun le robó al noble todo lo que poseía, incluso las ropas que llevaba puestas.
Desde entonces, todos los objetivos del EXODUS habían sido barcos propiedad de algún miembro de la nobleza Asiática o que transportaran a algún pasajero de rancio abolengo, y se rumoreaba que el pirata obtenía una gran satisfacción al desplumarlos. Algunos nobles habían incluso decidido viajar de incógnito y se escondían entre otros pasajeros para protegerse a sí mismos y a sus barcos. Además, JunMyeon sabia por manos del emperador Gawon, que SeHun casi nunca atacaba a Minho y que más bien era Minho quien lo atacaba, y salía perdiendo casi siempre.
Con una terrible sensación de desasosiego, JunMyeon pensó que tal vez aquellos cuentos eran falsos. Y Oh SeHun atacaba a todo barco que se le cruzara por enfrente. Era imposible que ese hombre los atacara únicamente porque supiera que él había llegado a esas aguas. Si bien su llegada representaría una amenaza. Porque eliminarlo en una sin esperar a que ellos los atacasen primero.
—Quizá Oh SeHun nos soltará cuando vea que no llevamos nada de valor. — murmuró Gonyi, uno de los soldados tripulantes.
—Nos hará picadillo. ¡Eso es lo que hará! —murmuro JunMyeon quien ya se hallaba ahora frente al timón, y lanzó las terribles palabras como si el mismísimo capitán SeHun hubiera soltado esa amenaza—. He oído decir que puede tumbar a un hombre de un solo puñetazo. Y por desgracia nosotros cualquier barco. Somos el SONGOLMAE, unos corsarios que fuimos traídos para llevar su cabeza al emperador Gawon.
Sunghoon tragó saliva. No temía a casi nadie, pero bajo estas circunstancias sí le temía a Oh SeHun. Por lo que sabía, nadie jamás había acusado al pirata SeHun de propasarse con las atrocidades y masacres como los otros piratas cometían. Pero eso no significaba que el capitán SeHun no reaccionara con violencia cuando descubriera que acá se encontraba Kim JunMyeon, el corsario venido de china para acabar con él. Sunghoon le había hecho una promesa a sus padres, iba cuidar de JunMyeon así diera la vida.
—Quizá será mejor que nos preparemos para luchar —sugirió Sunghoon.
Shingseok bufó visiblemente azorado.
—¿Luchar? ¿Te has vuelto loco o qué? ¡Se trata del EXODUS, amigo, apuntándonos con treinta cañones! ¡Nos harán volar en mil y un pedazos! No disponemos ni de cañones ni de suficientes hombres para luchar contra un barco pirata armado hasta los dientes. —jadeo Shingseok asustado.
—¿Por qué si eres tan gallina decidiste unirte a la fragata marina? —reprendió JunMyeon—. Estas asustando a mis hombres y mis hombres no son gallinas. Nosotros nos hemos enfrentado a piratas más sanguinarios y si esta vez nos toca pelear con poco lo haremos.
El EXODUS por su parte se acercó pisándoles los talones como un demonio detrás de un alma pecadora. Se les echaría encima en cuestión de segundos.
El JunMyeon miro a su tripulación, y luego volvió a fijar la vista en sus hermanos de alma JongDae y Sunghoon.
—Es nuestra única posibilidad, muchachos. Luchar y morir o caer prisioneros. Y mucho me temo que nos harán prisioneros, a menos que suceda un milagro. —sonrió JunMyeon de mala gana—. Todos a sus puestos de batalla. Usen toda la pólvora que exista y esperen mi orden.
Girando el timón con fuerza JunMyeon dirigió el barco hasta un pequeño remolino que se formaba en las aguas marinas. Aquello le daría la velocidad necesaria para girar el barco. Con una sonrisa JunMyeon conto hasta 3 en lo que las fuerzas del remolino redireccionaban el barco.
—Listo habrán fuego. —ordeno JunMyeon.
Los pocos oficiales al mando de JunMyeon dispararon los cañones en dirección al EXODUS. La situación era cada vez más desesperada pues el pirata Oh SeHun parecía haber estado esperando el ataque. Ya que, respondió con varios cañonazos y algunos proyectiles pasaron incluso cerca del SONGOLMAE.
El infierno se había desatado sobre el Mar. JunMyeon gritaba órdenes e instrucciones, y trataba de protegerse cuando los proyectiles impactaban en el SONGOLMAE. esparciendo afiladas astillas, metralla y cuerdas por todas partes. Hubo momentos en que JunMyeon estuvo seguro de que no sobrevivirían y que acabarían bajo las aguas junto a tantos otros compañeros. La superficie estaba cubierta de trozos de madera y barriles. También estaban provocando daños al enemigo, pero no tantos ni tan importantes como, al contrario.
—¡Sigan disparando! —exclamó JunMyeon intentando dar ánimos a la tripulación.
Se tiró al suelo movido por algún tipo de instinto animal. El artificiero que tenía a su lado cayó alcanzado en la cabeza por una polea que se soltó de la driza de la mayor por un impacto y que cayó a una velocidad que hizo imposible esquivarlo.
—¿Quiénes desean ir conmigo al barco del corsario? —anunció SeHun entre los ataques. Ato unas lianas en su flecha y apunto directamente al mástil del palo de mesana—. Que sean pocos, porque será una visita rápida.
Sunghoon se abrió paso en la cubierta, observo como el dichoso pirata Oh SeHun aterrizaba en la Proa del barco. Y empezaba a luchar con unos oficiales, deseo ir para romperlo a golpes, pero se fijó que más piratas querían subir al barco. Así tomo su arma apuntando directamente a las lianas que usaban para pasar al barco y empezó a disparar a las cuerdas uno a uno lanzando a los piratas intrépidos por los aires:
—¡Hay una vía de agua! —gritó Dishi Yun, el chef del barco, que se había acercado a la carrera hasta JunMyeon.
—¿Se puede reparar? —JunMyeon se retiró el sudor de la frente con la muñeca e hizo caso omiso a la sangre que escurría desde su cuero cabelludo.
—Estamos en ello. He puesto a tres hombres a taponar el agujero. Está en la primera bodega. Si no nos vuelven a alcanzar es posible que podamos contenerla, gracias a los compartimentos estancos. Pero si abren una vía nueva en otra parte del casco...
El hombre sacudió el cabeza desesperado. JunMyeon le puso una mano en el hombro.
—Haz lo que puedas. —dijo, y se volvió para coger un proyectil que introducir en la boca del cañón, pero en eso no pudó evitar observar a un cuerpo extraño que se abría paso en la Proa del barco. No tardo mucho en comprender que se trataba del pitan del barco pirata y, por ende. Ese debía ser Oh SeHun.
Inexplicablemente el corazón le empezó a latir más de prisa y se quedó completamente quieto, como si se hubiera convertido en una estatua capaz de sentir el cuerpo masculino de SeHun a escasos centímetros de él.
Oh SeHun estaba demasiado cerca, demasiado... demasiado varonil. Quizá a él no le afectara su presencia, pero a JunMyeon sí que lo turbaba. En estos momentos de tensión y lucha, SeHun adoptaba el tamaño de un inmenso gigante. JunMyeon notó cómo la sangre fluía más alborotado por todo su cuerpo.
Pero como no hacerlo, si la presencia de Oh SeHun era arrebatador... intimidador... fascinante. SeHun era todo eso y más. Los ojos de SeHun eran profundos y tan oscuros como un par de tizones y estaba seguro de que jamás se sonrojaría. La forma en que lo observaba SeHun, era como si intentara analizar su fisonomía y consiguió que JunMyeon se sonrojara.
SeHun por su parte observó a JunMyeon maravillado e intentando inútilmente comportarse como un pirata sanguinario frente a aquel corsario. Pero con JunMyeon le era difícil ¿Por qué ese hermoso doncel que tenía frente a sus ojos era JunMyeon no? Era más que obvio, podía sentir la dulce fragancia que este desprendía... ¡Por todos los demonios! Si pudiera notar su aroma en los labios, de seguro sabia a melocotones y a fresas con un toque de lavanda. Y cuando JunMyeon había abierto los labios por la sorpresa...
SeHun se moría de puro placer con tan sólo rememorar ese instante. La lasividad lo devoraba, derribando cualquier barrera lógica y razonable. Incluso ahora deseaba tumbar a aquel doncel que había venido desde china a darle muerte. Pero, aun así, SeHun lo único que empezaba a desear era en hacerle el amor. Y no podía hacerlo. Y aquello lo hacía como un niño insatisfecho al no haber recibido suficientes golosinas, aun sabiendo que éstas le provocarían un fuerte dolor de barriga. El ambiente de guerra se llenó del dulce aroma de JunMyeon, embriagándolo hasta extremos insospechados.
SeHun ansiaba probarlo, gozar del hermoso y firme cuerpo de JunMyeon. Deseaba arrancarle la ropa y hundir la boca en cada centímetro de su piel pálida y delicada. Esa maldita sed insaciable... SeHun apretó los dientes y los músculos de su mandíbula se tensaron dolorosamente. Era una sed tan intensa que incluso le hacía daño. No podía estar ahí deseando con locura a un doncel que trabaja para el emperador. SeHun quiso convencerse de que la urgencia sexual que sentía por ese doncel era únicamente porque paso mucho tiempo sin acostarse con nadie. Si debía ser eso, la falta de sexo era la respuesta. Porque era imposible que se sintiera atraído hacia JunMyeon.
Él, que era conocido por su flota como un hombre frio y callado, no podía convertirse en un volcán ardiente solo por conocer a un hermoso doncel vestido de corsario.
—Para ser considerado el corsario domador de los mares, he de confesar que esperaba mayor lucha JunMyeon. —comento SeHun suprimiendo sus instintos más primarios de querer tomar los labios de JunMyeon ahí mismo y luego hacerle el amor salvajemente.
JunMyeon abrió sus labios, asombrado por la osadía que tenía aquel pirata de hablarle como ambos fueran amigos.
—Pues como habrás notado yo no estaba en una misión. Simplemente quise conocer el mar antes de empezar mi trabajo. —respondió JunMyeon apretando los puños para demostrar una hostilidad que su cuerpo no sentía en esos momentos—. Pero obvio que el sentido de la tregua es algo que los piratas como tú no tienen.
—No sabía que estábamos en tregua. —se mofo SeHun sonriendo levemente mientras sus ojos no podían apartarse de los labios de JunMyeon. Deseo poder besarlo y acariciarlo para calmarle esa hostilidad que tenía hacia él. Que mejor forma que callar a un doncel salvaje que con sus besos y caricias.
—Debiste asumirlo, claramente mi embarcación no estaba presentando una amenaza. —JunMyeon se quedó por unos momentos en blanco al observar por el hombro de SeHun como Sunghoon apuntaba el arma.
Sin embargo, antes de que completase su plan fue noqueado fuertemente por otro pirata joven. JongDae quien quiso defender a su hermano político fue amenazado por otro pirata.
SeHun logro captar el temor de JunMyeon y siguiendo la mirada de este se dio la vuelta. Solo para observar con una sonrisa triunfal como la embarcación del SONGOLME era reducida por sus hombres.
—Vaya resultaste ser más fácil de vencer que el pendejo de Minho. —con burla SeHun no desperdicio el tiempo para acercarse más a JunMyeon.
—Eres un maldito idiota. —JunMyeon apretó los puños y alzo un brazo queriendo darle un puñetazo a SeHun para borrarle la sonrisa de victoria que se cargaba.
SeHun logro predecir el puñetazo gracias al destello de maldad que hizo reflejo en los ojos de JunMyeon. Así que, sin mucho esfuerzo logro tomar el puño de JunMyeon y mantenerlo alzado.
—No soy un maldito idiota y menos con donceles tan hermosos y frágiles como tú. —susurro SeHun acercando su rostro al de JunMyeon. La diferencia que los separaba era mínima. Sin poder evitarlo SeHun cerró los ojos y acerco sus labios al de JunMyeon.
Fue un beso impresionante, la impresión más sublime que JunMyeon jamás había experimentado en toda su vida. ¿Quién se habría imaginado que los labios de un mercenario pirata pudieran ser tan suaves... o tan tentadores? La respiración del SeHun se mezcló con la suya, con un cálido aroma a vino y pólvora. La diestra boca de SeHun acarició la suya de un modo tan mágico que logró seducirlo al instante.
JunMyeon suspiró, luego contuvo la respiración cuando SeHun libero el agarre de su brazo y lo estrechó por los hombros para acercarlo más a su cuerpo. En un intento fútil de despejar la niebla que iba nublando su mente, JunMyeon apartó los labios, pero SeHun volvió a atacarlo con unos besos embriagadores a lo largo de la curva de la mejilla hasta alcanzar el lóbulo de la oreja.
—Sabes muy dulce JunMyeon. —susurró SeHun con el húmedo aliento pegado a su oreja—. ¿Qué se siente tener los labios de tu enemigo en la piel?
Su nombre le sonaba familiar, cuando SeHun lo pronunciaba pegado a su oído con esa voz tan ronca. Fueron los silbidos de los piratas lo que lograron que JunMyeon recupera la cordura y le pudiera propinar un puñetazo a SeHun en el vientre. Aunque hubiera deseado hacerlo en los huevos.
—No siento nada, porque no eres la gran cosa Oh SeHun. —JunMyeon lucho por calmar su cuerpo tratando de alejarse. Su embarcación estaba reducida, pero no iba doblegarse ante nadie.
Al escuchar su nombre completo, SeHun recién se puso a pensar ¿cómo JunMyeon sabía su nombre? Aunque, claro, lo debía de haber supuesto al verlo en el timón del EXODUS.
—Pues bien, parece que estoy perdiendo la práctica, pero te demostrare que este Oh SeHun si es la gran cosa. —amenazo SeHun besándolo nuevamente.
Esta vez el beso no fue tan suave. SeHun lo besó como un hombre con un propósito claro y firme. La boca hambrienta de SeHun se apoderó de la de JunMyeon, repasándole los labios con la lengua lentamente mientras deslizaba la mano por su barbilla y su garganta hasta plantarlo en la piel desnuda del cuello de JunMyeon, entonces lo acarició con unos dedos diestros y poderosos. Cuando JunMyeon suspiró ante la estremecedora intimidad que le provocaban esas caricias, SeHun aprovechó el momento para introducir la lengua dentro de su boca.
Alguna parte puritana en el interior de JunMyeon insistía en que debía indignarse ante esa última indecencia. Pero le resultaba imposible protestar. El pirata SeHun lo estaba besando, de un modo deliciosamente provocador en su propio barco sus hermanos ahí presentes. JunMyeon jamás habría imaginado la posibilidad de conocer a ese hombre, y ahora en cambio estaba entre sus brazos, y SeHun lo besaba de ese modo...
A JunMyeon se le quedó la mente en blanco cuando SeHun acarició el interior de su boca con la lengua, buscando y conquistando hasta el punto más recóndito. Su beso se volvió más profundo, más osado, y JunMyeon se sintió encantado de convertirse en su cómplice. ¡Por todos los mares! ¡Ese hombre ciertamente sabía cómo seducir!
Como un niñito recién salido, lo único que JunMyeon acertó a hacer fue aceptar cada caricia, cada portentosa embestida de la lengua de SeHun y agradeció que Sunghoon estuviera noqueado en el piso. De lo contrario, Sunghoon no habría vacilado en tirarse sobre SeHun hasta matarlo por haber tocado los labios de JunMyeon.
De repente JunMyeon se encontró doblando los dedos para asir las solapas del traje SeHun, aferrándose a él como un verdadero desvergonzado. Y JunMyeon no sintió el menor pudor. Como si JunMyeon estuviera bebiendo vino por primera vez, los diversos placeres de ese beso despertaron unas necesidades nuevas y desconocidas en su cuerpo. Se arrimó más a SeHun, como si intentara saciar esas necesidades que lo asaltaban, y SeHun le dio más de lo que JunMyeon jamás se habría atrevido a pedir, invitándolo a pegarse sobre los barrotes del barco.
Entonces el SONGOLMAE se zarandeó bruscamente, y SeHun perdió el equilibrio y se vio obligado a romper el beso. JunMyeon lo miró a los ojos durante un largo momento, con un ávido deseo reflejándose en su cara como un color intenso sobre una pálida tela de lino.
JunMyeon continuaba aferrándose a las solapas de SeHun, pero ahora que SeHun lo miraba a los ojos como en un estado de conmoción, JunMyeon fue plenamente consciente de la escandalosa posición en la que se hallaban. Literalmente JunMyeon se encontraba encima del cuerpo de SeHun. Avergonzado, JunMyeon plantó las manos sobre la madera de su embarcación para así poder levantarse y alejarse del duro cuerpo de SeHun. El sonrojo de sus mejillas no se fue, ya que ante esa posición JunMyeon pudo percibir la dura hombría de SeHun sobre la tela.
SeHun no tardo en ponerse de pie y habló con una voz torturada.
—Por Dios. No tenía ni idea de lo dulce que podía ser un beso. —y se pasó los labios por la boca—. Fue un completo placer hacerte esta bienvenida JunMyeon. Tengo completa fe que ahora sabes que no soy un simple pirata.
La embarcación del SONGOLMAE y del EXODUS estaban con las bocas abiertas. Ante tal demostración de pasión. Aunque, los más sorprendidos eran los del EXODUS ya que nunca habían visto a su capitán actuar con tanta efusividad.
—¡Toca a retirada muchachos! —le gritó SeHun a su tripulación haciendo señás para irse al EXODUS—. ¡Retirada!
—¡Vámonos de aquí! —repitió Chanyeol y los demás piratas empezaron que lograron subir al SONGOLMAE saltaron al mar para regresar al EXODUS.
—Eh esper...—JongDae quedo con la voz muerta cuando Xiumin, uno de los piratas le propino un duro golpe en los huevos—. Aa no hacía falta tanta violencia. —susurro jadeando de dolor.
Oh SeHun tiro una de sus flechas al mástil del EXODUS y con una sonrisa socarrona le lanzo un guiño a JunMyeon abandonando el barco.
Luego de la partida de los piratas en la embarcación del SONGOLMAE reino el silencio. Varios oficiales que sobrevivieron al ataque y estuvieron reducidos en el piso. Empezaron a levantarse.
—Ninguno de ustedes dirá una palabra de lo que acaba de suceder me oyen. —gruño JunMyeon completamente humillado.
—¿Se refiere al ataque o a la sesión de besos? —pregunto uno de los oficiales con una sonrisa, que se le borro al tener a JunMyeon al lado suyo y recibir un duro puñetazo en los huevos.
—No tolero las faltas de respeto. Por si no lo has notado yo soy un corsario real. Sobrino del emperador Zetian y tu eres solo un soldado. —amenazo JunMyeon—. Si me entero de que alguien anda comentado este último suceso, lo lamentará y no vivirá para contarlo. ¿entendido?
Los oficiales asintieron asustados y JunMyeon les dio la orden de llevar los restos que había de madera a Escala del barco, para que pudieran impedir que el agua continuara inundando la primera bodeda.
—Vaya, vaya querido hermanito. —se burló JongDae cuando ya no había nadie más que ellos tres, aunque bueno JunMyeon trataba de reanimar a Sunghoon.
—Más te vale que te quedes callado JongDae y no le digas nada a Sunghoon. —amenazo JunMyeon.
—¿Decirme que? —repitió Sunghoon abriendo lentamente los ojos y soltó un grito de dolor cuando JunMyeon lo abrazo.
—Pensé que no ibas a despertar estaba muy asustado. —susurro JunMyeon tocando el rostro de su hermano.
—Hace falta más que un golpe para acabar conmigo. —respondió Sunghoon—. ¿Qué paso con los piratas? ¿se fueron así sin más?
—Uy pues... —antes de que JongDae soltara algo JunMyeon lo golpeo en la altura de sus testículos—. AWEE ¿Por qué me vuelves a golpear ahí? Yo quiero tener hijos JunMyeon.
—¿te golpearon? —pregunto Sunghoon y JongDae asintió—. ¿Y a ti JunMyeon? ¿te lastimaron?
JongDae rodo los ojos queriéndole contar lo sucedido, pero decidió morderse la lengua. Podía usar ese secreto contra JunMyeon más adelante.
—Solo comentaron que era una pequeña bienvenida. —respondió JunMyeon bajando la mirada, espero que Sunghoon replicara más, pero noto que este volvía a cerrar los ojos.
—JongDae ayúdame a llevarlo al camarote para que descanse.
—Dice que hace falta más de un golpe y anda desmayándose como una princesa. —renegó JongDae tomando a Sunghoon—. Yo recibí dos duros golpes y no me quejo tanto.
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AAA el cap más esperado por todos. ya está 7v7 gocenlo. Esto lo que se conoce como amor a primer vista y el actuar seguido de la pasion 7v7
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