
VI
SeHun y su tropa observo el Barco que pilotaba Minho, pero raramente no estaba pilotándolo en esta ocasión. Con cierto temor SeHun dirigió al EXODUS hacia el barco para capturarlo. No es que necesitaran barcos, pero sería una buena forma de humillar a Minho. cuando estuvieron a tiro Taemin, subteniente de Minho y quien dirigía el mando en ese momento abrió fuego contra el EXODUS, pero cuando el EXODUS se acercó a al barco desde su popa y no desde un costado, no tenían apenas potencia de fuego.
Quizá Taemin debió haber aminorado y virado un poco si quiera descargar los cañones de babor o estribor. Felizmente aquello les causo poco daño al EXODUS; los proyectiles del barco enemigo cayeron al agua.
SeHun y su embarcación no respondieron a los ataques desatinados, pues estaban más centrados en llegar rápido hasta el barco.
Taemin ordeno a que sigan disparando y, aunque hicieron dianas en un par de ocasiones, el EXODUS se libró. Sin mayores inconvenientes llegaron hasta la popa siguiendo su estela y entonces se dieron cuenta de que iban a tener que luchar cuerpo a cuerpo contra Taemin y los demás tripulantes.
—Gamgsoo o ordena a que no dejen de disparar contra palos y escalas del barco. —señalo SeHun preparando su arma y flechas para la batalla—. Haremos un doble ataque.
Seguido de ello. Los cañones del EXODUS escupieron fuego. SeHun sintió silbar las balas cerca de su oído, pero no tuvo miedo. Tal vez se debiera a la adrenalina, pero no se escondió tras la borda y continúo disparando mientras disparaba su flecha hacia el polo mayor del barco enemigo y entraba a la batalla cuerpo a cuerpo con los oficiales del emperador Gawon. Luego Makyi y los demás arrojaron los ganchos y las escalas. Todos los piratas se lanzaron al abordaje.
Se oyeron los gritos y los disparos, el olor a la pólvora inundo las fosas nasales de SeHun. Luego de una ardua batalla SeHun se percató de que la embarcación de Minho viajaba de forma sospechosa. Los tripulantes no parecían ser oficiales sino piratas. Además, la dirección por la cual estaban viajando era intrigante. Por ello, quiso probar una táctica e incitó a la rendición: tratando de evitar las pérdidas de vida inútiles, aunque, por lo que parecía, había hombres que no eran capaces de darse por vencidos ni aun sabiendo que tenían la lucha perdida de antemano, ni siquiera por salvar las vidas de los suyos.
SeHun meneo la cabeza con lástima. Era obvio que esta embarcación llevaba un tramo y propósito turbio. Muchos de los tripulantes preferían morir antes que hablar. Pues cuando SeHun trato de perdonar la vida de uno. Este tomo su propia daga para cortarse el cuello. Pronto se escucharon gritos de triunfo que venían de la tripulación de SeHun: el capitán Taemin había caído rendido. Enseguida se oyó la voz Makyi.
—¡Se rinden! —hablo Makyi—. Ya me estaba cansando.
Poco a poco, los sonidos de la lucha se fueron apagando hasta que una relativa calma invadió la cubierta. SeHun y Awki ordenaron a los pocos sobrevivientes sentándolos frente al polo mayor.
—¿Quién manda aquí? —pregunto SeHun.
Un hombre joven, de unos treinta años, se levantó de suelo con las manos atadas a la espalda.
—¿Por qué no se han rendido? —interrogo SeHun—. Tenia la batalla perdida, pero siguieron sacrificándose y deseo saber el porqué.
—El capitán se negó. —contestó uno de los corsarios que acompañaba a Taemin.
—En cuanto oí la orden, supe que debíamos seguir porque perder en manos de unos piratas es insulto. —respondió Taemin con orgullo.
—Gracias a esa inteligencia Taemin han tenido muchas bajas, pero no puedo dejarlos sin castigo. —susurro SeHun. Observo detenidamente a los sobrevivientes y reconoción a siete de ellos. Los había visto en el punto pohang. Eran piratas, no había duda alguna ¿Por qué Minho enviaba piratas a comandar su barco?
—¿Qué hacemos? —preguntó jungHyun.
—Hyujin.. es hora. Explota el castillo de proa. —ordeno Taemin antes de que SeHun pudiera ordenar.
Una fuerte explosión se hizo presente en el barco. Taemin y el resto aprovecharon la conmoción para tomar sus espadas y apuñalarse ellos mismos. Oh SeHun observo sombrado como el barco de Minho empezaba a hundirse y los tripulantes yacían agonizantes.
—No puedo creer que se hicieran eso. —susurro Gomchi—. Capitán creo que es hora de dejar este barco. Las llamas ya atacan el polo mayor.
—Si vámonos que dicen que el fuego se esparce hasta con el viento. —comento Daedu.
—Tienen razón. —concedió SeHun—. Partamos cuanto antes hasta Ulleungdo. Necesitamos abastecernos y tener algo de descanso luego de este día.
Al estar en el EXODUS, SeHun se puso a divagar sobre las cosas que ocultaba Minho. ¿sino porque su tripulación prefería morir y quemar el barco? No era puro orgullo. Ya que Minho podría enviar toda una caravana de buques si hubiera querido recupera su barco. Definitivamente Minho era una caja de pandora.
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Cuatro días después Minho se arrastró hasta lo alto de la Torre Oeste, la torre que capturaba el delicioso sol de la mañana antes de que empezase a abrasar. Se agarró a las almenas, aspiró hondo, intentando contener la amenaza de la náusea. Como cada mañana, lucía su indumentaria de trabajo como corsario real al completo, a pesar del calor insoportable.
Minho poseía un armario compuesto de calzones, Jeogori, Bajis, Daeninm Gat, Jongjagwan, dopos, taesanye, sejodae, jungchimak y durumago de tonos sobrios, todo ello envuelto por un gabán de corte recto, en sarga oscura con discretos ribetes en negro y botones dorado. Alzó la vista y contempló el mar. Por el sol a sus espaldas sabía que pasaban de las diez, pero todavía había algunos pescadores rezagados arribando a la playa allá abajo. A derecha e izquierda, los cañones miraban también al mar, como silenciosos centinelas.
Minho había navegado como capitán Corsario de la fragata SHAWOL. La fragata de veinticuatro cañones que había capitaneado durante casi una década. La había visto zarpar sin él hace unos siete días, se había quedado mirando su espejo de popa hasta que dejó de poder leer su nombre. Había dejado a Taemin, su amigo y amante, al mando de su adorado barco. El trabajo que requería hacer era de suma importancia y discreción. Nadie sabía la dirección y Taemin tenia ordenes exactas de mantener todo aquello en absoluto silencio. Se quedo esperando a que su SHAWOL estuviese listo para navegar y, mientras gozaba de la hospitalidad del excéntrico emperador Gawon. El imperador era un inútil de pacotilla. Al cual, él podía manejar. No había sido difícil hacerle tragar el cuento de que deseaba instruir a Taemin para que en unos meses comande su propio barco. Gawon se había tragado el cuento de que Taemin al borde de SHAWOL buscaba demostrar a Minho que a partir de ahí ya podría contar con su propia fragata.
El encargo a Taemin era demasiado fácil. Minho calculo una tasa de mortalidad del quince por ciento entre el cargamento, por lo que sabia que enviar el maravilloso motín a la dokdo era pan comido. Solo faltaba poco para que toda su vida cambiase.
Minho como muchos otros, no malgastaba su piedad en una nación que vendía a su propia gente; se limitaba a taparse la cara con un pañuelo para contener el hedor cuando atravesaba las puertas para recorrer el corto trayecto entre las mazmorras y asesinar para cumplir sus objetivos.
Una voz recién llegada al muelle aulló desde la plaza de armas.
—¡Señor Minho!
Minho se giró para ver a una mala imitación de soldado con un jeongori blanqueado por el sol, casi rosa, un Baji de color gris y unas sandalias de bambú.
—¡Has de dirigirte a mí como capitán, muchacho! —Minho estaba bien iluminado por el sol, sus botones dorados relucían en los ojos del soldado, que avanzaba ya hacia los escalones.
—¡Sí, señor! ¡Capitán, señor! —Se irguió un poco más, pero no demasiado. Minho estaba casi a su altura.
—No le grites a un oficial, hombre. —regaño Minho—. Acércate a mí y espera a que te preste atención.
—Sí, señor. Lo lamento, señor. —se disculpo el joven avergonzado.
Minho estaba ya ante sus narices picadas de viruela.
—¡Soy el corsario real! ¡Más importante del imperio muchacho, no un simple soldado! —alardeo Minho y amenazo—. ¡Trabajo para ganarme el pan! ¡Si vuelves a llamarme así te usaré de estacha!
—Lo lamento, señor... Es decir, capitán. —El soldado intentó dirigir su mirada al sol en lugar de a Minho.
—Así mejor, muchacho. —Minho dio un paso atrás para evitar el fétido aliento del hombre—. Has de saber que apestas, jovenzuelo, y hazte con un par de zapatos. El rey lleva ese uniforme a diario y tú lo deshonras. Ahora, ¿qué tienes para mí, mozo?
La mente del joven quedó en blanco. Su boca se movió para decir algo al tiempo que evitaba los ojos del capitán. Entonces recordó el olor de la panceta y los riñones.
—Al Emperador Gawon le gustaría que se reuniese con él para desayunar... capitán.
—Tomo nota de ello. — respondió Minho con una sonrisa. "Bien. Eso significaba que había noticias. Cambios. Acción" pensó Minho y se relajó. Se calmó, enlazó las manos por detrás de la espalda—. Puedes retirarte.
El soldado saludó mal, dio media vuelta y caminó tan rápido como le permitían sus sandalias hacia el cuartel.
El emperador nunca lo había invitado a comer, aunque Minho a menudo había visto las sobras resecas del festín de dos horas que culminaba en una cabezadita, antes de una atareada tarde escribiendo mandatos y nunca parecía dejar de quejarse; principalmente sobre la calidad de los soldados, o de los funcionarios que le enviaban para asistirle en el gobierno, y siempre, una y otra vez, sobre su lamentable escasez de fondos.
El emperador Gawon estaba sentado en el costado opuesto de una larga mesa, ligeramente combada, y no se percató de la entrada del hombre mientras engullía puré de patatas con huevo, panceta y repollo. Ante él tenía zumo de uva fresco y café, junto con
bandejas de panceta, cuyo olor hizo que Minho apretase la boca ante la expectativa. Se acercó lentamente a la mesa.
—Muy amable de su parte majestad por haberme invitado a desayunar, general. — Minho enrrollando su Daenim para sentarse al frente del emperador y posó su sombrero sobre sus piernas. Alrededor de la mesa jugaban los cuatro hijos del emperador, vestidos como
príncipes, pero con huesos y conchas en los brazos. Su concubina, pues no estaban oficialmente casados, se acercó a Minho con un pocillo de café. Colocó el platillo sin decir palabra, y sonrió con ojos de gacela mientras retrocedía envuelta en seda. Minho se tomó un momento para aspirar su perfume de jazmín mientras se retiraba; luego se lo reprochó mentalmente.
—En absoluto, Minho, en absoluto —respondió Gawon—. Necesito hablar contigo. —Un pequeño trozo de puré salió de su boca al hablar.
El emperador llevaba un sencillo Bají blanco de algodón árabe con los puños arremangados para evitar meterlos en la miríada de bandejas. Tenía el Bají abierto y dejaba ver su amplio y flácido pecho, y Minho observó el collar de oro del que colgaban amuletos de hueso, que lucía también en su muñeca derecha.
—Debo pedirle disculpas majestad por haber sido un tanto lento con algunos de mis deberes administrativos, si bien mis funcionarios son unos imbéciles ineptos a la hora de llamar mi atención sobre estas cuestiones. —se disculpó Minho y se sirvió unas tostadas frías con el café.
—Estoy seguro de que no tiene que disculparse por nada, general. —comento Gawon.
—No obstante, majestad espero que entienda que no ha habido intención alguna de mantenerlo desinformado. —agrego Minho con calma.
—Lo sé. —Gawon dejo de comer para verlo—. Creo que ahora el desinformado eres tú.
—¿Desinformado yo majestad? —El corazón de Minho latió más rápido.
—Sobre su barco, hombre. —dijo Gawon—. El Shawol al que encargo a Taemin.
Minho alejó una bandeja de panceta empapada en vinagre.
—Proceda, general. —incito Minho, preso del pánico ¿acaso algún otro corsario se había atrevido a ver que había en la embarcación que llevaba Taemin?
—Hay una carta para usted, Minho. —Con una mano, Gawon vació un vaso de zumo de arroz, y con la otra lanzó un paquete de papel hacia el lugar que ocupaba Minho.
Minho reconoció de inmediato el papel encerado barato que empleaba el Almirantazgo, y abrió lentamente el envoltorio plegado, cuyo sello había sido descaradamente abierto por otras manos. La carta sin duda había llegado envuelta en un trozo de paño de vela, ahora ausente.
Aceptablemente fechada tres días antes, debía de haber tardado un par de días en llegar al fuerte. Esperaba que nadie supiera de sus acciones en Dokdo, estirando el papel, con los nudillos emblanquecidos por la tensión de sus manos empezó a leer.
El SHAWOL se había perdido. La fragata que había mandado durante toda su vida en el mar había ardido en llamas a manos del capitán Oh SeHun. En algún punto había sido atacada por piratas. Taemin y algunos sobrevivientes más habían sido capturados y asesinados. El resto había perdido la vida en el mar. Luchando por defender la fragata y solo uno se había salvado y gracias a los cielos había sido rescatado por una corbeta holandesa cuatro horas más tarde. Ahora se encontraban todos en Daegu, esperando órdenes.
La habitación, el aire viciado, de repente le parecieron más calurosos. Minho se puso en pie, haciendo chirriar bruscamente la mesa, y se acercó a una de las ventanas provistas de cortinas verdes. La estrecha ventana estaba abierta, pero no corría brisa alguna que aliviara el calor. Como la mayoría de los edificios imperiales, su diseño no tenía en cuenta el clima en el que se encontraba.
Minho podía discernir el azul del mar más allá de las rocas blancas. Se deslizaba eternamente hacia él, y ansió volver a sumirse en sus aguas para destruir a Oh SeHun con sus propias manos.
Ya no tenía barco. Veinticuatro cañones de doce libras, la mayoría de los cuales había bautizado él mismo, grabando los apodos en sus cureñas, yacían en algún lugar en el fondo del mar, para no volver a disparar jamás. Había sido su primera capitanía. Además, dentro del castillo de proa se encontraba una invaluable fortuna. Cien bloques de oro yacían hundidos en algún punto del Mar. Definitivamente mataría a SeHun. Sin dudar más se volteo hacia el emperador.
—Debo irme a la caza de ese maldito pirata SeHun, majestad. —anuncio Minho.
—Por supuesto, Minho. Por supuesto. —Gawon se enjugó la frente mientras su concubina lo abanicaba—. Pero hay que considerar una serie de cosas.
Minho volvió a la mesa y permaneció de pie, con la mano izquierda sobre la carta.
—¿Como qué, majestad?
—Piense en esto, Minho —Gawon bajó su servilleta—. Piensas regresar al mar como un capitán sin barco. Porque tú barco, el que tenía el encargo de navegar las aguas con tu presencia, fue enviado a realizar practicas de novatos con tu segundo oficial al mando. Así que, involuntariamente o no, tú has perdido el barco y el contrato. El consejo no va a estar muy contento con todo ello. El SHAWOL era la mejor fragata con la que contábamos y tú decidiste enviarlo a jugar con un inexperto.
Minho sabía que el emperador tenía razón. El consejo y el emperador dependían del SHAWOL para salvarlos de la creciente expansión de piratas que estaban cerrándoles el mundo, saqueando tierras y esclavizando personas.
—¿Qué sugiere que haga majestad?
—Es posible que yo ya haya reparado un plan Minho, es que me veo obligado a cargar con hombres de mala calidad. —renegó Gawon—. Cargo con funcionarios holgazanes y confiados.
Minho fingió no sentirse ofendido y tomó asiento.
—¿Has oído hablar del corsario Kim JunMyeon? —cuestiono Gawon.
Y Minho lo miró con gesto inexpresivo. Gawon continuó:
—Ya veo que si has oído hablar de él. No me extraña ya que es un corsario de nivel. Ha logrado desterrar y atrapar a los piratas más temidos de china. —conto Gawon—. Además de ser inteligente es hermoso, y tú sabes Minho, una tortuga siempre regresa a su lugar de nacimiento para aparearse y poner sus huevos.
—No entiendo a que quiere llegar majestad. —pregunto Minho, sintiendo que el vino de arroz estaba haciendo delirar al emperador.
—Mira Minho, hacen falta dos hombres para darles la vuelta a los malditos piratas; así los dejamos retorciéndose patas arriba. Con esta estrategia prácticamente habrán desaparecido y la playa quedara libre de esas bestias. —Minho observó disimuladamente que la querida de Gawon, que había dejado de abanicarlo, cautivada, y los niños habían alzado sus silenciosas cabezas para mirarlo—.extramente Minho, eres bueno cazando piratas de alto calibre, pero no puedes con SeHun. Y eso a favorecido a que SeHun crezca en poder. Así que he decido traer a Kim JunMyeon.
Minho abrió completamente los ojos al oír lo ultimo.
—¿traer a JunMyeon? No es muy arriesgado. Dudo que el emperador Zetian acepte. —susurro Minho asustado. Conocía los cuentos que hablaban de JunMyeon. Era conocido como el mejor de los corsarios. Habían algunos que decían que el joven tenia un pacto con el mar que lo hacía ganar las batallas. Algunos decían que tal vez era hijo del rey de los mares y por eso su habilidad en el mar. Si ese maldito llegaba todos sus planes se irían por la borda. No podía permitirlo.
—No dudes tanto Minho. —bromeo Gawon haciendo una seña a su concubina—. Minho me pregunto que te ha tenido tan ocupado estas semanas que no te acuerdas que enviamos una comitiva corea y ahora tenemos al corsario kim JunMyeon con nosotros.
Dicho aquello la puerta se abrió y entro un hermoso joven de aspecto angelical. Tenía el porte recto, elegante y fino. A su vez en sus ojos se reflejaba una frialdad que erizaba la piel. Minho no pudo evitar fijarse en las caderas de JunMyeon, así como en la curvatura de su cuello. Pese a que sabia lo peligroso de su llegada no pudo evitar excitarse. No hacia falta ser un adivino para captar que aquel joven era un doncel: sonriendo Minho pensó que tal vez no estaría mal tener a JunMyeon, después de todo este podría darle mucho placer ahora que taemin había muerto.
—Ven JunMyeon. Déjame que te presente a tu colega Minho. —anuncio Gawon, con el rostro de perro acojonado con solo ver a JunMyeon. Minho observo como aquel odioso emperador tomaba de la cintura a JunMyeon.
—Un gusto conocerlo al fin. —reverencio JunMyeon alejándose del agarre del emperador—. He oído mucho de usted.
Minho recién ahí cayo en cuenta de que el emperador los había presentado como iguales y no a él como jefe de JunMyeon.
—El gusto es mío. —reverencio también Minho acercándose a JunMyeon para oler su delicioso aroma—. Estaré encantando de poder guiarte ahora que trabajaras para este imperio.
—No creo que sea necesario. —JunMyeon se alejó—. He venido equipado y creo que ambos podremos trabajar desde dos frentes para terminar rápido con los piratas.
—Excelente JunMyeon. Excelente. —alago Gawon—. No me equivoque. No solo eres hermoso sino inteligente. Ya sabes que si algún momento sientes que el mar es hostil para ti yo siempre encontraré un puesto para ti. Uno mas placentero y seguro.
Aquella descarada proposición enojo a Minho y JunMyeon. Minho instintivamente se colocó frente a JunMyeon. No dejaría que ese cerdo le pusiera primero las mano a JunMyeon. Ya había decidido poseerlo y nadie le daría la contra: él era Choi Minho y podría jugar hasta la cabeza de Gawon para cumplir sus antojos.
—Bueno, ya que no puedo salir al mar le daré indicaciones a JunMyeon para ir por SeHun. Nos retiramos majestad.
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la ropa que menciona Minho son partes de los Hanboks masculinos
perdón si el cap esta monse, pero con lo que paso con la sm no me pude concentrar, mucho estres, chisme, memes y peleas me consumieron un poco. Pero ya recobre la calma.
Cualquier error me dicen pls
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