IX
Tenías el nombre de la noche.
Me observabas con el pecho
abierto en terraplenes desiertos;
Como el juicio inacabado
del deseo último de encender
las bombillas en tu garganta
y alumbrar tus ocelados focos vitales.
Vi que tenías el nombre de la noche
y camuflabas tu sombra
bajo la luminiscencia
de la tímida madrugada escapando.
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