Capítulo 8: Olvidemos lo malo, piensa en lo bueno.
Hubiese llegado del trabajo como de costumbre, como todos los días, cansado y estresado, con dolores musculares a más no poder. Paso horas sentado frente a la computadora, mirando un punto fijo de la pantalla, sin descanso alguno. Ese día incluso se le olvido pedir el almuerzo. Vive a base sólida de café inyectado en sus venas, eso solo hacía que sus manos le temblaran cual gelatina. Suspiro molesto, dispuesto a relajarse y por fin descansar. Abrió la puerta de su departamento, encendió las luces y cerró la puerta.
—¿Dónde estuviste? —
Hasta que escuchó la voz a sus espaldas. Un escalofrió recorrió su espina. Nan tragó saliva nervioso, lamiéndose los labios, para después sonreír con todo su esfuerzo mental humano, en su rostro eran visibles ojeras enormes, había tenido tantos males ese día que simplemente olvido decirle a su pareja que llegaría tarde.
— En el trabajo. ¡Perdóname cariño, se me olvido llamarte! Tu... tuve un día muy pesado y...—
El hombre sentado en la esquina le observa de arriba abajo, buscando la duda en su mirada, le juzga y le destruye cada día más su sanidad. Aquel hombre de ojos oscuros y larga coleta. Era la mirada del fantasma de las navidades pasadas, era la mirada de un depredador, uno que se come todo animal indefenso que encuentre o la carroña que quede. Un hombre lleno de dolor y amargura. Y que en cambio reparte su dolor por igual.
El hombre fornido saco un cigarro y un mechero, prosiguió a encenderlo para darle una larga calada.
— Oye... por favor cariño. Ya te pedí que no fumes aquí dentro, cre... creo que no entendiste...— Pensaba que no era mucho lo que le pedía a su pareja. Odiaba el aroma del tabaco. Pero tal parece que su pareja, a quien llama con cariño, se pasa sus pedidos por los cojones.
— No Nan, tú eres el que no entiende. ¿Recuerdas lo que platicamos la última vez que llegaste sin avisarme? —
Como olvidar ese espantoso día. El día que Nan no deseaba saber más, lo recuerda con sumo horror. Pidiéndole a dios que no pase otra vez.
— Perdóname... Lo olvide, no volverá a pasar...— Era una persona totalmente diferente cuando hablaba con su pareja, tartamudeaba, aquella felicidad y sonrisa en su rostro se desvanecía con tan solo verlo. Era sus temores y sus amarguras. Sus despechos y dolores.
El castaño fortachón se levantó del sillón de cuero, mirando fijamente a su adorable pareja mientras exhalaba el humo directo a la cara de Nan, poco después este se atascaba con el nocivo aroma. Amaba verlo vulnerable e inquieto, amaba sus labios, después de esperar tanto tiempo por su placer carnal, cuando probo esos belfos en su cuerpo vaya que le hicieron vivir el paraíso.
— Claro que no volverá a pasar grandísimo pendejo...—
Y seguido del sorpresivo insulto, le dio tremendo gancho derecho a la nariz que lo mando al piso haciéndolo caer de bruces. No tardo nada para que la pobre nariz de Nan comenzara a sangrar abundantemente por tremendo puñetazo. En el piso solo puede atinar a cubrirse la cara y llorar quedado mientras sabe que la paliza que le viene encima lo dejara en el hospital... otra vez.
Vomita sobre el suelo, miles de papeles y panfletos cubiertos en una espesa masa amorfa de tinta, de las comisuras de sus labios resbalara la tinta negra de cientos de copias más. Un sonido lejano de una computadora atascada en un bucle infinito del sonido agudo cala su mente mientras el rostro borroso, deformado y demacrado de su amado se derrite encima de él. Solo un punto negro de intensa estática era visible en donde alguna vez estuvo la cara de su amado.
— Por favor mi amor...— Le suplico en el suelo, con lágrimas vivas y dolor en su alma cuando veía como se comenzaba a desabrochar el pantalón. — Tuve... un día terrible, solo quiero dormir contigo a mi lado... sabiendo que me quieres y no estás enojado conmigo... —
El otro dejo de fumar para después, sabiendo que había malicia en su mirada y sonrisa en sus labios acorazonados, con su fuerte mano llena de fuerza tomo bruscamente el rostro delicado y suave de Nan. Para después con el cigarro encendido en mano, quemarle con la ceniza la mejilla.
Mientras miles de papeles llenan la habitación en un sonido entre estragos vagos de su conciencia.
Los gritos solo son oídos por los conserjes. Nadie ayudo a Nan ese día tampoco.
.
.
—¡RÓMULO! —
Y nuevamente abrió los ojos de golpe, pensando claramente en lo que acababa de vivir.
¿Un sueño?
Una vil y cruel vista al pasado. Sudando frio mientras se acostaba de lado, pensando en nada más que el deseo de olvidar, mientras lentamente comenzaba a abrazarse a sí mismo en silencio. Por menos ahora esa pesadilla era menos seguida. No, no pienses en eso, olvídalo... se repite varias veces. Olvida lo malo, piensa en lo bueno, olvida lo malo, piensa en lo bueno...
Cuando se giró sobre el sofá, se asomó sobre su cojín, distinguiendo una sombra lejana que le aterro unos segundos, para después ver que solo era Adam totalmente dormido en el sofá de su sala. Encontrándolo con las piernas abiertas que parecieran emular a una araña boca arriba. Bueno, dado los comentarios que le lanzó Adam antes de dormir... tal parece que tuvo cariñito con alguien antes de llegar a su departamento.
Oh. Es cierto...
Esto es un muy mal augurio ¿No es así?
Creyendo no molestar a su indeseable invitado, intento volver a dormir.
Sin notar como Mathews le espía con su cabeza desde un cojín rojo. Entre cierra sus ojos en la oscuridad, sonriendo. Si bien Adam estaba cansado, Nan lo despertó con un maldito grito en la noche. Eso... era muy difícil de ignorar. Para otros ese aullido de dolor en plena noche hubiera sido el llamado de los problemas, para Mac Pitbull, no era nada más que el grito de la aventura verdadera.
¿Quién será Rómulo?
.
.
El sol salió y Nan no pego ojo en toda la bendita noche, simplemente abría y cerraba los ojos de cuando en cuando, bostezaba de ves en cuando, unas bolsas bajo sus ojos su espanto al espejo, no se acomodaba y decidió finalmente solo levantarse y preparar su desayuno, tuvo cuidado de caminar despacio y sin hacer ruido. Pero tal parece que hiciera todo lo contrario, a cada paso que intentaba dar en silencio hacia rechinar la madera del departamento, sus calcetines le juegan una mala pasada y finalmente se resbalo dándose tremendo golpetazo en el suelo. Se abrió la ceja izquierda.
Adam se despertó con el ruido, pero estaba de tan mal humor que obvio se cabreo.
—¡Oye! ¡¿Podrías hacer menos ruido?!—le reclamo mientras le arrojaba un cojín.
—¡Perdón! Duerme, shhh, shhh...—Estúpidamente Nan se disculpa con el hombre que casi ni conoce y que llegó irrumpiendo en su departamento porque quiso. Whalker mentalmente piensa que seguro Adam tenía alma de gato, llega a algún lugar y tal parece se siente dueño del lugar. Y muchas veces es bien recibido.
Unos treinta minutos después Adam se levanta al fin, se estira perezosamente sobre el lugar. Nan pensaba que le diría buenos días o que le agradecería por dejarlo pasar la noche, pero no, para nada fue así.
—Esta no es mi sala...— Se fijó en Mathews, y enseguida reconoció el departamento. Si, reconoce el estilo formal y simple que reina en el lugar. Mira unos momentos al susodicho y este le sonríe por la mañana —Y tú no eres Marcus ni Arturo...—Le recalco el rubio mientras se levantaba y caminaba a donde estaba el buen y tarado Whalker. Dejando sus piernas desnudas al descubierto, ya que se quitó la ropa para dormir, se acomodó sobre sus hombros su saco.
—¿Son amigos tuyos? —Intento ser amable, en lo que intentaba ignorar la casi desnudes de Adam.
—¿Qué? No, ni idea, los conocí anoche en un... ¿Era el bar o el prostíbulo...?—Susurro en voz baja y luego desvió el tema —¡Ejem! ¡Perdona! Soy un grosero al no hablarte debidamente, háblame de ti guapo. ¿Cómo estás?— Por visto no iba a revelar con quien o no estuvo. No le sorprende a Nan, simplemente pasa de ello.
—Bastante bien... este Adam, sé que no te conozco hace mucho y... no soy quien para decirte nada...—
—¿Si...?— le invito a seguir.
—¿Estabas fumando marihuana no? ¿Sabías que es ilegal? —
—Tu eres el abogado que sabe de leyes, tu dime ¿Es ilegal? —le pregunto de vuelta. Arqueando las cejas en duda.
—Este, si lo es...
—¡Entonces no fume marihuana! —Se sentó en la mesa del comedor y se sacudió la ropa, para momentos después ver como de su traje desarreglado caía una bolsa de plástico con ciertas hierbas verdes en ella. Nan las miro unos momentos para fruncir el ceño, y la sonrisa que le dio Adam pareciera ser la inocencia misma—Es perejil, lo juro...—
—Bueno... siempre que sea para consumo personal... no es malo...— Intento excusar las acciones de Adam por su cuenta, entonces el rubio se rio energéticamente.
—¡Así me gusta! ¿Ves? ¡Nos estamos entendiendo mejor cada momento! Aunque que mal que no pudiéramos conocernos mejor anoche...— Una pícara sonrisa se muestra en sus bonitos labios. Ante esos piropos Nan entiende rápido y conciso lo que quiere Adam, quiere darle su culo—Recuerdo que te debo una cena el día de hoy...—
Cuando le comento eso Nan no se fijó mucho en el hecho de que le invito a salir, sino en que día de la semana era.
—¿Ya es domingo? Vaya... la semana se me fue volando—
"Como mi tanga..." Pensó para sí mismo Adam al ver que no traía ropa interior puesta, grandioso. "¿Quién se quedó con mis bragas? ¿Arturo o Marcus?" Daba igual, es probable que para cuando termine su cita con Whalker no sea necesaria la ropa.
—Adam... sé que prometí que tendríamos una cita hoy, pero... ¿Qué te parece si lo dejamos para otro día? —Intento razonar Nan, a juzgar por las claras intenciones que le daba el rubio, su mente le dictaba que no debía inmiscuirse con alguien tan liberal y promiscuo como Adam, no porque no le agradase, pero vaya que le daba vergüenza todos los piropos que le daba. Y obviamente la mala vista que le dejo anoche no ayudaba. Quería liberarse de esa cita cuanto antes.
Se deja llevar rápido por las apariencias. Sin saber la verdad.
Porque si lo supiera, las cosas serían diferentes. Pero la vista del rubio se fue directo a una parte del departamento en específico.
—¡Oh por dios! ¿Es lo que creo que es? —Pasando de las palabras de Nan y haciéndolo suspirar con resignación. Y ahí se iba otra conversación con Adam. Siguió al rubio con la mirada, pensando que tal vez vio algo en la ventana. Hasta que miro el cuadro personal que tenía colgado en la sala. Cosa que le abochorno de sobremanera. —¡Es un cuadro de Brigadeiro Carvalho!—
Whalker quiso lanzarse desde el segundo piso. Los cuadros de Brigadeiro Carvalho eran retratos desnudos, explícitos y surrealistas del mismo modelo brasileño Brigadeiro. Y claro que el cuadro que tiene en su sala no es la excepción a esa regla. Su rostro ahora estaba en un tono mamey, ya que sus pecas eran lo que se ve en su cara.
Totalmente expuesto, mostraba el cuerpo desnudo de un hombre, cuyo cuerpo estaba tan detallado que pareciera una foto.
—¡Perdona que hayas visto este cuadro tan revelador! ¡Lo lamento!— Whalker intento que Adam no lo viera, estaba avergonzado, no estaba acostumbrado a que la gente vea sus pertenencias personales.
Al pequeño rubio le parece curioso, es como si la formalidad que gobernaba en el aspecto seguro y tranquilo del abogado se viera desnudado ante algo tan íntimo como aquel cuadro.
—¿Bromeas? ¡Me encantan estos cuadros! ¡Yo me conseguí toda una colección especial de Carvalho cuando las subasto en una exposición que se hizo en el museo de arte moderno! Fue durante una recaudación para caridad...—
Fue como si un niño interior suyo se despertara ante lo que le dijo Adam, amaba el mismo arte que él.
—¿Tu conseguiste la colección completa? ¡Vaya! ¡Yo intente conseguir un cupo para participar! ¡Pero las entradas se agotaron! ¿Cómo lograste tener ese cupo?— Y le invito a que se sentara a su lado para seguir platicando, le sirvió un vaso de agua.
—¿Te platiqué que fui modelo no? — El pelirrojo asiente y se sienta a su lado—Bueno, durante la semana de la moda del 2016 donde participo el mismo Brigadeiro en persona, participe yo también—
Casi le dio un infarto cuando oyó eso.
—¡¿Tu participaste con Brigadeiro en esa pasarela?! ¡¿De verdad?! —
Venga, Adam amaba regodearse de lo conocido y popular que era como modelo y presumirlo ante un fanático era azúcar pura.
—¡Claro guapo! Tengo varias fotos que me tome con él. Un autógrafo también y me consiguió un cupo especial para una de sus colecciones, me termine comprando una colección entera yo solo— Oh Adam, eres un maldito descarado presumido.
—¿Y... tu... las tienes en tu departamento también? — Bueno... tal vez aceptar una cita con Adam no sea tan malo después de todo.
Tal vez un desayuno o almuerzo con Adam no vendría mal...
—¡Claro guapo! ¿Quieres ir a Yummy waffles? —le sugirió.
—¡Se-seguro!—
.
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La Fargue Talbot traía puesta una redecilla en la cabeza mientras cocinaba Waffles a fuego medio. A su lado Fermonsel su hermano decoraba los pedidos, el restaurante se había hecho popular desde que se hicieron virales en internet. Mediante una campaña que hizo para que visitaran el restaurante, parte como su proyecto de universidad. La Fargue logro que ese restaurante fuera totalmente vegano, libre de crueldad animal, waffles de avena, hechos con sustitutos de chocolate. Y helo ahí, cocinando mientras intenta que su sudor no caiga en la comida. Tenía una fila de gente afuera esperando por esa comida, le estaba yendo bastante bien y no se daba abasto.
Lo malo era que mientras intentaba usar una espátula, le llegó el siguiente pedido. Le iban a sacar canas verdes ante todos los pedidos, las cámaras que lo grababan mientras cocinaba para promocionarlo por Facebook y Twitter, uno que otro canal de noticias también grababan a su hermano Fermonsel, mientras atendía e indicaba mesas a los clientes. Los compañeros de la escuela de La Fargue también le decidieron dar una mano para tener puntos extras en su materia.
—¡Ay! ¡Ya llévame diosito!—pidió el joven Talbot mientras seguía pasando los pedidos.
Mientras deseaba multiplicarse o clonarse. Era horrible ser adulto.
Cuando atendió al siguiente cliente, ya simplemente se resignaba.
—¡Hola La Fargue! —
Y reconoció la voz al instante.
—¿Nan?
En efecto, el amable secretario le cayó casi del cielo.
—¡Wow! Tu trabajas en todos los lugares. ¿Acaso tu tío también tiene este restaurante? —
Vaya lugar con el que Whalker se ponía a platicar. Lentamente Talbot quería llorar hecho bolito en el suelo. Y apenas habían abierto el restaurante.
Este día iba a ser muy largo.
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Adam esperaba en las mesas que llegara el pelirrojo, mientras checaba su instagram. Cuando escucho el asiento a su lado rechinar se volteó enseguida para seguir dándole piropos a su cita.
—¡Vaya que te tardaste guapo! ¿Me trajiste el desayun-
—¿Con tu gordo culo aun así quieres seguir comiendo? —
Calló ante el insulto y frunció el ceño, ya le amargaron el día. A su alrededor la gente y el bullicio le causaban migraña.
—¿Qué mierda quieres Trevor? —
Mientras Rafael fumaba a su lado, se mofaba de arruinarle el día a Adam con su sola presencia. Había cuentas pendientes que saldar, y que el imbécil mimado frente suyo decidiera cancelar la infusión de sus empresas le tenía muy cabreado.
—¿Qué mierda quiero? ¿No es obvio? —
Una repentina cachetada fue directo a la mejilla de Mathews. Mandándolo al suelo y haciendo que toda la gente y las cámaras de televisión captaran ese golpe. Mientras Nan oía a las personas escandalosas suspirando en estupefacción.
Y viendo como Trevor le metía una tremenda paliza al rubio en el suelo.
.
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Continuara...
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