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Capítulo 7: La apuesta.

Una noche con un perro de Nueva York era lo suficiente para dejarte asustado el resto de tu vida. Con una sola noche se podía conocer lo peor de una persona. Podías conocer su furia y su dolor.
 
¿Hace cuando se conocen los perros de Nueva York?

Hace tantos años, hace tantas noches. Tantas lunas radiantes. Tantas putas que follar, tantos penes que chupar, entre sus desenfrenos follaban sin amar. Se drogaban sin limites, dando rienda suelta a sus mas grandes y depravadas parafilias. Se conocían mejor que nadie y se odiaban por igual, eran el reflejo insalubre del otro y eso no se podía cambiar.

Aquel día Trevor era joven, hubiese tenido veinticuatro años. Cuando se drogaba hasta olvidar quien demonios era. Hasta olvidar todos sus problemas, siempre buscaba olvidar algo en específico. Esa vez quería olvidar la muerte de su papá. 
Tenía cincuenta y dos años cuando falleció. Sobredosis de heroína. 

¿Qué hizo Trevor ante semejante y horrible noticia? 

Se fue a olvidar todos sus problemas. En lugar de asistir al funeral y a la inhumacion de su padre.

Ahí en la barra del prostíbulo. Ahí entre los suspiros fugaces. Se encontraba Adam. Vestido con lenceria coqueta negra y zapatos de tacón alto de gamusa, con su sonrisa, sus gemidos y sus anhelos. Mientras todos los hombres del bar se turnaban de a dos para darle por el culo.

A todos les hizo gritar y gemir. A todos los llevo al paraíso irreal del placer. A todos los hizo llorar lágrimas saladas de amor y desamor. Algunos hubiesen muerto esa noche. Veinte por seguro.

Cinco desaparecieron. Era una condición común en ese lugar. Pero a ninguno le importa la muerte. A ninguno le importa el sufrimiento o el dolor.

Trevor, tremenda máquina de coger andante, se llevó a Adam para el sólo. Y aún así desde ese instante ya se odiaban.

Cuando pasaron los días y pasaron los años, aún seguían perdidos del camino. Estaban perdidos si, pero estaban perdidos en el purgatorio juntos. Siempre juntos. 

.

.

La última vez que se fueron de juerga Trevor también traía en brazos al rubio. Quien iba vestido de colegiala y tacones altos. 

Estaban en el estado de duermevela más fuerte que de costumbre, que no tenían idea de a donde iban, que hacían o quienes eran.

Justamente Adam se mensajeaba con Nan quien tenía bonitos comentarios para él. Mac Bulterry conducía su Lamborghini azul. El cual acumulaba rápidamente unas setenta multas desde que arrancó el motor.

—¡Oye Mathews! ¡Fíjate en donde esta un McDonalds por aquí! ¡Muero de hambre! 

Le grito Rafael desde el asiento del conductor. Pero Adam le dio empujones con sus tacones rojos para que se callara. En ese punto ambos estaban irritables y deseosos del silencio absoluto.

A sus espaldas la policía los perseguía. Ya que habían atropellado a siete personas durante su recorrido ebrios. Y lamentablemente dejaron un rastro de muerte y sangre. 

Todavía se encontraban restos de sangre en el parabrisas vidrioso del auto de Trevor. Mientras que en su puerta había atorada un pedazo de camisa. Aún así, los perros seguirán ladrando sin que les importe.

—¡Ya cállate Trevor! ¡No me dejas escribir! A ver... hay un McDonalds en la avenida de aquí, el auto servicio es entrando por la izquierda.

Le explico Adam desde el asiento del copiloto. Mientras Trevor iba revasando a todo aquel que se le atravesará. Un helicóptero sobre vuela encima de ellos mientras acelera el paso.

El celular de Rafael comenzó a sonar y este contestó.

—¡Hola! ¡¿Quién es?! ¡¿Que quiere?! 

Le grito Trevor. Vinculando el teléfono con su auto y contestando mientras manejaba. 

¡CON UN DEMONIO TREVOR! 

Le grito el pequeño compañero suyo. Devon O'Neil quien ya tenía varios días intentando llamarlo.

¡Tienes a toda la policía del estado atrás de ti! ¡¿Que diablos te pasa?! ¡No me has llamado en una semana!

—¡No te preocupes ando bien fresco! 

Después escuchaba el megáfono de la policía adelante suyo. 

"¡Estacione el vehículo! ¡Le tenemos rodeado y si no se detiene nos veremos en la obligación de abrir fuego!"

—Mierda...

Dijo Adam mientras se enderezaba de su asiento y se ponía el cinturón.

—¡Arrollalos!

Le sugirió Adam mientras se sostenía el asiento.

¡Ustedes par de adictos estúpidos! ¡Frenen esa mierda y entreguense a la policía! ¡Los sacaré de la cárcel de todos modos! ¡Se van a lastimar por pendejos!

Devon era alguien sinico. Sus valores morales al igual que los perros de pelea estaban extintos hace años. Pero le preocupaba que se fueran a matar.
Y lo dejarán sin su paga del mes. Si, sus prioridades las tiene en el dinero y nada más. Por algo están solos.

—¡Voy a irme por la Avenida Square! ¡Quiero mi hamburguesa con queso!

Y dio tremendo volantazo que se llevó un puesto de periódicos. Y le pasó encima al vendedor. Mientras iba en dirección al McDonalds. Y libraba a la policía que les seguía. Suerte intentando atrapar los caballos de fuerza del auto de Trevor.

Doblo en el auto servicio y la cajera hablo.

"¡Buenas noches! ¡Bienvenido a McDonals! ¿Cuál va hacer su orden?

—¡Hola! Yo quiero... una hamburguesa BBQ con papas fritas y una coca. Este... ¡Adam tu que quieres! 

El rubio comenzó a coquetear con un transeúnte que le dio su número de teléfono desde la ventanilla del auto. Lo guardo en sus bolsillos.

¡Llámame cuando quieras guapo!

Le dijo un chico de ojos verdes desde la acera y se fue caminando.

—¡Claro primor! ¡Sin falta!

Y así después de eso contestó la pregunta de Trevor.

—Emmm... Yo quiero una BigMac con los especiales de unas papas. Y ponle aguacate. ¡Un chingo de aguacate! Y una manzanita porfas.

Y siguió en el teléfono y empezó a Twittear.

¿Algo más con su orden? 

Pregunto la chica y Trevor como si no supiera que lo persigue la policía simplemente reia.

—¡Oye Devon! ¡Estoy en McDonald! ¿Quieres que te lleve algo? ¿Papas, refresco?

¡¿Es putas en serio que te detuviste a comprar hamburguesas!? ¡ES QUE CONTIGO NO SE PUEDE CON UNA MIERDA!

Ante los gritos MacBullterry sólo fruncio el ceño.

—¡Bueno! ¡¿Vas a querer o no?!
.

.

Como si sus sentidos se hubiesen apagado durante mucho tiempo. Trevor abrió los ojos, tocándose con las luces de neón rojas. Estaban en un prostíbulo, noqueado levemente de sus sentidos vio un vaso con su trago al lado. Le dio unos sorbos antes de ver que a su lado Adam seguía con el teléfono. Platicando con alguien.
Iba a conseguirse a una mujer en el lugar. Hasta que vio que el nombre del contacto con quien hablaba Adam, no era otro que Nan Whalker. El chico con quien se quería acostar. En cuanto vio ese número se le acercó a Adam enseguida.

—¡Es Nan! ¡¿Cómo tienes su teléfono?! ¡Llevó queriendo cogerme su linda carita desde hace tiempo! ¿Será el mismo? — Antes de que el confundido Adam le pudiera contestar. Trevor le quitó el teléfono de las manos y busco su foto de perfil.
 
¡Oye! ¡Es mi teléfono y es mi Nan! ¡Yo lo vi primero!— Le grito furioso mientras intentaba alcanzar el brazo de Trevor. Pero era sumamente difícil tomando en cuenta que le superaba en altura y fuerza. 

Y cuando Trevor vio el rostro de perfil supo que tenía razón. Era el mismo Nan. Rápidamente comenzó a guardar el número.

—¡Ni se te ocurra Trevor! ¡Nan ya tiene perro que le ladre y ese soy yo! 

—¡Ja! ¡En cuanto le comience a coquetear caerá en mis brazos y de piernas abiertas! — Le burló Trevor mientras le daba un empujón.

—¡Él no te hará caso! ¡No si yo estoy aquí! 

—¡¿ASÍ IDIOTA?! ¿Quieres comprobarlo? — Le pregunto

MacBulterry mientras Adam le daba una cachetada.

—¡Lo que quieras imbécil! ¡El culo de Nan será mío antes! 

— ¡Venga inténtalo! ¡Muy bien tarado! ¡El primero en cogerse a Nan antes gana! 

—¡Ja! ¡Te subo el reto Rafael! ¡Tenemos que cogerlo en su departamento! ¡¿Te atreves o te abres las nalgas?! Además, yo ya he estado en su casa. — Le presumió Adam y

Rafael chasqueo los dientes molesto.

— ¡Acepto imbécil! ¡Es una apuesta!
.
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Continuará...

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