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Capítulo 5: Hola guapo. ¿Vienes aquí a menudo?

Trevor salió cabreado de su oficina, de buenas a primeras tomo una pequeña taza que le pertenecía a su asistente y la mando a volar estrellándola contra una pared, haciéndola añicos con su fuerza, exaltando a todos los secretarios y asistentes del edificio quienes en cuanto vieron como estaba de agresivo ese día bajaron la cabeza de vuelta a sus asuntos. Trevor enojado era alguien difícil de tratar y su pobre asistente siempre pagaba los platos rotos.

Buscaba con su vista a su asistente, entro por la puerta contigua de la oficina que tenía escrito el nombre de su asistente "Jacobo Darrow". Cuando entro, el muchacho de menor estatura levanto su vista, su secretario de ojos negros y cabellos por igual que se exalto al verlo y se levantó de su silla.

— ¿Es que acaso ese idiota no se digna a marcar?

Jacobo tecleaba revisando nuevamente el registro de llamadas a su teléfono, nada, ninguna llamada de Mac Pitbull, ni fax, ni correos, ni de su contestadora, nada.

—Escúcheme señor Rafael, ya le marcamos y hemos dejado recados. Pero su respuesta es siempre la misma, simplemente rechazaron la oferta y nosotros no podemos hacer nada por ello.

— ¿Tienes idea de lo que eso significa Darrow?

—No señor...

— ¿Entonces porque carajos estás trabajando aquí?, ¿Para eso entraste? ¿Sin saber un carajo de la enorme cantidad de dinero que ni en toda tu vida tendrías la oportunidad de pagar?

—No, yo no..

Susurra por lo bajo el pobre Jacobo intentando excusarse ante su ignorancia, por eso nadie quería ser el asistente de Trevor. Siempre denigra y trata del asco a todos por igual, su rango en la empresa y poder lo volvía un cretino de cuidado. Y Jacobo era demasiado tímido para decir algo.

— ¡No te escucho!, ¿Acaso se te fue la voz?

—Perdone señor Rafael...

— Estoy rodeado de incompetentes.

En ese punto Trevor ya estaba insultando directamente al pobre muchacho, era uno de sus métodos anti estrés. Trevor se fue de la oficina con una reprimenda a la moral del pobre Jacobo quien se veía obligado a quedarse callado y volverse a sentar en su cubículo intentando volver a llamar a la secretaria de Adam. Esta vez sí le contestaron la llamada.

— ¿Buenas tardes? ¡Habla el asistente del señor Trevor Rafael!, ¡Necesito comunicarme urgentemente con el señor Adam Mathews!

Camila estaba de mal humor esa mañana, pero se veía que no podía seguir evitando el enfrentamiento entre esos dos perros.

— ¡Por supuesto, comunique en llamada abierta al señor Trevor! ¡Le pondré en contacto directo!

Jacobo mando a decirle a Trevor que en la línea se encontraba al fin Mac Pitbull.

En cuanto ambos levantaron el teléfono empezó la pelea, todos los empleados de ambas empresas guardaron silencio para escuchar a los perros ladrar.

— ¿Dónde diablos has estado Adam?

Abrió cancha Mac Bulterry empezando la pelea.

— ¿Se te perdió algo? ¿Tal vez el estúpido contrato cuyo principal motivo era joderme?

Sentencio Adam con tono condescendiente en su voz.

— ¡Oh por favor no digas estupideces!, ¿Vas a terminar una fusión cuyos valores monetarios son millones en juego?

— ¡Pues que me los cobren! ¡A diferencia tuya yo no soy un pobretón que le bajan el sueldo cada que quieren! ¡Si te sirve de algo utilizar la mitad del contrato para limpiar tus lloriqueos! ¡El resto pásatelos por donde te entren!

Pequeños murmullos se escuchaban cuando oían ambas partes gritar de ira, era un entretenimiento y alivio tanto como para Camila como para Jacobo.

— ¡O por el culo mejor!

Le contesto Adam.

— ¡Oh! ¡Conque esas tenemos niñito de papi! ¡Que no se te olvide que solo eres un pequeño bastardito que posee un trabajo solo por su apellido! ¡No te creas Adam, tu suerte no durara mucho! ¡Voy a hundirte y cuando menos lo veas venir estarás mendigando en la calle! ¡Después de todo a muchos les seguirás dando el culo! ¡Como la puta que eres!

Espeto Mac Bulterry.

— ¡Seré una puta pero no tu puta! — Le grito el rubio — ¿Por qué no dejas de estorbar en los grandes mercados y te retiras de una vez? Todos sabemos que no has tenido buena racha últimamente. ¡Te estas oxidando Trevor!

— Los mocosos adinerados como tú no duran mucho tiempo, así de rápidos son ascendentes en sus carreras por usar su culo y así de rápidas —Dijo chasqueando sus dedos — Se terminan. ¡Por cierto dile a tu madre que deje de llamarme, esa anciana decrepita pide que la asista a gritos! ¡Incluso me pregunto si no quería ser tu nuevo papi!

Mac Pitbull gruñe fieramente sobre el teléfono para después colgar con furia.

— ¡Y una mierda!

Insulto cual niño pequeño viéndose obligado a solo encontrar los insultos como única vía de escape, colgó furtivamente y Trevor dio una pequeña sonrisa después de escuchar el insulto. Y colgó con un dejo de felicidad con el dedo medio.

Pero no quitaba que le bajarán su sueldo por perder semejante infusión, y solo porque Trevor es vicepresidente de la empresa Ellenslltrenton es el motivo por el que seguirá trabajando ahí.

La amargura después de la regañada que le dio su jefe fue tan fuerte que no se comparaba con saber que todavía tenía un día ocupado. Decide a tan solo unas horas de la tarde irse del trabajo. Al carajo, para eso estaba el idiota de Darrow. Que sirva de algo. Su teléfono sonó dándole nada de tiempo para respirar.

Contesto.

— ¿Qué ocurre ahora Devon?

La voz de la otra línea se oía más joven.

— Trevor, necesito que vengas para acá. Necesitas ver estos números con tus propios ojos.

Rafael se apretó las cienes, estaba estresado.

— Está bien, llegare en hora y media.

Le colgó momentos después, y se fue al estacionamiento de donde trabaja para tomar su Mercedes clase CLS, arranco el motor y se fue con rumbo a Bronx.

Tuvo que dejar su auto en una casa de la zona norte, después de todo era de su propiedad, una casa pintoresca donde pasa debes en cuando sus resacas, la cual era cuidada por dos sirvientas, compro esa casa de dos pisos, amueblada y de tono hogareño en los suburbios, era más sencillo ir para ir a tratar negocios del tráfico de droga con algunos capos y de lavado de dinero. Le quedaba más cerca. Dejo su auto y tomo en el mismo garaje un Tsuru al que lo había disfrazado como uno viejo, oxidado y de color morado, el cual ahuyenta delincuentes de atractivo. Podía pagar esa precaución.

Se quitó el traje y se tuvo que poner ropas un tanto holgadas y sin color cuyo negro se escoraría como si fuera gris en vez de negro. Una ropa muy vieja por igual, solía usarla cuando era estudiante. Una capucha para su rostro pero sin mangas, él ya tenía su método para pasar desapercibido por el barrio bajo al que iría por la tarde, el chaleco y capucha sin mangas deja ver todos sus tatuajes, una señal invisible de por ahí que muchos de los traficantes de droga le conocen.

Lo pueden diferenciar de un simple muchacho normal, ya que sus tatuajes son muy característicos, la imagen de su tatuaje en su ante brazo derecho que dic. "Born in hell". Lo diferencia de los que venden marihuana o metanfetamina, a reconocer que es Mac Bulterry, y que seguro tiene negocios que atender en los barrios bajos que no puede dejar pasar y cuestan millones. Dejo todas sus cosas de valor, y del garaje saco un teléfono viejo, tan viejo que hace diez años lo tiene. Si, así de viejo, pero perfecto para ir por esa zona. ¿Quién demonios se robaría esa chatarra? De todas maneras Trevor no es alguien débil.

Trevor creció en los barrios bajos de Nueva Jersey. En toda la extensión de la palabra los músculos de Trevor no son para lucir una cara bonita o de adorno. Sabe pelear, y se lo dejo en claro a unos idiotas con cuchillo que lo intentaron atacar. Mientras ellos después quisieron sacar armas, Mac Bulterry ya les había disparado a dos en los hombros, uno en el cuello y un tiro limpio que dejo a uno de esos asaltantes sin poder volver a usar una pierna. En otra ocasión se agarró a puñetazos con un mocoso que estaba molestando a Devon, su compinche. Le tiro dos dientes frontales, una muela y lo dejo en la calle tirado para después escupirle en la cara mientras se desangraba en el piso.

Alguien debe advertirles a todos los nuevos vendedores de droga que si tienen las pelotas de meterse con el perro Mac Bulterry. Tienen que saber que fue campeón de boxeo a nivel estatal. Que si juegan cartas con Trevor deben saber que se ganó trescientos mil dólares en un juego de póker contra un sabelotodo en el barrio sur que lo reto y setecientos mil en un casino en las Vegas Nevada en juegos de azar.

Que si te metes con Devon O'Neill, su pequeño y escualito conocido solo para fastidiarlo. Da por hecho que te hará la vida miserable, ya sea metiéndote a la cárcel o reventándote la cara con los puños o por tiros en la cabeza o filtrando fotos comprometedoras tuyas que se sacara de la manga.

Y que te dejara en claro que por supuesto sabe manejar armas de varios calibres. Que sabe clasificar las drogas de buena y baja calidad. Porque su gusto es muy fino y exquisito. Y que cuides a tus hermanas y a tu mami, ya que Trevor está dispuesto a ser tu nuevo cuñado o tu nuevo papi solo para fastidiar.

Oh si, nuestro Trevor es un perro de pelea todo terreno.

Llego al barrio sur de Bronx. O mejor conocido como South Bronx, todos los delincuentes de por ahí o la gran mayoría ya sabían quién era. Y sabían que tienen que bajar la cabeza, no meterse con él, y cerrarla boca o Rafael te la cerrara a ti de tres puñetazos.

Cuando avanzo por la zona Huntspoint ya sabía que estaba en zona peligrosa por ahí. Estaciono en medio de una zona cuyos departamentos por suerte tenían estacionamiento, se estaciono dentro y solo fue recibido por miradas que le veían los bolsillos. Trevor había encendido un cigarro, podía escuchar en frente de la calle de los departamentos Gingeral música, "Here we go again- $uicideBoy$". Cuando entro por la zona de garaje fue directo a la parte de los sótanos de los departamentos. Bajo y saco un juego de llaves propias.

Entro por el lugar siempre procuraba encender las luces. ¿Por qué?

Bueno, a Devon le gusta trabajar a oscuras.

Y cuando encendió la luz se encontró con un antisocial que odia la luz, un quejido salió de los labios del muchacho con gorra que tenía a medio morder una pizza sobre su rostro. Cuando Trevor se acercó para quitarle la rebanada de pizza de la cara se encontró con un rostro con lagañas, escurrimiento de nariz, baba saliendo de sus labios y lo que le hizo sentir asco a Mac Bulterry.

— ¡Qué asco! ¿Es una pizza con piña?

Devon O'Neill. Un chico de dieciocho, un muchacho hábil en la computadora que se graduó de la universidad a sus dieciséis. Consiguió hackear más de una cuenta bancaria, falsificar huellas, personas, documentos, Devon se hizo famoso por ser un hábil falsificador, en desviar investigaciones policiacas y poner pistas falsas. Lamentablemente Devon ha tenido malas experiencias en sus días de escuela para querer trabajar con muchas personas. Ni siquiera Trevor se ha ganado la confianza del todo de ese chico.

Un muchacho de estatura promedio, jodidamente blanco por no salir al sol casi nunca, de cabellos lacios y nada ordenados de color negro y ojos verdes. Quien se había aliado con Trevor para lavar todos los trapos sucios que dejara Rafael. Aunque Devon fuera un mocoso, no quitaba que era bastante hábil para brindarle todo lo que Trevor le pida. Por lo menos ambos se llevaban bien. Devon será un cascarrabias delgaducho, adicto a la comida chatarra, pero por lo menos es eficiente.

Despertó dándole palmadas en la cara al pelinegro, tuvo que esperar a que el nuevamente abriera los ojos, se levantó mientras se tallaba las ojeras debajo de sus ojos. Bostezo y le señalo a Trevor las apuestas ilegales hasta el momento en su máquina.

— Eso es con respecto a tus ganancias Rafa. — le señalo Devon y después saco una hoja con otros papeles y la tarjeta de Nan Whalker. — Y esto es con respecto al tipo que te quieres tirar.

Le señalo la foto de Nan. Trevor se mostró más interesado en lo último. En saber quién era aquel chico de cabello y bufanda roja. Justo como la inocente caperucita roja. Antes de ser cazada y devorada por el lobo feroz. Como lo era Trevor.

Devon era quien le conseguía toda la información necesaria para conocer a las personas con las que Mac Bulterry desee conquistar. Logro conseguir la dirección de los lugares que suele frecuentar. Sonrió mientras encendía un cigarro y suspiraba el humo al aire lentamente.

— Ya sabes Trevor. No soy nadie para juzgar con quien estas y eso. Pero... ese tipo es mayor que tú. ¿Crees que busque algo de una noche?

— No pareciera que tenga más de treinta años. Un nuevo reto.

Dijo por lo bajo Rafael viendo la foto de Nan. ¿Un hombre levemente mayor que Trevor? Nada mal. La edad perfecta para tener aventuras.

La Fargue Talbot seguía firmemente triste. Mientras ahora atendía el mostrador en la caja registradora en el café restaurante llamado "Etolie" Ubicado en la avenida principal. En la gran manzana. No por lo que ocurrió con Trevor. Ya acepto que hay veces en que no puedes hacer nada más que no meterte en problemas. O eso quería pensar Talbot. Ese día tenía que trabajar en la cafetería de su tío. No le gustaba mucho, en primer lugar. Porque no le gusta el café, le gusta el aroma. Más no su sabor.

Cuando un nuevo cliente llego al mostrador tuvo que volver a sonreír para atender.

— ¡Hola! ¡Bienvenido a Etoile! ¿Qué se va a ordenar?

Nan permaneció unos momentos indeciso viendo el menú en alto. Veía cual sería un buen almuerzo para Sam. No le pregunto qué quería comer y su descanso no dudaría mucho si no se apuraba.

— Este... ¡Serian dos emparedados! Uno con pollo y parmesano. Pan de centeno, con lechuga y tomate. El otro seria de BBQ y tocino con pan de ajonjolí. ¡Y dos mokas frappe, para llevar porfavor!— Pidió Nan y La Fargue le miro unos momentos. Ahí delante de él estaba justamente Nan. Quien le miro unos momentos de vuelta. — Tal vez no se sepa quién soy yo — Pensaba Talbot.

— ¡Oh! ¡Yo te conozco! — Nan era bueno para reconocer rostros. — Eres... ¡El chico del bar! — Los clientes voltearon a verlo. — Eres... ¡Espera no me digas!... ¡La Fargue! ¿No es así? — Le pregunto.

— Si... No pensé que me reconocería — Rio. Por lo general nadie recordaba su nombre, ni de broma. ¿Cómo hablarle al tipo que sabe ayudo para que lo encontraran? Pero tal parecía que Whalker no tenía idea sobre lo que se le viene encima.

— ¡Oh! ¿También trabajas aquí? ¿Acaso a tu bar también le pertenece esta cafetería? Yo siempre vengo a comer aquí y nunca te había visto — Talbot anoto el pedido de Nan.

— Bueno, en realidad este restaurante es de mí tío. Simplemente estoy supliendo un puesto. Ya sabe — Le contesto Talbot. Se dio la vuelta unos momentos para entregar la orden al cocinero y después siguió conversando con Nan.

— ¡Eres bastante hábil en ese caso!

Talbot sonrió — ¡No es para tanto! Solo es mientras curso la Universidad de Fordham — Aunque no quisiera demostrarlo. Talbot presumía sobre su universidad.

— ¡Y encima estudias en Fordham! Espero te vaya bien.

— Muchas gracias... eres amable — La Fargue ahora se arrepiente más que nunca por dejarse ser chantajeado por Trevor. ¿En verdad Trevor le haría algo así Nan? Por dios mírenlo. Es como si la luz y la oscuridad se aproximaran a partes iguales.

Cuando salió con el pedido en sus manos Nan revisaba su teléfono. Tenía dos mensajes de Sam que le avisaba que había ciertos documentos que revisar mientras pudieran. Tenían mucho trabajo y poco tiempo disponible. Trabajo, trabajo, trabajo. Sería más piadoso que le pegaran un tiro a Nan en la cabeza a que le dé una migraña por quinta vez esa semana.

Se tenía que apurar lo más que pudiera. Lo suficiente para que lograra chocar con Trevor, quien iba de camino justamente a buscarlo.

No fue una caída "casual" y mucho menos "linda"

Nan se le fue encima, rodando sobre él. Arrojándole los cafés a toda su ropa de marca. Le metió un golpe con su pie en el costado de su costilla. Los emparedados le cayeron en la ropa y esa mancha de salsa jamás se iría. Se dio un cabezazo con él. Y no conforme todavía se dio el lujo de darle codazos en los costados a Trevor para irse de lado y ponerse de pie.

Trevor se enderezo quitándose de encima de un fuerte manotazo la comida regada sobre su ropa. Nan se levantó preocupado por Rafael mientras le ayudaba a ponerse de pie. Disculpándose.

— ¡Perdón! ¡Perdón! ¡No fue apropósito!

Trevor simplemente opto por dejar que lo levantara, pero cuando intento comenzar a limpiarlo se enojó mucho. Odiaba que lo tocaran, lo intento limpiar hasta que momentos después se detuvo, mirando detenidamente el rostro de Trevor.

Esos ojos azules, ese cuerpo de modelo y esa altura imponente. La sonrisa de Trevor se hizo presente cuando noto el sonrojo en las mejillas de Nan. ¿Era obvio no?

¿Quién en su sano juicio se daría el lujo de olvidar una caricia de Rafael?

La respuesta es nadie. Incluso ebrio.

— Oh... Pe... perdone. No fue mi intención ensuciarle un traje tan caro.

Le explico Nan. Trevor se confundió de manera abismal en ese momento.

— ¿Qué?

Pregunto Rafael.

Exacto. ¿Qué diablos? ¿Acaso no sabía quién era? ¡Hola! ¡El tipo con quien te besaste descaradamente en el bar aquella noche!

— ¿Es un De la Renta verdad? ¡Cuanto lo siento! Su traje no saldrá de esta mancha de BBQ.

Trevor se limpió la corbata cubierta por salsa y suspiro. ¿Así que no lo recordaba? ¿Entonces porque se sonrojo?

— ¡Qué vergüenza! ¡Ni siquiera me fije por donde iba! ¡Le pido disculpas otra vez!

Muy bien, misterio resuelto. Trevor simplemente sonrió con molestia. Este tipo no actuaba tan tímido cuando no está borracho ¿Verdad?

Porque tal pareciera que Nan era alguien más extrovertido que nada. No tímido ni sumiso como en el bar. Tal parece que Nan sufre un cambio radical del estado de sobrio a ebrio.

Rafael no se creía que le interesara alguien tan extraño como Nan. Pero da igual, quiere llegar a la cama con él. Eso no era un impedimento para lograr seducir al pelirrojo que tiene en frente suyo.

¿Verdad?

— Descuida. Yo también tengo parte de la culpa. No te preocupes por el traje. Fue un accidente — Trevor se sacudió con la corbata y se limpió los restos de la mancha en su rostro.

Y aunque no quisiera admitirlo, le molestaba ver que Nan a lo mucho se manchó las manos. Su ropa estaba intacta, nada, ni una pequeña salpicadura de comida. Es como si un duendecito de buena suerte beneficiara al pelirrojo desde a Mac Pitbull hasta Mac Bulterry.

— Perdone. ¡En verdad no fue mi intención! ¡Hare cualquier cosa para compensarlo!

Volvió a decir Whalker. Por suerte para Trevor su auto no quedaba muy lejos. Tendría tiempo de ir a cambiarse antes de la junta que tiene en las próximas dos horas. Pero le tendría que decir adiós a su descanso.

Pero por otro lado...

— ¿Cualquier cosa?

Le pregunto con tono pícaro. Con un dejo de malicia en sus ojos. Tal vez Trevor no tuvo tan mala suerte como lo parecía. Solo le costó perder un traje de mil dólares.

.

.

Continuara.

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