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Capítulo 4: Nadie tiene porque saberlo ¿No?

El bar estaba casi vacío, no porque no tuvieran los clientes abundantes de siempre, sino porque nuevamente ese magnate de los negocios Mac Bulterry alquilo el bar para toda la noche. Gestos excelsamente impresionantes que nuestro buen barn siempre tiene que lidiar al servir los tragos. No era la primera vez que alquilaba el lugar para tener una orgia colectiva, no solo ese magnate, muchos más también ya tienen apartado esos lugares.

La última vez nuestro buen barn tuvo que darle una llave de una habitación y se llevó una reprimenda de su jefe por hacer eso. El servidor de tragos y encargado del barn era un muchacho joven. Quien sabe cuál será su edad.

En su gafete dice que su llama "La Fargue Talbot"

Un nombre un tanto extravagante y que nadie pensaría que es un nombre. Pero La Fargue ya está acostumbrado que los idiotas borrachos se mofen de él cuando quieran.

Pero no le molesta que le descontaran el sueldo, ¿Por qué? Bueno, pueden llamarlo intuición, pero esa noche cuando vio como Trevor llevaba cargando a Nan en brazos sabía que había gato encerrado. El abogado solo había tomado algunas copas, pero ni de lejos se veía familiarizado con acostarse con desconocidos, y también pueden decir que nuestro buen Talbot era un simple mirón, pero cuando vio como Trevor se le insinuó de manera tan descarada le hizo enojar.

Odiaba ver como alguien se aprovechaba del estado de ebriedad de alguien, era la moralidad de La Fargue calando en lo profundo de su culpa. Que llegara el compañero de Nan en ese momento fue la excusa perfecta para realizar su obra buena del día.

La gente como Trevor le desagradaba a niveles celestiales, no podía creer que alguien se creyera tan poderoso como para atreverse a creer que tienen derecho sobre cualquier persona. Tal vez él sea solo aquel que sirve los tragos, pero tenía sentimientos y una moral que no quebrantara por el capricho de los poderosos.

Cuando conoció al buen Nan simplemente le dijeron que le sirviera piña colada, así de inexperto lo creía. Pero no, simplemente era un hombre que pasaba un tiempo con sus compañeros de trabajo, lo normal, lo sano. Simplemente sabe que es un abogado y que su nombre es Nan Whalker. Leyó su tarjeta de presentación ya que se la dio amablemente.

Nuevamente Trevor llego a retarlo a la cara mientras su sombra se cierne sobre él. Odiaba que lo viera desde arriba con superioridad, pero tenía que aguatar, dentro de unos años dejaría de trabajar en ese bar. Esa vez Trevor parecía más interesado de lo normal en su persona, simplemente era el chico que servía los tragos ¿Qué quería de él?

¿Se le ofrece algo señor? ¿Qué gusta de tomar?

Le pregunto La Fargue amablemente, pero Trevor simplemente permanecía mirándolo, saco de su traje hecho a la medida una cajetilla de puros. Lo encendió con un mechero con cadenilla amarrada a su bolsillo, fuma su puro y un aroma severo de chocolate. Si no fuera porque es un puro el aroma provocaba comértelo. Cuando dejo ir el humo de lado de sus labios envió el humo al rostro de Talbot, este tose secamente intentando mantener la compostura.

—No te hagas el idiota, lamentablemente para ti vi las cámaras de tu bar. Y pude ver cómo le dabas las llaves de mi habitación con mi pareja, ¿Quién te dijo que podías hacer semejante estupidez?

—¿A qué quiere llegar señor?

—Hacerte el desentendido no te ayudara, vi las cámaras, tal parece que te dio su tarjeta, dámela.

Trevor no quería desaprovechar otra oportunidad de cogerse a ese chico, ¿Por qué? Simple, nadie puede dejar con las ganas de más a Trevor.

La duda surco la mente de Trevor y quería regodearse en ver donde conoció al chico cuyos suaves besos quedaron en su piel y sus recuerdos. Y planeaba volver a encontrarse con el chico.

Talbot esta asqueado a más no poder, ¿Cómo ese tipo podía ser tan terco? Y era obvio que estaba dispuesto a conseguirlo, era un sentimiento de superioridad nada más nada menos.

—Mire señor, no creo que eso sea apropiado.

—Me importa un carajo lo que tú creas, es obvio que aun la tienes, dámela.

—Esa persona es tranquila, entienda. Consígase a otra persona.

Rafael ríe con burla, con asco también.

—No creo que sea prudente que no me hagas caso, no pensaba que desearas irte tan rápido de este bar.

—¿Me amenaza?

—¿Cómo podría? Simplemente soy un hombre de negocios.

Talbot traga saliva, no podía perder ese trabajo, la paga era de las mejores que te podía dar un bar en todo Nueva York y el necesitaba seguir pagando sus estudios y más que eso.

El chico no podía ser un buen samaritano si alguien como Trevor está presente, que Nan lo disculpe pero tendría que entregar la tarjeta, saco su cartera y ahí tenía guardada la tarjeta. Se la entrego y Trevor la tomo de buena gana con una sonrisa socarrona.

—Gracias por tu cooperación.

Trevor se retira y el muchacho se siente repugnante, sabía que hombres como Trevor simplemente buscan placer. Contribuyo obligado de una u otra manera para que alguien se aproveche de una persona.

En privado Mac Bulterry vio la tarjeta que estaba constituida por lo que quería.

" Nan Whalker

Secretario de mesa.

Numero de contacto: 0036 xxx xxx."

"Perfecto"

Luego organizaría quedar con ese hombre, por el momento tenía que seguir con su reunión privada, tenía que esperar la llegada del tarado de Adam, brindarían la futura infusión de ambas compañías y Mac Bulterry ya se veía la cara que pondría Adam después de ver le había tomado el pelo.

.

Adam tragaba saliva nervioso al ver que no podía seguirle el paso a la conversación al buen Whalker.

—Digo no es que me moleste el hecho de que aquí en Nueva York no esté litigando Adam. Entiendo que te parezca buena idea contratarme como abogado privado, lo agradezco. Es muy amable de tu parte y... —Mathews permanecía callado y no creyendo que ese hombre le estuviera rechazando una oferta jugosa de trabajo, le pagaría treinta mil dólares por su tiempo. Pero en realidad le quería pagar treinta mil dólares por que lo dejara tener una cita. —Pero me gusta mi trabajo actual.

—¿No es mejor forjarte de tu propio despacho? Tengo buenas reseñas de usted Señor Whalker, no me sorprende habérmelo topado.

Adam quería convencer a Nan, explicarle que su trabajo no esta tan bien pagado y podría permitirle un mejor salario por mucho.

El pelirrojo de profundos ojos suelta una sonrisa tímida y nerviosa.

—Pero me gusta, no digo que no tenga conocimiento en ser un abogado financiero. Mi trabajo acredita tener conocimiento general en ello y no puedo equivocarme en nada de ello. Pero nunca pensé que conocería alguien que...deseara contratarme como abogado privado.

"Quiero que más bien me hagas un privado" Pensaba para sí mismo Adam, no está muy acostumbrado que alguien como Nan lo rechace. Era solo un maldito trabajo de oficina al final y al cabo carajo. ¿Qué tenía ese miserable trabajo que él no pudiera darle?

—Aunque claro, no quita el hecho de que cuando necesites hacer cualquier movimiento legal no puedas llamarme para que te represente. Pero un trabajo permanente ya lo tengo, de todas maneras agradezco tu ofrecimiento.

Ya veo, bueno. Entonces cuando tenga algún problema no dudare en hablarte.

Nan le retira el plato de la cena, amablemente le invito a cenar y platicar con él. Adam lleva media hora intentando ver como citar al buen hombre, pero no logra encontrar nada que le permita insinuársele. El chico de ojos azules era muy tímido, no le daba ningún lugar para que entienda que quiere algo con él.

—Aunque dudo que llegues a tener algún problema.

—Ojala fuera así....

Cuando Adam dijo aquello ya tenía planeado como entrar en terreno de conquista, y lo haría por el medio más bajo y descarado posible. La lastima.

—¿Por qué lo dices?

—Bueno, no quisiera agobiarte con mis problemas de imagen, es... más bien un problema de tolerancia.

—Tolerancia..., te refieres a...¿preferencia?

—Espero eso no te moleste en verdad, ya que...últimamente he recibido amenazas de otros magnates de negocios, todos juzgándome por gustar de otros hombres.

—Eso no tiene perdón, ¿Le amenazan por solo gustar de otros hombres?

—Mire, lo entiendo, son parte de los negocios, a los ojos de otros tengo que fingir ser "normal". En realidad es porque gusto tanto de hombres y mujeres, se me considera una persona promiscua y eso me vale de "] escándalos". Ya sabrá que las personas intolerantes extremistas aún siguen presentes.

—Adam, te puedo decir que en verdad ....en verdad se cómo se siente ese tipo de presión. Saber que todos te juzguen y te tachen de maricon o depravado.

Adam cuando escucha esas palabras sabe que la tiene hecha.

—Nan, ¿Acaso tú?

Deja que la duda surque pero se puede dar una pequeña idea.

—Yo... lo entiendo, y no tengo miedo de decirlo. He aprendido a aceptarlo.

Aunque ninguno de los dos quiera reconocerlo, hablar abiertamente sin miedo a que te reprochen es un alivio precioso. Muy necesario muchas veces por más fuerte que seas, aunque el mundo laboral no lo diga, siempre tendrán un ojo en ti aunque no lo quieras.

—Gracias por decírmelo, lo aprecio mucho.

Nan sonríe tímidamente, al ver que le sonríe de vuelta. Sus nervios están hechos un caos, pero se siente feliz de que alguien se sienta menos inseguro ya que el también paso por esa etapa en su debido momento.

—Bueno, en verdad no sé si eso le importe, pero no es noticia que sigan existiendo esos problemas. Adam, no dudes en que te ayudaría, tómalo como un sentimiento de compañerismo.

"¡CON UN DEMONIO!" Pensaba para sí mismo Adam al oír la última frase de las palabras de Nan, bueno no todo está perdido aún hay una pequeña probabilidad de poder tener algo con ese hombre, o eso espera.

—Adam, disculpa que te pregunte esto ya que no te conozco de mucho. Solo es simple curiosidad no tienes por qué decirme si no quieres.

—¿Eh?

"Claro nene, pregúntame lo que quieras" Mathews mentalmente está recibiendo un posible colapso.

—Mire sé que no nos conocemos de mucho, y en realidad no encuentro nada de malo en decirlo, pero pienso que usted no debería dejar que nadie le diga nada sobre su persona y gustos. ¿Por qué no se lo dice a sus amigos? La verdad tratar estos temas y represiones es más sencillo en compañía de su familia o círculo de amigos.

Eso fue denigrante, Adam casi quería soltarlo un repentino puñetazo a Nan. Odiaba que le dijeran ese tipo de estupideces, lamentablemente ese era un punto bajo que tocan en la sanidad de Adam.

Adam no tiene un solo amigo, claro, muchos amantes, pero ningún novio o novia y tampoco un amigo. La única persona que tiene en su mente es el bastardo descarado de Trevor. Quien irónicamente es el único que siempre sabe lo que le pasa, y también el único con el que podría decirse tiene una enemistad. Nan mira como el rubio se hace de lado y agacha su rostro. Ahora quería irse, irse lejos de la humillación que estaba sintiendo internamente.

—Yo...no.

Nan enseguida se cubre la boca viendo como reacciono el otro.

—¡Oh! Discúlpame no quería decirte nada malo ni nada que te ofendiera.

Adam se aparta de la mirada sin ninguna gana de siquiera volver a mirar al otro a la cara. Nan permanece en silencio y se arrepiente enormemente de decir algo indebido sin quererlo. El sentimiento de culpa surca su mente. Lo único que le queda es disculparse.

—Lo siento si dije algo indebido Adam.

—No, no importa. No es novedad que no pueda tener amigos, no con mi estilo de vida. No con... no con quien soy.

—Adam, no te menos precies.

¿Por qué mentir y negar cuando en verdad quiere recordar? Claro, Adam tuvo amigos, los tuvo. Pero cuando dijo quién era en verdad se dio cuenta de que nunca tuvo amigos. No, no quiere recordar, no lo vale. Ya no lo vale. Aquellos que consideraba sus amigos lo humillaron, de todas las maneras posibles, desde dentro como desde fuera. Adam era más sentimental de lo que quería aparentar, intenta reprimirse, quiere negar que alguna vez tuvo eso que llaman "amigos".

Si, Mac Pitubull es basura, fue basura y será basura. Eso era lo que todos le decían siempre. Pero el dolor permanece y se queda clavado dolorosamente en sus recuerdos. No quiere recordar, han sido años de esfuerzo para que un simple desconocido como Nan le diga que no es así.

—Adam....

Repentinamente la situación ha quedado invertida, el confort llega con una suave mano en su hombro, el rubio le mira sorprendido por el contacto repentino.

Nan nunca fue bueno en dar consuelo pero eso no quería decir que no lo intentara y no fuera bueno escuchando.

—Estoy bien, es solo que.... A veces considero que es mejor estar solo que mal acompañado. Todos son simples sanguijuelas que quieren mi dinero la gran mayoría del tiempo...

Adam tenía un pesimismo poderoso, consideraba que eso era lo mejor para él.

—Entiendo que quieres decir, pero no todas las compañías son malas, también abra muchas que valgan la pena.

—¿Y dónde las encontraría?

—Bueno aquí tienes una.

Nan en ese momento se señaló así mismo con una determinación en su mirada que no se esperaba ver su acompañante. Adam se endereza y le mira seriamente.

—Estas...¿Hablando en serio?

—Hablo muy en serio Adam, claro si lo deseas no te obligo a nada que tu no quieras. Pero ¿Por qué no? No tiene nada de malo intentarlo, veo que eres una persona interesante. Me gustaría conocerte. ¡Siempre he considerado la casualidad como un nuevo horizonte!

Adam le sonríe y deja que sus ojos se crucen con los de Nan.

—Gracias....

.

Al día siguiente que se fue del departamento de Nan su auto fue a recogerlo a primera hora, le dio amablemente su número de teléfono y le invito a comer en un restaurante no muy lejano, Decel's. Era el lugar preferido de la mayoría y el más apropiado para charlar en un ambiente relajado y pasar un rato agradable. Aunque ahora tenía agendada una cita con el chico de ojos azules.

Cuando se fue de los departamentos se despidió de Nan con una sonrisa y con el brazo levantado.

A su lado estaba Camila, quien le veía con notorio enojo.

Hubo unos minutos de silencio mientras el auto avanzaba hasta su departamento, después de los labios de Adam se formó una sonrisa burlona y llena de depravación.

Levanto su teléfono con el número de Nan anotado y lo volvió a guardar.

—Sabía que lo conseguirías de una u otra manera, maldito chantajeador. ¿le hiciste a la chillona?

Camila lo conocía y sabía perfectamente que trucos tan bajos llegaba a utilizar su jefe con tal de acostarse con alguien.

—Te lo dije, entre más me digas que no puedo conseguirlo más me esforzare. Tengo una cita con el de hecho, es este domingo por la tarde.

Camila suspira preocupada, pobre Nan. No tenía idea de que lidiaba con uno de los perros de Nueva York.

.

Cuando Nan le platico lo sucedido a Sam después de almorzar, este casi se ahogaba con una botella de agua que tenía.

—¿En serio hiciste eso?

—Me ofrezco a conocerlo y ser su amigo, no creo que tenga algo de malo. Tal vez lleguemos a ser buenos amigos.

—Mira Nan, es obvio que sabes que me gustas. ¿No es así?

—¿Qué tiene que ver? No tiene nada de malo querer ayudar a una persona solitaria cuando lo necesita, la vida de un oficinista se volverá solitaria si deja de platicar con alguien apropiadamente.

—Quiero decir que me preocupo por ti, pero tú y yo sabemos perfectamente que no puedes intentar ayudar a todo el que se te cruce en el camino. ¡Eso te hace daño, sabes mejor que nadie que no puedes intentar salvar a todo el mundo!

—Lo sé Sam.

—Entonces no me preocupes, deja de aceptar darle tu número a extraños para brindar apoyo emocional, la semana pasada se lo diste a un chico que se había caído en una alcantarilla abierta.

Nan rio con ese pensamiento, se lo estaba echando en cara.

—Eso fue porque le di mi tarjeta, es normal.

—No es normal, deja de querer ayudar a todo el mundo. El otro día se lo diste al gay de ese bar al que fuimos ¡Y solo porque se sentía despechado porque su pareja lo engaño! ¡Y termino mandándote fotos desnudo y mandando ramos de flores aquí al trabajo!

El pelirrojo finge demencia.

—¿Disculpa, me podrían dar unos postres de vainilla?

Pidió el chico con una sonrisa mientras Sam no quería que le evitara que esa vez sí que fue un error estúpido. Incluso Nan no quiere admitir que en efecto eso fue estúpido.

—¡Y ni se diga de Yolanda la del otro juzgado! ¡La maldita se aprovechó a que la llevaras y la trajeras durante un mes en tu auto! ¡Solo te lo pidió y listo! Ya eras su chofer privado.

—¡Bueno, lo pidió por favor...!– Comento entre pequeñas risas mientras esperaba el postre. Y Sam no dejaba de gritar. Incluso se puso de pie al otro extremo de la mesa para retar a Nan con su mirada.

—¡¿Hablas en serio?!, ¡¿Entonces si te dijera que "Por favor me cogieras" lo harías?!

—¡Samuel!

—¡Si era tan fácil hace rato que dejarías de ser virgen!

—Sam, por favor nos están mirando...–Decía con un sonrojo en sus mejillas al ver lo atrevido que se comportaba últimamente Sam.

—¿Y qué? ¡Que nos vean que me importa! ¡Es más yo también debería de pedírtelo y te juro que me harías caso!

—¡Samuel!

—¡Nada de "Samuel" y tus palabritas que me calman Nan!

—¡Aquí tienen sus postres de vainilla señores! –Les dijo la camarera sonriente mientras los ponía en la mesa.

—¡Muchas gracias señorita que amable de su parte! –Le grito Sam mientras se dejaba caer de espaldas a su silla nuevamente para comer su postre. La chica se retira entre pequeñas risitas, ver a las parejas pelear era divertido y a veces tierno.

—Samuel...–Le llama tranquilamente Nan intentando calmar el pequeño murmullo que se formó en el restaurante mientras todos los voltean a ver.

—¡No empieces con tu "Samuel creo que exageras bla, bla,bla"! Ese cuento ya me lo sé y siempre me lo dices.

—Samuel...

Le vuelve a decir Nan mientras este toma una de las mejillas de su amigo. Y este le mira con vergüenza, odiaba que Nan hiciera eso, siempre le convencía para lo que sea.

—No te preocupes, mis treintas no fueron en vano, sabes mejor que yo que no soy alguien que se deja manipular fácilmente.

—Nan, tengo miedo de que un día si te encuentras a un manipulador de verdad. Uno que sea tan hábil que ni yo pueda ver venir. Tú estés solo y no pueda ayudarte.

—Te preocupas demasiado Sam, las personas no son tan malas...

La inocencia que a veces reinaba en la calma de su amigo muchas veces lo asusta, era un pensamiento bonito pero no lo salvaría de que algún día se encuentre con un auténtico bastardo.

.

.

Continuará.      

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