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Capítulo 3: Dulce chico.

Adam estaba amarrado con unas esposas al buro de la cama. Estas apretaban sus muñecas al punto del escozor. Numerosos chupetones estaban plantados en su cuerpo desnudo, moratones, palmadas, nalgadas, mordidas. La saliva resbala de sus labios rojos y de su miembro viril goteaban los restos de un orgasmo brutal. Un hombre se abrochaba el pantalón mientras le pegaba otra nalgada en las nalgas firmes y llenas de moratones. Un gemido suave paso por los labios sonrosados de Adam. De su entrada anal goteaba semen caliente del hombre con el que se acostó. Atrevidamente colocado a cuatro con sus piernas ampliamente extendidas. Su cuerpo era una oda al libertinaje y nuestro pequeño perro de casería lo sabe de sobra.

—¿Te gustó perrito?

Le pregunta burlón mientras le pega otra nalgada. Otro gemido paso por los labios del rubio. Su compañero le quitó las esposas y después lo dejo sólo mientras este se recuperaba de tan excitante encuentro. Cierra sus ojos cuando le pega, y después suelta el gemido, una vergüenza abrumadora pasa por sus orejas rojas.

Esa vez Adam había quedado cansado, dos días después de la reunión con Trevor cerrando trato como socios de compañía se reunió con un compañero de trabajo, un secretario cualquiera. Terminaron follando, Adam se vistió con mallones negros dejando resaltar unas piernas bien definidas y torneadas, levemente se sentó en la cama. Estaba un poco sensible, su erección seguía levantada y quería volver a revolcarse en la cama entre besos con sensuales mordidas y nalgadas con una salvaje golpiza.

Miró su reloj y vio la hora. Lamentablemente tenía una reunión en una hora y ni siquiera estaba alistado. Le dio igual ir a la reunión, sus piernas suaves se acariciaban ansioso. Se sonroja con el pensamiento de volver a sentir otro pene en su boca y otro penetrándolo, los dos al mismo tiempo. Sentirse de la manera más lasciva posible. Lleno de todas las maneras en las que alguien pueda satisfacer su cuerpo. Se levantó de la cama y camino por el departamento de su compañero. Tenía hambre y buscaba si podía comer algo, cuando reviso el refrigerador sólo se encontró con algunas piezas de verduras y jamones, quesos, mostaza. Nada interesante en verdad.

Cuando se fijó mejor había una caja de galletas de chocolate en una repisa. Tomo la caja y comenzó a darse unos pequeños bocadillos a sus labios. No era la primera vez que se acostaba con ese tipo, pero no le caía bien. Simplemente le tenía que seguir el juego porque el imbécil tenía boca de aspiradora.

Su miembro seguía erecto, traía puesta una camisa de color gris holgado. Su cuerpo lucía coqueto y sensual y esa vista la estaba disfrutando su compañero de trabajo mientras lo veía comer, este había vuelto con unos documentos que estaba dándoles el visto bueno.

—¿Qué tanto me ves?

Le pregunto Adam viendo como le miraba sus nalgas pomposas y tan suaves de golpear, morder y besar. Y las cuales estaban rojas por tantos golpes, marcas de ser golpeadas con la palma de las manos y un cinturón de cuero.

—Te veo el dulce culito que te cargas. Ven te preparare de cenar.

Le indicó que se sentará con él, pero el rubio negó con la cabeza.

—Tengo una junta a la que voy tarde, me daré un baño rápido y me iré.

Sin tardarse un segundo decide vestirse, no tenía ganas de seguir en ese lugar por mucho tiempo. El tipo no le gustaba para nada y desde hace un tiempo cree que están saliendo, eso le molesta. Actúa idéntico a su secretaria, se creen que puede decidir sobre su persona. Ese día Adam no quería lidiar con ese estúpido que le reclama por qué no salen a menudo, en verdad no tiene ganas de que ese estúpido le vuelva a decir que quiere una cita.

Salió del departamento con su portafolio en mano, decidido a no volver a follar con ese imbécil, su traje no estaba maltratado, estaba impecable y listo para ir al trabajo. Cuando se fue por la avenida veintisiete tenía que conseguir un auto que lo llevara. Tuvo hace unos años una mala experiencia conduciendo que no quería recordar. Así que prefiere que lo lleven a donde él quiera. Y ya que posee el dinero para que así sea no desaprovecha.

Su chofer se había retrasado por el tráfico, y Adam necesitaba llegar a esa reunión cuanto antes. Se decidió a caminar las cuatro avenidas por su cuenta hasta llegar a su reunión, pero el cielo por la tarde noche estaba de tono gris, anunciaba que abría lluvia. Y no tenía ni un paraguas, sin dilación a paso rápido se apresuró a llegar al edificio antes de que el agua le cayera encima. No acepto la oferta de su compañero para que lo llevara a la junta, no confiaba en él. Es probable que lo intentara obligar a algo que no quería.

Una hora después, para las dos y media de la tarde Adam corría lo más que podía para llegar a cualquier parada de autobús con techo para resguardarse de la lluvia.

.

.

Nan tecleaba en su computadora hasta que se cansó de permanecer encorvado, estaba cansado y suspiro tallándose las sienes con irritación. Su trabajo escrito y realizado en partes no bien redactadas de su secretario le sacaba de quicio. Desde hace unos días que comenzó el nombramiento en la mesa adjunta de Sam, el trabajo se ha hecho aún más pesado para los dos. Miles de toneladas de papeles que no podía dejar para otro día. Quería un café ahora más que nunca.

Sam se tuvo que quedar en las firmas redactando documentos y Nan se apresuró a tomar su almuerzo rápido para después regresar a su lugar y permitirle a Sam comer fuera de la oficina.

Las guardias altas eran muy complicadas para los dos. Siempre era así, cuando Sam era un puesto menor no tenía problemas en sustituir las guardias de Nan. Pero siendo su secretario ahora debía darle el visto bueno al ser la mano derecha del juzgado de Whalker.

Cuando Nan termino su turno se retiró del lugar y se despidió de Samuel, ese día si había traído su auto, un Mazda de color rojo. Cuando salió de su trabajo ya era tarde, lo primero que notó fue el cielo de tono gris. El sonido de los truenos resuena y la lluvia comienza a caer. De su abrigo saca una sombrilla negra plegable, se cubre de la lluvia y se retira para buscar un restaurante. No había problema alguno, a medida que avanzaba buscaba una parada de autobús.

La lluvia no quería cesar y tenía que esperar un poco a que se calmara. Se detuvo en una parada de autobús suspirando con cansancio. Después de unos momentos a su lado llegó un hombre de cabellos rubios a resguardarse también de la lluvia, las demás personas también estaban intentando cubrirse de la lluvia, con paraguas, las esquinas de los edificios, las paradas de autobús con un pequeño techo sobre ellos, la entrada de las tiendas o los negocios, algunas personas se cubrían con maletines o con cualquier prenda para no mojarse. Y Nan estaba a punto de guardar su paraguas y para ello lo puso en frente de sí. En frente de la calle donde pasaban los autos y ya formaban charcos de agua. Pero en ese momento un auto paso a toda velocidad dejando que una enorme cantidad de agua cayera sobre toda la parada de autobús.

Pero Nan no se salpico ni un poco del agua, tal pareciera que el momento no fue más oportuno para él. Pero el rubio a su lado no corrió con la misma suerte. Quedo cubierto de agua de los pies a la cabeza, incluso sus zapatos se oían llenos de agua rechinando por cada paso que daba. Cuando el rubio abrió sus ojos una notoria mirada de molestia se mostraba en su rostro, y se hizo más notorio al ver que el hombre a su lado no se mojó para nada.

Mentalmente Mac Pitbull insulto en todos los idiomas habidos y por haber al sonriente Nan. Quien al ver como aquel chico rubio le miraba molesto y obviamente envidioso de ver al afortunado que de pura casualidad no se mojó. Pero a pesar de eso Nan se mostró muy preocupado por el incidente que sufrió su acompañante.

—¿Te encuentras bien?

Le pregunto, pero Adam no respondió, groseramente ignoro la pregunta. Seguía muy molesto, ya sea con la vida, con el dios de la lluvia o consigo mismo. Para empeorar su día el maletín donde venía el contrato de Trevor se abrió ya que intento cubrirse del agua con el. Cayó en el agua y cuando lo intento recoger se abrió dejando que todos sus papeles salieran de su maletín. Adam quiso romperle la cabeza a quien sea con su maletín. Sus papeles se cayeron en el agua y se tuvo que arrodillar para recogerlos, algunos estaban tan mojados que cuando los levantaba del suelo se partían en varios y disparejos pedazos. Entre esos papeles el contrato de Mac Bulterry, pero cuando pensaba que ya había tenido el peor día de su vida, mojándose fuera de la parada recogiendo los papeles. Alguien se presentó.

De repente las gotas de agua dejaron de molestarle la vista para recoger los papeles con el agua cayendo por los costados de su nuca, sus cabellos rubios se pegaban a su piel blanca y miro por encima de su hombro. Amablemente Nan cubrió su espalda y con cuidado también se agacho a recoger los papeles regados por todo el lugar. Adam permanecía impasible mientras veía que en la mirada de su acompañante no había rencor por ser grosero en mirarlo como si quisiera matarlo y sin dignarse a siquiera hablarle.

—Gracias...

Dijo Adam, su voz era profunda, pero a la vez alta y sonora. Por lo menos Adam sabía que podía aprovechar que no toda la gente era como él. Si el rubio hubiera tenido la situación al revés incluso se hubiera burlado de Nan.

El hombre de ojos azules le tiende la mano para ponerse de pie, al principio no quería la ayuda para ponerse de pie. Pero al mirar la sonrisa con los hoyuelos en las mejillas del hombre frente suyo se le quitó el mal humor, se puso de pie con la ayuda bien recibida. Adam era más pequeño en estatura claro, pero su mirada era perseverante y dominante. En ningún momento mostraba que estaba molesto del todo, Nan le junto todos los papeles.

—¿Te sientes bien?

Le pregunto Nan, Adam asiente en silencio mientras vuelve a meter todos los papeles en su maletín, arruinando el cuero del interior bien forrado. Pero podía comprarse otro luego. Ahora lo primordial era recuperar el documento que tenía la firma de Rafael, hasta que de repente empezó a leer detenidamente todo el documento. Incluso los que no le había dado Trevor, sino su asistente. Como si toda la mala suerte de ese día se hubiera desaparecido en ese momento.

El contrato tenía un enorme vacío legal, pero dirigido totalmente a nombre del representante de la empresa Rebestry, a nombre de Adam Mathews. ¿Qué quiere decir? Que si por alguna razón se descubría su fraude quien saldrá perdiendo siempre será Adam, pero lo disimulo bien, explicaba que todos serían responsables, pero el supervisor era nada más y nada menos que Adam. No le había puesto atención, hasta que vio que ahora estaban mojados y veía si era visible leerlos. Adam miraba que ya no tenía remedio preocuparse por esos papeles.

Trevor se llevara una desagradable sorpresa después, una sonrisa pasa por el rostro del rubio. Su vista se centró en Nan, quien recogía unas plumas que también se cayeron del maletín. Adam considera que ese desconocido es apuesto, ahora que le mira detenidamente vaya que lo era. Bueno tenía unos lindos ojos azules, bonitos labios, Adam no había notado eso con el enojo que se estaba aplacando al ver que se salvó de algo peor que la lluvia. Quien sabe, tal vez hubiera terminado en la cárcel si hubiera permitido ese vacío legal a su nombre. ¿Trevor quería joderle? Pues que le den.

Ahora tenía otra cosa en la que pensaba, en el chico a su lado que amablemente le da sus cosas.

Whalker miraba la ropa mojada y el cabello húmedo por igual de Adam, tal vez le dijeran loco por lo que diría, pero no quería dejar tan mal al pobre rubio. Tal vez fuera instinto fraternal por ver que Adam era más bajito, Nan se acerca hacia el para darle ayuda. Siempre era así, desde hace años siempre se disponía a brindar ayuda a quien sea, en el momento que sea y a la hora que sea. Nan no quería vivir con algún mínimo remordimiento en su pecho, lamentarse por las cosas que hizo y que no hizo. Pobre Nan, no podía vivir un día sin recordar.

—Disculpa que te moleste, pero me gustaría ayudarte a limpiar tus ropas. No creo que cualquier asunto que tengas que tratar en estos momentos vale la pena para que te presentes así.

Adam le mira severamente. Eso fue sorpresivo para el, no se esperó ese atrevimiento del desconocido. ¿Cuál era su intención en ayudar a un completo desconocido con una simple ropa mojada?

—¿Para que iría exactamente?

La sonrisa de Adam se ensancha con picardía, Nan se sonroja con vergüenza mientras se rasca la nuca. La timidez y la vergüenza del rostro de Whalker eran adorables, condenadamente adorable. Había pasado un tiempo desde que un hombre se sonrojaba en frente suyo, esa tímida sensación que provoca no tener un silencio incómodo.

—Bu...bueno, yo pensaba que...te ayudaría a secar tus ropas, te...te puedes enfermar...¡Si quieres le puedes avisar a quien quieras donde se encuentra mi departamento! No tengo problemas con ello...es solo para ayudarte. Claro si no quieres no te obligare a nada. Lo digo porque ya es muy tarde y de noche. Mi auto no queda tan lejos de verdad...

—¿Oh? ¿Quieres llevarme a tu departamento?

—¡Si! Qui.. quiero decir ¡No! Bueno...no con otra intención...

—¿Cuál sería la otra intención?

Fastidiar los malos entendidos era divertido para el rubio quien ahora ensanchaba su sonrisa con picardía mientras veía que en efecto Nan comprendió el doble sentido.

—¡Ya sabes malinterpretar el ofrecimiento de limpiar tu ropa! Solo que te quites la ropa y la limpie, oh....eso se oyó mucho peor...

Hablo entre dientes nervioso. Adam no puede adivinar ni imaginar que hay debajo de las ropas del hombre frente suyo.

No veía intenciones hostiles, de verdad se veía sincero. Cuando Nan termino de balbucear por lo bajo Mathews ya sacaba su teléfono y lo sacudía. Por lo menos su teléfono seguía intacto.

La paciencia de Adam siempre ha sido escasa. Si llamaba a su secretaria tendría que pedirle que fuera por el y no quería lidiar con los celos de ella por acostarse con un hombre. Y quería irse de ahí cuanto antes, la gente le miraba y se burlaba de sus ropas mojadas y al rubio le molesta que lo miran. Juzgando, riéndose sin saber el porque estaba así. Adam tenía un severo problema con que le miraran a los ojos más de cinco segundos.

Mira de nuevo al pelirrojo.

—Está bien, acepto.

Nan se sorprende porque aceptara, no sabía que en verdad el otro acepto para que las personas dejen de verlo.

—Deja que llame a una persona y me voy contigo.

Nan se calló de pronto al ver como el rubio le daba la espalda para indicarle a su secretaria, por lo visto le avisaba que le paso.

—Hola Camile.

—¿Dónde estabas? ¡No llegaste a la reunión y todos me miran con ganas ahorcarme porque no te dignaste a llegar!

—Tuve un pequeño percance, perdí la firma y los documentos de Trevor. Pero ...eso no me importa un demonio en estos momentos.

Su vista se vuelve nuevamente a Nan quien le espera pacientemente a que termine su llamada.

—Con un demonio Adam no puedes hacer eso.

–Estaré con un hombre que amablemente se ofreció para ayudarme, su nombre es..

Mira hacia Nan para que le diga su nombre.

—¡Nan Whalker!

En ese momento Adam tenía la mano extendida para indicar que le diera su nombre, pero después el pelirrojo lo mal interpreto y le estrecho amigablemente la mano con energía sacudiendo su brazo entero. Haciendo que algunas gotas de agua salpicaran del cuerpo de Adam. Este le mira y deja de hablar con su secretaria para dirigirle hacia su persona.

—Adam, Adam Mathews.

Bueno, su nombre un comienzo. Después se volvió a dirigir a su secretaria.

—Camila, su nombre es Nan Whalker...

Después se apartó un poco para hablar más en privado con ella.

—¡¿Es eso lo que te tiene ocupado?! ¡¿El culo de un chico?!

—Camile deja de gritar por el teléfono, tu voz resuena.

—¡¿Entonces perderás la reunión solo por un tipo que te vas a coger?!

Adam chasquea sus dientes molesto, ¿Acostarse con el chico ese? ¿Ese tipo que apenas conoce y le acaba de ayudar y que se ve tierno y amable?

"Pensándolo bien..." Pensó para sí mismo lo razono mejor, arrugando sus cejas y mirando de reojo al chico que ahora checaba su portafolio negro y lo esperaba con una sonrisa. ¿Por qué carajos no? Bueno, Adam nunca ha sido muy de ver casualidades, pero sino fuera porque ese chico le ayudo a recoger sus cosas mojadas en estos momentos hubiera estado firmando su sentencia de muerte en ese papel. Nan era lindo, y no le abría echado el ojo si no fuera por esa coincidencia. ¿No lo había invitado a su departamento? ¿Sera gay?

—Camile tengo un favor que pedirte.

—Adam por dios, no me digas que quieres que yo...

—Quiero saber a quién tengo a mi lado, te llamare en una hora para saber con quién estoy lidiando. No te tardes.

—Oh tienes que estar bromeando. ¿Tan lindo es?

—Más de lo que se ve.

Y colgó la llamada.

Adam siempre es desconfiado, no se le puede culpar. Su trabajo exige desconfiar de todo y de todos. Nan le indica por donde ir para llegar a su auto. Camila siempre le decía con quien se había acostado, siempre le da los nombres, lo hace así desde que una vez un tipo lo estuvo acosando y se obsesiono con él. Por lo visto esta vez también quiere aprovechar la situación.

—Creo que la lluvia se hará más pesada.

Pero Adam no había prestado atención a lo que le dijo Nan cuando un rayo crujió en el cielo y la lluvia se precipito más fuerte y rápida que antes. Nan se acerca al rubio y le pone el paraguas por encima.

—Deberíamos darnos prisa.

Adam le asiente y se apresura a caminar por la avenida hasta cruzar para el estacionamiento donde estaba el Mazda de Nan. Fue tierno ver que la primera puerta que abrió fue la del copiloto para permitirle a Adam resguardarse primero de la lluvia, gesto pequeño pero que no le pasó desapercibido al rubio. "Es atento..."

Después Nan guardo el paraguas y no le importo que la ropa de Adam mojara el asiento.

—Lamento ensuciar tu auto.

Le comento con una sonrisa, en realidad no lo lamenta, simplemente intenta ser amable e iniciar una plática agradable. Cosa que no se le da muy bien y nunca fue su fuerte. Ser amistoso no estaba en la naturaleza de Mac Pitbull.

—Descuida, lo limpiare mañana.

El Mazda era lujoso, no parecía pagado del salario de un simple oficinista normal como los de la ciudad. Eso hacía pensar a sobre quien era en verdad Nan. No, no era solo otro empleado más y aunque la gente no hable, para Adam los objetos materiales hablan por sí solos. Describen quien tenía dinero y quien era un don nadie para su pensar. Sea quien sea Nan pareciera intentar mantener un perfil bajo, como si deseara encubrirse de algo. Era lindo claro, pero no despampanante, no era ni por asomo un modelo claro está. Pero no podía descartar que fuera un empleado, el maletín siempre le ha indicado negocios en la mente al buen Adam. O una de dos, o empleado u oficinista. ¿Por qué? Porque Nan tiene un porte profesional en su ropa, en su mirada y en su persona. La formalidad es enteramente presa del cuerpo del pelirrojo.

Cuando ya iban a mitad de camino Adam sintió un revoltijo en el estómago. Tenía hambre y quería comer ya. ¿Es mala educación decirle a un completo desconocido que tiene hambre y que quiere comer ya? Si lo es, no debería ser tan grosero.

Nan no tardó mucho en llegar a los departamentos cerca del barrio de Queen.

No estaba tan lejos, pero pedirle a Nan que fuera a donde vive Adam no era lo más lógico. Decirle que vivía en Upper East Side era como atraer las abejas al panal, conocida como la gran manzana que todos desean morder. Adam era la personificación misma del libertinaje, casi todos en la gran manzana sabían que Mathews era la serpiente que te hará morder esa manzana, el y Trevor por igual. Malditas serpientes rastreras, era el insulto cotidiano. Por eso Adam no quería saber que Nan vivía cerca de donde él vive. Entonces en la mente de Adam su acompañante se daría una idea de que en realidad él era uno de los perros de Nueva York. Y no quería ser juzgado nuevamente, no esa noche. No con Nan quien ya le ebria la puerta de su departamento en Queen St. Long Island en Eagle Lofts.

Adam entra a paso seguro sin rechistar, si él se metió en eso el solo se sacara. Y por lo menos quería saber si el chico a su lado era gay, quería cualquier oportunidad que tuviera disponible. Pero no había nada de que huir esa vez, Nan cierra la puerta atrás suyo. Mathews observa en silencio como el pelirrojo tomaba unas mudas de ropa y una toalla y se las tendía de frente.

—Espero te queden, yo meteré a lavar tus ropas. Te puedes bañar en el baño que está aquí a la izquierda.

Le señalo el baño, pero Adam minuciosamente ya le había echado el ojo a todo el departamento, aunque no quisiera demostrarlo era alguien que siempre se fijaba en la superficie para después pasar a lo profundo de las cosas. En silencio pasa para dejar a Nan en la sala y en las afueras del baño se quitó la ropa, solo para recordar muy tarde que debajo de sus ropas traía puesto su ligero negro y de conjunto. La lencería de colores negros llamativos. Los cuales también estaban mojados.

—Me lleva la...

El rubio buscaba donde carajos esconder sus ropas, se quita la ropa normal y esa la pone en un cesto de ropa para entregársela a Nan, pero la otra ropa no podía ser vista. Esa ropa solo la ven sus amantes en la cama desnudos, que era a donde quería llegar Adam, pero eso asustaría seguramente al pobre Nan. Viendo que se pone nerviosos solo con unos simples albures no puede arriesgarse a perderse una oportunidad con ese hombre.

En la entrada del baño había una ventana, ni modo. Adam arrojo las ropas por la ventana, enrollándolas y cerrando la ventana. Tenía que apurarse y bañarse rápidamente.

Cuando salió del baño se tuvo que poner la ropa que le presto, simples pero cómodas, no pedía más. Las ropas del pelirrojo olían a lavanda. Eran ropas sin tanto color, la camisa era de color vino y los shores de color gris. Por lo visto Nan tenía gustos en tonos apagados y colores profundos. Bastante formal, incluso para ropa simple.

—Oh, ¿Ya terminaste?

Le pregunto el pelirrojo mientras salía casi tras su espalda, era como si tuviera una habilidad ninja. Adam ríe de los nervios, Nan era demasiado amable para su gusto. Y muy atento.

—Sí, gracias. La ropa te la deje en el cesto.

Nan asiente con una sonrisa y entra por la ropa para lavarla debidamente. El cuarto de lavado no estaba tan lejos del de baño, a dos pasos.

Adam sale del cuarto de baño y busca con su mirada el maletín que había visto de Nan, eso y su propio celular, necesitaba urgentemente saber con quién lidiaba, estaba acostumbrado a saber todo sobre cualquier persona de ante mano. Era una estrategia nata que siempre usaba para platicar y conocer a todos, era su método de ser "amistoso". Eran negocios, así podía ganarse a los clientes más rápido, ganándose su confianza, siendo hábil mentiroso. También le servía para ligar con desconocidos. Y no saber un comino de quien era Whalker no le ayudaba. No podía decir una sola palabra sin intentar pensar en un silencio incomodo próximo que le negara el revolcarse con Nan. No podía comentar casi ni una sola maldita palabra, no quería equivocarse en decir algo indebido.

Saca su teléfono llamando a Camila, tenía que saber urgentemente quien carajos era ese chico de bufanda roja.

—Camila te dije que te apresuraras.

Le llama por teléfono viendo que Nan seguía poniendo su ropa a lavar y le tenía vigilado. Al otro lado de la llamada se oía que su secretaria seguía tecleando buscando en la computadora.

—¡Cálmate, encontrar información de este tipo está siendo demasiado difícil, ni siquiera tiene redes sociales. A lo mucho tiene un correo electrónico carajo!

Le regaño Camila al otro lado de la llamada, Adam ríe para sí mismo.

—¿Cómo no tendrá instragram, Facebook o.. lo que sea? ¡Maldición!

—¿Es un tipo pelirrojo? Por favor dime que no.

—Sí, de ojos azules, creo que oficinista.

Un suspiro se escucha del otro lado del teléfono mientras Camile suspira.

—Me lleva el carajo Adam, mira jefecito...No creo que sea prudente intentar meterte con este tipo.

—¿De qué hablas, quién es?

Le regaño viendo que Nan ya estaba guardando los suavizantes.

—¡Se llama Nan Whalker Oak!, su registro marca que tiene treinta y dos años, trabaja como secretario de mesa en la firma más importante de nueva York. No es el típico tipo del que te puedes aprovechar Adam. No sé si sea un error o de un diario de chismes pero aquí tal pareciera que es alguien famoso.

—¡Camile!, ¡Dime de una vez quien es!

—¡Es hijo de un boina verde animal!, ¡Sea lo que pensabas hacer vas a tener que guardarte esa calentura!, ¡Las familias militares están fuera de todos tus estatus! ¡Entiende, meterte con este tipo es meterte con la política y la nación!, ¡Y aunque tengas ala oportunidad no es seguro, no es conveniente!

Adam castaña sus dientes molesto mientras ve que Nan se dirige a la cocina y él se ve obligado a callar su llamada.

—Adam, voy a preparar de cenar. ¿Se te apetece alguna bebida caliente?

Adam no puede razonar con la sarta de cosas que le está diciendo su secretaria sobre quién es Nan.

—Emmm...Cualquier cosa esta bien para mí, excepto el café, no me gusta.

—Ya veo, ¿Entonces un té? Te caerá bien para no resfriarte. Tengo de azahares, chino, manzanilla y de moras silvestres.

—Uno de moras silvestres por favor, si puedes con dos de azúcar te lo agradecería mucho.

—¡Claro no hay problema!

Adam vuelve a quedar solo para seguir escuchando la reprimenda de Camile.

—¡Dime si tengo una oportunidad!

Le grito Adam en voz baja.

—¡Escúchame Adam, aunque la tuvieras es mala idea! ¡Búscate otro tipo pero no ese!

—Camile, dime los chismes y rumores, ¿Le gustan hombres o mujeres? ¿O ambos?

—No se sabe, se rumoreaba que estuvo comprometido con una mujer, pero es solo un rumor de una revista de chismes. Aunque hay más de una foto de algunos tipos que aseguran estaban saliendo con él. En resumen, no es seguro.

—Olvidas una cosa Camile....

En ese momento dejo de teclear para escuchar mejor.

—Entre más me retes a que no puedo tener a alguien más voy a insistir, recuérdalo.

—¡No Adam!, ¡Se de lo que eres capaz y por eso te lo advierto!, ¡Esto va más allá de mis celos, en serio que no puedes intentar nada!

—Los rumores a veces son un mercado nuevo a explorar ¿No crees?

—¡No se te ocurra chantajearlo tarado!

En ese momento, Nan se asomó por la puerta al escuchar que seguía hablando.

—Adam, tu bebida esta lista, está caliente.

—Ya voy.

Adam mira de pies a cabeza al pelirrojo, nada mal en verdad. Nan vuelve a la cocina con una amable sonrisa.

—Camile tengo que colgar, hasta mañana, descansa y no te agobies estaré muuuy bien.

—¡No espera-..!

Colgó la llamada para después pasar a la cacona con Nan. Había una posibilidad de que le gustaran los hombre, cuando paso a la cocina el hombre se encontraba cocinando, un salteado que olía a pimientos verdes. No olía nada mal, la taza de té que le pidió a Nan estaba recién hecha y le dio un sorbo, nada mal. Bastante buena, no estaba amarga incluso para no ser hojas de té.

—Entonces Adam, ¿Trabajas cerca de por aquí?

Adam intenta pensar en que decirle al chico, a nadie le dice en lo que en verdad trabaja. Y menos con la idea en mente de acostarse con él.

—Bueno, sí. No muy lejos, en una empresa. ¿Y tú?

—Bueno, trabajo en una firma de abogados.

"Ninguno dice más que lo básico, perfecto..." Adam sabe de sobra que ambos están un poco desconfiados uno del otro. Por lo menos intenta romper el hielo entre los dos. Necesita urgentemente intimar con él, ¿Cómo? Aunque nunca había estado en una atmosfera que no fuera sexualmente activa.

"Vamos idiota, ¿Cómo ligabas en la preparatoria?"

Era más difícil de recordar de lo que pensaba, antes sus citas eran de ese estilo. Intentar ligar era difícil sin una guía. Bueno, quiere empezar por el principio.

—¿Eres de Nueva York?

Nan niega con una sonrisa.

—No, soy de Nueva Jersey. Del condado de Trenton.

"Bingo"

—¿En verdad? Yo crecí cerca del condado de Camden.

Era una mentira, una sucia mentira. Pero agarrarse de los lugares natales era bastante fácil.

—Oh, vivías bastante cerca de mí...

Le dijo Nan mientras casi terminaba e cocinar, tal parecía que eso le llamo la atención.

—Estudie en la universidad de la bahía cercana. ¿Egresaste de ahí?

—Bueno, en realidad solo me toco cursar pocos semestres de universidad ahí.

Y fue rápido, el anzuelo pico rápidamente. Era sencillo leer a los chicos como Nan, en toda la extensión de la palabra era un hombre sencillo y Adam sabía que hombres así constantemente se concentran en cosas más relevantes como su trabajo y la familia. Terreno muy viejo que no había pisado desde la universidad para conquistar. Desde que estaba en Nueva York follar era tan fácil como respirar, tan fácil como simplemente ir y venir a cualquier parte. Cuando Nan comenzó a platicar con él furtivamente sabía que ya lo tenía comiendo de la palma de su mano. El chico era una muestra exclusiva de esos muchachos con los que uno salía para tener algo.....serio.

"Este tipo es muy peligroso" Más de lo que crees Adam, ese chico era bastante entretenido. Sus reacciones, sus gestos.

"Muy bien, ahora que tengo algo de su intimidad.....¿Cómo putas te llevo a la cama Nan?"

Era muy sencillo hablar con Nan, pero intentar llevarlo a unos peldaños arriba sin una gota de alcohol era muy complicado.

.

.

Continuará.

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