Capítulo 2: Jugando con fuego.
A través del largo pasillo se resuenan los pasos lentos y pesados de los zapatos de Mac Bulterry, entre sus brazos cubiertos por una delicada y fina capa de sudor descansaba aquel chico, bufanda roja como el carmín y labios tan dulces como el caramelo. Las luces de neón tintinean conforme la música suena en el interior del antro, el color de aquella luz de intenso color carmesí baña el cuerpo de Trevor, sus ojos azules son lo que más puede apreciar de aquel hombre que lucía ahora aún más peligroso que antes, se veía que su mirada penetraba en el interior de Nan, desnudarle con el simple roce de sus dedos. Lo único que pasaba por la mente de Nan era que deseaba un beso de aquellos labios delgados y de tono rosado, pero solo eso. En su estado de ebriedad no podía entender porque se lo llevaba lejos de la vista de todas las personas del lugar.
En las manos de Trevor descansan las llaves de una habitación, no le importaba como fuera a terminar esa noche, pero sabía perfectamente que estaba a punto de darle la noche de su vida al hombre que esta entre sus brazos y obviamente ebrio a más no poder. Whalker podía sentir aquel cuerpo tomarle fuertemente, estrecharlo con aquel suave y perfumado sudor. ¿Qué aroma era? Podía reconocer una colonia varonil, ¿Era una colonia cara?, eso parecía, puede sentir como su cuerpo se une aún más fuerte con su cuerpo. Puede oler ese exquisito perfume fundirse con su propia piel, el calor del lugar le estaba ahogando. El calor de ese cuerpo le parece cálido y acogedor.
Nan se sonroja ante una suave caricia que pasa por sus muslos, un contacto atrevido que no era lo que esperaba sentir el pobre y aturdido abogado. Mientras aquel hombre de cuerpo vigoroso y ardiente; como las llamas del mismo infierno se jacta de lograr que un hombre que ni siquiera conoce le desee con desespero. Hasta el punto de ni siquiera hablarse una palabra, simplemente perderse entre el dulce sabor del vodka sabor vainilla, perderse entre los labios ajenos que no conocen nada del otro a quien desean y perderse esa noche entre las sabanas cual deleitoso pecado con un sensual desconocido.
¿No te encanta?
Trevor adoraba que eventos como esos se presentaran en su vida, follar con desconocidos le excitaba a niveles celestialmente magníficos, ahora todo lo que pasa por su mente era tomar el cuerpo de aquel muchacho, era un ardiente deseo, lo sostiene sin problema en un brazo mientras abre la habitación con la otra mano. Al ingresar ni siquiera cerro del todo la puerta, simplemente la cerro sin ponerle seguro.
La habitación era bastante lujosa, de tonos apagados en una atmosfera hecha para el sexo. Para pasar una noche sensual con alguien que se te presente en el lugar. Fácilmente esa habitación de tonos apagados podía pasar como el cuarto de un hotel lujoso. Pero por algo Trevor quería ese lugar en específico. Pagar más te brindaba el gusto de elegir del ropero una larga gamma de atuendos provocativos y sensuales para hombres y mujeres, juguetes sexuales sin uso alguno. Mantener la higiene en ese lugar era una de las razones por las que Trevor adoraba follar en ese lugar. Y con un leve aroma a cerezas con chocolate, ¿Le toco que le regalaran dulces? Perfecto, se dará una noche de pasión con muchos lujos con aquel chico.
Siempre lo mejor para sus amantes, Trevor recostó al chico en la espaciosa cama kinsai matrimonial sin duda alguna. Las sabanas de tono gris, un tono coqueto para la habitación, todo en esa habitación era perfecto para terminar follando en cualquiera de los lugares disponibles. Nan se endereza y Trevor al fin puede ver claramente los ojos del chico y también su rostro. Era guapo, más de lo que pensaba que se vería, la bufanda del abogado estaba enrollada en el musculoso y fuerte cuello de aquel hombre que parecía ser fuego puro. Trevor se quita la camisa blanca de botones, se moría de ganas de tocarle hasta el alma. Tocar aquellos muslos, ver con sus propios ojos la entrepierna de ese chico. Se muere por verlo desnudo, gimiendo debajo de él mientras goza de ese cuerpo que luce tan tierno bajo aquella ropa que desea romper con sus dientes.
Whalker mira la habitación mientras quiere volver a conseguir la bufanda que descansa en ese cuello tan sensual, el fuerte mentón de Trevor se choca con los labios de Nan, besándose, sintiéndose desmayar por los labios de aquel hombre de piel de porcelana y músculos de acero, labios de fuego y boca de hielo, ojos de depredador y sonrisa dulce e inocente, cabellos oscuros y sedosos como la seda negra, apariencia de ángel y toda la actitud de un demonio.
Ese hombre era poesía pura, eso era lo que pensaba Nan cuando aquel hombre gateo desde el borde de la cama hasta quedar encima de él como una pantera negra sondeando a su presa. Lamiéndole para probar el sabor de la carne. Pero eso no era lo que buscaba nuestro buen amigo Whalker, el solo quería un beso más, solo un beso. No sexo con un desconocido de apariencia descomunal, cuando intento levantarse para apartarse de las manos de aquella bestia que quería someterle entre apasionadas caricias, Rafael le volvió a tomar de las muñecas. Una risa coqueta pasa por la profunda voz de Trevor.
—Ven aquí, voy a hacerte ronronear esta noche.
Su voz era el susurro de un amante, un amante vigoroso y dominante que desea someter, que se le obedezca ante todas las cosas. Le besa el cuello con deseo, dejando que esa lengua pase atrevidamente por la suave piel de Nan. Que le saque un pequeño gimoteo de sus labios rojos. Sus orejas están rojas a más no poder, no se creía que aquel hombre le deseara a tal punto de acostarse con él sin conocer su nombre. Una larga erección se deja ver sobre el pantalón en el muslo izquierdo.
¡Oh dios santo! ¿Qué es eso?, Nan se asustó al ver aquel hombre que amenazaba con hacerlo suyo se desabrochaba las prendas, para brindarle una vista digna de desmayar a cualquier mujer entre suspiros. La bufanda, el muchacho mantiene su vista en la bufanda, necesita quitársela y salir de esa habitación a toda prisa. Antes de....antes de que decida dejarse llevar en esa atmosfera íntima y ...y... Nan no quería no pensar en lo que podía pasar y hasta qué punto podían llegar. ¿Dejar que un completo extraño le tome entre las sabanas de aquel lugar?
¡No! ¡Eso jamás pasara!
No sin su permiso, Whalker toma por el cuello a Mac Bulterry, quien toma esa acción como una clara insinuación. Podía seguir hasta el final, ¿Cómo se verá el rostro del chico al llegar al orgasmo? Trevor no lo sabía, pero nadie ha tenido el gusto de conocer ese destello de placer absoluto. Pero Mac Bulterry piensa que si no lo ha tenido, entonces puede averiguarlo sin problema alguno.
Cuando quito su bufanda de encima del cuello la volvió a colocar en el suyo propio. Decidido a levantarse y salir de ahí. Cuando se dispuso a ponerse de pie Trevor tomo esa cadera y la atrajo a su cuerpo, poniendo su rostro entre el pecho de Nan, olía como el verano, o tal vez Trevor ya podía definir en toda una sola palabra el verano con su tremenda borrachera. Quería darle tan duro al cuerpo de ese chico que apenas y pensaba claramente. Whalker se asusta ante ese movimiento, más atrevido que todos los anteriores.
—Suéltame...
Alcanza a decir intentando apartarse de esos brazos, le está besando, le está tocando. Trevor ríe con un dejo de soberbia.
—Vamos no te lastimare, al contrario.
Nan se quiere apartar del todo, su cuerpo flaquea ante esos besos, esos suaves labios que le acarician el torso y quieren pasar por su vientre bajo.
—Tengo que irme, tengo que...
Nan recuerda a Sam, es seguro que le está esperando afuera. Y probablemente esté preocupado por él, no sabe adónde fue.
—Oh no, no te iras.
Le sujeta firmemente, ahora esa fuerza ha dejado de ser suave, ahora era aún más fuerte, los besos ahora son más hambrientos. Más voraces. Sostiene sus brazos y lo recuesta sometiéndolo bajo su cuerpo, dejando al descubierto el lindo ombligo de Whalker. El tiembla debajo del cuerpo de Mac Bulterry. En ese punto Nan ha dejado que aquel hombre le siga acariciando, no opone más resistencia que intentar apartarle con los brazos.
Sam regreso de estacionar el auto en frente para recoger a su compañero. Pero no lo encontraba en ningún lado de donde lo dejo. Evans intenta no entrar en pánico, intenta pensar que tal vez fue al baño o que tal vez estaba no muy lejos. Cuando reviso los lugares y no encontró a su amigo ya entro totalmente en pánico. Pregunta al que sirve los tragos si lo había, visto a un muchacho de bufanda roja, que era lo más llamativo de él. Le dijo que en efecto un chico así estaba en una habitación acostándose con un cliente, pero no le quería dar la llave de la habitación y no lo quería dejar pasar.
—Pero señor, él está enfermo. Necesita ir a un hospital...
Sam le miente, intentando convencerlo de que su vida peligraba y eso cambio la mente del mesero.
—¿Qué enfermedad? Lo vi tomar perfectamente un trago hace poco.
—¡Es asmático, su inhalador se quedó sin repuesto y fui por uno! Necesito ir por él.
El que sirve los tragos piensa detenidamente, podría ser verdad.
—Está bien, muéstreme su inhalador.
Sam saca de su bolsillo el inhalador tan esperado y sin mediar palabra el mesero lo deja pasar.
—Apresúrese.
Le entrega un juego de llaves y rápidamente Sam atravesó el pasillo a toda prisa, le dijo que estaba en la habitación número catorce. Nadie custodiaba la puerta y que bueno. Cuando intento meter la llave para abrir la puerta sintió que podía jalar del todo el picaporte. Estaba abierta, solo poner un pie dentro del cuarto escucho un gemido suave, y reconocería al dueño de aquella voz donde sea.
Ahí ante Sam su amigo desde la universidad estaba siendo sometido por un brutal mastodonte, un hombre irrealmente guapo y cuyos músculos sostenían y acariciaban firmemente el cuerpo de Nan. De su bien amado Nan.
Sam no flaqueo ante el tremendo empujón que le metió de costado a Mac Bulterry, tuvo suerte de que este estuviera muy borracho, lo suficiente para que no reaccionara a tiempo a su tacleada. Sam agradecía formar parte en sus días de escuela en el equipo de Futboll americano. Pero Sam no podía perder tiempo, en cuanto Trevor se puso de pie sabía que en un combate de cuerpo a cuerpo estaba indudablemente acabado. Le rompería la cara a puñetazos y eso era lo que tenía Trevor en mente, Sam tomo del brazo a Nan quien ya se había levantado y alejado de la cama al ver entrar por la puerta a Evans.
Salieron corriendo del lugar y atrás de ellos no tardaría en llegar Trevor, cuando vio al pequeño que deseaba huir lejos de él. Se precipitó a la puerta pisándole los talones a los dos pero Sam logro cerrar la puerta a tiempo y ponerle seguro, tiro la llave lejos y se apresuró a huir sin soltar la mano de Nan en ningún momento. Cuando salieron a tropezones de los cuartos ya iban corriendo hacia el elevador, presiono el botón al último piso y cuando las puertas se cerraron y el elevador comenzó a descender Sam suspiro tranquilo. Ya había pasado lo peor. Oficialmente nunca le volverá a permitir salir a ningún bar al tarado de Whalker.
Cuando bajaron Sam ayudo a Nan a subir al asiento del copiloto, estaban agitados cuando llegaron. Sam encendió el auto y emprendió marcha lejos del lugar.
Las luces de los coches ahora les relajaban y la noche se llevaba las malas pasadas en su rostro. Nan permanece con las mejillas rojas mientras quiere ocultar de la vista de su amigo la erección que se formó cuando se estaba besuqueando con aquel desconocido. Se cubre a él mismo con la bufanda roja, la cual se aseguró de que tuviera el broche que tanto le gusta. Su preciado tesoro estaba a salvo. Lo abraza nuevamente y siente la tela de seda fina contra su mejilla. No perdió lo que de verdad importaba, no perdió el recuerdo preciado que amaba poseer. Sam mira a Nan para ver como este le mira con tranquilidad. No se dicen una palabra, ninguno quiere revivir el recuerdo. Aunque lo quiera negar Evans, este se excito al ver como Nan estaba gimiendo pero por el otro lado sus celos se dispararon a niveles bestiales.
—Gracias.
Dijo el abogado mientras se recostaba en el respaldo con firmeza, nunca se sintió más débil que en ese momento. Como si sus brazos fueran algodón y sus piernas gelatina. No podía sentir su cuerpo con naturalidad. Sam podía oler la colonia de otro hombre en la piel de Nan. No necesitaba saber que ese aroma le pertenecía nada más y nada menos que al maldito que se estaba aprovechando de Whalker.
—¿No te lastimo verdad? ¿Quieres que llame a Jordan?
Jordan Whalker, el hermano mayor de Nan, era un reconocido detective en fraudes bancarios y algunos gubernamentales, próximamente ese mismo hermano formaría parte del FBI seguro. Pero no dejaba de ser policía. Es obvio que no dudaría un segundo en avisarle que su hermano sufrió un intento de abuso. Nan le da palmadas en el brazo para calmarlo.
—Samuel, en realidad yo..., ¿Sabes? Para que mentirte, la verdad es que me deje llevar. Ese tipo estaba bueno pero no quería avanzar más allá. En ese momento llegaste tú. Gracias Sam, salvaste mi virginidad.
La risa de Nan era burlona, pero Sam estaba furioso.
—¡Dios santo Nan ese maldito pudo violarte!
—No exageres, si de verdad hubiera querido que se detuviera hubiera usado este bebe.
De su traje de color vino saco un stun gun paralizador. Apretó el botón dejando ver la chispa de una descarga eléctrica que le hubiera lanzado a su atacante si fuera necesario. Sam se asusta al ver el destello eléctrico por inercia. Whalker no se anda con juegos, tampoco era débil, podía fácilmente implementar las técnicas de defensa que le enseño su hermano Jordan cuando lo usaba de sujeto de pruebas.
—Además, yo lo bese primero.
Admitió el abogado con una risa.
—Tú nunca te acostarías con un desconocido.... Te conozco...
El chico de ojos azules juguetea con sus dedos nerviosos y un tanto ansiosos. En todo lo que piensa es en esos ojos azules y ese cuerpo, en esos labios y esa voz tan sensual y varonil. No le desagradaron aquellas caricias, aquellas caricias tan suaves y tan preciosas. Tenía en su piel marcados dos chupetones en el cuello. Dos suaves chupetones hechos con aquellos labios delgados. La sensación en su piel se siente delicada, idéntico a flotar entre nubes. Sam lo mira sonreír.
—Tal vez...
—Nan, eso es peligroso, podría ser el hombre más guapo sobre la faz de la tierra, pero no sabes si pudiera tener una enfermedad sexual. Solo intento que lo entiendas. Me preocupas...
—Comprendo Sam, gracias por preocuparte por mí.
La mano de Nan toma nuevamente el hombro, Sam sigue andando el Cadillac de su pertenencia hasta estacionarlo frente de los departamentos de su compañero. Cuando sube el lujoso lugar en lo único que pensaba Nan es en todos los problemas que le da a la gente.
—Lamento que tuvieras que cuidarme, dentro de poco pediré que te cambien de lugar para una mesa adjunta y que ya no tengas que lidiar conmigo.
Sam se detuvo de golpe cuando su compañero entro en su departamento, habían mantenido silencio durante la subida a los departamentos. Cuando le dijo eso se detuvo.
—¿Me...estas despidiendo?
Pregunto con la voz pesada y nerviosa. Nan sonríe entre risas para después abrazar a Sam.
—Te estoy ascendiendo, haz logrado un increíble desempeño en tu trabajo. Estoy orgulloso de ti y sé que no mereces que te traten como mi simple chaperón.
Sam le mira anonadado y totalmente nervioso.
—¿De... de verdad?
El abogado asiente y el otro se le cuelga para sonreír y soltar risitas. Le mira unos momentos a los ojos que desean llorar un poco. Había una sonrisa que se desvaneció cuando vio directamente a los ojos de su compañero, bueno. Ahora era su jefe de mesa adjunta. Se miraron unos momentos, Sam se acerca lentamente y le da un beso suave, un beso tan deseado por Sam desde hace una larga temporada que comenzaron a verse como algo más. Se separan y los labios de ambos se relamen con nervios. Una risa suave pasa por los labios de Evans.
—Lo lamento Sam...yo no tenía idea de que te gustaba. Y....voy de idiota a platicarte sobre algo como besarme con alguien. Discúlpame no lo volveré a hacer...
Sam le mira unos momentos y se vuelve nuevamente hacia Nan.
—¿Puedo quedarme esta noche?
Sus ojos avellana desean volver a besarlo, acariciarse. Quería hacerle sentir como le describía sobre aquel idiota que le acaricia antes que él.
—Cuando no hayamos bebido una sola copa. Y que no sigas tan emocionado.
Sam se avergüenza cuando mira que se estaba apresurando demasiado con él después de lo que paso esa noche. Sus labios están sonrosados. Sus alientos muy cerca y las ganas de llegar más allá esa noche.
—Cla..claro perdón...
—Que descanses Sam, no te duermas tarde...
Cuando se retira de los departamentos de Nan se siente caminar sobre baldosas doradas. Sam no dejaba de ser solo un muchacho entrado en sus veintiuno, un muchacho enamoradizo que no dejaba de fantasear en volver a darle otro beso en la mejilla o en los labios o en todo el cuerpo a su jefe. Nan era su sueño, su pequeño y tímido sueño. Y le gustaba que Whalker le respondiera por igual. No todo fue malo esa noche, ahora podría ascender de puesto y mostrarle a su amigo que podía ser un hombre digno de él. Digno de ..ser su novio...
A diferencia de Nan. Sam gustaba solo de hombres desde que estaba en la preparatoria. Cuando se dio cuenta de que le gustaban los hombres. Pero en ese momento quien más le gustaba era su jefe. Era normal para él, era su amigo, su confidente, el chico de sus sueños.
Sam sonríe para sí mismo, tal vez un desconocido intentara darse un revolcón con su enamorado. Pero Sam no será de una noche, él quiere ser todas las noches y todos los días de su querido.
La noche es tranquila.
Las luces tranquilas.
Los labios suaves.
Y el sueño con el corazón a mil por hora le permiten soñar.
.
.
Continuará.
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