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Capítulo 1: La noche que te conocí.

La mañana se hizo presente, Adam ya tenía listo un auto a su disposición para que lo llevara a su siguiente destino, al lado suyo su secretaria le señalo en su agenda la junta que tenía en unos veintidós minutos. Cansado, desgastado y molesto, le había ordenado el desayuno para después de la reunión, la mujer se retira al bajarse primero del auto, esperando afuera de la puerta de su jefe.

Cuando se quedó solo en el auto y la limosina estacionada, Adam suspiro aliviado. Subió la ventana del interior, el buen y vigoroso Mac Pitbull no podía presentarse sobrio a esa reunión, tenía que levantarse el ánimo que le dejo la resaca de anoche.

De su bolsillo trasero saco a su amigo fiel, la bolsita de cocaína mañanera que tanto le hacía falta para darse ánimos. Esparció en línea casi recta dicha droga. Tomo un bolígrafo de su maletín, quitándole la tapa y la tinta, pero viendo que no podía quitarle el otro lado mando al diablo su posible inyector de vitamina, tomo de su billetera un billete de cien dólares. Lo enrolló, se cubrió una fosa nasal y con la otra aspiro profundamente toda la coca.

Pega un gemido, cierra sus ojos fuertemente, echando su cabeza hacia atrás, seducido al recuperar tanta energía vital perdida de su pobre pene al lidiar con tanta puta y estúpido borracho en la fiesta de Trevor.

¿Y para qué demonios mentir? Él también ya quería follar a primera hora en la mañana.

Sus suspiros se hacen presentes y una pequeña erección se quiere levantar, pero satisfacer sus caprichos es lo de menos por el momento, esa firma no se conseguirá sola, su pequeña diversión se la llevara después su secretaria. Le paga comisiones extra por penetrarla en su oficina y por hacerla ir al trabajo sin bragas. Un juego divertido entre ellos dos. Estaba listo para ganar esa maldita compra venta, sonríe como si la visión de ese maldito drogadicto que conocimos hace unos segundos no existiera más, se dio retoques con la base de maquillaje con corrector a prisa. ¿Qué puede decir? Le gustaba verse "bonita", sin más dilación salió del auto como todo un campeón, ni rastro del chiquillo que conocimos.

Su secretaria ya le miraba con deseo a primera hora, le da un pequeño masaje en los hombros, de un manotazo la aleja, en parte, era una amenaza.

—No te pagare por eso preciosa.

—En verdad lo hacía porque sabía que tu culo se apretaría al decirte que Trevor Rafael también vino hoy. Es uno de los compradores—

Un chasqueo de dientes se mostró en sus labios y la mujer a su lado considera que se ve muy guapo enojado.

—Mierda, se veía tan jodido cuando me fui de su fiesta, contaba con que el perico que le di lo dejaría noqueado, creo que más bien le dieron ánimo. —Cuando estaba listo para irse, ella intento darle un beso de buena suerte, Adam al instante se apartó de su dirección, yéndose y dejándola a sus espaldas. Claro, besos en el culo los que quieras. ¿Pero un beso en los labios? No, no, no, impensable.

—¡Más te vale que mi desayuno este en mi oficina o puedes irte olvidando de esas botas Channel! —Le recordó el rubio a medio camino del lugar.

Con ese mal sabor en la boca, la mujer se ve aplacada cuando él se retira rápidamente al interior del edificio.

Ingreso a la sala donde se empezara la oferta pública de la empresa Boggs, la cual maneja restaurantes, tiendas de comercio, compra, venta de libros, licencias, perfumes, etc, etc. Eso nos importa un comino, Adam quiere conseguirse un libre desviado de dinero donde pueda "invertir". Solo entrega capital.

¿Cuál era el papel de Mac Pitbull en todo esto al igual que Mac Bulterry?

Bueno ellos eran los responsables directos de que se realizaran las grandes fusiones de empresas. Los que hacen la firma general para movilizar todo un nuevo repertorio de ganancias, actualmente tanto Rebestry la gran falsa compañía que representa Mac Pitbull es poseedora de varios millones de euros, al igual que Ellenslltrenton la gran compañía fidedigna y reputación de oro que lanza a su perro de pelea Mac Bulterry, ambas eran poderosas. Claro, encubriendo la trata de blancas, pasos ilegales a migrantes con los coyotes, correlación insana con compañías porno que se benefician de la explotación de sus actrices, drogas, las que quieras y el gigantesco lavado de dinero que manejan. Oh si bebé. Estos perritos tienen hambre de billete y el trabajo honrado les puede comer los huevos a los dos.

Actualmente debían conseguir una oferta pública con Boggs y Adam oficialmente podía declarar que ganaba un millón de dólares a la semana. ¡Que se joda el empleo de cientos de pendejos por su culpa! La importa un comino, al igual que el imbécil de Trevor, tienen la mente ocupada en otras cosas, hablando del diablo, Rafael llegó antes que él, pero de todas maneras el campo de pelea no solo eran ellos dos, tenían cinco contendientes más. Pero era obvio que ellos eran los chacales que siempre conseguían las mejores ofertas.

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"Vaya puta decepción". Pensó Trevor.

Cuando salió de la fusión que debió ser suya ambos contendientes se veían enojados y derrotados en sus miradas, dieron una pelea contundente adentro por más de dos horas y media. Hasta que se dieron cuenta que Boggs no trabajaba lo que ellos querían, y lo que querían era un hueco para el lavado de dinero por tráfico de drogas. ¿Y salen con su mamada de querer ver los antecedentes de las empresas; y ver a sí que tan sucias tiene las manos? Trevor saco un cigarro y se fue de ahí fumando. Estaba igual que Adam quien le veía con solo un poco de molestia. Adam, con un hambre se restregó en su estómago y su vista se desvió a las piernas de la chica que había conseguido aquella venta. No era tan fea, tenía un bonito culo, posaderas firmes y redondas en las que Adam quería restregar con su cuerpo. Bueno, sino puede ganar la oferta se tira al representante que le gano, era solo cuestión de poder superior por encima de todos sus rivales.

Trevor vio como la vista de Adam ya se fue con la chica que les gano la oferta, listo para follarsela en una oficina disponible.

Cuando el hombre de ojos azules se quedó solo soltó el humo del cigarro. Por lo menos Rafael podía regodearse de que Adam también está de mal humor.

Pero incluso eso ha dejado de darle placer, útilmente su la policía le anda pisando los talones a los dos, no tenían tiempo que perder en generar más nombres a la lista de fusiones. Bueno, si lo tenía, pero lo gastaba en ejercicio y aventuras con quien sea. Las drogas le están dejando un pequeño demacro debajo de sus ojos. El maquillaje no le está funcionando como espera últimamente.

Se retira del lugar insatisfecho, quiere conseguir un trago, todavía tenía que esperar una enorme gritería de su jefe por perder la oferta, ya que Trevor no le interesaba una empresa en la que no pudiera dejar huecos legales. Mac Bulterry era un estafador de cuidado, consiguió ser el dueño de una empresa sin dar su nombre al igual que varios más como el idiota de Adam.

Tenían más dinero del que podían gastar.

Pero solo eso, solo tenían dinero. Y su estilo de vida les impedía conseguir alguna pareja estable que no terminaran engañando por una prostituta barata o por el culo de un chico bonito, podemos decir que se amargan lentamente. Y ese sentimiento de derrota lo odiaba.

Trevor no soportaba perder, incluso una vez se revolcó con el jefe de una empresa de joyas con tal de recibir la oferta ganadora, diecinueve millones bebe. Diecinueve millones que volvió a reinvertir en todas las empresas y duplico todo el dinero que tenía. ¿Se arrepiente de meterse con el estúpido jefe?

Claro que sí, y jamás olvidara como ese bastardo le toco la cara y le decía "Follame maldito perro" mientras le daba una cachetada. Trevor es el dominante, odiaba que se atrevieran a golpearlo sin que él lo pidiera. Un año después de que duplico su inversión mando a que le pegaran un tiro al jefe bastardo que le obligo a llegar al extremo con revolcarse en esa oficina. Mató a William Frel, al accionista más poderoso del momento y ahora todos le tenían la vista encima a su compañía ¿Justo después de que se fusiono con Ellenstrenton fue asesinado? Curioso....

Tanto empresarios como la misma policía sospecharon, pero bueno... falta de pruebas. Pero la ventaja es que puede pagarse los abogados que quiera y puede sobornar a la policía. Actualmente no hay nada que lo vincule con ese asesinato. Es cuestión de principios y de negocios. Así se excusaba Mac Bulterry. Lo dicho, era alguien frio y calculador, capaz de hacer de todo con tal de conseguir lo que quiera.

Ahora la única amenaza latente era el bastardo pelotas calientes que era Mathews. Adam le estaba alcanzando a una velocidad jodidamente rápida, casi tan rápida como cuando Trevor inicio solo siendo un muchacho de dieciocho años que se veía obligado a ser golpeado y regañado por incompetente.

Pero ahora mírenlo. A sus veintiocho años recién cumplidos anoche, era asquerosamente rico. Se había acostado con tantas actrices, actores, senadores... una vez un ministro, pero eso no lo recuerda bien, estaba lleno de LSD esa noche.

Adam salió de una oficina volviéndose a poner su corbata y la chica que salió atrás de él se arreglaba su falda mientras se iba rápidamente del lugar y Trevor reía al verlo salir, lo estaba esperando. Para Adam a pesar de ser un hombre en carrera de los veinte seis, era bastante veterano en el mundo de los negocios. Ya que fue modelo un tiempo, por tanto, sabe que vende y que no.

Mac Pitbull le miraba de arriba abajo con soberbia. —¿Se te perdió algo pendejo?

Le pregunta con esa voz tan demandante y que suena tan segura de sí misma, Rafael se acerca con el cigarro y le ofrece un habano cubano. El chico lo acepta y deciden encenderlo afuera del edificio, ya no les quedaba nada que hacer en ese estúpido lugar. El rubio le indica que lo acompañe a la limosina, el hambre era lo que más deseaba satisfacer en ese momento.

— Vengo a hacerte una propuesta de negocios, negocios de verdad no estas pequeñeces.

Mientras suben a la limosina en la que había venido Adam. Le indica al chofer que vaya a un restaurante para que ambos desayunen. Del teléfono de Mac Pitbull le llama su secretaria para saber dónde está. Trevor se enteró, ya que el rubio se atrevió a poner a la mujer en alta voz.

—Me iré a desayunar, no me hables en hora y media.

"¡Pero su desayuno ya está en tu oficina imbécil! ¡¿Por qué carajos me apuraste si en lugar de eso te ibas a tragar verga, maldito idiota?!"

Insistió la chica haciendo enojar a Mac Pitbull. Odiaba que le recalcaran cosas, Camila era una mujer demandante.

—¿Me vas a decir que hacer?

Le colgó la llamada, desde que se acostaba con ella la chica pensaba que podía decirle que hacer y que tenía poder sobre él. Era un mocoso mimado que hará lo que se le dé la gana y detestaba que Camila creyera que eso le daba derecho de opinar sobre su vida.

—Se oye como si estuviera enamorada de ti.

Comento entre burlas Trevor, mientras exhalaba el humo del cigarro.

—Vaya tonta.

Cuando llegaron al enorme restaurante pagaron un lugar privado para charlar con calma. En cuanto se quedaron solos y pidieron de desayunar Rafael al fin soltó su oferta.

—Planeo hacer una fusión con tu compañía, de los detalles me encargo yo, lo firmas y nos dejamos de mariconerias como andar peleando quien llega primero.

Adam le mira unos momentos y mira el atractivo de Trevor, esos bonitos ojos azules, esos labios rojos idénticos a mirar el precio de ser tan guapo. Y piensa que si no hubiera sido un rival que llegara a detestar entonces podrían a ver follado hace tiempo. Pero con la cabeza fría podía decir que la oferta no era mala, la cantidad que le estaba explicando les convenía. Ellos serían socios claro, pero a la vez tendrían que vivir en la oficina y dejar de salir a cazar ofertas. Bueno, algo era algo.

—Se oye demasiado bueno para ser verdad, pero el estúpido de mi jefe no me importa. Quiero saber...¿Cuánto será mi margen de ganancia?

Trevor ríe ante esa pregunta, sabía que eso era lo que le importaba en general. Y eso quería decir pelear por la ganancia total.

—Pensaba que tuviéramos un margen de tu el 40% y yo el 60%.

—50 y 50, no estaré satisfecho pero ganare un millón ochocientos a la semana en lugar de los dos millones que tú te beneficiarias, ganaríamos lo mismo y por lo menos no terminaremos peleando sobre el hecho de que te tiraste a la contadora de mi empresa en tu fiesta de cumpleaños y de que te regalo un rolex de mi jefe. —Sí, le quería reclamar, era más bien chillarle por dinero.

Ambos ríen y permanecen en silencio, bueno ahora eran socios de empresa. Ganarían un millón ochocientos semanales por el resto de su vida. Y aún con tal noticia, parecía serles indiferente.

—La policía nos cazara por cielo, mar y tierra para saber de dónde viene tanto dinero. Pero es probable que cuando logren descubrir el lavado nosotros ya ni siquiera estemos vivos.

Exhala el humo del cigarro y Adam pensó detenidamente en su libertinaje.

—Oye... una duda ¿Cuánto te costó toda tu fiesta de cumpleaños el día de ayer?

En la mirada de Trevor solo aparece el triunfo al ser un amante vigoroso y sonríe de medio lado al entender que quiere decir.

—Tres millones.

—Carajo, ¿Qué hiciste antes de que yo llegara a follar por ahí a tu fiesta?

La duda surge e incluso Mac Bulterry no parece recordar del todo la fiesta, había una parte de en medio de su cumpleaños que tenía borrosa.

Desayunaron mientras distribuían a quien le tocaba que facciones les tocaba sobornar, sus contactos con la policía y una larga lista de abogados que los podrían sacar de temas incluso tan delicados como trata de menores, después de todo eran proxenetas. Pero Trevor piensa en la noche anterior. A su mente llega la mirada de un hombre, no tenía idea de quien era. Recuerda besarlo, ojos azules, cabello rojizo y una larga bufanda roja.

Mejillas rojas, labios suaves y con un sabor dulce.

Cuando Mac Bulterry se fue directo a su trabajo para acordar con su jefe el trato que realizo con la empresa Rebestry, le dio una palmada en el hombro y lo felicito. Por lo general siempre obtenía una palmada y ya, pero incluso su jefe tenía idea de la enorme fortuna que amasaran, la parte legal a nadie le importa, como podemos apreciar.

Pero ahora que se encontraba solo en su oficina, necesitaba saber de quién eran esos labios tan suaves, recuerda sentir una piel suave. ¿Se acostó con ese chico? No lo recordaba del todo, pero vaya que desde la mañana no se lo podía sacar de la cabeza. Pero no recuerda su nombre ¿Le habrá dado su número de teléfono?

¿Quién era el chico de la fiesta que no recuerda?

.

Un día antes....

Un largo trago se deslizo por aquellos labios, un trago dulce y amargo a partes intensamente iguales. Tan dulce y a la vez tan asqueroso, no sabía porque diablos se tomó el ron si lo detesta. Un leve hipo salió de sus labios cuando termino de beber.

Nan Whalker había estado bebiendo un poco esa noche después del trabajo, le invitaron a beber por que casi nunca lo ven divertirse fuera de su oficina, donde ejerce como secretario de mesa. Y aunque no lo parezca, está un peldaño debajo de ser un juez, es una posición privilegiada tan cercana a ser jurado.

Nan era una persona en toda la palabra contrastante a quienes formaran parte de su vida. Ojos de un intenso color azul, preciosos y atractivos. Como si aquella mirada fuera el mar, salvaje en su mirada pero con un corazón de azúcar pura. Sus cabellos eran de un tono cobrizo y lacio, bastante corto pero dejando volumen, una larga bufanda de seda roja era característica en su persona, adoraba esa bufanda con anhelo. Un broche de oro también descansa en el centro de su bufanda. Whalker tenía prohibido salir a fiestas así. El prestigio de su familia le exigía comportarse debidamente y nunca asistir a eventos como ir a un bar. El abogado era alguien moderadamente conocido por toda la nación, era hijo de un boina verde de honores mayores. Él, al igual que sus hermanos mayores, eran conocidos por formar parte de una familia de los Whalker.

Nan había bebido lo suficiente para que lo dejaran tranquilo sus compañeros y no lo tacharan de un inexperto, pero la verdad, ahora estaba levemente borracho. Sus inseguridades se presentan no teniendo idea de que hacer, pero una mano en ayuda vino para que el hombre se apoyara en él.

Un muchacho de cabellos castaños y ojos por igual le ayudaron a ponerse de pie de manera discreta, la gran mayoría de sus compañeros se retiraron junto con ellos. El muchacho de cabellos castaños bien vestido de traje se llamaba Sam, Sam Evans. Quien era el asistente del buen Whalker.

—Vámonos debes de sentirte cansado.

—Muchas gracias Sam.

La sonrisa de aquel abogado podría derretir un bloque de hielo de tanta calidez y endulzar el café más amargo. Sam siempre se muestra dispuesto a ser un hombro para apoyar a su viejo amigo. Después de todo se conocían desde que Sam estaba en la universidad haciendo su servicio. Cuando se retiraban del bar en la tercera planta de aquel antro tenían que pasar por el segundo piso que era el antro principal. Wall Street en frente de Trentons. El antro más caro y conocido de la ciudad. Cuando bajaron al segundo piso el alcohol comenzó a sacar un poco de sus sentidos al hombre de ojos azules. La canción resonaba en todo el lugar. Los pies de Nan caminan temblorosos intentando enderezarse. Sam recostó a su jefe en un asiento un tanto lleno de gente, así que para hablar tenía que gritar casi, la música tenía un alto volumen y le indico que saldría.

—¡Iré por el auto, en un momento regreso! ¡Te sugiero que te quedes sentado para que no te llegues a lastimar o caer! ¡No me tardo!

Sam se va dejando al chico a merced de los borrachos de la fiesta. En el otro extremo de aquel bar se estaba celebrando con un baile frenético entre todos los presentes, en la mente del pobre Nan surca una hamburguesa con queso. Tenía hambre y no podía levantarse para acompañar a su asistente. Estaba en lo cierto dejándolo en ese lugar para que Whalker no se fuera a lastimar.

Las caderas se mueven permitiendo que Mac Bulterry se embriague y acerque su rostro entre los hermosos senos de las mujeres que tiene a su lado. En ese punto Trevor estaba tan drogado que no recordaba ni su nombre, todos le miran. Creen que posiblemente sea un modelo, era demasiado guapo para ser simplemente un empresario, tal vez fuera un extranjero, un italiano o un suizo. Su apariencia era digna de admirar. Perderte en ese cuerpo, en esos labios cual amante entre las sabanas.

El ritmo de la canción exige lentitud entre las letras, sensualidad en aquellas caderas musculosas y llenas de abdominales que permiten volar la imaginación de que tan bien dotado estará de entre las piernas. Que hipnotiza a sus mujeres y algunos hombres con el sudor de su cuerpo meneándose, pero el sudor esta perfumado por una colonia cara, tal vez Polo o un Carlo Corinto. Mando al carajo su saco a juego con su traje de Oscar de La Renta. Amaba desnudarse bajo las luces de neón que le exigían ser tan deseado, la fina capa de sudor que cubre su cuerpo se resalta con las luces como las estrellas de la noche que se alinean hasta bajar al vientre musculoso de Trevor.

Nan podía ver ese perfecto bárbaro que se exhibía cual prostituta, el abogado cree que debería ser ilegal que un hombre así pudiera ser tan sensual. Ver en específico aquel robusto hombre de rostro de modelo y cuerpo de soldado podía despertar bajas paciones en quien sea, o la envidia también. Estúpidamente Whalker se siente desgraciado al ver ese hombre, fija su vista en su propio abdomen notando su sobrepeso y auto odiándose por ello, desea ignorar aquel cuerpo que se mueve de manera tan erótica, pide un trago, un trago fuerte de lo que sea que el barn tuviera, lo suficiente para noquearle los sentidos al ver como la mirada azulada de Mac Bulterry se posaba en él. Se sonroja creyéndose insuficientemente agradable a la vista, cuando ve como aquel exhibicionista le mira con profundo deseo en sus ojos. Tan azules como el mar y tan profundos por igual.

—Un trago por favor.

Exige Nan al ver que Trevor había dejado de bailar para mirarle directamente. Esa mirada se sintiera que podía perforar su piel con tan solo verlo, que le estaba desnudando con esa mirada, que sus labios le llamaban para que se acercaran y se besaran. El trago de Nan llega y se lo toma todo de golpe, craso error, el trago lo a turbio más de lo que pensaba. ¿Debería bailar para distraerse? Sí, eso hará, se levanta para bailar entre las personas, necesitaba despejar su mente. Quería olvidar que aquel depredador le veía entre las sombras con algo más que solo deseo. Le veía como pertenecía, como algo que debía ser suyo, total y completamente suyo.

Era hermoso, ese hombre era increíble, que cuerpo tan torneado. Esa bufanda se cae desarreglada con forme el chico baila, su camiseta de vino era tan tierna y se perdía entre esa piel tan blanca y carnosa, Trevor no podía evitar pensar cómo se vería ese muchacho desnudo. ¿Tendrá posaderas redondas? ¿Su culito será tierno y suave? La idea más pervertida de Mac Bulterry pasa por su ente ¿Y si ese chico era virgen?

Oh, no se cansaría de follárselo en ese caso, el simple pensamiento de que ese chico nunca hubiera estado con un hombre le prende, pero de todas maneras quiere darse un revolcón con él. A paso seguro y dominante se dirige hacia Nan quien sigue bailando sin pensar en la posibilidad de que aquel hombre fuera tan bestia para atreverse a tomarlo por las caderas y acercarlo hacia él. Las fuertes y toscas manos blancas de Trevor le acarician la cadera, su cuerpo era tan suave, tan lindo. Trevor quería llevarse a ese chiquillo y decirle que le encantara, que se le dará tanto placer que no recordara ni de dónde viene, ni su nombre tampoco. Asustado Nan es acariciado por ese desconocido que le toca con deseo, que siente con sus manos como le pasan por sus muslos, por su vientre plano, por su ropa que ahora le quema. El cuerpo que está detrás de él es celestialmente ardiente en todos los sentidos. Trevor era muy adictivo, era como una droga, tan perfecto y torneado, tan exquisito y posiblemente irreal que fuera el cuerpo de aquel posible modelo. Nan puede ver un tatuaje bajo la piel de aquel desconocido que le toca. Un tatuaje que representaba una daga en su antebrazo.

El cuerpo era tan blanco, estaba lleno de gruesos y torneados músculos. Whalker se da la vuelta quedando de frente hacia esos hermosos y destellantes ojos azules, sus ojos eran muy hermosos. La mano del chico pasa el rostro del robusto hombre que se cierne sobre el para besarlo, un beso, un beso que le hace flaquear las piernas, el abogado tiembla y le cuesta mantenerse en pie, aquel hombre le hace vibrar y temblar, es como si cada roce que le diera fuera como ser tocado por un pedazo de hielo.

Se besan mientras escucha como las personas que vinieron con Rafael le exigen volver a su lado, Trevor entre señas quiere decir que se adelanten sin él. Se quería comer vivo al chiquillo. Toca las posaderas de Nan, eran firmes y redondas, tan suaves y deseables. Los labios de Whalker eran su sueño, tan cálidos y apetecibles, tan suaves y llenos de color. La sonrisa que le da el abogado era tan tierna mientras le besaba, el menor se quitó la bufanda y la enrollo entre el fuerte cuello blanco y lleno de tatuajes de Trevor, la suavidad de la seda se nota en la bufanda, e atrae para profundizar el beso.

No podía aguantar más, Mac Bulterry tomo por las caderas al chico y de un fuerte tirón ya lo tenía entre sus brazos, entre esos brazos que pueden derretir el hielo de tanto calor, Nan permite que aquel hombre lo lleve a donde quiera, no tenía idea de adonde le estaba llevando y no le importaba, solo quería otro beso de aquellos labios tan delgados y tan fuertes que exigen los besen. Trevor le pidió un cuarto disponible y el de mejor calidad donde pudiera darse un revolcón con el hombre que entre sus brazos le besaba el cuello y Trevor quería rasgar su ropa y cogérselo entre las mesas.

—Tenemos una habitación disponible, serian dos mil dólares por hora.

—Deme dos horas.

Trevor paga la habitación mientras aquel chico descansa entre sus brazos, era idéntico a tener un ángel, tan suave y cálido, todo fue tan rápido y breve cual vela al viento.

.

.

Continuara.

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