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Capítulo XIX. Festival escolar.

La imagen de multimedia no tiene nada que ver con el disfraz que saldrá a continuación, solo me pareció linda (editarla porqué la he hecho yo) y la puse :'v

(~°w°)~~(°w°~)

Día sábado de junio.

"Disfrutaba" del calor sofocante mientras mi cuerpo era bañado por el sudor. Definitivamente odio los festivales escolares, sobre todo por que me ha tocado ser el que mantenga la seguridad... Vestido de un oso polar... ¡¿Como mierda se supone que garantizo seguridad vestido de algo que produce ternura?! Maldición. Lo odio.

El festival de la academia es abierto a todo el público y los estudiantes somos los que debemos atender a la gente que viene. Camine por los pasillos pegado a la muralla para alejarme del sol pero aun así el calor me esta derritiendo el cuerpo, más de una vez me tocó sacarme fotos con algunos niños que se me tiraban encima.

Por los parlantes repartidos por los pasillo se escuchaba la radio que dirigía el albino y el francés a la cuál habían puesto como nombre "Radio del amor candente y asombroso" aún me pregunto como convencieron a la presidenta para poner aquel nombre tan... De ellos.

- Recuerden que pueden venir a dejar sus confesiones al buzón de confesiones, Kesesese.

- Las cuáles serán leídas de manera anónima, honhonhon.


Eso se escuchó por los parlantes, mientras yo todavía caminaba si destino alguno, ni cuenta me di cuando estaba en el pasillo de los talleres, que de paso era uno de los más transitados.

- ¡Fratello! -me llamó Feliciano con su estúpida sonrisa saliendo del salón de artes, se me acercó dando saltitos- ¿eres tú cierto? -dijo asomándose por la boca del disfraz que era por donde miraba a través de una malla negra, lo golpeé suavemente en la cabeza- ve~

- Soy el único disfrazado así... Idiota -le dije.

- Ve~ ¡Qué bueno que haz venido! Quería hablar algo contigo... -se me acercó un poco más y susurró- pero en privado.

Caminamos a paso lento hasta la escalera que lleva a la azotea, una vez arriba me quité la cabeza del disfraz... Y respire, fue el momento más hermoso del día.

- ¿Que pasó? -le pregunté una vez recompuesto.

- Louise me mandó un mensaje -dijo rascándose la nuca- y bueno...

- Y... ¿Bueno que?

- Me dijo que fue a hacerse una ecografía y...

- ¿Y que?

- Y... -miró a su alrededor como buscando algo- y... Está esperando gemelas... -dijo, juro que vi brillos a su alrededor.

- Che? ¿Gemelas?

Asintió rápidamente y me abrazó, hubiera sido lindo si no sintiera que todo el sudor pegado en el traje se mezclara con el sudor de mi cuerpo, aún así le devolví el abrazo.

(~°w°)~~(°w°~)

- Confieso que me gusta el conejo rosa gigante.

¿Que clase de confesión es esa? Me pregunté mientras era obligado a sacarme una foto con un niño.

- Confieso que me enamoré del director. Kesesese, parece que el director tiene fans.

- Confieso que me gustan las inglesas...

- Francis, eso no era una confesión...

- No, era mi confesión mon ami, Esther Warren, Te quiero.

- Confieso que mataría a Francis Bonnefoy, Kesesese.

- Mon ami... Eso no era una confesión...

- Nien, era mi confesión.

Suspire frustrado. Y me senté en las escaleras del primer piso, en esas en las que nadie transita por lo me sirvió para darme un respiro, aunque no me saqué la cabeza de oso. De repente alguien se sentó a mi lado, giré la vista y vi a Isabel vestida con traje de camarero el cuál resaltaba sus atributos, ella me miró, y me pregunté si sabía que era yo el vestido de oso polar.

- Confieso que me secuestraría al oso polar por ser tan tierno.

Puta vida.

Isabel rió y se acomodó la chaqueta, luego se levantó y se colocó frente a mí.

- ¿Estoy guapa así? -me preguntó dándose una vuelta, estaba perfecta. Asentí- Gracias, eres un amor.

Luego le dio palmaditas a la cabeza de oso y subió las escaleras, dejándome la duda si sabía que era yo o no...

La seguí, hasta llegar al comedor al salón de cocina, me asome por la puerta y vi lo que jamás creí ver, fue algo impactante, traumante, nunca lo podría olvidar...

Goviert... El cabeza de tulipán, el holandés malhumorado, el tacaño con el dinero...

Estaba...

¡Vestido de camarera!

Hice mi máximo esfuerzo para no estallar en risas, el rubio me miró con odio infinito, que se le pasó en un instante cuando Emma se le acercó, hay decidí que mejor seguir mi camino.

Lo único bueno que puedo exprimir de todo esto es que no debo estar atrapado en un solo lugar atendiendo a los bastardos que vienen, solo caminar y caminar y... Aguantar el sudor excesivo.

(~°w°)~~(°w°~)

- ¡Invitamos a todos los asistentes a dirigirse al auditorio para presenciar la obra de teatro "Party" encargada del club de teatro!

A penas se escuchó eso toda la gente empezó a circular en dirección al auditorio, momento que aproveché para escabullirme e intentar quitarme el traje.

Llegué a la azotea y me saqué el disfraz hasta la mitad, me senté en el suelo dejando la cabeza del oso a un lado, todo estaba en tranquilo y el viento soplaba con calma. Era un momento perfecto.

(~°w°)~~(°w°~)

Sentí que alguien me estaba moviendo suavemente mientras susurraba mi nombre cerca del oído, me forcé en abrir los ojos, es como si solo hubiera dormido durante unos segundos.

Cuando logre despegar los párpados la luz entró de lleno a mis ojos haciendo que me llevara la manos a la vista para evitar el dolor que me provocó la luz del día.

- Mierda mis ojos -dije bajando la vista para acostumbrarme de a poco a la luz.

- Lovi~ Buenas tardes~ -dijo la voz de Isabel, se que está sonriendo... Como siempre. Levanté la vista encontrándola aún con el traje de camarero- ¿Ha dormido bien? -me preguntó apartando unos mechones de mi rostro, mechones que volvieron a caer sobre mi ojo.

- Eso creo -dije dejándome acariciar, entonces me abrazó con fuerza.

- ¿Te he dicho que te quiero? -preguntó ocultando su rostro en mi pecho. La rodeé con mis brazos y apoyé mi cabeza en la suya.

- Todos los días, todo el día -dije.

Nos quedamos unos minutos en silencio, mientras se escuchaba a lo lejos los murmuros de las personas y la música de fondo que en verdad no sé si se le pueda llamar música.

Ella se separó del abrazo, nunca diré que me hubiera gustado estar abrazado a ella por la eternidad, nunca.

  -  Te quiero -dijo con una sonrisa- en verdad te quiero mucho.

Estoy seguro que me sonroje, maldición, odio las cosas cursis, ¿Isabel por qué haces que me gustes tanto, para llegar al punto de volverme en quién nunca creí ser?

  -  Yo también te quiero -dije besándole la frente.

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