Capitulo 4 -Parte 3-
—Madi ¿A dónde fuiste? Se suponía que no íbamos a separarnos.
El dolor de mi cabeza ahora era insoportable. Recuerdo comenzar a halarme los cabellos en ese momento.
—No, no puede ser. Tú no eres Yoselin —contesté.
—Te busqué en todas partes Madi, tenía mucho miedo, Pepe no paraba de intentar propasarse conmigo — era su voz, su dulce y tierna voz.
—No, tú no eres Yoselin, tú no eres ella.
Comencé a llorar nuevamente.
—Trataba en todo momento de hacerme beber, pero yo no quería, su aliento apestaba a ron y siempre acercaba su rostro al mío, buscando besarme.
—Tú no eres Yoselin, tú no eres Yoselin, tú no eres Yoselin, y esto no es real —repetía como estuviera rezando.
—Le pedí a Pepe que por favor te buscará. Quería que se fuera, ya no lo soportaba. Él me dijo que estabas ocupada con Alberto, con aquella sonrisa morbosa que tanto me asustaba, pero yo le pedía a cada momento que por favor te trajera. Cuando por fin me lo quité de encima, pensé en salir, pensé en escaparme, sabía que no debía estar ahí, sabía que algo malo iba a pasar.
Pero no pude dejarte, no podía irme sin mi mejor amiga.
—Yoselin... yo —me detuve antes de continuar hablando. "Esa no es Yoselin" me dije a mi misma.
—Pepe Volvió más pronto de lo que esperaba. —Continuó ella hablando por el celular, ignorándome. —Esa mirada de depredador seguía ahí, como la de un coyote rabioso a punto de devorar a su presa. Me trajo un trago, volví a rechazarlo, esta vez con obvio disgusto en mi cara. Me dijo que solo era refresco, que tratara de relajarme un poco y que sabía que debía tener sed, porque no había querido beber nada en toda la noche.
"Esa no es Yoselin. No la escuches, ella no es Yoselin" trataba de repetirme en mi cabeza. Pero sus palabras se abrían paso en mis pensamientos y las volvía a escuchar de nuevo en mi mente:
"Madi por favor, quiero irme a mi casa"
—En verdad, si tenía sed —continuó hablando. —Era un vaso grande, de esos que te dan en el cine cuando compras un combo especial. El hielo llegaba hasta el borde y podía verlo asomarse sobre el negro y burbujeante líquido. Llevé el vaso a mis labios y comencé a beber lo que creía que era una deliciosa y fría Pepsi. Mientras él no paraba de mirarme con esos ojos rojos y esa sonrisa enorme de cocodrilo.
La música sonaba más alto que nunca, mientras todos bailaban y saltaban a mi alrededor, él se acercó de nuevo a mí y trató de poner su mano en mi cintura. Me moví un poco para esquivarlo, pero ni siquiera lo miré, solo me concentré en ese refresco... Dios, sí que tenía sed.
—Tú, no, eres, Yoselin —dije lo más calmada que pude, mientras sentía como el dolor se negaba a irse de mi cabeza.
—Le dije que me iba, que por favor, te avisará que tenía que regresarme a mi casa. —Siguió ella contándome. —Me di la vuelta, pero él me tomó fuerte de la mano. Trate de zafarme, pero se las arreglo para agarrarme de la muñeca. Me decía que no podía irme sin ti, que si quería, podíamos ir juntos a buscarte en los cuartos. Le respondí que no, que ya te había esperado demasiado, se ofreció entonces a llevarme, pero le dije que no nuevamente, que solo quería que me dejara tranquila.
Logré soltarme de su agarre, y con la fuerza del impulso terminé retrocediendo y chocando con una pareja que bailaban, ellos ni siquiera se detuvieron a verme, continuaron bailando y besándose como si nada.
Me recosté a la pared con una mano y comencé a sentirme extraña. La música ya no solo sonaba fuerte, ahora me molestaba y me aturdía mucho, comenzaba a perder el equilibrio. Pepe me sujetó con una mano y me tomó de la cadera, intenté liberarme, pero me sentí tan débil en ese momento.
Él me hablaba cerca al oído, pero casi no lo entendía, solo escuchaba la música. La escuchaba tan fuerte, estoy segura de que me estaba diciendo que me veía mal, y que no podía dejarme ir así.
A nadie le pareció extraño ver como me llevaban casi a rastras por las escaleras.
—¡Cállate! Tú no eres Yoselin... Cállaté! —quería gritarle, pero no podía. No me sentía enojada, solo lloraba con el celular pegado a mi oreja, igual que una adolescente que acababa de terminar con su novio por teléfono.
—No me llevó a los cuartos, no. Estos estaban ocupados, uno por ti.
Sabía lo que venía, no quería escucharla, pero igual seguía pegada al celular, mientras lloraba sintiéndome culpable.
—El baño fue lo único que encontró abierto. A veces pienso Madi, que si el baño hubiera estado ocupado, Pepe no hubiera podido hacer nada... Luego me siento como una estúpida, seguro hubiera sido capaz de violarme en ese pasillo.
"Ella no es Yoselin Madiel, ella no es Yoselin", trataba de repetir en mi mente.
—Cerró la puerta y me sentó en el inodoro, mi cabeza se movió tan fuerte hacia atrás, que de no ser por lo drogada que estaba, hubiese brincado del dolor. Se dio la vuelta y presionó el seguro. Luego escuché como se bajaba el cierre del pantalón.
—Cállate —dije apretando los dientes.
—Me pidió que abriera la boca, mientras se sacaba esa cosa asquerosa del bóxer. Yo no era más que un cadáver en vida, tuvo que halarme del cabello y abrirme el mismo la boca con su otra mano.
—Cállate, por favor, ya no más. No quiero escucharte —sentía una mezcla entre dolor, culpa e impotencia al mismo tiempo.
—Él se reía. Madi se reía como si fuera una travesura lo que estaba haciendo conmigo. Estoy segura de que si no hubiera estado tan drogada, le abría vomitado encima.
—No, no. Tú no eres Yoselin, Por favor Cállate.
—Me manoseaba mientras yo yacía inmóvil, apretaba con fuerza mis pechos con una mano y se masturbaba con la otra.
—Cállate, Ya basta, callate.
—bajó a mi altura, mientras me quitaba los zapatos. El pantalón me lo quito de un solo tirón junto con la ropa interior.
—Tú no eres Yoselin. Maldita sea, ya deja de hablar.
—No tuvo compasión conmigo. Yo solo podía quejarme con la poca voz que me quedaba, mientras él entraba dentro de mí y me tomaba con fuerza. No bonito, como dos personas que se aman, con fuerza como si yo fuera un animal asqueroso.
—Ya basta, no te quiero escuchar más ¡Cállate!.
—Yo solo lloraba Madi, no entendía por qué me estaba pasando eso. Esa no era la forma cómo yo quería que fuera mi primera vez. Me preguntaba donde estabas tú, ¿dónde estaba mi amiga? Se suponía que tenías que cuidarme.
—¡YA CÁLLATE MALDITA!, ¡TÚ NO ERES YOSELIN! ¡TÚ NO ERES ELLA!
—Tú eras la que quería ir a la fiesta, tú eras la que querías escaparte para verte con Alberto, así que tú tenías que ser a la que debían violar, no a mí.
—¡YA BASTA! ¡CALLATE! PARA!.
—¡Era a ti a la que debían violar una y otra vez en ese baño sucio y asqueroso, como la perra maldita y malnacida que eres Madi!
—¡CALLATE!.
Comencé a llorar más fuerte, luego de gritarle, use la mano que tenía libre para tapar mis ojos, pero era imposible evitar que salieran las lágrimas. No dejaba de imaginarme todo lo que ella me estaba contando. Lo veía en mi mente, tan vívidamente que me asustaba. Sentía una rabia enorme, contra Pepe, por lo que hizo, pero más por mí.
Entonces Yoselin, o eso que fingía ser Yoselin comenzó a reírse. No era una risa cualquiera, se reía como la propia lunática mientras volvía a hablarme.
—¡Ja,Ja,Ja,Ja,Ja!, si pudieras, ¡Ja,Ja,Ja!, si pudieras verte como te veo en este momento Madi, ¡Ja,Ja,Ja,Ja,Ja¡ De verdad, cómo deseé esto desde el día que me quité la vida. ¡Ja,Ja,Ja! ¡Ja,Ja! ¡Ja,Ja,Ja,Ja,Ja!
Esas palabras fueron como un espantoso frío que sentí en mi nuca.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro